miércoles, 23 de abril de 2014

El Verbo anunció a María



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

Jesús resucitó y saludó a su Madre: “Alégrate llena de gracia, mi alma es contigo”.

Esa hipotética salutación pudo ser la gracia sublime de un hijo agradecido porque María “…Después de que Jesús es colocado en el sepulcro es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la Resurrección…” (Catequesis del papa Juan Pablo II durante la audiencia general del 3 de abril de 1996).

La Santísima Virgen María, en su función de Corredentora, comenzó a preparar con su dolor una certeza distinta a partir de que su alma (Jesús) fue traspasada por la lanza de Longinos. La voz de Simeón se acalló para siempre. El reloj marcó los segundos de la angustia, era la historia de la desolación. Dios había muerto.

Luego vendría la terrible espera de la Dolorosa al recitar una esperanza sostenida por su fe hasta el estallido glorioso del Aleluya (alabad a Dios).

La Resurrección iluminó el destino de la humanidad y opacó otros momentos como el instante exacto del acontecimiento y la segunda anunciación a María. Quizás para los redactores del Evangelio la contundencia del suceso supremo les hizo pasar por alto esos detalles que no cambian el cumplimiento estricto de la profecía. Lo cual tampoco es un obstáculo para que los lectores se pregunten: ¿A qué hora resucitó Jesús? ¿Y qué le dijo a su madre?

El primer interrogante podría ser fácil de responder. La Escritura dijo que resucitaría al tercer día, es decir el domingo. Esa fecha  comienza a las cero horas. Si se suma el tiempo que Mateo fijó, las tres de la tarde (27:45-50), para el fallecimiento, hasta el primer instante del domingo daría 33 horas. Una hora de muerte por cada año de vida de Jesús en la tierra.

Eso se deduce de la aclaración que le hizo el apóstol Pablo a los gentiles: “…Fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras…” (1 Corintios 15, 4), no a los tres días porque sería lunes. Ahora, que las mujeres hayan ido a ver la tumba vacía, unas horas después, tal vez cinco de la mañana no altera el horario profetizado.

La segunda pregunta es más compleja, pero se puede pensar que si el ángel anunció a María la encarnación del Verbo. El Verbo hecho carne anunció a María su resurrección. Jesús pudo haber repetido a su Madre: “Bendita tú que has creído”. (Lucas 1, 45).

Y después de recibir la palabra de Jesús glorioso, la bienaventurada Virgen María se puso en camino para ir a anunciarles la buena nueva a las mujeres, sus compañeras de infortunio en el Gólgota.

La madre predicó, como antaño lo hizo con Isabel, y le susurró, inundada de dicha, a la Magdalena: “…Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador…” (Lucas 1, 46).

Sí, la Madre de Dios, fue el primer testigo de la Resurrección por eso la Iglesia se dirige a Ella, en el tiempo de la Pascua, con el titulo de Regina coeli.

“V Alégrate, Reina del cielo. Aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno. Aleluya.

V. Ha resucitado, según predijo. Aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios. Aleluya.

V. Gózate y alégrate, Virgen María. Aleluya.
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente. Aleluya.

V. Oremos: Oh Dios que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén”.

jueves, 10 de abril de 2014

Rasgos marianos en el Evangelio de la infancia de Mateo


(La cita y el anuncio).

Por padre José Manuel Tobar Carrizosa
Sociedad Mariológica Colombiana.

“Hasta no hace muchos años, se leían los Evangelios de la infancia como sí se tratase de relatos folklóricos cuando en realidad, son teología de alto nivel.

Ellos nos proponen una realidad profunda y elaborada. Son el testimonio vivo de la búsqueda apasionada de los primeros cristianos; búsqueda de la inteligencia de su fe en Jesús el hijo de Dios”.
(Perrot Charles: los evangelios de la infancia, cuadernos bíblicos nro 18).

Introducción.

El conjunto narrativo al que podemos llamar relato de la concepción, nacimiento e infancia de Jesús, comprende en el evangelio de Mateo desde el capítulo 2/23.

En este relato encontraremos presentes cuatro o cinco citas de la sagrada escritura las cuales se introducen con una fórmula de cumplimiento; son entonces llamadas citas de reflexión. Estas citas se añaden al material evangélico común como una reflexión personal.

Así por ejemplo en Mateo 1/22-23 se dice: “Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por el profeta”.

Se ve entonces, como por medio de una fórmula se indica que un acontecimiento del Nuevo Testamento tuvo lugar para llevar a cumplimiento, el pasaje del Antiguo Testamento que se cita.

Las citas de reflexión son casi una peculiaridad del evangelio de Mateo. (No las encontramos en el evangelio de la infancia de san Lucas) a excepción de Lucas 23/37.

Mateo es por tanto el único que ha elevado a categoría el cumplimiento de la palabra profética.

Se cree por otra parte, que dichas citas tenían una finalidad didáctica: la de confirmar a sus lectores en la fe.

La mayoría de estas citas se concentran en los capítulos relativos a la infancia de Jesús.

Quizá el evangelista miraba la infancia como una excepción de la vida de Jesús poco explorada todavía en relación con el Antiguo Testamento. En la primera predicación cristiana se practicaba ya el recurso a la escritura. En la comunidad de Mateo había cristianos de origen judío, para los que tales citas les serían útiles a la hora de justificar su adhesión a Jesús. Las referencias escriturísticas en primer lugar, se dirigían a los creyentes.
Hay diversas opiniones a saber:

1.      Dichas citas dieron origen al relato de la infancia.
2.      Dichas citas se añadieron a un relato ya existente.
Hay un caso en que Mateo añade citas de reflexión a relatos no compuestos por él.

EJ: MC 1.14 y LC 4/14: Jesús fue a Galilea después de su bautismo.

MT 4/12-16, lo comenta con una cita de reflexión tomada de Isaías 8/23 -9/1 que habla del país de Zabulón y Neftalí, camino del mar, Galilea de los paganos. Jesús fue también a Cafarnaúm, Mateo no crea el relato del desplazamiento de Jesús que ya estaba en Marcos; pero si le da colorido a dicho relato.

¿Cómo concretó Mateo las citas que introduce en su evangelio?

Tres argumentos predominan a saber:

1.      La posibilidad de un recurso habitual de citas. (Podemos sospechar que algunas veces Mateo reproduce pasajes muy conocidos por los cristianos).
2.      Tenor de las citas en relación con el Antiguo Testamento hebreo y griego. Mateo cuando sigue a Marcos coincide con el empleo de los LXX, pero en sus citas de reflexión esta más cerca del texto hebreo.
3.      Si el tono de la cita de reflexión se ajusta a los intereses teológicos globales del evangelista, Mateo ha encontrado la cita que habría empleado, de lo contrario emplearía citas ya utilizadas entre los cristianos.


“He aquí, que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre emmanuel”. (is 7/14).

Lo importante es destacar como las citas de reflexión del relato mateano de la infancia; se pueden interpretar en el sentido de que relacionan a Jesús con los principales temas de la historia israelita: el Mesías Davídico, el éxodo, el destierro babilónico, etc.

De este modo el pensamiento global del relato de la infancia, encaja con el evangelio. ¿Así lo vería Mateo?, podríamos preguntarnos.

Fue Mateo el primero en reconocer la aplicabilidad de un texto específico a un acontecimiento concreto de la vida de Jesús.

Mateo no buscaba entonces simples coincidencias. Introdujo las citas de reflexión porque servían a sus propios intereses teológicos y pastorales, en el contexto de una comunidad cristiana compuesta por judíos y gentiles.

Nos detendremos en el análisis de la cita de Isaías 7/14, objeto de nuestro estudio por las implicaciones mesiánicas y aplicabilidad mariana que aquí podremos encontrar.

En una segunda parte de este trabajo, estudiaremos el relato de anuncio a José, figura de primer orden en el evangelio mateano de la infancia de Jesús.

Ambas partes se encuentran estrechamente ligadas y conforman el título del presente trabajo.

Primera parte:

La cita de reflexión: IS 7/14 y su influencia en el evangelio de Mateo. (MT 1/18-25).

En primer lugar debemos situar esta cita en su contexto original. ¿Qué quiso decir el profeta con su vaticinio?

Es necesario remontarnos a los sucesos relacionados con la guerra siro – efraimita contra el reino de Judá (año 734-733 A.C.). En este año, muere en Jerusalén Jotán rey de Judá. A su muerte lo sucedió su hijo Ajáz, joven de veinte años.

Contra dicho joven organizan una guerra Rasin rey de Damasco y Pecaj rey de Israel. Los ejércitos asedian y llegan ya a las puertas de Jerusalén. Ajáz invoca la ayuda de Teglat – Falsar (monarca asirio); es aquí cuando entra en escena el profeta Isaías, que intenta disuadir a Ajáz de su proyecto.

Aliarse con el monarca asirio equivaldría a reconocer también las falsas divinidades que él adoraba. Esto contradecía flagrantemente el primer mandato de la alianza: “No tendrás otro dios frente a mí”.

Ajáz rechaza prácticamente las advertencias del profeta. (Éx 20/3).

Isaías el profeta dirige entonces un oráculo a la casa de David tan gravemente amenazada. (Is 7/13). Anuncia que la joven esposa de Ajáz (Abía), Cfr: dos reyes 18/2; daría a luz un niño (Ezequías) a quien pondría el nombre augusto De “EMMANUEL”, que significa Dios con nosotros. El niño que va a nacer comerá cuajada y miel, únicos productos que quedan en un suelo empobrecido por la guerra, en un pueblo obligado a abandonar la agricultura.

“En este tiempo, lo que antes era un viñedo, quedará convertido en espinas y matorrales, en las colinas que antes se cultivaban con azadón, habrá tantos espinos que ya nadie irá a ellas, sólo servirán de pastizal para bueyes y ovejas. (Is 7/23-25).

Esto sucederá hasta que el niño sepa rechazar el mal y elegir el bien, entonces serán derrotados los dos reyes. En el año 733 A.C; Teglat Falsar, derrotó a Samaria, luego cayó Damasco en manos de los asirios. Ezequías sucedió a Ajáz, fue buen gobernante, demostró que realmente “Dios está con nosotros”, es decir con su pueblo (Is 8/10). La casa de David a la que el Señor había prometido estabilidad perpetua por labios de Natán (2 Sam. 7/8-16), sobrevivió gracias a la obra del EMMANUEL – EZEQUÍAS.

El celebre oráculo de Isaías 7/14, es llamada indirectamente mesiánica en cuanto que considera a Ezequías como tipo de Cristo. Este es el consenso entre numerosos exegetas modernos.
Mt 1/22-23 Relee a Isaías 7/14 en sentido mesiánico y mariológico.

El evangelista afirma cómo a pesar de la exclusión de concurso de un varón, Jesús desciende de la dinastía davídica.

SENTIDO MESIÁNICO: Así como la supervivencia de la dinastía davídica (en los tiempos de la guerra Siro – Efraimita) queda asegurada con el nacimiento del EMMANUEL – EZEQUÍAS, así también el nacimiento de Cristo de la estirpe de David, garantiza por parte de Dios la estabilidad de la dinastía davídica. Exequias es entonces Tipo de Cristo el verdadero y perfecto EMMANUEL, y la nueva casa de David es ahora la Iglesia de Cristo. (Mt 16/18).

En la persona de la madre del EMMANUEL – EZEQUÍAS, dio a luz un niño que garantizó la continuidad de la casa de David. De igual modo la Santísima Virgen María da a luz un hijo que reinará para siempre en el trono de David, en el trono de Jacob, en el Israel de Dios. Se destaca pues la realeza de ambas madres.

El nacimiento de Ezequías tuvo carácter prodigioso, al ser anunciado de antemano por el profeta como signo, así fue el nacimiento de Cristo, prodigioso, admirable, al ser concebido por una virgen en virtud solamente del espíritu de Dios. (Mt 1/18-20). Sólo a través de Mateo se descubre la figura del Salvador y de su madre tras los velos de los personajes tipo Rey: Ezequías y la madre Abía. Llega ahora el tiempo del cumplimiento perfecto, en el misterio de la concepción virginal de Cristo el hijo de David, el Emmanuel el que se ha hecho cercano a nosotros y ha llevado a cumplimiento superando con creces las promesas de Antiguo Testamento. (Ver cita adjunta de san Justino).

Nótese como las citas de reflexión de Mateo implican un cumplimiento de las palabras de la escritura y no simplemente del plan o intención de Dios. Diez citas se refieren al cumplimiento de palabras proféticas, en dos ocasiones se alude a lo que fue escrito por el profeta.

A Mateo lo que más le interesa es subrayar la virginidad de María antes del nacimiento del niño, para que se cumpla la profecía de Isaías: siendo Virgen es como María dará a luz su hijo.

La genealogía nos ha mostrado como Jesús es hijo de David e hijo de Abraham.

Mateo muestra un especial interés por el título hijo de David. (Diez veces aparece en el evangelio de Mateo, nunca en el de Juan y sólo cuatro veces en el de Marcos y Lucas).

Para Mateo “HIJO DE DAVID” es el titulo más importante que se aplica al Jesús del misterio, mientras que “SEÑOR” e “HIJO DEL HOMBRE”, se refieren principalmente a Jesús resucitado o exaltado.

El estado glorioso del Mesías no obstante, no puede explicarse por la mera descendencia de David.

Cuando Mateo afirma que Jesús por el reconocimiento de José, es descendiente de la línea real davídica, ha sido engendrado en el vientre de una virgen (Olmah/Parthenos) por obra del Espíritu Santo; ve una estrecha conexión entre la filiación davídica y la filiación divina.

Es entonces el cumplimiento de la promesa que Dios hizo a David por medio de Natán: “Estableceré después de ti un hijo… yo seré para él un padre y él será para mi un hijo”.

El relato subyacente de Mt 1/18-25 es el de Moisés. El papel que tendrá Jesús (salvará a su pueblo de los pecados) es paralelo al que tubo Moisés.

Nótese el cómo de la filiación davídica se realiza a través de José.

Mt 1.20: “José hijo de David”, es el único caso del Nuevo Testamento en que el título se aplica a una persona distinta de Jesús.

La descendencia davídica se va a transmitir a través de una paternidad no natural sino legal.

Mateo no subraya la concepción virginal como milagro, sino como cumplimiento del plan de Dios que se ha dado a conocer en la profecía.

Inserción de la cita en el evangelio de Mateo.

¿Por qué el evangelista intercala esta cita de manera violenta en medio de la narración? ¿Por qué no lo hace al final de los episodios? (Mt2/15-17,18-23); Es decir cuando José ya ha cumplido el mandato del ángel y María ha dado a luz su hijo prometido.

Sí la cita se hubiera colocado al final nótese cómo el énfasis davídico habría quedado oscurecido. Se leería entonces: Le pondrán por nombre EMMANUEL que significa Dios con nosotros.

A Mateo no le interesa EMMANUEL en cuanto nombre, él más bien está interesado por el elemento divino de la identidad de Jesús; este nombre no volverá a aparecer ni en el resto del relato de la infancia, ni en el resto del evangelio.

La versión del texto comparada en las Biblias.

El TEXTO MASORETICO: “Mirad la joven (Olmah) está – estará en cinta y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel”.

Los LXX: “Mirad la virgen (Parthenos) concebirá (Engastri Lepsetai).
A.     La forma hebrea de Is 7/14: El niño que iba a nacer no era el Mesías, porque el mesianismo no se había desarrollado hasta el punto de esperar un futuro rey exclusivo. Aquí se alude a lo sumo al nacimiento de un príncipe davídico que liberaría a Judá de sus enemigos.
La palabra Olmah, se aplica normalmente a la mujer que ha llegado a la pubertad y por ello está apta para casarse. No se acentúa la referencia a una concepción virginal que tendrá referencia en un futuro lejano.
El signo que ofrece el profeta es aquí; el nacimiento inminente de un niño, probablemente davídico, pero engendrado naturalmente, el cual sería prueba del cuidado providencial de Dios para con su pueblo.
Este niño ayudaría a conservar la casa de David y demostraría cómo Dios sigue estando con nosotros.

B.     La forma griega de Is 7/14: los LXX tradujeron OLMAH por PARTHENOS, palabra que traducía habitualmente BETULA,  y que normalmente significa Virgen.
La traducción corriente de OLMAH sería NEASIS que significa joven.

Así pues, “lo que una virgen concebirá”, significa que la concepción sería sin comercio carnal, pues de darse éste, ya no seria Virgen; fue así, como el mensajero que de parte de Dios fue enviado por aquel tiempo a la misma Virgen, le dio la buena noticia diciéndole: concebirás en tu vientre del Espíritu Santo y darás a luz un hijo que se llamará Hijo del Altísimo. (LC 1/30-32).

Así nos lo enseñaron todos los que consignaron los recuerdos referentes a nuestro salvador Jesucristo; y nosotros les hemos prestado fe, puesto que el espíritu profético como ya hemos indicado, dijo por el citado Isaías “que lo engendraría”. (San Justino: Apología 1, 33, 4-5 PG 6, 381).

La elección de PARTHENOS por el traductor de los LXX significa para él, que la joven de Is 7/14 era virgen.

Ni el hebreo ni el griego de Is 7/14, se refieren al tipo de concepción virginal que describe Mateo.

La cita de reflexión en el evangelio.
Es de notar cómo el evangelista vio la prueba escriturística de los aspectos davídico y divino, del quién y del cómo de la identidad de Jesús.

El versículo de Is 7/14 sirve para introducir el signo profético: Isaías se dirige al rey llamándolo “CASA DE DAVID”.

Mateo intenta explicar cómo Jesús es de la casa de David (ya que ha sido engendrado por José no de manera biológica sino legal).

A través de esta Virgen preanunciada por la palabra profética; había Dios preparado el nacimiento de Jesús de esta manera.

“Esta manera” implica la acción creativa del Espíritu Santo. Jesús es hijo de Dios a la vez que hijo de David.

El mismo texto que precedía esa manera única en que el niño sería concebido, predecía también que él sería el EMMANUEL. Para Mateo, Jesús es la expresión de la presencia de Jesús en medio de su pueblo. Dios había planeado el quién y el cómo de la generación del Mesías hasta el último detalle.

Vemos entonces como la cita encaja perfectamente en el mensaje teológico de Mateo.

Diferencias con respecto a la cita.
1.      Se aparta de la forma de Is 7/14 en los LXX.
La frase de Mt 1/18: "resultó que esperaba un hijo" pertenecía a un estrato pre-mateano, el cual pudo llevarle a adoptar la cita de IS 7/14. Mt 1/18. Fue entonces escrito para preparar la cita.

“El relato mateano que incluye un anuncio de nacimiento por el ángel del señor, evoca el relato del nacimiento de los patriarcas y los jueces. GASTRI ECHEIN es una expresión típica de los LXX para designar el embarazo en estos relatos. (EJ: Gen 16/11, Jueces 13/3-7).
(R BROWN: EL NACIMIENTO DEL MESÍAS pág 150).

El uso de la expresión “llamarán” en vez de “llamarás”.

Aquí el hebreo conserva una antigua forma de tercera persona femenina. “ELLA LLAMARÁ”.          En un manuscrito de Isaías (I Q Isa) del mar Muerto se puede traducir: su nombre será llamado.

Se cree que Mateo modificó deliberadamente el texto de los LXX de acuerdo con su propio relato.

Cambiando la profecía en “LLAMARÁN”, Mateo ha desplazado entonces la acción: No habla de que José impondrá el nombre al niño, sino que alude a un grupo más amplio que comprende el significado de la criatura.

Probablemente el sujeto de “LLAMARÁN” es el pueblo del V 21: “le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”. De ahí se concluye que el nombre de EMMANUEL y su interpretación (Dios con nosotros) es pre-Mateana.

Raymon Brown opina al respecto: el nombre de Jesús era de un lugar común entre los cristianos y por eso Mateo no tuvo que explicar: “Jesús que significa…” No obstante “EMMANUEL” no sería conocido por los cristianos de origen gentil, y entonces sería preciso explicar su significado.

El nombre de “EMMANUEL”, podría explicarse a partir de Is 8/10 pasaje que viene después de la mención segunda del Emmanuel en 8/8:

“pronunciad (vosotros pueblos) amenazas que no se cumplirán, porque tenemos a Dios con nosotros”.

Esta interpretación le ayuda a Mateo a probar la filiación divina de Jesús a la vez que su filiación davídica.

Jesús es la manifestación final y única de la presencia de Dios entre nosotros.

La cita de reflexión la ha insertado y la ha adoptado Mateo a su contexto y a su finalidad por él propuesta.

¿Utilizó el evangelista un pasaje ya conocido en la reflexión cristiana sobre el Antiguo Testamento?, ¿fue el primero o único cristiano del Nuevo Testamento, que vio la aplicabilidad del pasaje de Isaías?
Notemos cómo su colega Lucas (Lc 1, 26-38), no cita nunca a Is 7/14 no obstante no será un eco de Isaías la doble referencia que hace en 1/27, referencia a María como Parthenos.

Podemos finalmente concebir una relectura posterior del oráculo de Isaías; en sentido escatológico, que se vería iluminada por la figura de Sión presentada en el capitulo 66.

La mujer y el niño pueden ser una interpretación colectiva o individual. Se afirma como el niño que va a nacer será el testimonio de la disposición de Dios, que va a seguir velando por la casa de David, la señal de la salvación que él va a ofrecer.

En el punto de partida se evoca a propósito del nacimiento del niño, la apertura de una era de prosperidad mesiánica.

El profeta tuvo probablemente la convicción de que el pasaje transmitido a Ajáz sobrepasaba el anuncio del nacimiento a Ezequías: El Mesías debía ser esperado más allá del tiempo inmediato y de la persona del rey actual.

¿Será el nombre EMMANUEL la clave que nos permita entender la afirmación de que en la persona de Jesús se cumple el viejo oráculo de Isaías, siendo éste el testimonio de la presencia de Dios entre los suyos?

El evangelista modifica levemente el texto de los LXX: “Se llamará EMMANUEL”, así nos sugiere como habrá un gran número de personas (Reconocimiento universal) que consideren a Jesús como el EMMANUEL, el Dios con nosotros.

Finalmente recordemos como el evangelio de Mateo, acaba con las palabras de Jesús: “Yo (EMMANUEL) estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28/20). Esto supone una inclusión de especial importancia en el conjunto de acontecimientos desarrollados en el evangelio. Entre estas dos menciones de Emmanuel, se da una afirmación rotunda del cumplimiento de la profecía del texto de Isaías.

María (la OLMAH) es según el cumplimiento de la profecía, la reina Madre del Mesías. De manera especial en Israel. (La reina madre tenia un puesto importante en las cortes orientales).

María es la GUEBIRA, la gran Dama, la madre del Mesías davídico.

No obstante la realeza del Mesías y de su madre; se situarán en la pobreza y la humildad. (Es en este contexto de servicio y de disponibilidad) en el cual Jesús podrá seguir haciéndose cada día un EMMANUEL, el Dios cercano a nosotros.

SEGUNDA PARTE:

Anuncio a José y paternidad.

1.      Premisas sobre el anuncio:
El origen divino de Jesús verbo de Dios, es afirmado en primer lugar con una referencia explicita al Espíritu Santo e insistiendo en la virginidad de María. Al mismo tiempo se tienen en cuenta las exigencias predispuestas por Dios mismo a través de las promesas hechas a David. José ha sido señalado repetidamente como hijo de David, de la casa y de la familia de David.

Semejanzas en las anunciaciones de Mateo y Lucas.
Nótese como Mateo dirige el anuncio al hombre, y la mujer ya está encinta; en Lucas por el contrario se dirige a la mujer y ésta quedará encinta. Así sucede en la anunciación del nacimiento de Ismael; aquí la mujer ya está encinta.

Ambos evangelistas (Mt 1/20 y Lc 1/32) mencionan en los mensajes de anunciación a David, lo que hace suponer una tradición preevangelica referente al nacimiento de Jesús en el sentido de Mesías davídico.

Ambos evangelistas coinciden en que la anunciación tuvo lugar después de los “DESPOSORIOS” de María y José, pero antes de que María fuera a vivir a casa de José, por tanto, María era virgen en el momento de la anunciación.

Ambos evangelistas afirman que María dará a luz un hijo por obra del Espíritu Santo. (Mt 1/20 y Lc 1/35).

La forma Bíblica corriente de tratar las cuestiones relativas a la generación de figuras salvíficas, era la anunciación angélica del nacimiento y la noción de hijo de Dios, se presentaba en la predicación primitiva, junto con la de hijo de David.

En Rom 1/3-4 leemos: “Por línea carnal nació de la estirpe de David; y por línea del Espíritu Santificador fue constituido hijo de Dios en plena fuerza por su resurrección de la muerte”.

Recordemos cómo la generación del hijo de Dios se asociaba a la resurrección. (Hch 13/33).

Discutir de quien era hijo el Mesías contrastaba su filiación davídica con su condición glorificada de Señor.

El salmo davídico “Tú eres mi hijo yo te he engendrado hoy” (S. 2/7), se aplicaba ya a la generación real de Jesús, de manera que Jesús ya era hijo de David e hijo de Dios desde el momento de su concepción.

Si la predicación cristiana había relacionado siempre, el Espíritu Santo con la filiación divina el papel del Espíritu de Dios no está fuera de lugar en la generación (Coronación) de un rey Davídico. Ya Isaías había prometido a la casa de David, el nacimiento futuro de un niño maravilloso que seria la señal de la presencia continua de Dios.

A este niño se le llamaría “Maravilloso Consejero, Dios Guerrero, Padre Perpetuo, Príncipe de la Paz” (Is 9/6-7). Este nuevo vástago debía surgir de la línea davídica de Jesé (Is 11/1-2).

¿Por qué se relaciono la acción del Espíritu Santo con la concesión del Mesías por una Virgen? ¿No estaba a caso la acción de Dios a través del Espíritu Santo implicada en la concepción? El esquema narrativo requería la superación de algún obstáculo humano para demostrar tal hecho.
Sólo Mateo subraya el escándalo producido por la concepción virginal, ya que María quedó embarazada antes de vivir con José.

Lo que Mateo hizo (con una posible intención apologética) fue plantear abiertamente el problema suscitado por un relato preevangelico en que se anunciaba que el Mesías davídico nacería de una virgen por obra del Espíritu Santo.

“Propugnó la existencia de una tradición de anunciación angélica del nacimiento del Mesías davídico, anunciación que se plasmó en los círculos populares, siguiendo el esquema de las anunciaciones del nacimiento del A.T. Cuando la tradición de anunciación pasó al material premateano y prelucano, la formación cristológica de la generación del hijo de Dios por obra del Espíritu Santo, había sido incorporada a la sección del mensaje de la anunciación. Tal incorporación fue facilitada, por el hecho de que la filiación divina (Adoptiva) había estado por mucho tiempo a las expectativas davídicas; y por el hecho de que “Hijo de Dios” e “Hijo de David” se habían juntado a título de contraste en la tradición cristiana”.
(BROWN R.E. ELNACIMIENTO DEL MESÍAS Pág 161).

Es de notar cómo la aparición a José (Mt 1/18-25), cómo la aparición a Zacarías (Lc 18/23) y la visita a María (Lc 1/26-38) utilizan un esquema convencional de anuncios celestiales hechos a algunos personajes del A.T.

Ej: A Abraham (Gen 17-18), Moisés (Ex 3), a Sanson (Jue 13).

Encontramos como elementos comunes:

  1. Aparición del ángel del Señor.
  2. Turbación del vidente.
  3. Mensaje del enviado celestial.
  4. Objeción.
  5. Signo.

Si se trata de un nacimiento se añade la mención del nombre que se ha de dar al niño.

En el caso del anuncio a José, se mezcla en esta ocasión el anuncio del nacimiento y el anuncio de la misión.

Mateo a diferencia de Lucas no insiste en la concepción milagrosa que aquí se presupone, sino en la misión de José que ha de acoger a la madre y ha de dar nombre al niño. Estamos pues en realidad ante un relato de vocación.

¿Si José no engendra, cómo puede ser Jesús de la estirpe de David? Jesús es acogido e insertado en el linaje de David por medio del justo José. Estando prometida María su madre a José, antes de que vivieran juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.

Recordemos como según la costumbre judía, el matrimonio se realizaba en dos tiempos:
1.      Los esponsales. Un compromiso mutuo que ligaba jurídicamente a los esposos, el cual no implicaba una inmediata vida común. (la esposa debía permanecer un año en la casa paterna).
2.      la celebración de las nupcias (pago previo del Mohar o dote al padre de la novia). Comenzaba aquí entonces la vida común.

Entre los esponsales y el matrimonio pasaba un tiempo más o menos largo, durante el cual cada una de las partes podía desdecirse, aunque aceptando una penalidad.

En el caso de José, es durante los esponsales que ocurre la concepción por el Espíritu Santo, es decir por fuerza de Dios.

El énfasis se centrará en la doble función que se le exige a José: tomar consigo a María su esposa y dar un nombre al niño, estrechamente ligada a la profecía de Is 7/14; la vocación de José toma entonces una dimensión mesiánica.

La justicia de José al igual que su decisión de despedir secretamente a María, no deja pensar sino en dos alternativas: o bien José sospecha un adulterio, o bien el conoce el misterio.

De otra parte el Verbo Paradeigatízo (Heb 6/6) e sentido peyorativo significa: “Exponer a la afrenta”, “Exponer a las injurias” es por tanto necesario escoger entre ambos verbos y ver si esta pericopa tiene esta última resonancia negativa.

Un tercer término APOLUO derivado del verbo LUO (desatar, dejar ir), puede significar simplemente dejar libre, pero puede tener también el sentido de despedir, y especialmente se dice del sentido de deshacer de romper el vínculo del matrimonio. (Por lo tanto según ciertos autores podría significar repudiar o divorciar).

En el contexto de Mt 1/19 se interpretaría como sí José hubiera querido invocar testigos, con el fin de someter su testimonio al tribunal y divorciarse de María. (Sería esta la interpretación de la que llamaríamos una línea dura).

El divorcio es un acto público que se hace ante testigos, pero aquí el verbo LUO (divorciar) se halla acompañado a la vez del adverbio secretamente. (Interpretación de la línea blanda o moderna). Aquí se deja abierto el camino a una interpretación favorable.

Diferentes opiniones se han dado sobre la situación y el estado de ánimo de José cuando Dios le da la orden de recibir a María en su casa.

1.      José había pensado realmente que María le había sido infiel; creía que era sospechosa de adulterio. Como esposo legítimo no hubiera podido dudar de la culpabilidad de María. (CFR: Justino, Crisóstomo, Agustín y los modernos Schmid, Brown).
2.      José se halló convencido de la inocencia de María; pero no sabe cómo explicar su situación. El hijo que va a nacer no es ciertamente suyo pero no puede creer en la culpabilidad de María. (Opinión de san Jerónimo).
3.      José conocía el misterio que se había cumplido en María; sabía que había concebido un hijo gracias a una intervención divina, se da por supuesto que haya sido informado de la anunciación a María.
Esto era posible sólo si María (cosa absolutamente normal), hubiera decidido contarle a José lo ocurrido. José conocía pues, el misterio de la concepción virginal. (Opinión de L. Defour, R. Laurentin).
Es de notar cómo Mateo conocía la concepción virginal de Jesús; debía él a su vez demostrar el mesianismo de Jesús por la ascendencia de José. ¿Cómo podía ser el hijo de María el Mesías, si no había engendrado por José, el descendiente directo de Abraham y de David?
El mesianismo debía transmitirse, por la línea masculina, hasta José y por medio de este a Jesús. ¿Cómo puede ser esto si José no es el padre de Jesús?

Respecto al anuncio del ángel Mt 1/20 dice: José es informado de lo que ha tenido lugar en María, esto no puede haberlo sabido con anterioridad.

La novedad de la traducción en el centro de la pericopa: “Pues ciertamente lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo”.

“Pues ciertamente…”, esta traducción de las palabras del ángel, supone que ya José sabía lo que el Espíritu Santo había obrado en María. No obstante la dificultad para cohabitar con ella (Razón por la que el ángel le sale al paso dándole una orden de parte de Dios), sin duda el hijo que ha engendrado María en su seno viene del Espíritu Santo; José ha de recibir en su casa a María su esposa, ha de convivir con ella y aceptar la doble misión de esposo y de padre.

La novedad aquí es que por la manera de expresarse “ciertamente”, el ángel da a entender que conoce los pensamientos secretos de José. Alude al hecho de que José sabe muy bien que María ha concebido un hijo del Espíritu Santo y que precisamente por eso quiere separarse de ella; pero el ángel le mueve a desistir de su propósito.

Por otra parte recordemos que la conjunción griega GAR (Pues) da alcance definido.

Un ejemplo lo encontramos en Mt 22/14: “porque ciertamente muchos son los llamados, más pocos los elegidos” (forma dialéctica).

Así tenemos: “pues ciertamente, lo entregado en ella es obra del Espíritu Santo pero (TE) dará a luz un hijo”.

En otras palabras el ángel le dice a José: “Aunque sea verdad como tú bien sabes, que lo que se ha entregado en María es obra del Espíritu Santo, ella te dará a luz un hijo y eres tú el que debes darle el nombre a ese niño”.

El acento del anuncio se pone aquí en la misión de José: Este debe hacer las veces de padre para este niño. Esto nos lleva a pensar en la importancia que tiene esta adquisición de la filología moderna para la exégesis de este pasaje.

La razón por la que José quiso dejar a María es la misma por la que Pedro alejó de sí al Señor diciéndole: “Apártate de mí, porque soy un hombre pecador”. Del mismo modo José juzgándose indigno y pecador, pensaba que una persona tan grande como María, cuya maravillosa y superior dignidad admiraba, no debía avenirse a hacer vida común con él.
José como hombre que era, al igual que Pedro, tembló ante la novedad de una tan gran maravilla; ante la profundidad del misterio. He aquí por que quiso dejarla secretamente.
¿Te extraña que José se juzgue indigno de la compañía de esta virgen embarazada, y ves a Santa Isabel que en su presencia se siente llena de respetuoso temor y exclama “¿De dónde que la Madre de mi Señor venga a mí?”. Esta es pues la razón por la que José quiso dejarla.
(SAN BERNARDO: SUPER MISSUS EST, 11 14 Pl 183, 68).

Podemos concluir afirmando cómo José el esposo de María, nos ofrece el ejemplo de la “Recepción” originaria de este misterio por su actitud de fe, de humildad y de respeto. Así su comportamiento se hace modelo para todos los creyentes.

Preguntémonos ahora ¿Qué significa legalmente un repudio en secreto? En tiempos de Jesús no se conoce el repudio en secreto. Este es siempre un acto legal público, que debe llevarse a cabo ante testigos y con un documento (Dt 24/1). Sería aquí preferible usar entonces el verbo “Devolver” en vez de “Repudiar”, el cual no implica necesariamente el acto de difamación pública.

La decisión de despedir o dejar en casa a una joven encinta, equivale sin duda por parte del esposo a una decisión de no reconocer al niño; y esta decisión será la que la intervención del ángel trata de eliminar.

Si José conocía ya el misterio, esta hipótesis explicaría su temor, pero también su justicia que se borra ante la iniciativa misteriosa de Dios. Las palabras del ángel “lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo…”, no le revelan ya a José el origen del niño que él ya conoce, sino que le indican su misión, en cuanto hijo de David.

Es curioso que no se haya valorado suficientemente en nuestra época tan sensible al aspecto social de las cosas, el trascendental papel que jugó José. En la sociedad de entonces sin José, Jesús corría el peligro de no ser auténticamente hombre.

Continuemos profundizando con respecto a la duda de José:

El punto de partida de las dudas de José sobre cómo tiene que comportarse, abarca dos elementos diversos; no se limita a la constatación de lo que hubiera sido el mero hecho externo comprobable: “Se halló encinta”, sino que añade un dato empírico para José: “por obra del Espíritu Santo”.

Son pues ambos elementos los que constituyen la compleja situación a la que José se verá enfrentado.

En efecto, no parece demostrado el silencio de María con respecto a José a cerca de la concepción milagrosa que el Espíritu Santo había obrado en ella.

Aunque José cree firmemente cuanto María le había dicho, decide en un primer momento abandonarla. (Repudiarla). Hay aquí dos motivos a saber:

Hay en José un movimiento de huida muy característicos en la Biblia; ante la acción maravillosa y maravillosa de Dios.

¿Podía además con conciencia tranquila, hacerse pasar, quedándose por padre del niño venido de Dios? en estas circunstancias psicológicas cuando ocurre la intervención del ángel.

Hay un motivo decisivo para tomar a María como esposa:

José debe servir como padre jurídico. Esta paternidad jurídica es el eslabón a través del cual, Jesús jurídicamente hablando es hijo de David en el que puede cumplirse la profecía de Natán.

El objeto del anuncio no es enseñarle a José que lo engendrado en María es obra del Espíritu Santo; esto era conocido anteriormente por José.

Probablemente lo fue por comunicación directa de María misma.

El ángel le enseña a José, el cómo tiene que comportarse ante esta nueva situación: Tiene que tomar a María en su casa, para poder poner así el nombre, es decir, introducirlo en la línea davídica.

Al colocarle el nombre a Jesús, José lo ha reconocido jurídicamente. Gracias a él, Jesús podrá echar raíces en su pueblo, entrar en una tradición determinada y aprender un oficio.

Se entiende entonces fácilmente que María pudiera decir un día a Jesús: “Tu padre y yo”. (Lc 2/48).

“La vacilación de José no proviene de una sospecha acerca de la fidelidad de María, sino más bien del misterio que presiente y del que se juzga indigno. Se trata de una revelación mesiánica progresiva; es una teofanía, una manifestación de Dios. Todo acercamiento a Dios es misterioso, produce turbación, José se siente profundamente conmovido.
(MARTELET B: José de Nazareth Pág 68).

Santo Tomás se pregunta: ¿Cómo podía José ser justo si no quería denunciar, es decir propagar el delito de la que resultaba sospechosa?

Se trataría de una justicia entendida en sentido jurídico, pero aplicada blandamente en virtud de la bondad de José, y por lo tanto absorbida por la caridad, reina de todas las virtudes.

La justicia de José consistiría pues, en la actitud reverente hacia la voluntad divina evidentemente presente, pero que no parece referirse aún de manera directa a él sino excluirlo.
La duda no ha de entenderse en el sentido de que José se pregunta si María es o no culpable. Se trata más bien, a cerca de una indecisión con respecto a lo que él debe hacer. ¿Cómo ha de comportarse en la situación excepcional en que se encuentra su mujer?

En Mateo leemos dos textos:

“José hijo de David no temas recibir en tu casa… lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo”.

“Estando desposada María, su madre, con José… se halló que llevaba en su seno (un niño) por obra del Espíritu Santo”.

Las palabras alusivas al Espíritu Santo en ambos casos se hallan perfectamente integradas al texto. Podemos admitir que José no es presentado como estando perfectamente enterado de lo que le había ocurrido a María.

José sabía dos cosas: Es decir que María estaba encinta, y que lo estaba por obra del Espíritu Santo.
¿Por quién fue informado José y cuándo lo fue? Si José sabía desde el principio que su esposa llevaba un hijo en su seno, es evidente que no podía saberlo más que por comunicación personal, directa de María.

“Aquella virgen a la que no se había acercado varón fue hallada en estado; su vientre se había abultado pero la integridad virginal permanecía”. Había concebido mediante la fe, al sembrador de la misma fe. Había acogido en su cuerpo al Señor; el marido, hombre fiel comenzó a sospechar. Creía que procedía de otra parte lo que sabía que no procedía de sí, y ese “de otra parte”, sospechaba que era un adulterio. El ángel lo corrige. Mereció ser corregido porque su sospecha no era maliciosa, sino de las que dice el apóstol que surgen entre hermanos.
Las sospechas maliciosas son las de los calumniadores, las benévolas las de los superiores. Es lícito sospechar del hijo, pero no es lícito calumniarle.
Quien sospecha benévolamente, encuentra gozo cuando descubre que era falso lo que sospechaba. De estos era José respecto a su esposa, a la que no se había unido corporalmente, aunque ya lo hubiera hecho mediante la fe.
Del mismo modo que el espíritu de Daniel se hizo presente a favor de Susana, así también, el ángel se apareció a José a favor de María: No temas acoger a María como tu esposa, pues de ella va a nacer lo que proviene del Espíritu Santo. (Mt 1/20).
Se eliminó la sospecha puesto que se descubrió la redención.
SAN AGUSTÍN: Sermón 343, 3: PL 39, 1507.

Cuando hablamos aquí de José como hombre justo, “JUSTO” significa aquí “JUSTO ANTE DIOS”. En Hech 10/22 en esta misma línea, al centurión Cornelio se le llama “varón justo y temeroso de Dios”.

El hombre justo es aquel que se retira respetuosamente ante la intervención de Dios. (Así sucede con Moisés en la teofanía del Sinaí o con Isaías cuando la visión de JHW en el templo).

El justo retrocede respetuosamente con temor ante la majestad de Dios. José quiere separarse y secretamente, pues ya sabe lo que Dios ha obrado en ella.

José no podía revelar lo que María le había comunicado en confianza; debía guardarlo en su corazón como un secreto precioso.

Al resolver separarse de ella en secreto, se desvanece por completo la idea misma de una denuncia. (Y de colocar a María ante el escarnio público).

Es interesante ver la situación de mujer hallada sospechosa de adulterio. La Misna (Misnasot Pg 569, Carlos del Valle editor) dice al respecto: Cuando el marido tenía sospecha de la infidelidad de la mujer, debía llevarla ante el sacerdote para someterla a la prueba de las aguas amargas. El sacerdote la imprecaba: si era culpable debería perecer presa de dolores. Se le daba a beber agua que tenía diluida tierra del suelo del templo y la tinta de la escritura de las maldiciones; el marido ofrecía entonces una oblación de cebada.

La prueba del agua amarga sólo se aplicaba a las sospechosas y no a las confesas de adulterio.

La mujer era llevada ante el tribunal supremo de Jerusalén donde trataban de atemorizarla como se hace así mismo con los testigos de una pena capital.

A la adultera si estaba con vestidos blancos, se le vestía de negro y se le quitaban las pulseras a fin de afearla. Se le ceñía un cinturón egipcio por encima de los pechos. Todo el mundo podía verla a excepción de sus siervos (pues su corazón se hace altanero con ellos). Así las demás mujeres aprendían la lección, según lo dicho por el profeta: “Escarmentarán todas las mujeres y no imitarán vuestras infamias” (Ez 23/48).

Si uno ha manifestado celos por su mujer y ella no obstante, ha hecho una escapada en secreto, la puede despedir y darle la dote.

Bien sabía José que este no era el caso de María, aunque debió preguntarse en medio del silencio: ¿Qué debo hacer en esta situación llena de misterio? Al final optará por retirarse en secreto lleno de respeto y reverencia ante el obrar prodigioso de Dios.

El padre René Laurentín afirma:

“José es justo por que no quiso apropiarse de una descendencia que venia de Dios, y que no era suya; es justo respecto del plan de Dios, para no usurpar una paternidad que no pertenece sino a Dios solo, y por no querer tomar por esposa a una mujer que Dios ha tomado en su plan sagrado”.
(CFR: Infancia de Cristo Pág 320).

José si hubiera decidido irse lo abría hecho no por dudar de la Santísima Virgen sino por no obstaculizar el plan de Dios, ya que el conocía este plan que se estaba realizando en María.

José aceptó como verdad proveniente de Dios, lo que María su esposa ya había aceptado en la anunciación; así se unió en modo particularísimo a la fe de María.

Dice al respecto el concilio: “CUANDO DIOS REVELA HAY QUE PRESTARLE OBEDIENCIA EN LA FE”. (Const: DEI VERBUM nro 5).

Esto lo superó con creces el justo varón, él también se convirtió en depositario singular del misterio escondido desde los siglos en Dios (cfr: Marialis Cultus nro 4).

PATERNIDAD DE JOSÉ.

El matrimonio con María constituye el fundamento jurídico de la paternidad con José.

“Es para asegurar la protección paterna a Jesús por lo que Dios elige a José. Se dice de esto, que la paternidad de José, término de toda elección y predestinación, pasa a través con María, es decir a través de la familia” (M.C. nro7).

De esta paternidad se comprende el porqué las generaciones han sido enumeradas según la genealogía de José. Él deberá además poner el nombre al niño, aunque no sea fruto suyo.

Jesús no ha nacido de la semilla de José por que a él, preocupado por el origen de la gravidez de ella, se le ha dicho: Es obra del Espíritu Santo. No obstante a él no se le quita la autoridad paterna.

El hijo de María es también hijo de José. A raíz de aquel matrimonio fiel ambos merecieron ser llamados padres de Cristo; no solo aquella madre, sino aquel padre, del mismo modo que era esposo de la madre, ambos por medio de la mente y no de la carne.

Es de anotar como en aquel matrimonio de los padres del señor, se cumple a cabalidad todos los bienes intrínsecos: Prole, fidelidad y sacramento.

La prole que es el mismo señor Jesús, la fidelidad porque no existe adulterio, el sacramento porque no hay divorcio (ni repudio).

Cuando Dios revela su amor a la humanidad mediante el don del Verbo es precisamente el matrimonio de María y de José el que realiza en “plena libertad” el don esponsal del si al acoger y expresar tal amor.

No olvidemos que la esencia y el cometido de la familia son: custodiar, revelar y comunicar el amor. Es en la sagrada familia, en esta originaria “Iglesia doméstica” donde debe verse el modelo de toda familia cristiana.

Mediante el ejercicio de la paternidad, José ha sido llamado a servir directamente a la persona y a la misión de Jesús.

Su paternidad se ha expresado correctamente y ha hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la encarnación y a la misión redentora que esta unida a él. Al haber hecho uso de la autoridad legal que le correspondía sobre la sagrada familia, para hacerle don total de sí, de su vida y de su trabajo; al haber convertido su vocación humana con la oblación sobrehumana del sí, de su corazón y de toda capacidad en el amor.

José tuvo hacia Jesús por don especial del cielo, todo aquel amor natural, toda aquella afectuosa solicitud que el corazón de un padre pueda conocer.

Los evangelistas están atentos en mostrar como en la vida de Jesús, nada se deja a la casualidad, y todo se desarrolla según un plan divinamente preestablecido. (Cfr: La típica fórmula: Así sucedió para que se cumplieran).

José es aquel que Dios ha elegido para hacer las veces de coordinador del nacimiento del Señor. Él tiene el encargo de proveer a la inserción “ordenada” del hijo de Dios en el mundo, en el respeto de las disposiciones divinas y de las leyes humanas. La vida tanto “privada” como “escondida” de Jesús, ha sido confiada a su divina custodia.

Por otra parte recordemos como en cuanto hijo de David es como toma consigo José a María y hace que Jesús participe de la genealogía davídica.

José incitado por el ángel a aceptar a María, comprende que la parte que esta asumiendo en el plan de la redención, le constituye en padre en un orden de parentesco que no es igual al natural.

Entra pues José a formar parte de una nueva familia, que tiene su origen únicamente por una iniciativa divina. Este acceso supone una llamada de lo alto y una respuesta impregnada de obediencia y de fe.

Constituido padre de Jesús, por esa voluntad soberana, José se introduce como elemento necesario en la ejecución del plan divino de la salvación y entra con toda justicia en el grupo de los patriarcas como su máximo exponente.

La expresión “No la conoció hasta que” (inserción en el relato), se explica bien si con ella Mateo ha pretendido poner de manifiesto que José no recibió a María para un matrimonio común.

Aceptando permanecer al lado de María, José aceptó responsablemente la paternidad mesiánica de Jesús.

José es conciente de la sublimidad de la misión a la cual es divinamente llamado. Al aceptar a Jesús como hijo, se convierte en el depositario de los destinos del mundo.

No es pues José figura secundaria en el acontecimiento de la natividad del Salvador. Tuvo él, una parte positiva, verdadera e importante tan solo inferior a la de María.

Mt 1/24, es el fiat silencioso del esposo, que al aceptar a María consiente en aparecer a los ojos de la gente como el padre de Jesús, asumiendo su responsabilidad como cabeza de familia, según los usos de su tiempo.

José realiza su vocación en la obediencia, respetando con su continencia conyugal el misterio del que es portador: el niño concebido en seno de María. En tiempos del episodio de los magos se eclipsan ante el niño con María su madre. (Mt 2/11).

María por su parte, le siguen los desplazamientos acordados por él (censo, presentación de ofrendas en el templo, huida a Egipto). Jesús a su vez permanece hasta los treinta años sujeto a ellos se establece así en ellos una profunda comunidad de vida.

Al respecto afirma Santo Tomás:

“La prole no es llamada bien del matrimonio solo en cuanto es generada por medio de él, sino en cuanto que es acogida y educada en el matrimonio”.
(IB SENT 30,9. A, 2 AD 4).

Esta misión la cumplió José admirablemente, educó, acogió y sirvió de modo admirable en medio de las vicisitudes  y dificultades que se planteó ante el misterio admirable que Dios le proponía: “No temas aceptar a María como tu esposa”.

¿Cómo podríamos llamar la paternidad de José respecto de Jesús?; Putativa, nutricia, de crianza, afectiva; son algunos de los apelativos que ha recibido. Teológicamente hablando la que más sentido tiene es la de virginal.

Así lo deja entrever san Jerónimo:

“Tú pretendes que María no permaneció virgen; pues yo voy más lejos: Yo sostengo que José permaneció virgen a causa de María, a fin de que un hijo virgen naciera de un matrimonio virginal. José guardó la virginidad con María y mereció ser llamado padre de nuestro Señor Jesucristo”.
(ADVERSUS HELVIDIUM nro 19).

De igual modo como María fue hecha madre sin la concupiscencia de la carne, así José fue hecho padre sin ninguna unión carnal.

Gauthier afirma: San José cooperó en el orden de las causas morales, de una manera que le pertenece como propia, a la venida de Cristo sobre la tierra.

José como “Hombre justo” consintió por adelantado, de manera implícita e interpretativa, el cumplir la misión que Dios le exigía para realizar el misterio de la encarnación.

De lo anterior podemos concluir lo siguiente:

1.      La paternidad de san José no fue física sino natural.
2.      No se puede decir que la paternidad de San José fue real y verdadera; propia y plena en el sentido absoluto de la palabra.
3.      Las denominaciones de padre, legal, putativo, nutricio, afectivo, adoptivo, virginal, o vicario del padre celestial, expresan solo aspectos parciales o incompletos de la paternidad de san José.
4.      La paternidad de san José es nueva, única, singular, de orden superior a la paternidad natural y adoptiva humanas.

El matrimonio de José y María, fue decretado por altísima ordenación de Dios para recibir en él a Cristo, a lo cual concurrieron José y María ante todo por su libre consentimiento.

Este matrimonio fue ante todo ordenado a recibir y a educar esta prole divina.

“¿Será entonces digno de llamarse padre, aquel que engendra un hijo accidentalmente, sin quererlo y sin amar?”.

José es “PADRE” en cuanto conciente y acepta la encarnación del Verbo en María su esposa, por su fe y su obediencia a la voluntad de Dios.

El sí de María como esposa virginal, dependió del sí de José.

María debía estar casada por ser la madre del hijo de Dios, y serlo virginalmente de acuerdo con su esposo. Tanto el matrimonio como la virginidad dependían de José y de su sí voluntario y consciente. He aquí el fiat de José: El sí a las condiciones requeridas por Dios para la encarnación: Debía ser una virgen, desposada dentro de la descendencia davídica. José da el sí aceptando entrar en el misterio de este matrimonio único y singular, realizando en su vida y la de María todas las condiciones requeridas para la concepción del Salvador.

¿Qué grado de conocimiento tenia José de estas realidades previstas providencialmente por Dios? Muchos creen que un grado mínimo o ninguno.

No obstante se puede pensar que dada la providencia especialísima de Dios tanto como para María como para José; este debió tener el conocimiento suficiente y mínimo de las principales profecías mesiánicas, con lo cual la aceptación del matrimonio virginal con María se constituyó en un sí a las condiciones de la encarnación.

Sí necesario, por ser el esposo por voluntad de Dios de aquella que será la madre del Salvador. (Fiat anterior al de María). Sin ese sí José hubiera quedado totalmente al margen del misterio, que se realizaría únicamente en María, y él llegaría a entrar voluntariamente en el plan de Dios sólo después de que se hubiera realizado este misterio.

El sí de José con el mínimo de conocimiento necesario y suficiente, dado al matrimonio y a la virginidad conyugal, fue la condición requerida por Dios para que José entrara desde el momento mismo del matrimonio en el plan de Dios de la encarnación, de una manera humana, consciente y voluntaria. Al aceptar las condiciones de la encarnación; José acepta a Jesús implícitamente. Lo acepta virginalmente dentro de los designios de Dios; aceptación que a la vez constituye el fundamento de la paternidad virginal.
Al respecto afirma el Papa Juan Pablo II:

“En esta familia José es el padre. No es la suya una paternidad derivada de la generación; y sin embargo no es “aparente” o solamente “sustitutiva” sino que posee plenamente la autenticidad de la paternidad humana y de la misión paterna de la familia”.
(REDEMPTORIS CUSTOS nro 21).

La frase (He ahí que tu padre y yo te buscábamos) no es una simple frase convencional. José que aceptó desde un comienzo la obediencia en la fe, descubría ciertamente cada vez más el don inefable de su paternidad: “Cooperó como verdadero ministro de la salvación en el plan de Dios”. (R.C. nro 8).

CONCLUSIÓN.

Como conclusiones generales de este trabajo podemos afirmar:

1.      José es un verdadero padre aunque no un generador.
En este nombre de esposo de María Santísima, se resumen las dotes más singulares, y las virtudes más heroicas que pueda tener una simple creatura. El matrimonio de José con la madre de Dios es razón y fundamento de todas las dignidades y privilegios de este santo patriarca.
Este matrimonio exige una elevada santidad en ambos cónyuges. Es a su vez una realidad funcional en orden a la inserción de Cristo en el pueblo de la alianza y a su revelación como hijo de David.
Jesús es en última instancia, la fuente y el fin de la misión y de la santidad de José.
2.      José es un esposo más allá del eros.
En el matrimonio judío se distingue claro entre los esponsales o noviazgo (que convierten a María en esposa prometida de José) y las nupcias o introducción de la esposa en la casa del esposo. (Mt 1/24).
José no aparece como un “eunuco” frío protector de una esposa ajena, sino como compañero ideal de la vida, guía seguro y amoroso defensa y sostén de todas las eventualidades de una existencia difícil.
Se trata en efecto, de un matrimonio vivido en la virginidad de vida que implica un amor profundo, pero no orientado al sexo y a la generación. Es una situación conyugal nueva, anticipo de la condición escatológica.
Este carácter virginal de este matrimonio especial conserva un significado purificador y normativo, en un mundo en que las exigencias de la sexualidad se exaltan, haciendo olvidar la exigencia más esencial de una comunión de espíritu y de corazones.
3.      José es justo en cuanto que es hombre profundamente religioso, pues no se arroga el derecho de intervenir en el plan de Dios sin recibir una vocación.
Justo es el que camina a su ritmo por los senderos de Dios. José es un modelo místico que busca sintonizar con el Dios de la salvación. Sabe mantenerse siempre en segundo plano dejando toda la gloria a Jesús; tal debe ser la función de la iglesia si queremos que el mundo descubra de nuevo el esplendor de la palabra de Dios afirma el teólogo K. Barth.
José es la figura que hace posible un consenso ecuménico, en él se vive y se da una autoridad familiar servicial, es aquel que en su existencia terrena aparece vitalmente abismado en la adoración a Dios, en el que confía totalmente.
De esta espiritualidad de José, están sumamente necesitados los cristianos de hoy.
Es necesario entonces, seguir profundizando en la vida de este santo varón y seguir con entusiasmo renovando en nuestro pueblo la devoción y el aprecio, a la figura de este insigne varón modelo de virtudes.
Sería interesante ve la incidencia de José en la religiosidad popular colombiana.
Terminemos este trabajo escuchando las admirables palabras de san Bernardino de Siena para con este varón ilustre.

FIEL CUIDADOR Y GUARDIÁN

“Es norma general de todas las gracias comunicadas a cualquier criatura racional, que cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún estado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así elegida, y que la adornan con profusión.

Ello se realizó de un modo inminente en la persona de san José, que fue verdadero Esposo de la reina del mundo y señora de los ángeles, que fue elegido por el padre eterno como fiel cuidador y guardián de sus más preciados tesoros, a saber, de su hijo y de su esposa; cargo que cumplió con absoluta fidelidad.

¿No es este el hombre especialmente elegido, por el cual y bajo el cual Cristo fue introducido en el mundo de un modo regular y honesto?

Él en efecto, cierra el Antiguo Testamento, ya que en él la dignidad patriarcal y profética alcanza el fruto prometido. Es el único que poseyó corporalmente lo que la condescendencia divina había prometido a los patriarcas.

Hemos de suponer sin duda alguna, que aquella misma familiaridad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra, como un hijo con su padre, no se le ha negado en el cielo; al contrario lo ha colmado y consumado.

Este gozo festivo no solo se halla dentro de él, sino que lo rodea y absorbe por todas partes, y esta sumergido en él como un abismo infinito.

Pasa siervo bueno al gozo de tu señor. Acuérdate pues de nosotros, bienaventurado José e intercede con tus oraciones ante tu hijo; haz también que sea propicia a nosotros la Santísima Virgen María, tu esposa, que es madre de Aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos”.

BERNARDINO DE SIENA: (Extracto sermón 2, sobre San José: Opera 7, 16. 27-30).


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Tomado de la Revista Regina Mundi nro 45