jueves, 8 de septiembre de 2016

El nacimiento de la nueva Eva



San Bernardo.

Alabanzas a la Virgen María -homilía 2, 3.

Alégrate, Adán, nuestro padre y sobre todo tú, Eva, nuestra Madre. Al mismo tiempo fueron nuestros padres y nuestros asesinos; vosotros que nos destinasteis a la muerte antes mismo de habernos dado a luz, consolaos ahora. Una de vuestras hijas – y ¡qué hija! – os consolará... Ven entonces, Eva, corre al lado de María. Que la madre recurra a su hija; la hija responderá por la madre y borrará su falta...Porque la raza humana será ahora elevada por una mujer. 

¿Qué es lo que decían, Adán? 'La mujer que me diste me dio del fruto del árbol y comí'. (Gn 3,12). Palabras de malicia son éstas que acrecientan tu culpa en vez de borrarla. Sin embargo, la divina sabiduría ha vencido a la malicia, pues aunque malograste la ocasión que Dios quería darte para el perdón de tu pecado cuando te preguntaba y hacía cargo de él, ha hallado en el tesoro de su indeficiente piedad arbitrios para borrar tu culpa. Te da otra mujer por esa mujer, una prudente en lugar de una insensata, una mujer humilde por esa orgullosa. 

En vez del árbol de la muerte, te dará el gusto de la vida; en vez de aquel venenoso bocado de amargura, te traerá la dulzura del fruto eterno. Por tanto, Adán, muda las palabras de la injusta acusación en alabanzas y acción de gracias a Dios, y dile: Señor, la mujer que me has dado me dio el fruto del árbol de la vida, y comí de él; y ha sido más dulce que la miel para mi boca, porque en él me has dado la vida". Es por esto que el ángel fue enviado a una virgen. ¡Oh Virgen admirable, digna de todas las honras! Oh mujer que tenemos que venerar infinitamente entre todas las mujeres, tú reparas la falta de nuestros primeros padres, tú das la vida a toda su descendencia.


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