domingo, 16 de julio de 2017

Salve a Nuestra Señora del Carmen

 Viva el carmelo mariano.

Foto Julio Ricardo Castaño Rueda

Salve, Virgen pura,
Salve, Virgen Madre,
Salve, Virgen bella,
Reina Virgen, Salve. Gózate, María,
Patrona del Carmen,
Con las alabanzas
Que dan tus cofrades. Tu amparo buscamos
Benigno y suave,
Hoy los desterrados
En aqueste valle. Eres del Carmelo
La Pastora amable,
Que a tus ovejuelas
Das pasto suave. A Ti, pues, clamamos
Buscando piedades:
¡Ea, pues, Señora,
No nos desampares! Es tu Escapulario
La cadena grande
Con que se aprisiona
El dragón infame. Vuelve ya a nosotros
¡Oh piadosa Madre!
Tus benignos ojos,
Llenos de piedades. Pues con tu defensa
Viven tus cofrades
Libres de peligros
Y de todos males. Muéstranos, María,
Benigno y afable,
De tu puro vientre
El fruto admirable. Es contra el Infierno
Tu poder tan grande,
Que libras las almas
De eternos volcanes. Si, por nuestras culpas,
Penas a millares
Merecemos todos,
Tu favor nos salve. Y, si al Purgatorio
Bajan tus Cofrades,
Pedimos, Señora,
Que al punto los saques. ¡Oh clemente! ¡oh pía!
¡Oh cándida ave!
¡Oh dulce María!

Salve, Salve, Salve.

jueves, 13 de julio de 2017

El Espíritu Santo suscita la nueva creación en María



San Amadeo de Lausanne (1108-1159).
Obispo. 3ª homilía marial. 



“El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. María, en ti sobrevendrá. En otros santos ha venido ya, en otros, vendrá; pero en ti, sobrevendrá… sobrevendrá por la fecundidad, por la abundancia, por la plenitud de su efusión en todo tu ser.   Cuando te habrá llenado, aún estará sobre ti, se cernirá sobre tus aguas para hacer en ti una obra mejor y más admirable que cuando, cerniéndose sobre las aguas en el principio, hizo evolucionar la materia creada hasta conseguir sus diversas formas (Gn 1,2). “Y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra”. Cristo, fuerza y sabiduría de Dios, te pondrá bajo su sombra; entonces él tomará de ti la naturaleza humana, y la plenitud de Dios que tu no podrías soportar, él la conservará asumiendo nuestra carne. Te tomará bajo su sombra porque la humanidad que de ti será tomada por el Verbo hará de pantalla a la luz inaccesible de Dios; esta luz, tamizada por su pantalla, penetrará en tus castísimas entrañas… 

Te pedimos, pues, Soberana, dignísima Madre de Dios, no desprecies a los que hoy te suplicamos con temor, a los que te buscan con piedad, a los que llaman a tu puerta con amor. Dinos, te rogamos, ¿qué sentimiento te ha emocionado, qué amor te ha cautivado… cuando todo esto se ha cumplido en ti, cuando el Verbo se ha hecho carne en ti? ¿En qué estado se encontraba tu alma, tu corazón, tu espíritu, tus sentidos y tu razón? Tú llameabas como la zarza que antaño vio Moisés, y no te quemabas (Ex 3,2). Te fundías en Dios, pero no te consumías. Ardiente, te abrasabas bajo el fuego de lo alto; mas, de este fuego divino te fortalecías, para estar siempre ardiente y fundirte todavía más en él… Has llegado a ser más virgen –e incluso más que virgen, porque eres virgen y madre. Te saludamos, pues, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita eres tú entre todas las mujeres y es bendito el fruto de tus entrañas.


sábado, 8 de julio de 2017

Vísperas patronales

“Hijos de la hermosa tierra colombiana,
con voz fervorosa sus triunfos cantad”.
Foto: Julio Ricardo Castaño Rueda

miércoles, 5 de julio de 2017

La Virgen de Chiquinquirá


Reina de Colombia, guárdanos en tu corazón.
 Foto Julio Ricardo Castaño Rueda
Al reverendo padre fray Joaquín Páez.

Cuando una madre, de su hogar en torno,
amorosa congrega a su familia,
cada uno de sus hijos le da el nombre,
que amor, respeto y gratitud le dicta;
y ella indulgente los acepta todos,
dando en cambio dulcísimas caricias.

Cada uno de los hijos un retrato
tiene de aquella que le dio la vida;
y después con mano generosa
los colma de favores cada día.
Nombre distinto y diferente traje
tiene cada retrato: del artista
se admira el genio en uno, y en los otros
del aprendiz revelan la impericia;
pero cualquier imagen, cualquier nombre
a cada hermano igual respeto inspira;
porque igualmente todos le recuerdan
la dulce madre que les dio la vida.

Muy diferentes dones respetuosos
ofrecen los hermanos a porfia:
este un rico aderezo de diamantes,
aquel un lindo anillo de amatistas,
el uno un traje de vistosa tela,
el otro un ramillete, otro una cinta,
y el hermano menor, que aún es muy niño,
solo ofrece una flor pobre y marchita.
La buena madre los diversos dones
acepta en el momento agradecida;
pero el más pobre don, el más humilde,
con más ternura y gratitud lo mira.


Esa madre tan tierna y tan amante,
eres Tú, Sacratísima  María,
y el menor de tus hijos, el más pobre
yo, que caigo a tus pies de rodillas.
Más aunque débil soy y miserable,
nadie en amor me excede, madre mía;
y por eso venero los mil nombres
con que  tus fieles hijos te apellidan;
por eso las imágenes hermosas,
en que de Vásquez el pincel se admira,
y las toscas imágenes que muestran
de torpes aprendices la impericia,
todas mi corazón conmover saben,
todas respeto y gratitud me inspiran.

Estos versos tan pobres y tan rudos,
que mi amor y fe sinceros dictan,
Tú los aceptarás, oh dulce madre:
Son del hijo menor, la flor marchita.

Te pido en cambio de mi pobre ofrenda
ventura y paz para la patria mía;
la fe para los pueblos que de Cristo
al blando yugo la cerviz no inclinan;
para mi buena madre enferma, anciana,
larga existencia, próspera y tranquila.
colma de bendiciones y ventura
a la fiel compañera de vida,
que es el bien mayor que entre mil bienes
me ha concedido tu bondad divina;
al tierno niño que ofrecí en tus aras,
cuando sus ojos a la luz se abrían,
protéjelo piadosa, y por la senda
del bien sus pasos vacilantes guía;
en fin, cuando la mano de la muerte
venga a cortar el hilo de mis días,
salva en tus brazos a tu pobre hijo,
sálvalo, madre, pues en ti confía.
Ricardo Carrasquilla.

Tomado de El Catolicismo. 4 de enero 1859.