jueves, 23 de febrero de 2017

«¿No es éste el carpintero, el hijo de María?»




San Atanasio (295-373). 
Carta a Epicteto, 5-9 (trad. breviario 1 de enero.) 

El Verbo, la Palabra eterna de Dios, «se hizo cargo de la descendencia de Abrahán», como afirma el Apóstol, «y por eso hubo de asemejarse en todo a sus hermanos» (He 2,16-17) y asumir un cuerpo semejante al nuestro. Por esto existe verdaderamente María, para que de ella tome el cuerpo y, como propio, lo ofrezca por nosotros... El ángel Gabriel le anunciaba con cautela y prudencia, diciéndole no simplemente que nacerá «en ti»; sino «de ti»... 

Todas las cosas sucedieron de esta forma para que la Palabra, tomando nuestra condición y ofreciéndola en sacrificio, la asumiese completamente, y revistiéndonos después a nosotros de su condición, diese ocasión al Apóstol para afirmar: «Es preciso que lo corruptible se revista de incorrupción y que este ser mortal se revista de inmortalidad» (1Cor 15,53). Estas cosas no son una ficción, como algunos juzgaron; ¡tal postura era inadmisible! Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre y de él ha conseguido la salvación a toda la humanidad. Y de ninguna forma es ficticia nuestra salvación; y no sólo la del cuerpo, sino que la salvación de todo el hombre, es decir, alma y cuerpo, se ha realizado en aquel que es la Palabra. 

Así pues, era por naturaleza humano lo que nació de María y, según las divinas Escrituras, era verdaderamente el cuerpo del Señor: fue verdadero porque era igual al nuestro. Pues María es nuestra hermana, ya que todos hemos nacido de Adán.






jueves, 16 de febrero de 2017

Oración a Nuestra Señora de Lourdes*



Purísima Reina de los ángeles; Águila real que llegaste a contemplar tan inmediatamente al Sol de increada Justicia, Jesucristo nuestro Señor; Aurora de la eterna luz, vestida siempre de los fulgores de la gracia; Centro del amor divino, donde halló su complacencia la Trinidad Beatísima; Ciudad santa, donde no entró cosa manchada, y fundada sobre los más altos montes de la santidad; Jerusalén celestial, ideada en la misma gloria e iluminada con la claridad de Dios. Por estos títulos de tu Concepción Purísima, te suplico, Reina mía, que cómo Águila real me ampares bajo las alas de tu protección piadosa; como Aurora de la gracia esclarezcas e ilumines con tus fulgores mi alma; como Centro del amor enciendas mi voluntad para que arda en el divino; y que me admitas benigna como a tu fiel morador en la Jerusalén triunfante, de la que eres Reina excelsa. Oye Señora mis ruegos, y por el gran privilegio de tu Concepción en gracia, concédeme fortaleza para vencer mis pasiones, y con especialidad la que más me combate; pues con tu intercesión y con el auxilio de la gracia, propongo emprender la lucha hasta alcanzar la victoria. Por mi Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

¡Virgen Santísima que de la dura peña hiciste brotar agua milagrosa, que sana las enfermedades del cuerpo y del alma! Arranca, poderosísima Señora, de nuestro endurecido corazón, lágrimas de verdadera penitencia, para que laven la lepra del alma, a fin de que el Señor nos perdone y levante de nosotros el azote de su indignación.


*Esta plegaria era muy recitada por los raizales y peregrinos del siglo XIX en Francia.

jueves, 9 de febrero de 2017

Súplica a Mamá Linda Renovada



Mamá Linda Renovada, Madre de la Iglesia, en quien ha hecho obras grandes el Todopoderoso. Él se complació en ti, haciéndote, por obra del Espíritu Santo, Madre del Verbo al recibirlo en tu corazón y en tu cuerpo, para entregarle al mundo la verdadera Vida que es tu Hijo Jesucristo, nuestro Redentor.

Él mismo quiso unirte a su obra salvadora, llenándote de todas las gracias para que seas siempre Reina, Abogada y Madre nuestra protejas a estos tus hijos de todo mal, tanto en el alma como en el cuerpo.

Hoy, hemos venido Mamá Linda, a saludarte porque te amamos y confiamos en ti. Estamos seguros de tu amor, claramente lo has demostrado al renovar tu hermosa imagen en este lienzo, que es nuestro tesoro y nos llena de alegría.

Te pedimos como mediadora ante tu querido Hijo, Jesucristo, nos alcances la gracia de parecernos a Ti practicando tus virtudes, para que seamos tus verdaderos hijos, y así en todo hagamos cuanto Él nos mande.

Mamá Linda Renovada aumenta nuestra fe, por ella mereciste ser llamada Bienaventurada por todas las generaciones.

Aumenta nuestra caridad, para que amemos a Dios sobre todas las cosas y a nuestros hermanos les demos testimonio de este amor con nuestras obras.

Aumenta nuestra esperanza, para que seamos valientes en la luchas de la vida.

Mamá Linda Renovada, tú eres la gloria y el orgullo de nuestra raza. Bendice al Papa, al Obispo de nuestra diócesis, a los sacerdotes y religiosos y en especial a estos tus hijos de Villa de Leiva, para que amparados en la tierra con tu maternal bondad, lleguemos a vivir con Cristo en el Reino de los Cielos.  Amén
Mamá Linda Renovada aumenta nuestra fe, por ella mereciste ser llamada Bienaventurada por todas las generaciones.

Aumenta nuestra caridad, para que amemos a Dios sobre todas las cosas y a nuestros hermanos les demos testimonio de este amor con nuestras obras.

Aumenta nuestra esperanza, para que seamos valientes en la luchas de la vida.

Mamá Linda Renovada, tú eres la gloria y el orgullo de nuestra raza. Bendice al Papa, al Obispo de nuestra diócesis, a los sacerdotes y religiosos y en especial a estos tus hijos de Villa de Leiva, para que amparados en la tierra con tu maternal bondad, lleguemos a vivir con Cristo en el Reino de los Cielos.  Amén




jueves, 2 de febrero de 2017

Los peregrinos del Cantón Leivano a Mamá Linda Renovada


Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (Mamá Linda Renovada) sale a pasear por Villa de Leiva en hombros de sus devotos. 
Foto: Julio Ricardo Castaño Rueda.



De lejos venimos
estrella del mar
los hijos e hijas
del Sanquecipá.

Con santo cariño
queremos besar
tu cuadro bendito
radiante de paz.

Sus bellos fulgores
nos dicen sin más
que fue renovada
tu faz maternal.

Y el niño adorado
con gracia sin par
refleja en su rostro
la luz matinal.

Los santos, testigos
de nueva beldad,
también se iluminan
con gran claridad.

Dichosa la villa
la villa real,
que tales tesoros
ostenta en su altar.

Sedientos los pueblos
de tanta bondad
te claman a una
Patrona inmortal.


Con Ráquira dicen
los de Tinjacá,
Señora, Señora,
perdón y piedad.      

Y Sáchica unida
a Sutamarchán
humildes te ofrecen
olivo de paz.

Y Santa Sofía
con Gachantivá
gozosos ensalzan
tu maternidad.

Y todos los pueblos
del viejo Cantón
prometen y juran
llevar tu perdón.

A estos tus hijos
ansiosos de paz
benigna  y piadosa
oíd y escuchad.

Libradnos, Señora,
de toda maldad,
y nuestro amor reine
en nuestro hogar.

Atiende y socorre
con gran caridad
y granos y frutas
las tierras darán.

De fe y amor llenos
cien mil veces más
alegres veremos
tu luz celestial

Ave, Ave, Ave
Ave, Ave, María.

Tomado de un volante donado por las hermanitas del Real Monasterio de San José del Carmen de Villa de Leiva, Boyacá. 

Tip. Tunja Tunja.