jueves, 15 de febrero de 2018

El martes 9 de julio de 2019





Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

El centenario de la coronación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá es la esperanza feliz para que la Colombia sin patria regrese a postrarse ante el Corazón de Jesús.

La preparación del festejo no es tarea exclusiva de la Orden de Predicadores, guardiana del santuario. Es un imperativo moral del país que se edificó sobre el delicado mandamiento de la camándula. Es vital el retorno a la identidad católica con la humildad del romero penitente.

Ojalá los dueños del sofisma no vayan a vociferar el discurso electorero de los corruptos: “Este es un estado donde se respeta la libertad de cultos…” y por tanto se le edifica una estatua a la mentira.

Quiera Dios que la omnipotencia del ridículo institucional, a la que es tan adicta la administración pública, no rubrique la efeméride con algún desplante propio de la retórica constitucional al estilo de 1918, 1944 y 1969, entre otros años.

Ojalá la señora improvisación, esposa del desastre, no exponga su mediocridad, patrimonio de los gobernantes, y la celebración se quede en la vuelta de plaza, los mariachis criollos, la cerveza y la francachela de los turistas.

Esperamos el Año Jubilar Chiquinquireño y la creación del centro de estudios de Mariología Chiquinquireña. Además de las ideas que resuciten a la Colombia crucificada en el madero del olvido donde agoniza la gracia de la nacionalidad.

¿Podrá la otra Colombia, la de los talentos anónimos, mostrar su esencia con una fiesta que estremezca el corazón mariano del continente?.. Si la dejan sí.



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