martes, 28 de mayo de 2019

El misterio de la Visitación, preludio de la misión del Salvador


Catequesis de Juan Pablo II (2-X-96)

1. En el relato de la Visitación, san Lucas muestra cómo la gracia de la Encarnación, después de haber inundado a María, lleva salvación y alegría a la casa de Isabel. El Salvador de los hombres, oculto en el seno de su Madre, derrama el Espíritu Santo, manifestándose ya desde el comienzo de su venida al mundo.

El evangelista, describiendo la salida de María hacia Judea, usa el verbo anístemi, que significa levantarse, ponerse en movimiento. Considerando que este verbo se usa en los evangelios para indicar la resurrección de Jesús (cf. Mc 8,31; 9,9.31; Lc 24,7.46) o acciones materiales que comportan un impulso espiritual (cf. Lc 5,27-28; 15,18.20), podemos suponer que Lucas, con esta expresión, quiere subrayar el impulso vigoroso que lleva a María, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a dar al mundo el Salvador.

2. El texto evangélico refiere, además, que María realiza el viaje «con prontitud» (Lc 1,39). También la expresión «a la región montañosa» (Lc 1,39), en el contexto lucano, es mucho más que una simple indicación topográfica, pues permite pensar en el mensajero de la buena nueva descrito en el libro de Isaías: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: "Ya reina tu Dios"!» (Is 52,7).

Así como manifiesta san Pablo, que reconoce el cumplimiento de este texto profético en la predicación del Evangelio (cf. Rom 10,15), así también san Lucas parece invitar a ver en María a la primera evangelista, que difunde la buena nueva, comenzando los viajes misioneros del Hijo divino.

La dirección del viaje de la Virgen santísima es particularmente significativa: será de Galilea a Judea, como el camino misionero de Jesús (cf. Lc 9,51).

En efecto, con su visita a Isabel, María realiza el preludio de la misión de Jesús y, colaborando ya desde el comienzo de su maternidad en la obra redentora del Hijo, se transforma en el modelo de quienes en la Iglesia se ponen en camino para llevar la luz y la alegría de Cristo a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos.

3. El encuentro con Isabel presenta rasgos de un gozoso acontecimiento salvífico, que supera el sentimiento espontáneo de la simpatía familiar. Mientras la turbación por la incredulidad parece reflejarse en el mutismo de Zacarías, María irrumpe con la alegría de su fe pronta y disponible: «Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,40).

San Lucas refiere que «cuando oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno» (Lc 1,41). El saludo de María suscita en el hijo de Isabel un salto de gozo: la entrada de Jesús en la casa de Isabel, gracias a su Madre, transmite al profeta que nacerá la alegría que el Antiguo Testamento anuncia como signo de la presencia del Mesías.

Ante el saludo de María, también Isabel sintió la alegría mesiánica y «quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno"» (Lc 1,41-42).

En virtud de una iluminación superior, comprende la grandeza de María que, más que Yael y Judit, quienes la prefiguraron en el Antiguo Testamento, es bendita entre las mujeres por el fruto de su seno, Jesús, el Mesías.

4. La exclamación de Isabel «con gran voz» manifiesta un verdadero entusiasmo religioso, que la plegaria del Avemaría sigue haciendo resonar en los labios de los creyentes, como cántico de alabanza de la Iglesia por las maravillas que hizo el Poderoso en la Madre de su Hijo.

Isabel, proclamándola «bendita entre las mujeres», indica la razón de la bienaventuranza de María en su fe: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). La grandeza y la alegría de María tienen origen en el hecho de que ella es la que cree.

Ante la excelencia de María, Isabel comprende también qué honor constituye para ella su visita: «¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lc 1,43). Con la expresión «mi Señor», Isabel reconoce la dignidad real, más aún, mesiánica, del Hijo de María. En efecto, en el Antiguo Testamento esta expresión se usaba para dirigirse al rey (cf. 1 R 1, 13, 20, 21, etc.) y hablar del rey-mesías (Sal 110,1). El ángel había dicho de Jesús: «El Señor Dios le dará el trono de David, su padre» (Lc 1,32). Isabel, «llena de Espíritu Santo», tiene la misma intuición. Más tarde, la glorificación pascual de Cristo revelará en qué sentido hay que entender este título, es decir, en un sentido trascendente (cf. Jn 20,28; Hch 2,34-36).

Isabel, con su exclamación llena de admiración, nos invita a apreciar todo lo que la presencia de la Virgen trae como don a la vida de cada creyente.

En la Visitación, la Virgen lleva a la madre del Bautista el Cristo, que derrama el Espíritu Santo. Las mismas palabras de Isabel expresan bien este papel de mediadora: «Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno» (Lc 1,44). La intervención de María, junto con el don del Espíritu Santo, produce como un preludio de Pentecostés, confirmando una cooperación que, habiendo empezado con la Encarnación, está destinada a manifestarse en toda la obra de la salvación divina.

[L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 4-X-96]

miércoles, 22 de mayo de 2019

La Provincia de Santa Fe de Antioquia recibe a la Reina y Patrona de Colombia



Continuando con las visitas pastorales que se están realizando con motivo del Centenario de la Coronación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá como Reina y Patrona de Colombia, los frailes dominicos del Santuario Mariano Nacional visitaran la provincia eclesiástica de Santa Fe de Antioquia.

Del 20 de mayo al 6 de junio los hijos de Santo Domingo recorrerán las jurisdicciones eclesiásticas de Santa Fe de Antioquia, Quibdó, Istmina y Apartadó con el fin de compartir con la comunidad de estos territorios un momento de oración y predicación en torno a Nuestra Señora renovada de Chiquinquirá.

Hasta el momento la misión del Centenario ha recorrido más de 34 ciudades, 60 territorios entre municipios y corregimientos llevando un mensaje de reconciliación y paz.

La siguiente serán las fechas del recorrido

Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia: 21 de mayo

Diócesis de Quibdó: 30 de mayo

Diócesis de Istmina: 01 de junio

Diócesis de Apartadó: 06 de junio


Tomado de virgendechiquinquira.com
Frailes dominicos, Colombia



jueves, 16 de mayo de 2019

El centenario, realeza innovadora


  
Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

María de Chiquinquirá implora la misericordia del Señor, como el único orden mundial.

El llamado de la Patrona tiene los acentos patriarcales de la patria campesina. El aliento de los andariegos está suspendido en tres palabras: “Virgen de Chiquinquirá” porque la marcha de la transformación trazó su rumbo sobre las necesidades de las almas humildes.

El rosario floreció en las trochas y en las ermitas lejanas se declamó un salterio radiante. Ese ardor místico está gestado por la fiesta de la centuria, la coronación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, 9 de julio de 2019.

El lienzo renovado descubrió semánticas intensas, diferentes y tremendas en su profundidad de restauración. El significado agitó a los corazones ciegos. Las muchedumbres anónimas volvieron a las prácticas piadosas tan amadas por sus mayores. Las barriadas de las grandes urbes prepararon las romerías. Quieren ir a visitar a la Chinca con el ritmo pedestre de antaño para contemplarla bajo el rigor dócil de las súplicas. Colombia reconoció a su Madre Morena en el resplandor de la tela tutelar.

La Nación procura la apelación del ruego. El país necesita la intercesión de la Reina de los Apóstoles para que las ideologías del error se reconcilien con la verdad. “…no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto…” (Romanos 12,21).

El empuje del milagro señaló los senderos de la conversión. La Colombia heroica, e irrepetiblemente mariana, no se detiene. Se levantó y se puso en camino para cumplir sus votos de promesera. La bandera tricolor clama de hinojos: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmo 51,10).

miércoles, 8 de mayo de 2019

San Andrés de Creta alabanzas a la Santísima Virgen María



“…Dios te guarde, templo del Salvador, trono de una vida incorruptible, carro del sol rutilante, tierra única a propósito para producir el trigo de que nos alimentamos; sagrada levadura que diste gusto a toda la descendencia de Adán y esponjaste la masa de que se hizo el verdadero pan de nuestras almas; arca honrosa donde descansó Dios y donde se santificó la misma gloria; cántaro de oro que contiene al que hace dulce y suave el maná y saca miel de la piedra en favor del pueblo desagradecido; espejo espiritual de la santa contemplación, por quien los profetas inspirados de lo alto figuraron la venida de Dios a la tierra…

Santa Señora, tú eres el arcano incomprensible de la divina economía, a quien los ángeles desean contemplar incesantemente; tú eres el aposento admirable de un Dios anonadado, la tierra deseada que te hiciste bajar del Cielo, y le diste entrada entre nosotros; tú eres el tesoro del misterio escondido antes de todos los siglos, el libro animado donde el Verbo del Padre eterno fue escrito por la pluma del Espíritu Santo; el instrumento auténtico de la concordia celebrada entre Dios y los hombres… el monte de Sión donde se huelga el Señor; la columna de vida que conduces no al pueblo cautivo por medio de una luz perecedera, sino que alumbras al verdadero israelita para llevarle al país de la conquista; la tierra virginal de que se formó el molde del segundo Adán. Eres agradable como Jerusalén, y el aroma que sale de tus vestidos, sobrepuja todas las delicias del Monte Líbano. Tú eres la caja del perfume celestial que no se evapora jamás; el óleo de la unción santa, la flor incorruptible, la púrpura tejida de lo alto, la real vestidura, la diadema imperial, el trono de Dios, la puerta del Cielo, la reina del universo, la copa llena de la sabiduría divina, el asiento de la vida, la fuente perenne de las santas ilustraciones.

Me faltan las palabras, y mis pensamientos son muy lánguidos para seguir las ansias de mi alma. ¿Qué te diré yo, Santísima Virgen, Madre de Dios, única capaz de la sabiduría que subsiste en sí misma y da vida a todo lo demás? ¡Oh Santa Virgen, principio de nuestra vida y vida de los vivientes! ¡Oh vínculo que nos unes indisolublemente a Dios! ¡Oh reino asegurado por la fuerza de la gloria y del poder de Aquel que está en ti! ¡Oh sagrado baluarte de los cristianos y asilo divino de todos los que se refugian en ti!”

(Sermón de la Asunción).

jueves, 2 de mayo de 2019

Oración a la Santísima Virgen María




San Germán de Constantinopla

¿Quién no se llenará la admiración ante ti?
Tú eres firme protección, refugio seguro,
intercesión vigilante, salvación perenne,
auxilio eficaz, socorro inmutable,
sólida muralla, tesoro de delicias,
paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable,
trinchera protegida, fuerte torre de defensa,
puerto de refugio en la tempestad,
sosiego para los que están agitados,
garantía de perdón para los pecadores,
confianza de los desesperados,
acogida de los exiliados, retorno de los desterrados,
reconciliación de los enemistados,
ayuda para los que han sido condenados,
bendición de quienes han sufrido una maldición,
rocío para la aridez del alma,
gota de agua para la hierba marchita,
pues, según está escrito,
por medio de ti nuestros huesos florecerán como un prado.