Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“Madre de la Misericordia” es un tratado de salvación que el santo padre
Francisco agregó a las letanías lauretanas. El texto, pliego del perdón, guarda
la esencia eucarística del amor divino.
Las preces llegaron como un bálsamo cargado de milagros. Sus voces
estremecieron de alegría a las llagas abiertas de una Iglesia encerrada por la
talanquera de una humanidad sin rumbo evangélico.
Mater Misericordiae. Foto Julio R. Castaño R. |
La cátedra de Pedro volvió a iluminar, con humilde afecto mariano, el
sendero espiritual del cristianismo. El sumo pontífice colocó en manos de los
creyentes la llave del Corazón de Jesús:
“Id, pues, a aprender qué significa
aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores”. (Mateo 9,13).
La palabra de Cristo regresó preñada de maternidad como fuego encendido en
una llamarada de fe apostólica. Misericordia, grita el sentimiento fecundo de
la Virgen Madre. Misericordia repite inagotable el universo. Su semántica gestó
el aliento celestial, el éxtasis del Creador. Misericordia, latido de Dios.
María volvió con los pies descalzos a pedir unánime la caridad para su plegaria
de escritura bíblica. Se lanzó al abordaje de las almas aterradas por el mar de
las miserias prudenciales. La gracia de la Auxiliadora engarzó a su rosario la
súplica del Redentor: “Misericordia”. Misericordia engendrada en su vientre
inmaculado para consolar dulcísima a un Iglesia sofocada por el aire de las
catacumbas.
Salve Reina y Madre de MISERICORDIA!! vida, dulzura y esperanza nuestra. Bella plegaria que ELLA atiende con amor.
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