Madre nuestra resplandeciente que rodeaba su cuerpo y unos ángeles rodeaban su barquilla, en el río Magdalena,

Academia de estudios marianos, fundada el 22 de septiembre de 1959 por el sacerdote alemán Richard Struve Haker, en el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Bogotá, con el permiso de la XIX Conferencia Episcopal Colombiana. La Revista Regina Mundi es su órgano de difusión. www.sociedadmariologicacolombiana.com
Madre nuestra resplandeciente que rodeaba su cuerpo y unos ángeles rodeaban su barquilla, en el río Magdalena,
Sociedad Mariológica Colombiana
Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá conserva en Maracaibo (Venezuela) el gran centro cultural de la
difusión de la mariología chiquinquireña, su basílica santuario.
Esa advocación, por obra del movimiento
devocional del pueblo zuliano, ha sido reconocida por decenas de países donde
las comunidades de maracaiberos celebran su tradicional fiesta, el 18 de
noviembre. Desde Panamá hasta Qatar y desde Países Bajos hasta Chile la Sagrada
Dama del Saladillo recibe el vasallaje de sus hijos.
Ese gesto de comunicación
religiosa unido al festejo folclórico genera inmensos espacios editoriales en
la prensa venezolana. Los directores de medios tienen las páginas abiertas para
redactar sus prodigios, triunfo de su intercesión omnipotente.
El volumen informativo de los
hechos, que honran a la Reina, a veces deja pasar ciertos gazapos. Esto obliga al
llamado de atención porque la historia, de un plumazo, se trasforma en leyenda
matizada de cuentería. El rumor de las circunstancias se acomoda a la prisa del
cierre informativo.
Para la muestra, un encabezado:
El pasado 17 de noviembre, el
periódico lanoticia.com tituló: “7
Curiosidades sobre la historia de ‘La Chinita’, Virgen del Rosario de
Chiquinquirá”.
En el punto cinco consignó:
La devoción partió del Nuevo Reino de Granada hacia las tierras de las provincias españolas de Maracaibo, Caracas, Cumaná y Guayana. En esas tierras la milagrosa imagen, plasmada en un tríptico, encontró a sus devotos. Los aborígenes de Aregue Viejo (Estado Lara, 1615), la reconocieron por su nombre original.
Noventa y cuatro años después se presentó el fenómeno de la renovación de una pintura de la Virgen neogranadina en La Ciudad del Sol Amado, 1709.
Para esa época la devoción de La Chinca ya estaba perfectamente documentada, reconocida e injertada en las costumbres sociales de las gentes venezolanas y de la América Hispana.
Los promeseros escribieron la crónica de la Rosa del Cielo. El relato ocupa varios estantes en las bibliotecas de los investigadores. Ellos cuidan ese legado celestial que llegó a las aguas del lago para escribir el secreto de un milagro.
Sobra, pues, el texto confuso de inventar un bulo que narra una falacia ocurrida en 1750. El sacerdote anónimo olvidó que el 7 de diciembre de 1732 Maracaibo inició la celebración de la Fiesta de la Aurora en honor de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, sin dudas ni similitudes.
Sociedad Mariológica
Colombiana
La parroquia de la Renovación participó en la
ceremonia del descenso del lienzo de Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá, La Peregrina. El acto religioso entró en la historia del olvido
al celebrar el tardío aniversario de fundación del curato.
El maravilloso escenario mariano encendió sorpresas, aplausos y una serie de preguntas, entre propios y extraños, cuyas respuestas no coinciden con la línea de tiempo.
La entidad eclesiástica recibió su bendición de erección canónica el 10 de abril de 1588 por el arzobispo de Santafé de Bogotá, Luis Zapata de Cárdenas. Entonces, por qué un festejo el 3 de noviembre, fecha tan luctuosa para la memoria de la Patria por la separación de Panamá, la felonía en el istmo.
Y el gentío cuestionó: ¿cuántas veces ha bajado y por qué razones? La contestación es simple. La vida de esta pintura conserva dos descendimientos que marcaron un derrotero especifico en los devenires del apostolado dominicano. El primero, el 10 de abril de 1912 la Virgen fue sacada en hombros para emprender una gira por la diócesis de Tunja. Más tarde, pasaría a los departamentos de Santander donde fue brutalmente atacada. Y la segunda, el 8 de septiembre de 2013 para navegar el río Magdalena. “Peregrina por la reconciliación y la paz de Colombia”.
La nota triste del cuestionamiento quedó rubricada por la amnesia. Varios chiquinquireños preguntaron por qué el rostro de la Virgen está lacerado. Es tiempo de que la historia de la Patrona baje al corazón de un pueblo guardián.
Los santos son el cortejo de Cristo (…). Cuando alabamos sus virtudes y cantamos sus méritos, lo exaltamos y celebramos a Él que, siendo su jefe, es ahora también su corona (…).
Existe una gran variedad de santos, según su vocación y “en la medida que Cristo la ha distribuido” (cf. Ef 4,7), reproduce uno de los aspectos de la plenitud de la perfección del Hombre-Dios. Un mismo Espíritu, dice san Pablo (cf. 1 Cor 12,4) ha dado a cada uno una gracia especial que, injertándose sobre la naturaleza, hace resplandecer a cada elegido con su resplandor particular. En algunos predomina la fuerza, en otros la prudencia o el celo por la gloria de Dios, la fe o la pureza. Ya sean apóstoles, mártires o pontífices, o sean vírgenes o confesores. Un carácter común se encuentra en todos. ¿Cuál es este carácter? La estabilidad en la búsqueda y el amor de Dios. En cualquier circunstancia, las tentaciones por las que pasan, las dificultades que encontraron, las seducciones que los rodearon, los santos permanecieron estables y fieles. Esto es una gran virtud, ya que la inconstancia es uno de los peligros más temidos que amenazan al hombre.
Los santos han buscado a Dios infatigablemente, cualquiera fuese la aridez del camino, la sequedad del cielo, las luchas a sostener. Por eso, el día de su entrada en el Reino eterno, Dios los ha coronado de gloria y embriagado de alegría. (…) Los santos, ya que no se dejaron desviar en la búsqueda del Bien único, llegaron al término glorioso.