jueves, 3 de julio de 2025

El candil de María Ramos

Por Julio Ricardo Castaño Rueda 
Sociedad Mariológica Colombiana 


 “Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban” (Mc 6,13).

Fotos Julio Ricardo Castaño Rueda
 
 En Chiquinquirá, el templo de la Renovación exhibe un mutilado documento avalado por la Biblioteca de la Academia Boyacense de Historia donde aparecen un error histórico y varios de gramática. El escrito certifica un milagro. Es parte del apoyo a una campaña publicitaria en beneficio del aceite La Milagrosa, producto que se puede adquirir en el despacho parroquial por 6.000 pesos. El prodigio ocurrió a principios del siglo XVII cuando una lámpara se encendió sola y lanzó un bello resplandor mientras su unto inundó el suelo de la capilla. Allí reposaba el renovado lienzo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. El fenómeno entró a formar parte del botiquín médico de los peregrinos. Ellos usaron el aceitón para curar sus enfermedades. El remedio funcionó en esa centuria y desapareció del uso terapéutico en el mismo espacio de tiempo. Después de trescientos años, en el año 2023, los frailes dominicos volvieron a retomar la herencia del quinqué que vertía su sanador santolio. La pregunta es por qué se extinguió el uso del óleo dentro del ritual costumbrista de un pueblo devoto. Y el siguiente interrogante radica en verificar su eficacia en el mejorado envase. ¿En estos últimos años alguien ha dejado su testimonio de un favor celestial a través del líquido graso? La espera de la respuesta permite publicar el texto original, con negrillas el faltante y sus yerros finales. “…Estando Antonio Hernández Morera en la Iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, en novenas el día 04 de octubre de 1607, rezando devociones, entró María Ramos: y habiéndose acercado al altar de Nuestra Señora, después de haber hecho oración, le dijo a Antonio Hernández, que aliñara, y encendiera la lámpara de Nuestra Señora que ella tenía que hacer. Acabó de rezar Antonio Hernández, y habiendo ido a la posada de María Ramos por aceite, cuando volvió con él, halló que la lámpara que había dejado apagada estaba encendida, y que de ella salía un grandísimo resplandor reverberando con extraña luz en la capilla; espeluzáronsele los cabellos, y muy espantado, de ver tan extraordinaria claridad, se acercó a la lámpara, y vio que el vaso, a más de estar lleno de aceite, se vertía en abundancia, y se derramaba en el cubo sobre el afrecho, que tenía: atónito de ver aquel prodigio, salió despavorido, y cogiendo las campanas, las comenzó a repicar: acudió el cura con muchas personas: y habiendo entrado a la iglesia, vieron esta maravilla, y que todavía se difundía el aceite, que rebosaba del vaso: y comenzando, a coger del a porfía, y con alborazo, mandó el cura debajo de excomunión, que no cogieran más del aceite, y al instante cesó de rebosar, y derramarse, quedando lleno el vaso con admiración de todos, los que se hallaron presentes con el cura que celebró el milagro, descubriendo a la Madre de Dios, con copia de luces: y habiendo sucedido entre las cuatro, y cinco de la tarde, el día cuatro de octubre, de mil seiscientos y siete años, se estuvieron hasta media noche en la iglesia cantando alabanzas a la Madre de Dios en cuyo templo está pintado el milagro en un grande lienzo en recomendación, de su memoria. Y desde el día que sucedió, quedó la lamparilla de latón con el renombre de Milagrosa: y por otro de María Ramos: y se conserva hasta el tiempo presente, aunque sin cadenillas de la primera materia, por haberlas quitado por reliquia, y está pendiente de una lámpara grande de plata, que está en medio de otras en la Capilla Mayor. No fue sólo una vez, en la que se difundió este milagroso aceite: porque el año 1614, siendo cura el padre Gabriel de Rivera Castellanos, estando en novenas en la iglesia algunas personas, y entre ellas don Bernardino de la Sema Mojica, y Juan Gómez Medrano, regidores de la Ciudad de Tunja, vieron, que estando apagada la lámpara grande, que llaman de Villalobos, en que está pendiente la lámpara de latón, que llaman del Milagro, entró María Ramos a la Iglesia y parada delante de la Santísima Imagen, le oyeron decir en alta voz las palabras siguientes: buena estáis Rosa del Cielo a oscuras: Pues bien sabéis que yo no tengo aceite, con qué encenderos la lámpara. Y habiendo dicho estas razones, pasado un breve rato, vieron, que de improvisto, comenzó, a arder la lámpara, y que de ella rebozaba aceite. Admirados del prodigio, repicaron las campanas pregoneras del milagro: y acudiendo el cura con muchas personas, comenzaron a recoger del aceite, que se difundía, en jarros y tazas, que después guardaron en frascos por reliquia, con que obró la Madre de Dios muchos milagros en beneficio de los enfermos, a quienes ungían con él: y desde entonces quedó en los peregrinos asentada la devoción, de cebar aquella milagrosa lámpara, y llevar de su aceite, que aplican como universal remedio de cualquier dolencia, calificado con tan notorias experiencias, de los muchos milagros obrados por esta Celestial Señora”. 

“Confrontar: TOBAR Y BUENDÍA, Pedro. La virgen de Chiquinquirá, la única fuente histórica del milagro, escrita en el siglo XVII por el padre Pedro Tovar y Buendia, Bliblioteca* de la academia Boyacense de Historia, Tunja 1986, pp. 143-145.” 

Nota del autor: Tobar y Buendía no es la única fuente historiográfica. Existen otros documentos como Memoria de los sucesos raros que ha obrado N. Sr. por intercesión de Ntra. Sra. del Rosario de Chiquinquirá. Testimonios juramentados de fray Juan Pereira, O.P. y el Proceso eclesiástico sobre la milagrosa renovación de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y hechos portentosos que se siguieron. 

 *Y Las erratas son las llagas del texto.