miércoles, 28 de agosto de 2024

San Agustín de Hipona a la Santísima Virgen María

Foto Julio Ricardo Castaño Rueda

¡Santísima Virgen María, que dignamente puede recompensarte con alabanza y agradecimiento por haber rescatado un mundo caído con tu generoso consentimiento! Reciba nuestra gratitud y por sus oraciones obtenga el perdón de nuestros pecados.

Lleva nuestras oraciones al santuario del cielo y permíteles hacer las paces con Dios.

Santa María, ayuda a los miserables, fortalece a los desanimados, consuela a los afligidos, reza por tu pueblo, ruega por el clero, intercede por todos los consagrados a Dios.

Que todos los que te veneran sientan ahora tu ayuda y protección.

Estés preparada para ayudarnos cuando oramos y traenos las respuestas a nuestras oraciones.

Haz que tu preocupación constante sea orar por el pueblo de Dios, porque Dios te bendijo y te hizo digna de llevar al Redentor del mundo, que vive y reina para siempre. Amén

jueves, 22 de agosto de 2024

María, Reina del universo


 

 Por Juan Pablo II

1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (...) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen gentium, 59).

En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Éfeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.

 Pero ya en un fragmento de una homilía, atribuido a Orígenes, aparece este comentario a las palabras pronunciadas por Isabel en la Visitación: «Soy yo quien debería haber ido a ti, puesto que eres bendita por encima de todas las mujeres, tú, la madre de mi Señor, tú, mi Señora» (FragmentaPG 13,1.902D). En este texto, se pasa espontáneamente de la expresión «la madre de mi Señor» al apelativo «mi Señora», anticipando lo que declarará más tarde san Juan Damasceno, que atribuye a María el título de «Soberana»: «Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas » (De fide orthodoxa, 4, 14: PG 94, 1.157).

2. Mi venerado predecesor Pío XII, en la encíclica Ad coeli Reginam, a la que se refiere el texto de la constitución Lumen gentium, indica como fundamento de la realeza de María, además de su maternidad, su cooperación en la obra de la redención. La encíclica recuerda el texto litúrgico: «Santa María, Reina del cielo y Soberana del mundo, sufría junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (AAS 46 [1954] 634). Establece, además, una analogía entre María y Cristo, que nos ayuda a comprender el significado de la realeza de la Virgen. Cristo es rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano (AAS 46 [1954] 635).

En el evangelio según san Marcos leemos que el día de la Ascensión el Señor Jesús «fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (Mc 16, 19). En el lenguaje bíblico, «sentarse a la diestra de Dios» significa compartir su poder soberano. Sentándose «a la diestra del Padre», él instaura su reino, el reino de Dios. Elevada al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo.

Observando la analogía entre la Ascensión de Cristo y la Asunción de María, podemos concluir que, subordinada a Cristo, María es la reina que posee y ejerce sobre el universo una soberanía que le fue otorgada por su Hijo mismo.

3. El título de Reina no sustituye, ciertamente, el de Madre: su realeza es un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le fue conferido para cumplir dicha misión.

Citando la bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el Sumo Pontífice Pío XII pone de relieve esta dimensión materna de la realeza de la Virgen: «Teniendo hacia nosotros un afecto materno e interesándose por nuestra salvación, ella extiende a todo el género humano su solicitud. Establecida por el Señor como Reina del cielo y de la tierra, elevada por encima de todos los coros de los ángeles y de toda la jerarquía celestial de los santos, sentada a la diestra de su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, obtiene con gran certeza lo que pide con sus súplicas maternas; lo que busca, lo encuentra, y no le puede faltar» (AAS 46 [1954] 636-637).

4. Así pues, los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto no sólo no disminuye, sino que, por el contrario, exalta su abandono filial en aquella que es madre en el orden de la gracia.

Más aún, la solicitud de María Reina por los hombres puede ser plenamente eficaz precisamente en virtud del estado glorioso posterior a la Asunción. Esto lo destaca muy bien san Germán de Constantinopla, que piensa que ese estado asegura la íntima relación de María con su Hijo, y hace posible su intercesión en nuestro favor. Dirigiéndose a María, añade: Cristo quiso «tener, por decirlo así, la cercanía de tus labios y de tu corazón; de este modo, cumple todos los deseos que le expresas, cuando sufres por tus hijos, y él hace, con su poder divino, todo lo que le pides» (Hom 1: PG 98, 348).

5. Se puede concluir que la Asunción no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro itinerario terreno diario. También leemos en san Germán: «Tú moras espiritualmente con nosotros, y la grandeza de tu desvelo por nosotros manifiesta tu comunión de vida con nosotros» (Hom 1: PG 98, 344).

Por tanto, en vez de crear distancia entre nosotros y ella, el estado glorioso de María suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida. Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación, para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee, compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.

 

jueves, 15 de agosto de 2024

La alegría de la asunción

La Asunción de la Virgen. Jacobo de Palma

 


 Teotecno de Siria

 Alegrémonos con la madre de Dios,

unámonos a los coros de los ángeles

y celebremos esta fiesta de las fiestas:

la Asunción de la siempre Virgen

sobre la tierra fue el tesoro y el ejemplo de las vírgenes;

en el cielo es la que intercede por todos.

Predilecta de Dios, nos procura los dones del Espíritu

y con su palabra nos enseña la sabiduría.

Nuestra Tierra, la Madre de Dios siempre Virgen, ha florecido.

Mientras estaba en la tierra, Ella velaba sobre todos, era como una providencia universal

para todos los fieles.

Asunta al cielo, intercede por nosotros y

 Se convierte en refugio seguro del género humano

 ante su Hijo y Dios.

 

Tomado de Andrés Pardo. Celebraciones y plegarias marianas. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España. 1997. Pág. 575

 

jueves, 8 de agosto de 2024

Los sofismas alrededor de la Virgen, ¿hasta cuándo?

Foto: Julio Ricardo Castaño Rueda.

 

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

“De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira”. (Sl 119, 104).

El nombre de la Patrona de Colombia, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, es usado con mucha frecuencia en los discursos políticos de acento patriotero. El tema tradicional, por norma del protocolo y el aspaviento institucional, cae en los baches de la desmemoria y la falacia. El ejemplo de esta enfermedad hereditaria que se inocula en los discursos de ocasión quedó registrado en Chiquinquirá por el facebook de La Chiva Primero en Noticias.

“Celebración 7 de Agosto

Jeferson Caro alcalde de Chiquinquirá, hablo sobre la importancia de las alajas de la Virgen de Chiquinquirá en la gesta libertadora del Puente de Boyacá, al igual el Prior Carlos Mario Alzate Montes, habló sobre la gesta libertadora y bendijo el Ejército Nacional”.

La información publicada, con su dudosa ortografía, se adapta bien al modelo de la chambonería de propaganda populachera.

El 20 de enero de 1815, la comunidad de frailes dominicos donó parte de las alhajas que adornaban el lienzo de la Rosa del Cielo. La acción se ejecutó para que el Gobierno las destinara en sostener la temporal y seudo independencia de las Provincias Unidas de la Nueva Granada. Firmó el prior fray Miguel Garnica, O.P. Las joyas entregadas nada tienen que ver con la Batalla de Boyacá (1819). ¿Saben a dónde fueron aparar las piedras preciosas? Por caridad cristiana, la historia patria no se puede seguir contando, a los pies de la Santísima Virgen María, con mentiras.