(La cita y el anuncio).
Por padre José Manuel Tobar Carrizosa
Sociedad
Mariológica Colombiana.
“Hasta no hace muchos años, se leían los Evangelios de la infancia
como sí se tratase de relatos folklóricos cuando en realidad, son teología de
alto nivel.
Ellos nos proponen una realidad profunda y elaborada. Son el
testimonio vivo de la búsqueda apasionada de los primeros cristianos; búsqueda
de la inteligencia de su fe en Jesús el hijo de Dios”.
(Perrot Charles: los
evangelios de la infancia, cuadernos bíblicos nro 18).
Introducción.
El conjunto
narrativo al que podemos llamar relato de la concepción, nacimiento e infancia
de Jesús, comprende en el evangelio de Mateo desde el capítulo 2/23.
En este relato
encontraremos presentes cuatro o cinco citas de la sagrada escritura las cuales
se introducen con una fórmula de cumplimiento; son entonces llamadas citas de
reflexión. Estas citas se añaden al material evangélico común como una
reflexión personal.
Así por ejemplo
en Mateo 1/22-23 se dice: “Esto sucedió para que se cumpliera lo que había
dicho el Señor por el profeta”.
Se ve entonces,
como por medio de una fórmula se indica que un acontecimiento del Nuevo
Testamento tuvo lugar para llevar a cumplimiento, el pasaje del Antiguo
Testamento que se cita.
Las citas de
reflexión son casi una peculiaridad del evangelio de Mateo. (No las encontramos
en el evangelio de la infancia de san Lucas) a excepción de Lucas 23/37.
Mateo es por
tanto el único que ha elevado a categoría el cumplimiento de la palabra
profética.
Se cree por otra
parte, que dichas citas tenían una finalidad didáctica: la de confirmar a sus
lectores en la fe.
La mayoría de
estas citas se concentran en los capítulos relativos a la infancia de Jesús.
Quizá el
evangelista miraba la infancia como una excepción de la vida de Jesús poco
explorada todavía en relación con el Antiguo Testamento. En la primera
predicación cristiana se practicaba ya el recurso a la escritura. En la
comunidad de Mateo había cristianos de origen judío, para los que tales citas
les serían útiles a la hora de justificar su adhesión a Jesús. Las referencias
escriturísticas en primer lugar, se dirigían a los creyentes.
Hay diversas
opiniones a saber:
1.
Dichas citas dieron origen al
relato de la infancia.
2.
Dichas citas se añadieron a un
relato ya existente.
Hay un caso en
que Mateo añade citas de reflexión a relatos no compuestos por él.
EJ: MC 1.14 y LC
4/14: Jesús fue a Galilea después de su bautismo.
MT 4/12-16, lo comenta
con una cita de reflexión tomada de Isaías 8/23 -9/1 que habla del país de
Zabulón y Neftalí, camino del mar, Galilea de los paganos. Jesús fue también a
Cafarnaúm, Mateo no crea el relato del desplazamiento de Jesús que ya estaba en
Marcos; pero si le da colorido a dicho relato.
¿Cómo concretó
Mateo las citas que introduce en su evangelio?
Tres argumentos
predominan a saber:
1.
La posibilidad de un recurso
habitual de citas. (Podemos sospechar que algunas veces Mateo reproduce pasajes
muy conocidos por los cristianos).
2.
Tenor de las citas en relación
con el Antiguo Testamento hebreo y griego. Mateo cuando sigue a Marcos coincide
con el empleo de los LXX, pero en sus citas de reflexión esta más cerca del
texto hebreo.
3.
Si el tono de la cita de
reflexión se ajusta a los intereses teológicos globales del evangelista, Mateo
ha encontrado la cita que habría empleado, de lo contrario emplearía citas ya
utilizadas entre los cristianos.
“He aquí, que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá
por nombre emmanuel”. (is 7/14).
Lo importante es
destacar como las citas de reflexión del relato mateano de la infancia; se
pueden interpretar en el sentido de que relacionan a Jesús con los principales
temas de la historia israelita: el Mesías Davídico, el éxodo, el destierro
babilónico, etc.
De este modo el
pensamiento global del relato de la infancia, encaja con el evangelio. ¿Así lo
vería Mateo?, podríamos preguntarnos.
Fue Mateo el
primero en reconocer la aplicabilidad de un texto específico a un acontecimiento
concreto de la vida de Jesús.
Mateo no buscaba
entonces simples coincidencias. Introdujo las citas de reflexión porque servían
a sus propios intereses teológicos y pastorales, en el contexto de una
comunidad cristiana compuesta por judíos y gentiles.
Nos detendremos
en el análisis de la cita de Isaías 7/14, objeto de nuestro estudio por las
implicaciones mesiánicas y aplicabilidad mariana que aquí podremos encontrar.
En una segunda
parte de este trabajo, estudiaremos el relato de anuncio a José, figura de
primer orden en el evangelio mateano de la infancia de Jesús.
Ambas partes se
encuentran estrechamente ligadas y conforman el título del presente trabajo.
Primera parte:
La cita de
reflexión: IS 7/14 y su influencia en el evangelio de Mateo. (MT 1/18-25).
En primer lugar
debemos situar esta cita en su contexto original. ¿Qué quiso decir el profeta
con su vaticinio?
Es necesario
remontarnos a los sucesos relacionados con la guerra siro – efraimita contra el
reino de Judá (año 734-733 A .C.).
En este año, muere en Jerusalén Jotán rey de Judá. A su muerte lo sucedió su
hijo Ajáz, joven de veinte años.
Contra dicho
joven organizan una guerra Rasin rey de Damasco y Pecaj rey de Israel. Los
ejércitos asedian y llegan ya a las puertas de Jerusalén. Ajáz invoca la ayuda
de Teglat – Falsar (monarca asirio); es aquí cuando entra en escena el profeta
Isaías, que intenta disuadir a Ajáz de su proyecto.
Aliarse con el
monarca asirio equivaldría a reconocer también las falsas divinidades que él
adoraba. Esto contradecía flagrantemente el primer mandato de la alianza: “No
tendrás otro dios frente a mí”.
Ajáz rechaza
prácticamente las advertencias del profeta. (Éx 20/3).
Isaías el
profeta dirige entonces un oráculo a la casa de David tan gravemente amenazada.
(Is 7/13). Anuncia que la joven esposa de Ajáz (Abía), Cfr: dos reyes 18/2;
daría a luz un niño (Ezequías) a quien pondría el nombre augusto De “EMMANUEL”,
que significa Dios con nosotros. El niño que va a nacer comerá cuajada y miel,
únicos productos que quedan en un suelo empobrecido por la guerra, en un pueblo
obligado a abandonar la agricultura.
“En este tiempo, lo que antes era un viñedo, quedará convertido en
espinas y matorrales, en las colinas que antes se cultivaban con azadón, habrá
tantos espinos que ya nadie irá a ellas, sólo servirán de pastizal para bueyes
y ovejas. (Is 7/23-25).
Esto sucederá
hasta que el niño sepa rechazar el mal y elegir el bien, entonces serán
derrotados los dos reyes. En el año 733 A .C; Teglat Falsar, derrotó a Samaria,
luego cayó Damasco en manos de los asirios. Ezequías sucedió a Ajáz, fue buen
gobernante, demostró que realmente “Dios está con nosotros”, es decir con su
pueblo (Is 8/10). La casa de David a la que el Señor había prometido
estabilidad perpetua por labios de Natán (2 Sam. 7/8-16), sobrevivió gracias a
la obra del EMMANUEL – EZEQUÍAS.
El celebre
oráculo de Isaías 7/14, es llamada indirectamente mesiánica en cuanto que
considera a Ezequías como tipo de Cristo. Este es el consenso entre numerosos
exegetas modernos.
Mt 1/22-23 Relee
a Isaías 7/14 en sentido mesiánico y mariológico.
El evangelista
afirma cómo a pesar de la exclusión de concurso de un varón, Jesús desciende de
la dinastía davídica.
SENTIDO
MESIÁNICO: Así como la supervivencia de la dinastía davídica (en los tiempos de
la guerra Siro – Efraimita) queda asegurada con el nacimiento del EMMANUEL –
EZEQUÍAS, así también el nacimiento de Cristo de la estirpe de David, garantiza
por parte de Dios la estabilidad de la dinastía davídica. Exequias es entonces
Tipo de Cristo el verdadero y perfecto EMMANUEL, y la nueva casa de David es
ahora la Iglesia
de Cristo. (Mt 16/18).
En la persona de
la madre del EMMANUEL – EZEQUÍAS, dio a luz un niño que garantizó la
continuidad de la casa de David. De igual modo la Santísima Virgen
María da a luz un hijo que reinará para siempre en el trono de David, en el
trono de Jacob, en el Israel de Dios. Se destaca pues la realeza de ambas
madres.
El nacimiento de
Ezequías tuvo carácter prodigioso, al ser anunciado de antemano por el profeta
como signo, así fue el nacimiento de Cristo, prodigioso, admirable, al ser
concebido por una virgen en virtud solamente del espíritu de Dios. (Mt
1/18-20). Sólo a través de Mateo se descubre la figura del Salvador y de su
madre tras los velos de los personajes tipo Rey: Ezequías y la madre Abía.
Llega ahora el tiempo del cumplimiento perfecto, en el misterio de la
concepción virginal de Cristo el hijo de David, el Emmanuel el que se ha hecho
cercano a nosotros y ha llevado a cumplimiento superando con creces las
promesas de Antiguo Testamento. (Ver cita adjunta de san Justino).
Nótese como las
citas de reflexión de Mateo implican un cumplimiento de las palabras de la
escritura y no simplemente del plan o intención de Dios. Diez citas se refieren
al cumplimiento de palabras proféticas, en dos ocasiones se alude a lo que fue
escrito por el profeta.
A Mateo lo que más
le interesa es subrayar la virginidad de María antes del nacimiento del niño,
para que se cumpla la profecía de Isaías: siendo Virgen es como María dará a
luz su hijo.
La genealogía
nos ha mostrado como Jesús es hijo de David e hijo de Abraham.
Mateo muestra un
especial interés por el título hijo de David. (Diez veces aparece en el
evangelio de Mateo, nunca en el de Juan y sólo cuatro veces en el de Marcos y
Lucas).
Para Mateo “HIJO
DE DAVID” es el titulo más importante que se aplica al Jesús del misterio,
mientras que “SEÑOR” e “HIJO DEL HOMBRE”, se refieren principalmente a Jesús
resucitado o exaltado.
El estado
glorioso del Mesías no obstante, no puede explicarse por la mera descendencia
de David.
Cuando Mateo
afirma que Jesús por el reconocimiento de José, es descendiente de la línea
real davídica, ha sido engendrado en el vientre de una virgen (Olmah/Parthenos)
por obra del Espíritu Santo; ve una estrecha conexión entre la filiación
davídica y la filiación divina.
Es entonces el
cumplimiento de la promesa que Dios hizo a David por medio de Natán:
“Estableceré después de ti un hijo… yo seré para él un padre y él será para mi
un hijo”.
El relato
subyacente de Mt 1/18-25 es el de Moisés. El papel que tendrá Jesús (salvará a
su pueblo de los pecados) es paralelo al que tubo Moisés.
Nótese el cómo
de la filiación davídica se realiza a través de José.
Mt 1.20: “José
hijo de David”, es el único caso del Nuevo Testamento en que el título se
aplica a una persona distinta de Jesús.
La descendencia
davídica se va a transmitir a través de una paternidad no natural sino legal.
Mateo no subraya
la concepción virginal como milagro, sino como cumplimiento del plan de Dios
que se ha dado a conocer en la profecía.
Inserción de la cita en el evangelio de Mateo.
¿Por qué el
evangelista intercala esta cita de manera violenta en medio de la narración?
¿Por qué no lo hace al final de los episodios? (Mt2/15-17,18-23); Es decir cuando
José ya ha cumplido el mandato del ángel y María ha dado a luz su hijo
prometido.
Sí la cita se
hubiera colocado al final nótese cómo el énfasis davídico habría quedado
oscurecido. Se leería entonces: Le pondrán por nombre EMMANUEL que significa
Dios con nosotros.
A Mateo no le
interesa EMMANUEL en cuanto nombre, él más bien está interesado por el elemento
divino de la identidad de Jesús; este nombre no volverá a aparecer ni en el
resto del relato de la infancia, ni en el resto del evangelio.
La versión del texto comparada en las Biblias.
El TEXTO
MASORETICO: “Mirad la joven (Olmah) está – estará en cinta y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel”.
Los LXX: “Mirad
la virgen (Parthenos) concebirá (Engastri Lepsetai).
A.
La forma hebrea de Is 7/14: El
niño que iba a nacer no era el Mesías, porque el mesianismo no se había
desarrollado hasta el punto de esperar un futuro rey exclusivo. Aquí se alude a
lo sumo al nacimiento de un príncipe davídico que liberaría a Judá de sus
enemigos.
La palabra Olmah, se aplica normalmente a la mujer que ha llegado a
la pubertad y por ello está apta para casarse. No se acentúa la referencia a
una concepción virginal que tendrá referencia en un futuro lejano.
El signo que ofrece el profeta es aquí; el nacimiento inminente de
un niño, probablemente davídico, pero engendrado naturalmente, el cual sería
prueba del cuidado providencial de Dios para con su pueblo.
Este niño ayudaría a conservar la casa de David y demostraría cómo
Dios sigue estando con nosotros.
B.
La forma griega de Is 7/14: los LXX
tradujeron OLMAH por PARTHENOS, palabra que traducía habitualmente BETULA, y que normalmente significa Virgen.
La traducción corriente de OLMAH sería NEASIS que significa joven.
Así pues, “lo que una virgen concebirá”, significa que la concepción
sería sin comercio carnal, pues de darse éste, ya no seria Virgen; fue así,
como el mensajero que de parte de Dios fue enviado por aquel tiempo a la misma
Virgen, le dio la buena noticia diciéndole: concebirás en tu vientre del Espíritu
Santo y darás a luz un hijo que se llamará Hijo del Altísimo. (LC 1/30-32).
Así nos lo enseñaron todos los que consignaron los recuerdos
referentes a nuestro salvador Jesucristo; y nosotros les hemos prestado fe,
puesto que el espíritu profético como ya hemos indicado, dijo por el citado
Isaías “que lo engendraría”. (San Justino: Apología 1, 33, 4-5 PG 6, 381).
La elección de
PARTHENOS por el traductor de los LXX significa para él, que la joven de Is
7/14 era virgen.
Ni el hebreo ni
el griego de Is 7/14, se refieren al tipo de concepción virginal que describe
Mateo.
La cita de reflexión en el evangelio.
Es de notar cómo
el evangelista vio la prueba escriturística de los aspectos davídico y divino,
del quién y del cómo de la identidad de Jesús.
El versículo de
Is 7/14 sirve para introducir el signo profético: Isaías se dirige al rey llamándolo
“CASA DE DAVID”.
Mateo intenta
explicar cómo Jesús es de la casa de David (ya que ha sido engendrado por José
no de manera biológica sino legal).
A través de esta
Virgen preanunciada por la palabra profética; había Dios preparado el
nacimiento de Jesús de esta manera.
“Esta manera”
implica la acción creativa del Espíritu Santo. Jesús es hijo de Dios a la vez
que hijo de David.
El mismo texto
que precedía esa manera única en que el niño sería concebido, predecía también
que él sería el EMMANUEL. Para Mateo, Jesús es la expresión de la presencia de
Jesús en medio de su pueblo. Dios había planeado el quién y el cómo de la
generación del Mesías hasta el último detalle.
Vemos entonces
como la cita encaja perfectamente en el mensaje teológico de Mateo.
Diferencias con respecto a la cita.
1.
Se aparta de la forma de Is
7/14 en los LXX.
La frase de Mt
1/18: "resultó que esperaba un hijo" pertenecía a un estrato
pre-mateano, el cual pudo llevarle a adoptar la cita de IS 7/14. Mt 1/18. Fue
entonces escrito para preparar la cita.
“El relato mateano que incluye un anuncio de nacimiento por el ángel
del señor, evoca el relato del nacimiento de los patriarcas y los jueces.
GASTRI ECHEIN es una expresión típica de los LXX para designar el embarazo en
estos relatos. (EJ: Gen 16/11, Jueces 13/3-7).
(R BROWN: EL NACIMIENTO DEL
MESÍAS pág 150).
El uso de la
expresión “llamarán” en vez de “llamarás”.
Aquí el hebreo
conserva una antigua forma de tercera persona femenina. “ELLA LLAMARÁ”. En un manuscrito de Isaías (I Q Isa)
del mar Muerto se puede traducir: su nombre será llamado.
Se cree que
Mateo modificó deliberadamente el texto de los LXX de acuerdo con su propio
relato.
Cambiando la
profecía en “LLAMARÁN”, Mateo ha desplazado entonces la acción: No habla de que
José impondrá el nombre al niño, sino que alude a un grupo más amplio que
comprende el significado de la criatura.
Probablemente el
sujeto de “LLAMARÁN” es el pueblo del V 21: “le pondrás de nombre Jesús, porque
él salvará a su pueblo de los pecados”. De ahí se concluye que el nombre de
EMMANUEL y su interpretación (Dios con nosotros) es pre-Mateana.
Raymon Brown
opina al respecto: el nombre de Jesús era de un lugar común entre los
cristianos y por eso Mateo no tuvo que explicar: “Jesús que significa…” No
obstante “EMMANUEL” no sería conocido por los cristianos de origen gentil, y
entonces sería preciso explicar su significado.
El nombre de
“EMMANUEL”, podría explicarse a partir de Is 8/10 pasaje que viene después de
la mención segunda del Emmanuel en 8/8:
“pronunciad (vosotros pueblos) amenazas que no se cumplirán, porque
tenemos a Dios con nosotros”.
Esta
interpretación le ayuda a Mateo a probar la filiación divina de Jesús a la vez
que su filiación davídica.
Jesús es la
manifestación final y única de la presencia de Dios entre nosotros.
La cita de
reflexión la ha insertado y la ha adoptado Mateo a su contexto y a su finalidad
por él propuesta.
¿Utilizó el
evangelista un pasaje ya conocido en la reflexión cristiana sobre el Antiguo
Testamento?, ¿fue el primero o único cristiano del Nuevo Testamento, que vio la
aplicabilidad del pasaje de Isaías?
Notemos cómo su
colega Lucas (Lc 1, 26-38), no cita nunca a Is 7/14 no obstante no será un eco
de Isaías la doble referencia que hace en 1/27, referencia a María como
Parthenos.
Podemos
finalmente concebir una relectura posterior del oráculo de Isaías; en sentido
escatológico, que se vería iluminada por la figura de Sión presentada en el
capitulo 66.
La mujer y el
niño pueden ser una interpretación colectiva o individual. Se afirma como el
niño que va a nacer será el testimonio de la disposición de Dios, que va a
seguir velando por la casa de David, la señal de la salvación que él va a
ofrecer.
En el punto de
partida se evoca a propósito del nacimiento del niño, la apertura de una era de
prosperidad mesiánica.
El profeta tuvo
probablemente la convicción de que el pasaje transmitido a Ajáz sobrepasaba el
anuncio del nacimiento a Ezequías: El Mesías debía ser esperado más allá del
tiempo inmediato y de la persona del rey actual.
¿Será el nombre
EMMANUEL la clave que nos permita entender la afirmación de que en la persona
de Jesús se cumple el viejo oráculo de Isaías, siendo éste el testimonio de la
presencia de Dios entre los suyos?
El evangelista
modifica levemente el texto de los LXX: “Se llamará EMMANUEL”, así nos sugiere
como habrá un gran número de personas (Reconocimiento universal) que consideren
a Jesús como el EMMANUEL, el Dios con nosotros.
Finalmente
recordemos como el evangelio de Mateo, acaba con las palabras de Jesús: “Yo
(EMMANUEL) estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt
28/20). Esto supone una inclusión de especial importancia en el conjunto de
acontecimientos desarrollados en el evangelio. Entre estas dos menciones de
Emmanuel, se da una afirmación rotunda del cumplimiento de la profecía del
texto de Isaías.
María (la OLMAH ) es según el cumplimiento
de la profecía, la reina Madre del Mesías. De manera especial en Israel. (La
reina madre tenia un puesto importante en las cortes orientales).
María es la GUEBIRA , la gran Dama, la
madre del Mesías davídico.
No obstante la
realeza del Mesías y de su madre; se situarán en la pobreza y la humildad. (Es
en este contexto de servicio y de disponibilidad) en el cual Jesús podrá seguir
haciéndose cada día un EMMANUEL, el Dios cercano a nosotros.
SEGUNDA PARTE:
Anuncio a José y paternidad.
1.
Premisas sobre el anuncio:
El origen divino
de Jesús verbo de Dios, es afirmado en primer lugar con una referencia
explicita al Espíritu Santo e insistiendo en la virginidad de María. Al mismo
tiempo se tienen en cuenta las exigencias predispuestas por Dios mismo a través
de las promesas hechas a David. José ha sido señalado repetidamente como hijo
de David, de la casa y de la familia de David.
Semejanzas en las anunciaciones de Mateo y Lucas.
Nótese como
Mateo dirige el anuncio al hombre, y la mujer ya está encinta; en Lucas por el
contrario se dirige a la mujer y ésta quedará encinta. Así sucede en la
anunciación del nacimiento de Ismael; aquí la mujer ya está encinta.
Ambos
evangelistas (Mt 1/20 y Lc 1/32) mencionan en los mensajes de anunciación a
David, lo que hace suponer una tradición preevangelica referente al nacimiento
de Jesús en el sentido de Mesías davídico.
Ambos
evangelistas coinciden en que la anunciación tuvo lugar después de los
“DESPOSORIOS” de María y José, pero antes de que María fuera a vivir a casa de
José, por tanto, María era virgen en el momento de la anunciación.
Ambos
evangelistas afirman que María dará a luz un hijo por obra del Espíritu Santo.
(Mt 1/20 y Lc 1/35).
La forma Bíblica
corriente de tratar las cuestiones relativas a la generación de figuras
salvíficas, era la anunciación angélica del nacimiento y la noción de hijo de
Dios, se presentaba en la predicación primitiva, junto con la de hijo de David.
En Rom 1/3-4
leemos: “Por línea carnal nació de la estirpe de David; y por línea del
Espíritu Santificador fue constituido hijo de Dios en plena fuerza por su
resurrección de la muerte”.
Recordemos cómo
la generación del hijo de Dios se asociaba a la resurrección. (Hch 13/33).
Discutir de
quien era hijo el Mesías contrastaba su filiación davídica con su condición
glorificada de Señor.
El salmo
davídico “Tú eres mi hijo yo te he engendrado hoy” (S. 2/7), se aplicaba ya a
la generación real de Jesús, de manera que Jesús ya era hijo de David e hijo de
Dios desde el momento de su concepción.
Si la
predicación cristiana había relacionado siempre, el Espíritu Santo con la
filiación divina el papel del Espíritu de Dios no está fuera de lugar en la
generación (Coronación) de un rey Davídico. Ya Isaías había prometido a la casa
de David, el nacimiento futuro de un niño maravilloso que seria la señal de la
presencia continua de Dios.
A este niño se
le llamaría “Maravilloso Consejero, Dios Guerrero, Padre Perpetuo, Príncipe de la Paz ” (Is 9/6-7). Este nuevo vástago
debía surgir de la línea davídica de Jesé (Is 11/1-2).
¿Por qué se
relaciono la acción del Espíritu Santo con la concesión del Mesías por una
Virgen? ¿No estaba a caso la acción de Dios a través del Espíritu Santo
implicada en la concepción? El esquema narrativo requería la superación de
algún obstáculo humano para demostrar tal hecho.
Sólo Mateo
subraya el escándalo producido por la concepción virginal, ya que María quedó
embarazada antes de vivir con José.
Lo que Mateo
hizo (con una posible intención apologética) fue plantear abiertamente el
problema suscitado por un relato preevangelico en que se anunciaba que el
Mesías davídico nacería de una virgen por obra del Espíritu Santo.
“Propugnó la existencia de una tradición de anunciación angélica del
nacimiento del Mesías davídico, anunciación que se plasmó en los círculos
populares, siguiendo el esquema de las anunciaciones del nacimiento del A.T.
Cuando la tradición de anunciación pasó al material premateano y prelucano, la
formación cristológica de la generación del hijo de Dios por obra del Espíritu
Santo, había sido incorporada a la sección del mensaje de la anunciación. Tal
incorporación fue facilitada, por el hecho de que la filiación divina
(Adoptiva) había estado por mucho tiempo a las expectativas davídicas; y por el
hecho de que “Hijo de Dios” e “Hijo de David” se habían juntado a título de
contraste en la tradición cristiana”.
(BROWN R.E. ELNACIMIENTO DEL
MESÍAS Pág 161).
Es de notar cómo
la aparición a José (Mt 1/18-25), cómo la aparición a Zacarías (Lc 18/23) y la
visita a María (Lc 1/26-38) utilizan un esquema convencional de anuncios
celestiales hechos a algunos personajes del A.T.
Ej: A Abraham
(Gen 17-18), Moisés (Ex 3), a Sanson (Jue 13).
Encontramos como
elementos comunes:
- Aparición del ángel del Señor.
- Turbación del vidente.
- Mensaje del enviado celestial.
- Objeción.
- Signo.
Si se trata de
un nacimiento se añade la mención del nombre que se ha de dar al niño.
En el caso del
anuncio a José, se mezcla en esta ocasión el anuncio del nacimiento y el
anuncio de la misión.
Mateo a
diferencia de Lucas no insiste en la concepción milagrosa que aquí se
presupone, sino en la misión de José que ha de acoger a la madre y ha de dar
nombre al niño. Estamos pues en realidad ante un relato de vocación.
¿Si José no
engendra, cómo puede ser Jesús de la estirpe de David? Jesús es acogido e
insertado en el linaje de David por medio del justo José. Estando prometida
María su madre a José, antes de que vivieran juntos, se encontró encinta por
obra del Espíritu Santo.
Recordemos como
según la costumbre judía, el matrimonio se realizaba en dos tiempos:
1.
Los esponsales. Un
compromiso mutuo que ligaba jurídicamente a los esposos, el cual no implicaba
una inmediata vida común. (la esposa debía permanecer un año en la casa
paterna).
2.
la celebración de las
nupcias (pago previo del Mohar o dote al padre de la novia). Comenzaba aquí
entonces la vida común.
Entre los
esponsales y el matrimonio pasaba un tiempo más o menos largo, durante el cual
cada una de las partes podía desdecirse, aunque aceptando una penalidad.
En el caso de
José, es durante los esponsales que ocurre la concepción por el Espíritu Santo,
es decir por fuerza de Dios.
El énfasis se
centrará en la doble función que se le exige a José: tomar consigo a María su
esposa y dar un nombre al niño, estrechamente ligada a la profecía de Is 7/14;
la vocación de José toma entonces una dimensión mesiánica.
La justicia de
José al igual que su decisión de despedir secretamente a María, no deja pensar
sino en dos alternativas: o bien José sospecha un adulterio, o bien el conoce
el misterio.
De otra parte el
Verbo Paradeigatízo (Heb 6/6) e sentido peyorativo significa: “Exponer a la
afrenta”, “Exponer a las injurias” es por tanto necesario escoger entre ambos
verbos y ver si esta pericopa tiene esta última resonancia negativa.
Un tercer
término APOLUO derivado del verbo LUO (desatar, dejar ir), puede significar
simplemente dejar libre, pero puede tener también el sentido de despedir, y
especialmente se dice del sentido de deshacer de romper el vínculo del
matrimonio. (Por lo tanto según ciertos autores podría significar repudiar o
divorciar).
En el contexto
de Mt 1/19 se interpretaría como sí José hubiera querido invocar testigos, con
el fin de someter su testimonio al tribunal y divorciarse de María. (Sería esta
la interpretación de la que llamaríamos una línea dura).
El divorcio es
un acto público que se hace ante testigos, pero aquí el verbo LUO (divorciar)
se halla acompañado a la vez del adverbio secretamente. (Interpretación de la
línea blanda o moderna). Aquí se deja abierto el camino a una interpretación
favorable.
Diferentes
opiniones se han dado sobre la situación y el estado de ánimo de José cuando
Dios le da la orden de recibir a María en su casa.
1.
José había pensado realmente
que María le había sido infiel; creía que era sospechosa de adulterio. Como
esposo legítimo no hubiera podido dudar de la culpabilidad de María. (CFR:
Justino, Crisóstomo, Agustín y los modernos Schmid, Brown).
2.
José se halló convencido de la
inocencia de María; pero no sabe cómo explicar su situación. El hijo que va a
nacer no es ciertamente suyo pero no puede creer en la culpabilidad de María.
(Opinión de san Jerónimo).
3.
José conocía el misterio que se
había cumplido en María; sabía que había concebido un hijo gracias a una
intervención divina, se da por supuesto que haya sido informado de la
anunciación a María.
Esto era posible sólo si María (cosa absolutamente normal), hubiera
decidido contarle a José lo ocurrido. José conocía pues, el misterio de la
concepción virginal. (Opinión de L. Defour, R. Laurentin).
Es de notar cómo Mateo conocía la concepción virginal de Jesús;
debía él a su vez demostrar el mesianismo de Jesús por la ascendencia de José.
¿Cómo podía ser el hijo de María el Mesías, si no había engendrado por José, el
descendiente directo de Abraham y de David?
El mesianismo debía transmitirse, por la línea masculina, hasta José
y por medio de este a Jesús. ¿Cómo puede ser esto si José no es el padre de
Jesús?
Respecto al
anuncio del ángel Mt 1/20 dice: José es informado de lo que ha tenido lugar en
María, esto no puede haberlo sabido con anterioridad.
La novedad de la
traducción en el centro de la pericopa: “Pues ciertamente lo concebido en ella
es obra del Espíritu Santo”.
“Pues
ciertamente…”, esta traducción de las palabras del ángel, supone que ya José
sabía lo que el Espíritu Santo había obrado en María. No obstante la dificultad
para cohabitar con ella (Razón por la que el ángel le sale al paso dándole una
orden de parte de Dios), sin duda el hijo que ha engendrado María en su seno
viene del Espíritu Santo; José ha de recibir en su casa a María su esposa, ha
de convivir con ella y aceptar la doble misión de esposo y de padre.
La novedad aquí
es que por la manera de expresarse “ciertamente”, el ángel da a entender que
conoce los pensamientos secretos de José. Alude al hecho de que José sabe muy
bien que María ha concebido un hijo del Espíritu Santo y que precisamente por
eso quiere separarse de ella; pero el ángel le mueve a desistir de su
propósito.
Por otra parte
recordemos que la conjunción griega GAR (Pues) da alcance definido.
Un ejemplo lo
encontramos en Mt 22/14: “porque ciertamente muchos son los llamados, más pocos
los elegidos” (forma dialéctica).
Así tenemos:
“pues ciertamente, lo entregado en ella es obra del Espíritu Santo pero (TE)
dará a luz un hijo”.
En otras
palabras el ángel le dice a José: “Aunque sea verdad como tú bien sabes, que lo
que se ha entregado en María es obra del Espíritu Santo, ella te dará a luz un
hijo y eres tú el que debes darle el nombre a ese niño”.
El acento del
anuncio se pone aquí en la misión de José: Este debe hacer las veces de padre
para este niño. Esto nos lleva a pensar en la importancia que tiene esta
adquisición de la filología moderna para la exégesis de este pasaje.
La razón por la que José quiso dejar a María es la misma por la que
Pedro alejó de sí al Señor diciéndole: “Apártate de mí, porque soy un hombre
pecador”. Del mismo modo José juzgándose indigno y pecador, pensaba que una
persona tan grande como María, cuya maravillosa y superior dignidad admiraba,
no debía avenirse a hacer vida común con él.
José como hombre que era, al igual que Pedro, tembló ante la novedad
de una tan gran maravilla; ante la profundidad del misterio. He aquí por que
quiso dejarla secretamente.
¿Te extraña que José se juzgue indigno de la compañía de esta virgen
embarazada, y ves a Santa Isabel que en su presencia se siente llena de
respetuoso temor y exclama “¿De dónde que la Madre de mi Señor venga a mí?”. Esta es pues la
razón por la que José quiso dejarla.
(SAN BERNARDO: SUPER MISSUS
EST, 11 14 Pl 183, 68).
Podemos concluir
afirmando cómo José el esposo de María, nos ofrece el ejemplo de la “Recepción”
originaria de este misterio por su actitud de fe, de humildad y de respeto. Así
su comportamiento se hace modelo para todos los creyentes.
Preguntémonos
ahora ¿Qué significa legalmente un repudio en secreto? En tiempos de Jesús no
se conoce el repudio en secreto. Este es siempre un acto legal público, que
debe llevarse a cabo ante testigos y con un documento (Dt 24/1). Sería aquí
preferible usar entonces el verbo “Devolver” en vez de “Repudiar”, el cual no
implica necesariamente el acto de difamación pública.
La decisión de
despedir o dejar en casa a una joven encinta, equivale sin duda por parte del
esposo a una decisión de no reconocer al niño; y esta decisión será la que la
intervención del ángel trata de eliminar.
Si José conocía
ya el misterio, esta hipótesis explicaría su temor, pero también su justicia
que se borra ante la iniciativa misteriosa de Dios. Las palabras del ángel “lo
engendrado en ella proviene del Espíritu Santo…”, no le revelan ya a José el
origen del niño que él ya conoce, sino que le indican su misión, en cuanto hijo
de David.
Es curioso que
no se haya valorado suficientemente en nuestra época tan sensible al aspecto
social de las cosas, el trascendental papel que jugó José. En la sociedad de
entonces sin José, Jesús corría el peligro de no ser auténticamente hombre.
Continuemos
profundizando con respecto a la duda de José:
El punto de
partida de las dudas de José sobre cómo tiene que comportarse, abarca dos
elementos diversos; no se limita a la constatación de lo que hubiera sido el
mero hecho externo comprobable: “Se halló encinta”, sino que añade un dato
empírico para José: “por obra del Espíritu Santo”.
Son pues ambos
elementos los que constituyen la compleja situación a la que José se verá
enfrentado.
En efecto, no
parece demostrado el silencio de María con respecto a José a cerca de la concepción
milagrosa que el Espíritu Santo había obrado en ella.
Aunque José cree
firmemente cuanto María le había dicho, decide en un primer momento
abandonarla. (Repudiarla). Hay aquí dos motivos a saber:
Hay en José un
movimiento de huida muy característicos en la Biblia ; ante la acción maravillosa y maravillosa
de Dios.
¿Podía además
con conciencia tranquila, hacerse pasar, quedándose por padre del niño venido
de Dios? en estas circunstancias psicológicas cuando ocurre la intervención del
ángel.
Hay un motivo
decisivo para tomar a María como esposa:
José debe servir
como padre jurídico. Esta paternidad jurídica es el eslabón a través del cual,
Jesús jurídicamente hablando es hijo de David en el que puede cumplirse la
profecía de Natán.
El objeto del anuncio
no es enseñarle a José que lo engendrado en María es obra del Espíritu Santo;
esto era conocido anteriormente por José.
Probablemente lo
fue por comunicación directa de María misma.
El ángel le
enseña a José, el cómo tiene que comportarse ante esta nueva situación: Tiene
que tomar a María en su casa, para poder poner así el nombre, es decir,
introducirlo en la línea davídica.
Al colocarle el
nombre a Jesús, José lo ha reconocido jurídicamente. Gracias a él, Jesús podrá
echar raíces en su pueblo, entrar en una tradición determinada y aprender un
oficio.
Se entiende
entonces fácilmente que María pudiera decir un día a Jesús: “Tu padre y yo”.
(Lc 2/48).
“La vacilación de José no proviene de una sospecha acerca de la
fidelidad de María, sino más bien del misterio que presiente y del que se juzga
indigno. Se trata de una revelación mesiánica progresiva; es una teofanía, una
manifestación de Dios. Todo acercamiento a Dios es misterioso, produce
turbación, José se siente profundamente conmovido.
(MARTELET
B: José de Nazareth Pág 68).
Santo Tomás se
pregunta: ¿Cómo podía José ser justo si no quería denunciar, es decir propagar
el delito de la que resultaba sospechosa?
Se trataría de
una justicia entendida en sentido jurídico, pero aplicada blandamente en virtud
de la bondad de José, y por lo tanto absorbida por la caridad, reina de todas
las virtudes.
La justicia de
José consistiría pues, en la actitud reverente hacia la voluntad divina
evidentemente presente, pero que no parece referirse aún de manera directa a él
sino excluirlo.
La duda no ha de
entenderse en el sentido de que José se pregunta si María es o no culpable. Se
trata más bien, a cerca de una indecisión con respecto a lo que él debe hacer.
¿Cómo ha de comportarse en la situación excepcional en que se encuentra su
mujer?
En Mateo leemos
dos textos:
“José hijo de
David no temas recibir en tu casa… lo engendrado en ella es obra del Espíritu
Santo”.
“Estando
desposada María, su madre, con José… se halló que llevaba en su seno (un niño)
por obra del Espíritu Santo”.
Las palabras
alusivas al Espíritu Santo en ambos casos se hallan perfectamente integradas al
texto. Podemos admitir que José no es presentado como estando perfectamente
enterado de lo que le había ocurrido a María.
José sabía dos
cosas: Es decir que María estaba encinta, y que lo estaba por obra del Espíritu
Santo.
¿Por quién fue
informado José y cuándo lo fue? Si José sabía desde el principio que su esposa
llevaba un hijo en su seno, es evidente que no podía saberlo más que por comunicación
personal, directa de María.
“Aquella virgen a la que no se había acercado varón fue hallada en
estado; su vientre se había abultado pero la integridad virginal permanecía”.
Había concebido mediante la fe, al sembrador de la misma fe. Había acogido en
su cuerpo al Señor; el marido, hombre fiel comenzó a sospechar. Creía que
procedía de otra parte lo que sabía que no procedía de sí, y ese “de otra
parte”, sospechaba que era un adulterio. El ángel lo corrige. Mereció ser
corregido porque su sospecha no era maliciosa, sino de las que dice el apóstol
que surgen entre hermanos.
Las sospechas maliciosas son las de los calumniadores, las benévolas
las de los superiores. Es lícito sospechar del hijo, pero no es lícito
calumniarle.
Quien sospecha benévolamente, encuentra gozo cuando descubre que era
falso lo que sospechaba. De estos era José respecto a su esposa, a la que no se
había unido corporalmente, aunque ya lo hubiera hecho mediante la fe.
Del mismo modo que el espíritu de Daniel se hizo presente a favor de
Susana, así también, el ángel se apareció a José a favor de María: No temas
acoger a María como tu esposa, pues de ella va a nacer lo que proviene del
Espíritu Santo. (Mt 1/20).
Se eliminó la sospecha puesto que se descubrió la redención.
SAN AGUSTÍN: Sermón 343, 3:
PL 39, 1507.
Cuando hablamos
aquí de José como hombre justo, “JUSTO” significa aquí “JUSTO ANTE DIOS”. En
Hech 10/22 en esta misma línea, al centurión Cornelio se le llama “varón justo
y temeroso de Dios”.
El hombre justo
es aquel que se retira respetuosamente ante la intervención de Dios. (Así
sucede con Moisés en la teofanía del Sinaí o con Isaías cuando la visión de JHW
en el templo).
El justo
retrocede respetuosamente con temor ante la majestad de Dios. José quiere
separarse y secretamente, pues ya sabe lo que Dios ha obrado en ella.
José no podía
revelar lo que María le había comunicado en confianza; debía guardarlo en su
corazón como un secreto precioso.
Al resolver
separarse de ella en secreto, se desvanece por completo la idea misma de una
denuncia. (Y de colocar a María ante el escarnio público).
Es interesante
ver la situación de mujer hallada sospechosa de adulterio. La Misna (Misnasot Pg 569,
Carlos del Valle editor) dice al respecto: Cuando el marido tenía sospecha de
la infidelidad de la mujer, debía llevarla ante el sacerdote para someterla a
la prueba de las aguas amargas. El sacerdote la imprecaba: si era culpable
debería perecer presa de dolores. Se le daba a beber agua que tenía diluida
tierra del suelo del templo y la tinta de la escritura de las maldiciones; el
marido ofrecía entonces una oblación de cebada.
La prueba del
agua amarga sólo se aplicaba a las sospechosas y no a las confesas de
adulterio.
La mujer era
llevada ante el tribunal supremo de Jerusalén donde trataban de atemorizarla
como se hace así mismo con los testigos de una pena capital.
A la adultera si
estaba con vestidos blancos, se le vestía de negro y se le quitaban las
pulseras a fin de afearla. Se le ceñía un cinturón egipcio por encima de los
pechos. Todo el mundo podía verla a excepción de sus siervos (pues su corazón
se hace altanero con ellos). Así las demás mujeres aprendían la lección, según
lo dicho por el profeta: “Escarmentarán todas las mujeres y no imitarán
vuestras infamias” (Ez 23/48).
Si uno ha
manifestado celos por su mujer y ella no obstante, ha hecho una escapada en
secreto, la puede despedir y darle la dote.
Bien sabía José
que este no era el caso de María, aunque debió preguntarse en medio del
silencio: ¿Qué debo hacer en esta situación llena de misterio? Al final optará
por retirarse en secreto lleno de respeto y reverencia ante el obrar prodigioso
de Dios.
El padre René
Laurentín afirma:
“José es justo por que no quiso apropiarse de una descendencia que
venia de Dios, y que no era suya; es justo respecto del plan de Dios, para no
usurpar una paternidad que no pertenece sino a Dios solo, y por no querer tomar
por esposa a una mujer que Dios ha tomado en su plan sagrado”.
(CFR: Infancia de Cristo Pág
320).
José si hubiera
decidido irse lo abría hecho no por dudar de la Santísima Virgen
sino por no obstaculizar el plan de Dios, ya que el conocía este plan que se
estaba realizando en María.
José aceptó como
verdad proveniente de Dios, lo que María su esposa ya había aceptado en la
anunciación; así se unió en modo particularísimo a la fe de María.
Dice al respecto
el concilio: “CUANDO DIOS REVELA HAY QUE PRESTARLE OBEDIENCIA EN LA FE ”. (Const: DEI VERBUM nro 5).
Esto lo superó
con creces el justo varón, él también se convirtió en depositario singular del
misterio escondido desde los siglos en Dios (cfr: Marialis Cultus nro 4).
PATERNIDAD DE JOSÉ.
El matrimonio
con María constituye el fundamento jurídico de la paternidad con José.
“Es para asegurar la protección paterna a Jesús por lo que Dios
elige a José. Se dice de esto, que la paternidad de José, término de toda
elección y predestinación, pasa a través con María, es decir a través de la
familia” (M.C. nro7).
De esta
paternidad se comprende el porqué las generaciones han sido enumeradas según la
genealogía de José. Él deberá además poner el nombre al niño, aunque no sea
fruto suyo.
Jesús no ha
nacido de la semilla de José por que a él, preocupado por el origen de la
gravidez de ella, se le ha dicho: Es obra del Espíritu Santo. No obstante a él
no se le quita la autoridad paterna.
El hijo de María
es también hijo de José. A raíz de aquel matrimonio fiel ambos merecieron ser
llamados padres de Cristo; no solo aquella madre, sino aquel padre, del mismo
modo que era esposo de la madre, ambos por medio de la mente y no de la carne.
Es de anotar
como en aquel matrimonio de los padres del señor, se cumple a cabalidad todos
los bienes intrínsecos: Prole, fidelidad y sacramento.
La prole que es
el mismo señor Jesús, la fidelidad porque no existe adulterio, el sacramento
porque no hay divorcio (ni repudio).
Cuando Dios
revela su amor a la humanidad mediante el don del Verbo es precisamente el
matrimonio de María y de José el que realiza en “plena libertad” el don
esponsal del si al acoger y expresar tal amor.
No olvidemos que
la esencia y el cometido de la familia son: custodiar, revelar y comunicar el
amor. Es en la sagrada familia, en esta originaria “Iglesia doméstica” donde
debe verse el modelo de toda familia cristiana.
Mediante el
ejercicio de la paternidad, José ha sido llamado a servir directamente a la
persona y a la misión de Jesús.
Su paternidad se
ha expresado correctamente y ha hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al
misterio de la encarnación y a la misión redentora que esta unida a él. Al
haber hecho uso de la autoridad legal que le correspondía sobre la sagrada
familia, para hacerle don total de sí, de su vida y de su trabajo; al haber
convertido su vocación humana con la oblación sobrehumana del sí, de su corazón
y de toda capacidad en el amor.
José tuvo hacia
Jesús por don especial del cielo, todo aquel amor natural, toda aquella
afectuosa solicitud que el corazón de un padre pueda conocer.
Los evangelistas
están atentos en mostrar como en la vida de Jesús, nada se deja a la
casualidad, y todo se desarrolla según un plan divinamente preestablecido. (Cfr:
La típica fórmula: Así sucedió para que
se cumplieran).
José es aquel
que Dios ha elegido para hacer las veces de coordinador del nacimiento del
Señor. Él tiene el encargo de proveer a la inserción “ordenada” del hijo de
Dios en el mundo, en el respeto de las disposiciones divinas y de las leyes
humanas. La vida tanto “privada” como “escondida” de Jesús, ha sido confiada a
su divina custodia.
Por otra parte recordemos
como en cuanto hijo de David es como toma consigo José a María y hace que Jesús
participe de la genealogía davídica.
José incitado
por el ángel a aceptar a María, comprende que la parte que esta asumiendo en el
plan de la redención, le constituye en padre en un orden de parentesco que no
es igual al natural.
Entra pues José
a formar parte de una nueva familia, que tiene su origen únicamente por una
iniciativa divina. Este acceso supone una llamada de lo alto y una respuesta
impregnada de obediencia y de fe.
Constituido
padre de Jesús, por esa voluntad soberana, José se introduce como elemento
necesario en la ejecución del plan divino de la salvación y entra con toda
justicia en el grupo de los patriarcas como su máximo exponente.
La expresión “No
la conoció hasta que” (inserción en el relato), se explica bien si con ella
Mateo ha pretendido poner de manifiesto que José no recibió a María para un
matrimonio común.
Aceptando
permanecer al lado de María, José aceptó responsablemente la paternidad mesiánica
de Jesús.
José es
conciente de la sublimidad de la misión a la cual es divinamente llamado. Al
aceptar a Jesús como hijo, se convierte en el depositario de los destinos del
mundo.
No es pues José
figura secundaria en el acontecimiento de la natividad del Salvador. Tuvo él,
una parte positiva, verdadera e importante tan solo inferior a la de María.
Mt 1/24, es el
fiat silencioso del esposo, que al aceptar a María consiente en aparecer a los
ojos de la gente como el padre de Jesús, asumiendo su responsabilidad como
cabeza de familia, según los usos de su tiempo.
José realiza su
vocación en la obediencia, respetando con su continencia conyugal el misterio
del que es portador: el niño concebido en seno de María. En tiempos del
episodio de los magos se eclipsan ante el niño con María su madre. (Mt 2/11).
María por su
parte, le siguen los desplazamientos acordados por él (censo, presentación de
ofrendas en el templo, huida a Egipto). Jesús a su vez permanece hasta los
treinta años sujeto a ellos se establece así en ellos una profunda comunidad de
vida.
Al respecto
afirma Santo Tomás:
“La prole no es llamada bien del matrimonio solo en cuanto es
generada por medio de él, sino en cuanto que es acogida y educada en el
matrimonio”.
(IB SENT 30,9. A, 2 AD 4).
Esta misión la
cumplió José admirablemente, educó, acogió y sirvió de modo admirable en medio
de las vicisitudes y dificultades que se
planteó ante el misterio admirable que Dios le proponía: “No temas aceptar a
María como tu esposa”.
¿Cómo podríamos
llamar la paternidad de José respecto de Jesús?; Putativa, nutricia, de
crianza, afectiva; son algunos de los apelativos que ha recibido.
Teológicamente hablando la que más sentido tiene es la de virginal.
Así lo deja
entrever san Jerónimo:
“Tú pretendes que María no permaneció virgen; pues yo voy más lejos:
Yo sostengo que José permaneció virgen a causa de María, a fin de que un hijo
virgen naciera de un matrimonio virginal. José guardó la virginidad con María y
mereció ser llamado padre de nuestro Señor Jesucristo”.
(ADVERSUS HELVIDIUM nro 19).
De igual modo
como María fue hecha madre sin la concupiscencia de la carne, así José fue
hecho padre sin ninguna unión carnal.
Gauthier afirma:
San José cooperó en el orden de las causas morales, de una manera que le
pertenece como propia, a la venida de Cristo sobre la tierra.
José como
“Hombre justo” consintió por adelantado, de manera implícita e interpretativa,
el cumplir la misión que Dios le exigía para realizar el misterio de la
encarnación.
De lo anterior
podemos concluir lo siguiente:
1.
La paternidad de san José no
fue física sino natural.
2.
No se puede decir que la
paternidad de San José fue real y verdadera; propia y plena en el sentido
absoluto de la palabra.
3.
Las denominaciones de padre,
legal, putativo, nutricio, afectivo, adoptivo, virginal, o vicario del padre
celestial, expresan solo aspectos parciales o incompletos de la paternidad de san
José.
4.
La paternidad de san José es
nueva, única, singular, de orden superior a la paternidad natural y adoptiva
humanas.
El matrimonio de
José y María, fue decretado por altísima ordenación de Dios para recibir en él
a Cristo, a lo cual concurrieron José y María ante todo por su libre
consentimiento.
Este matrimonio
fue ante todo ordenado a recibir y a educar esta prole divina.
“¿Será entonces
digno de llamarse padre, aquel que engendra un hijo accidentalmente, sin
quererlo y sin amar?”.
José es “PADRE”
en cuanto conciente y acepta la encarnación del Verbo en María su esposa, por
su fe y su obediencia a la voluntad de Dios.
El sí de María
como esposa virginal, dependió del sí de José.
María debía
estar casada por ser la madre del hijo de Dios, y serlo virginalmente de
acuerdo con su esposo. Tanto el matrimonio como la virginidad dependían de José
y de su sí voluntario y consciente. He aquí el fiat de José: El sí a las
condiciones requeridas por Dios para la encarnación: Debía ser una virgen,
desposada dentro de la descendencia davídica. José da el sí aceptando entrar en
el misterio de este matrimonio único y singular, realizando en su vida y la de
María todas las condiciones requeridas para la concepción del Salvador.
¿Qué grado de
conocimiento tenia José de estas realidades previstas providencialmente por
Dios? Muchos creen que un grado mínimo o ninguno.
No obstante se
puede pensar que dada la providencia especialísima de Dios tanto como para
María como para José; este debió tener el conocimiento suficiente y mínimo de
las principales profecías mesiánicas, con lo cual la aceptación del matrimonio
virginal con María se constituyó en un sí a las condiciones de la encarnación.
Sí necesario,
por ser el esposo por voluntad de Dios de aquella que será la madre del
Salvador. (Fiat anterior al de María). Sin ese sí José hubiera quedado
totalmente al margen del misterio, que se realizaría únicamente en María, y él
llegaría a entrar voluntariamente en el plan de Dios sólo después de que se
hubiera realizado este misterio.
El sí de José
con el mínimo de conocimiento necesario y suficiente, dado al matrimonio y a la
virginidad conyugal, fue la condición requerida por Dios para que José entrara
desde el momento mismo del matrimonio en el plan de Dios de la encarnación, de
una manera humana, consciente y voluntaria. Al aceptar las condiciones de la
encarnación; José acepta a Jesús implícitamente. Lo acepta virginalmente dentro
de los designios de Dios; aceptación que a la vez constituye el fundamento de
la paternidad virginal.
Al respecto
afirma el Papa Juan Pablo II:
“En esta familia José es el padre. No es la suya una paternidad
derivada de la generación; y sin embargo no es “aparente” o solamente
“sustitutiva” sino que posee plenamente la autenticidad de la paternidad humana
y de la misión paterna de la familia”.
(REDEMPTORIS CUSTOS nro
21).
La frase (He ahí
que tu padre y yo te buscábamos) no es una simple frase convencional. José que
aceptó desde un comienzo la obediencia en la fe, descubría ciertamente cada vez
más el don inefable de su paternidad: “Cooperó como verdadero ministro de la
salvación en el plan de Dios”. (R.C. nro 8).
CONCLUSIÓN.
Como
conclusiones generales de este trabajo podemos afirmar:
1.
José es un verdadero padre
aunque no un generador.
En este nombre de esposo de María Santísima, se resumen las dotes
más singulares, y las virtudes más heroicas que pueda tener una simple
creatura. El matrimonio de José con la madre de Dios es razón y fundamento de
todas las dignidades y privilegios de este santo patriarca.
Este matrimonio exige una elevada santidad en ambos cónyuges. Es a
su vez una realidad funcional en orden a la inserción de Cristo en el pueblo de
la alianza y a su revelación como hijo de David.
Jesús es en última instancia, la fuente y el fin de la misión y de
la santidad de José.
2.
José es un esposo más allá del
eros.
En el matrimonio judío se distingue claro entre los esponsales o
noviazgo (que convierten a María en esposa prometida de José) y las nupcias o
introducción de la esposa en la casa del esposo. (Mt 1/24).
José no aparece como un “eunuco” frío protector de una esposa ajena,
sino como compañero ideal de la vida, guía seguro y amoroso defensa y sostén de
todas las eventualidades de una existencia difícil.
Se trata en efecto, de un matrimonio vivido en la virginidad de vida
que implica un amor profundo, pero no orientado al sexo y a la generación. Es
una situación conyugal nueva, anticipo de la condición escatológica.
Este carácter virginal de este matrimonio especial conserva un
significado purificador y normativo, en un mundo en que las exigencias de la
sexualidad se exaltan, haciendo olvidar la exigencia más esencial de una
comunión de espíritu y de corazones.
3.
José es justo en cuanto que es
hombre profundamente religioso, pues no se arroga el derecho de intervenir en
el plan de Dios sin recibir una vocación.
Justo es el que camina a su ritmo por los senderos de Dios. José es
un modelo místico que busca sintonizar con el Dios de la salvación. Sabe
mantenerse siempre en segundo plano dejando toda la gloria a Jesús; tal debe
ser la función de la iglesia si queremos que el mundo descubra de nuevo el
esplendor de la palabra de Dios afirma el teólogo K. Barth.
José es la figura que hace posible un consenso ecuménico, en él se
vive y se da una autoridad familiar servicial, es aquel que en su existencia
terrena aparece vitalmente abismado en la adoración a Dios, en el que confía
totalmente.
De esta espiritualidad de José, están sumamente necesitados los
cristianos de hoy.
Es necesario entonces, seguir profundizando en la vida de este santo
varón y seguir con entusiasmo renovando en nuestro pueblo la devoción y el
aprecio, a la figura de este insigne varón modelo de virtudes.
Sería interesante ve la incidencia de José en la religiosidad
popular colombiana.
Terminemos este trabajo escuchando las admirables palabras de san
Bernardino de Siena para con este varón ilustre.
FIEL CUIDADOR Y GUARDIÁN
“Es norma
general de todas las gracias comunicadas a cualquier criatura racional, que
cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún
estado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así
elegida, y que la adornan con profusión.
Ello se realizó
de un modo inminente en la persona de san José, que fue verdadero Esposo de la
reina del mundo y señora de los ángeles, que fue elegido por el padre eterno
como fiel cuidador y guardián de sus más preciados tesoros, a saber, de su hijo
y de su esposa; cargo que cumplió con absoluta fidelidad.
¿No es este el
hombre especialmente elegido, por el cual y bajo el cual Cristo fue introducido
en el mundo de un modo regular y honesto?
Él en efecto,
cierra el Antiguo Testamento, ya que en él la dignidad patriarcal y profética
alcanza el fruto prometido. Es el único que poseyó corporalmente lo que la
condescendencia divina había prometido a los patriarcas.
Hemos de suponer
sin duda alguna, que aquella misma familiaridad que Cristo tributó a José
mientras vivía aquí en la tierra, como un hijo con su padre, no se le ha negado
en el cielo; al contrario lo ha colmado y consumado.
Este gozo
festivo no solo se halla dentro de él, sino que lo rodea y absorbe por todas
partes, y esta sumergido en él como un abismo infinito.
Pasa siervo
bueno al gozo de tu señor. Acuérdate pues de nosotros, bienaventurado José e
intercede con tus oraciones ante tu hijo; haz también que sea propicia a
nosotros la Santísima
Virgen María, tu esposa, que es madre de Aquel que con el
Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos”.
BERNARDINO DE SIENA: (Extracto sermón 2, sobre San José: Opera 7,
16. 27-30).
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VARIOS AUTORES: Comentario
Bíblico Internacional. Ed Verbo Divino. Navarra, España 1999.
Tomado de la Revista Regina
Mundi nro 45
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