La
cronología de María Santísima
Monseñor Marcos Lombo Bonilla
Sociedad Mariológica Colombiana
René Laurentin dice: “Sobre las bases históricas inevitables
del impacto visible de la Encarnación el dogma cobra su sentido” (René
Laurentin. Un año de gracia, P.11).
La Encarnación tiene un impacto visible, esto es, una
repercusión histórica.
Hay que buscar esas bases históricas del impacto
visible.
Es lo que nos proponemos hacer en este estudio de la Virgen
María: la proyección histórica de María a través de los siglos.
PRIMER
HECHO HISTÓRICO: Jesucristo es el dueño del cosmos y de
la historia. Cristo es el dueño de la historia, que es la más importante
historia de todas las historias.
El personaje más histórico es Cristo y pertenece a la
HISTORIA MAS HISTÓRICA DE LA SALVACIÓN.
Él está en el hecho histórico, dentro de las coordenadas del
tiempo y del espacio: ese es el estilo de Dios: todos los libros sagrados son
la historia de la salvación expresada por autores históricos que sitúan esa
historia en circunstancias precisas de tiempo y lugar.
Esa precisión histórica del Cristo histórico, visible,
audible, tangible, la expresa Juan en su carta cuando dice: Lo que existía
desde el principio, lo que hemos oído (Cristo histórico audible), lo que hemos
visto con nuestros ojos, lo que contemplamos (Cristo histórico visible), lo que
tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (Cristo histórico
tangible).
Al lado de Cristo está María, dueña de la historia porque
ella es la que introduce al Eterno en el tiempo. Ella es la causa, la plenitud
de los tiempos, es decir, la que causa el hecho histórico, trascendental,
indestructible, el hecho histórico salvífico que es el que le da consistencia
a, toda la historia humana que es salvífica, y si no es salvífica ni es
historia ni es humana.
Todo lo comanda este principio: La historia del hombre es un
HECHO HISTÓRICO SALVÍFICO UNIVERSAL LLEVADO A CABO POR CRISTO Y POR MARÍA
SEGUNDO
HECHO HISTÓRICO: María en toda su historia y la
historia de María es antes de los siglos es en el Antiguo Testamento y es el
Nuevo Testamento. que aún está en marcha.
Y viniendo al primer hecho histórico de María, la
encontramos proféticamente bosquejada en el PROTOEVANGELIO; o sea, en el
anuncio de que una Mujer aplastaría la cabeza de Satanás: “enemistad pondré
entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: él le pisará la cabeza
mientras acechas su calcañar” (Gén. 3, 15). El anuncio es ya un hecho histórico
en su formulación.
El pasaje de la Sagrada Escritura es histórico: Histórico
Jahveh que habla, históricos los primeros padres que perdieron la gracia y la
vida corporal. Histórico el pueblo que guardó los oráculos, les creyó y vivió
esperándolos; histórico el proceso genético de la liturgia. Ya Alejandro VII
empleó la fórmula: María preservada inmune de la mancha original. Histórico el
hecho de que 546 Obispos de los 630 consultados se declararan a favor de la
Inmaculada; histórica la definición solemne el 8 de diciembre de 1854.
María a través de los siglos es, como Cristo, un hecho
histórico audible (oíd: Sois concebida
María sin pecado original) visible =
por todas partes imágenes de la Inmaculada; tangible en sus devotos;
perceptible en las flores que exhalan sus aromas.
TERCER
HECHO HISTÓRICO: María aparece insinuada en las bellas
figuras bíblicas y en las excelsas mujeres del Antiguo Testamento:
Hija de Sión (Sof 3, 14); vara de Jesé que ha florecido en
Nuestro Señor Jesucristo; la virgen grávida que da a luz (Is. 7, 14); ella es
la mejor de los anawin o pobres de Yahveh; en el idilio enternecedor del Cantar
de los Cantares, hecho sobre todo para expresar cómo ama Dios a María y cómo
ama María a Dios.
Ella en grado sumo tuvo las excelsas virtudes y gracias de
las mujeres del Antiguo Testamento.
Todos estos son hechos históricos cuyos lugares y momentos
se conocen, cuyos autores son personas identificables, cuyos escritos fueron
conocidos, estudiados y pertenecieron a un pueblo que rindió culto de latría a
Yahveh.
Estamos frente al hecho histórico (coordenadas espacio-temporales)
que también quedó escrito, que arraigó en la entraña popular, en el cantar, en
el culto, que se tradujo en el proceso genético en la Liturgia; esta celebra a
la Virgen María estirpe escogida de Israel (1a de las 46 musas en
honor de la Virgen); aclama a la hija de Sión y a la Paloma del Cantar de los
Cantares, y a la Virgen de los pastores y de los magos.
Todo esto es un hecho histórico, sigue venerado a través de
los siglos, objeto de culto, centro de interés de poetas, pintores y escultores;
es el hecho en sus bases históricas y en su proceso secular; al fin y al cabo
el impacto visible, audible, tangible de la Encarnación del Verbo.
¿Cuál es el hecho histórico entre todos los hechos
históricos? La Encarnación del Verbo:
se encarnó y se hizo hombre en las purísimas entrañas de la Virgen María.
CUARTO
HECHO HISTÓRICO: La encarnación del Verbo el año 1° de
CRISTO.
Escoge Cristo a María como la persona clave en el hecho
histórico, salvífico, universal. Por eso María es el Paraíso de la Encarnación,
la obra maestra de la Redención y la más alta expresión de la Glorificación. La
Encarnación es Redentora.
La aceptación de la Encarnación es una cooperación inmediata
a la obra de la salvación y en concreto a la salvación por la Cruz. Esta es la
dimensión ilimitada de las palabras: He
aquí la esclava del Señor.
La ubicación de María en el misterio salvífico universal la
expresa Pablo VI en la Marialis Cultus,
introducción Apartado 3, así: “María está en la raíz del misterio de Cristo y
la coronación del misterio de la Iglesia”.
Para el misterio de la salvación necesita Dios toda la
persona de María: su cuerpo para formar el cuerpo de Jesús Redentor, su alma la
más semejante y la más cercana al alma de Cristo, su voluntad libre porque
quiere proponerle pero no imponerle el misterio salvífico.
María delibera si se compagina lo que le ofrece el ángel:
sería Madre de Dios, con lo que Ella le ha ofrecido a Dios desde su primer acto
consciente: ser la esclava del Señor.
El año lo de Cristo, María da su consentimiento
en Nazaret con la palabra más sublime que ha salido de labios humanos: “HE AQUÍ
LA ESCLAVA DEL, SEÑOR. HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA”.
De esa manera causa María la plenitud de los tiempos: cronos
se vuelve Jaris, el tiempo Eternidad, Dios hombre y una mujer tiene como hijo a
Dios.
Los hechos históricos están temporalizados y localizados por
las coordenadas espacio-temporales. Se sabe en qué lugar sucedieron y en qué
tiempo.
En estos hechos históricos intervienen no sólo la persona
protagonista sino otras que comprueban y atestiguan el hecho. El hecho
fundamental de María es central: divide en dos las edades: antes de Cristo y
después de Cristo. Todos los hombres mirarán hacia ese hecho y al llevar la
cuenta de los años dirán: llevamos la cuenta del momento en que el Verbo de
Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, y ese hecho lo debemos a una Mujer:
María, y a una palabra suya, y sucedió en Nazaret y marcó en el reloj de la
historia el año 1.
Realmente María es la dueña del cosmos y de la historia.
Este es el hecho salvífico universal de Cristo y María.
San Bernardo en la homilía cuarta sobre el missus est dramatiza este momento el más importante que ha vivido la
historia:
“El mundo entero a vuestras plantas postrado espera con
ansia la respuesta, porque de vuestra palabra depende el consuelo de los
miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la
salud de todos los hijos de Adán y de todo vuestro linaje. Dad Virgen, pronto
la respuesta. Oh Señora: responded aquella palabra que espera la tierra, que
espera el infierno, que esperan todos los ciudadanos del cielo. El mismo Rey y
Señor de todos, desea la respuesta de vuestros labios por la cual sin duda se
ha propuesto salvar el mundo”.
María es la persona que mantiene en espera a todos los
seres. Tiene a su corazón, en su voluntad, en sus labios la suerte de todo.
Históricamente consta que es la Mujer del destino de la
historia humana, de la historia salvífica de la historia de Dios. No mirar a
María en ese centro histórico, foco a donde va todo, foco de donde se expande
todo, es ignorarla.
Fue llamada María centro de interés de todos los siglos; en
realidad, debemos llamarla punto focal a donde llega la historia y punto focal
desde donde se expande la historia.
No tener el impacto histórico que causa María es falsear la
personalidad de María. San Pablo, en la única referencia qué hace de María
(Gál. 4, 4), destaca bien el impacto histórico de María porque dice que Ella
está en la plenitud de los tiempos. Esto es lo que no podemos olvidar: María
está en la plenitud de los tiempos.
QUINTO
HECHO HISTÓRICO: seis meses antes de nacer Cristo.
María visita a Santa Isabel.
Allí el Espíritu Santo le comunica a Isabel que María es la
Madre, santifica a Juan Bautista en el seno de su Madre, le inspira a María
Santísima el Magnificat que es la
marcha triunfal de la Soberana de cielos y tierra.
La visita es el rompimiento del silencio de la Anunciación:
es el señalamiento ruidoso del hecho de María, es la proclamación que el
Espíritu Santo hace de la Maternidad divina que Ella guardaba en su corazón,
pero sin decir palabra; es un entregar a María al comentario, de todos los
suyos, de todos sus amantes y de todos sus devotos.
La misma que divulgó la Maternidad divina, divulgó el
diálogo del Arcángel y entregó a la primera comunidad cristiana el tesoro del
Ave María completa en su primera parte.
Si en la montaña de Judea (Lc. I, 56) el temor invadió a
todos por el nombre de Juan y se preguntaban ¿qué será este niño? ¿Qué comentarios harían con relación a María?
No otros sino decir: Tú eres la llena de
gracia, el Señor está contigo y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Desde entonces se sabe quién es María, cómo es la salutación
angélica, a quién hay que reportear para saber quién es María.
Desde entonces S. Lucas puede preguntar y preguntar,
reportear y reportear, documentarse para los Evangelios de la infancia. Así se
conoció históricamente el hecho de María que entonces era un cofre cerrado, una
fuente sellada, un vergel inaccesible.
Así se comprende cómo, para el que lea el relato de la
Anunciación sin apreciar por el impacto histórico de la revelación de Santa
Isabel, cuál es la clave del cofre, cuál el ingreso a la fuente sellada y al
vergel inaccesible que nos revela la prima de la Virgen, seguirá sin entender
el misterio.
Así se hace patente que el hecho histórico que es María debe
ser estudiado, admirado y venerado en una secuencia histórica, en el itinerario
de la peregrinación histórica de María de que habla Juan Pablo II.
María es un personaje que no puede ser conocido sino en el
conjunto histórico de la que es, como su Hijo, dueña del cosmos y de la
historia. Para apreciar en todo su valor histórico este hecho de la
Anunciación, conviene hacerse las siguientes preguntas:
¿Dónde ocurrió este hecho? ¿Cuándo ocurrió? ¿En este hecho
tienen un perfil histórico bien definido María, Isabel, Juan Bautista y Lucas,
el Evangelista?
¿Tienen estos hechos repercusión histórica para la primera
comunidad cristiana, para la redacción del tercer Evangelio, para las raíces
del culto a María en el primero y en los siguientes? ¿Perdura la revelación de
Isabel hasta el día de hoy en algún hecho cultural, secular, mundial que haya
vencido las barreras del tiempo y del espacio? ¿Cómo se podría probar que el
Santo Rosario tiene en la visitación las raíces de su autenticidad, de su
universalidad, de su sentido salvífico en el binomio Jesús y María?
Se puede asentar como axioma mariano que no conocer a María
en toda su secuencia histórica secular es ignorarla.
SEXTO
HECHO HISTÓRICO: Data del siglo III la oración popular
más antigua en honor a María.
Dice así: “Bajo el manto de tu misericordia nos refugiamos,
Theotokos, Madre de Dios. No rehúses nuestros ruegos en la necesidad, antes
bien sálvanos del peligro, Tú sola casta y bendita”. Papiro 470 de la John
Rylands Iibrary-Manchester.
Ya antes del Concilio de Éfeso (431) se llamaba María
“Theotokos Madre de Dios” (R. Laurentin, Un año... 119).
¿Se explica esta oración sin la realidad histórica del año 1
en Nazaret?
Le añade a esa realidad, la realidad de la confianza, de la
plegaria, es una creación, pero una creación debida a esa primera realidad
histórica del año 1 en Nazaret. ¿Esta oración es una realidad del siglo III, y
en los otros siglos, y ahora? Es una realidad en todos los idiomas del mundo.
Cómo sube todavía angustiosa pero confiada la oración que
repetimos: Bajo vuestro amparo nos
acogemos Santa Madre de Dios.
María, la preocupación de todos los siglos, el punto focal
de la Historia. El conocimiento de María se agiganta a medida que apreciamos su
existencia en el paso de los siglos.
SÉPTIMO
HECHO HISTORICO: En 431 el Concilio de Éfeso definió la
Maternidad divina de María.
Fue S. Cirilo de Alejandría el paladín de la maternidad
divina. La definición dogmática dice así: Si alguno no confiesa que Dios es en
verdad Emmanuel y que por causa de esto la Santa Virgen es Madre de Dios, pues
engendró de su carne al que era el Verbo de Dios, sea anatema.
Este hecho histórico tiene que ver con otro que podemos
llamar hecho histórico fundante en la historia de Cristo y de María. El hecho
de Éfeso en 431 es la resonancia del hecho fundante central del año 1.
Cf. el cuarto hecho histórico: el del año 1 de Cristo.
Y entre los. dos hechos históricos: el del año 1 y el del
año 431 no hay vacío ni solución de continuidad sino concatenación perfecta:
tradición oral apostólica, fijada después en los Evangelios escritos, pues “la
economía de la Revelación se cumple por hechos y palabras íntimamente trabados
entre sí, de suerte que LAS OBRAS LLEVADAS A CABO POR DIOS EN LA HISTORIA DE LA
SALUD MANIFIESTAN Y CORROBORAN LA DOCTRINA, y las cosas significadas por las
palabras las proclaman las obras y corroboran el misterio en aquellas contenido.
DEI VERBUM 2
Las obras llevadas a cabo por Dios en la historia de la
salud corroboran las palabras; las palabras proclaman las obras.
Por eso hay que darle mucha importancia a la historia: la
historia es la Revelación en marcha.
Toda la actuación de María se cumple en un gran proceso
histórico: Rm. 6. Si se pudieran reducir a un sólo lugar todas las presencias
de María, la que tiene en la revelación vetero-testamentaria y la que tiene en
los veinte siglos de cristianismo, tendríamos una visión no recortada por las
coordenadas espaciotemporales y podríamos comprobar que María “negotium omnium populorum” es el centro
de interés de todos los pueblos, a lo largo de todos los siglos y a lo largo y
ancho de todos los espacios.
Pero esa misma “MARIOVISIÓN” sería incompleta porque no
podría abarcar toda la vida desbordante de María hacia Dios y hacia los
hombres, ni abarcar toda la vida desbordante de Dios y de los hombres hacia
María.
Cuántas dimensiones mariales se escapan a los que no saben
profundizar en el hecho mariano que va a lo largo de la historia en todos los
radios en que se abre la historia humana que es divina que es marial, que es
salvífica, que es universal.
Siguiendo el hecho histórico fundante de Cristo y de María,
los concilios de Éfeso y Calcedonia llaman a María la Theotokos y Parthenos Panagia (hecho histórico del Magisterio
docente) y miles y miles de fieles siguen aclamando a María Santa Madre de
Dios, Virgen Santísima.
Ya que señalamos la presencia histórica de la maternidad
divina y de la virginidad, mencionaremos el hecho histórico de María la
vencedora del demonio desde el primer instante.
Cf 2 Hecho histórico: La figura de la Mujer Madre del
Redentor en el Protoevangelio y proclamemos también la figura de María asunta
al cielo en cuerpo y alma.
OCTAVO
HECHO HISTÓRICO: La asunción de María en un texto de
San Gregorio de Tours, muerto en 593:
“Finalmente,
cumpliendo el curso de esta vida por la Bienaventurada Virgen María, como ya la
llamaba Dios, se reunieron de todas las regiones los doce apóstoles, en la casa
de María, y avisada Ella de lo que había de acontecer: su salida de este mundo,
estaba en vela y todos ellos con Ella; y he aquí el Señor Jesús con sus ángeles
y tomando el alma de María la entregó a San Miguel Arcángel y se ausentó”.
“Por la
mañana la levantaron y la pusieron en un monumento, en espera de la venida del
Señor: Y he aquí que se hizo presente el Señor: Y tomando el cuerpo ordenó que
fuera llevado en una nube al paraíso. Desde entonces su alma goza con todos los
santos de la eternidad, sin peligro de que termine” (ML.
71, 708).
NOVENO
HECHO HISTORICO: El
Emperador Mauricio el año 600 decretó para su imperio la fiesta de la Asunción.
Estableció que para la gran fiesta de María fuera su dies natalis, es decir, el día de la
Asunción al cielo. Históricamente ha sido celebrada la Asunción en toda la
liturgia (el hecho mariano en el culto mariano) y en la iconografía el hecho
mariano del arte mariano.
Dejando para un sitio especial la definición del dogma (el
hecho mariano en las grandes definiciones marianas) debemos recordar como Pablo
VI, en la homilía del 15 de agosto de 1963 en Castelgandolfo, dice que una de
las fiestas más insignes y queridas del año litúrgico es la fiesta de la
Asunción.
DÉCIMO
HECHO HISTÓRICO: de 715 a 729 fue patriarca de
Constantinopla San Germán a quien se le atribuye el himno Akatisto.
Con ese himno llegamos a una cumbre en el hecho mariológico:
cumbre que supone haber ido ascendiendo por los hechos mariológicos anteriores,
cumbre que supone la inteligencia del misterio, es decir, las cosas
significadas por las Palabras Divinas, como dice la Dei Vérbum N. 2, es decir, las mismas palabras expresan cosas, es
decir hechos.
El misterio entendido: he aquí un hecho histórico; el fervor,
la llama de amor viva, (un hecho histórico). María es no solamente admirada
sino amada, amada por las multitudes (hecho único en la historia).
Le dicen las masas corales (hecho histórico) y los coros
orantes (hecho histórico).
Quien no tenga capacidad receptiva del hecho mariano, no
puede disfrutar de María que llena la historia, la mueve y la marianiza.
Este himno Akatisto en los monasterios griegos lo recitan
cada día; en Rusia lo recita cada día el clero secular. Es popularísimo y
constituye como la devoción oficial de la Iglesia griega: viene a ser el
rosario de la Iglesia griega. El himno es una verdadera construcción
arquitectónica en sus doce estrofas y sus 144 aclamaciones. Está hecho con todo
el arte, con todo el amor, con todo el fervor.
Ya en el siglo octavo ese pueblo griego supo tener para con
María las actitudes culturales que señala Pablo VI en la Marialis cultus N. 22, como señales culturales marianas veneración
profunda: eso respira el AKATISTO, amor ardiente que se enciende en todas las
estrofas, confiada invocación, conmovido porque el himno es la admiración ante
MARÍA a quien es imposible alabar dignamente y atento estudio de la Cooperadora
del Redentor.
Es que lo mismo piensa y siente de María un S. Germán en el
siglo VIII que un Pablo VI en el siglo XX o un Juan Pablo II sucesor de Pablo
VI.
Cuando Juan Pablo II lo cantó en la Basílica de San Pedro
con los Patriarcas orientales con todo el lujo y esplendor de la liturgia
oriental, con toda la majestad de la lengua griega, con tantos incensarios como
manos patriarcales, entonces se supo que todo lo merece la Madre de Dios y que
honrar a María es honrar a Dios porque Ella es el hecho salvífico universal de
Cristo y de María.
También en Ibagué por esos mismos días los Coros del Conservatorio
cantaron con toda perfección el himno Akatisto, uniéndose al hecho mundial del
culto a la Virgen Santísima.
UNDÉCIMO
HECHO MARIANO: Aparece un devoto cumbre de María de 1090 a 1153, que pasó a
la posteridad de ser devoto de María, aunque tenía muchos otros títulos para la
inmortalidad, que mira en Ella la Madre de la gracia. Frases como éstas hacen
imperecedera la figura de San Bernardo:
“El
universo entero postrado a tus pies espera”. “María es la mujer de doce
estrellas:
I. Su
generación. 2. Es saludada por el ángel. 3. Fecundada por el Espíritu Santo. 4.
Concibe a Dios. 5. Es fecunda. 6 Es Virgen. 7. Es grávida sin fatiga. 8.
Alumbró sin dolor 9. Es dulce. 10. Es pura. 11. Humilde y creyente. 12. Es
mártir”.
“Si
luchas en la mar, mira a la Estrella, llama a María”.
Todas estas frases llevan el sello inconfundible de San
Bernardo, y siguen resonando a través de los siglos como el hecho mariano en el
corazón, en los labios y en la pluma de S. Bernardo y en el corazón y en los
labios y en la pluma de muchos siglos y generaciones.
Inmenso personaje histórico es S. Bernardo, pero apenas es
un punto ante María Santísima que es un hecho histórico, salvífico, universal
antes de S. Bernardo, en la existencia histórica de S. Bernardo y después de S.
Bernardo.
DECIMOSEGUNDO
HECHO HISTÓRICO: Salvífico universal Mariano de Cristo
y de María en el conjunto histórico del Rosario de María.
Desde la mitad del siglo I d.C. hasta el final de ese siglo
I, estamos ante un hecho (el impacto inevitable de los hechos que dice René
Laurentin) histórico, salvífico universal, fundante, central, focal de Cristo y
de María.
Tiene consistencia indestructible, concatena toda la
historia de María corre a través de todos los siglos, es algo vital que
conmueve los órdenes espaciotemporales en muchos lugares y momentos, incluye
personas, ciudades, regiones y al mundo entero. Nadie puede abstraerse a la
realidad de este hecho histórico.
Este hecho histórico es apenas un dato en la inmensidad del
hecho mariano.
Primero fue la Palabra Apostólica que fue pregonando a
manera de Kerygmas hechos como la
Anunciación del Arcángel, la visita a Santa Isabel, el Nacimiento, la
Presentación en el Templo, el hallazgo a los doce años.
Quedaron narrados hechos como la Agonía, la Flagelación, la
Coronación de espinas, el camino de la Cruz la Crucifixión. Se fueron
transmitiendo de boca en boca la Resurrección, la Ascensión y la Venida del
Espíritu Santo.
Todos estos hechos, antes que quedaran consignados por
escrito, se fueron pregonando en los Kerygmas,
se fueron narrando en las primeras asambleas, se fueron convirtiendo en módulos
del culto cristiano.
No se debe preguntar tanto qué símbolos de la fe compusieron
los Apóstoles. Se debe preguntar qué celebraron en el culto los Apóstoles y qué
hicieron celebrar a las primeras comunidades.
El pueblo cristiano vivió, cantó, celebró todos esos
misterios, toda esa magnalia Dei en
forma de hecho histórico salvífico universal mariano, que tiene el sello de
Cristo, porque María es de Cristo, por Cristo, para Cristo y con Cristo.
Las primeras comunidades cristianas celebraron los hechos
con los hechos; los hechos de Cristo y de María con el culto de Cristo y a
María.
Así se ve el arbitrario y postizo de querer introducir una
dicotomía entre Cristo de la fe y Cristo de la historia.
Cristo fue ante todo un personaje, hechos de culto.
Así surgió el culto a los hechos de Cristo: a los hechos del
Rosario que después recibieron el nombre de misterios del Rosario.
Después los Santos Evangelios fueron relatando por escrito
en forma tan ordenada que fue fácil distribuidos en misterios gozosos,
dolorosos y gloriosos.
La gran proyección arquitectónica para el Santo Rosario la
trazan desde la segunda mitad del Siglo I los Evangelios.
Por eso Pablo VI recuerda que el Santo Rosario ha sido
llamado “Compendio de todo el Evangelio
", y añade que el Rosario es un “vástago germinado sobre el tronco secular
de la liturgia cristiana” (M.C.N. 48).
La asamblea cristiana es una verdadera Epifanía
(manifestación externa) de la Iglesia: “La principal manifestación de la
Iglesia se realiza en la participación plena y activa de todo el pueblo Santo
de Dios, en las mismas celebraciones litúrgicas, particularmente en la misma
Eucaristía, en una misma oración, junto al único altar, donde preside el Obispo
rodeado de su Presbiterio y Ministros” (S.C.N. 41).
“La
Virgen está constantemente presente y operante en la vida de la Iglesia”
(Collectio Missarum N. 36; Praenotanda N. 36).
El hecho histórico secular del Rosario es cosa más admirable
que la construcción de los templos, principalmente de los templos góticos,
porque cada templo está circunscrito a un tiempo y a un lugar, en cambio, el
hecho del Rosario es un hecho que rompe las barreras del tiempo y del espacio.
La arquitectura del Rosario es suministrada toda por el Evangelio. Este da las
bases, las columnas, los capiteles, las bóvedas, las arquerías de la
Construcción: no es el Rosario un templo estático sino una realidad dinámica,
palpitante, en la que toman parte todos los agentes empeñados en labrarle a
María esta construcción, porque el Rosario es una obra maestra de toda la
Iglesia para rezarle a María, para alabar a María, para ofrendarle este cofre
inmenso, esta pedrería suntuosa, este obsequio digno de María, digno de la
Iglesia que lo ha labrado, con santidad, con amor; es la interpretación del
alma, de todas las almas que le han consagrado a María este obsequio secular
con esta dedicatoria:
¡Oh María, rosa divina
esplendor del Paraíso
eres bella, eres hermosa,
con el niño en tu regazo,
como lirio, como rosa,
oh María, rosa divina!
Todos los que comentaron los pasados Evangelios aportaron un
tesoro para el Rosario: S. Proclo, S. Cirilo de Alejandría, S. Efrén, San Juan
Damasceno.
Pero los gigantes de esta devoción fueron Alano de Rupe y
Santo Domingo de Guzmán, que la difundió y la encomendó a la Orden de Predicadores.
DECIMOTERCERO
HECHO HISTÓRICO: Dentro de la historia secular
palpitante universal del Santo Rosario.
Este demuestra la capacidad del Santo Rosario
para conmover al mundo y para hacer un hecho histórico de María Santísima.
Escojamos el misterio de la presentación del Niño Dios en el templo.
Juan Pablo II llama este pasaje del Evangelio segunda
Anunciación a María Santísima. Desde entonces fue introducida en el
conocimiento de la Cruz, y con qué palabras:
Una espada de dolor atravesará tu alma”; desde entonces es una entrega
total a la Redención dolorosa en esta Presentación en el Templo que Juan Pablo
II llama la segunda Anunciación; desde entonces Ella envuelve a su Hijo y hace
de Él el signo de contradicción.
Desde entonces empieza a ser el hecho histórico inmenso de
la compasión de Cristo en su sacrificio. Desde entonces, desde la Presentación
del Niño Dios en el Templo su corazón está siempre sangrante y como el corazón
es el émbolo de las lágrimas y de la sangre, como una bomba impelente, lanza
sin cesar las lágrimas y la sangre para hacer vivir sin limitaciones de tiempo,
ni de espacio, el misterio de la Redención: la muerte de los niños inocentes,
el destierro a Egipto, las penalidades concomitantes, vive el regreso doloroso;
vive sobre todo el episodio enigmático del hallazgo en el templo: allí sabe que
Jesús tiene un Padre en el cielo que lo destina a la muerte.
La vida oculta en Nazaret es la perspectiva del condenado a
la muerte y muerte de Cruz. La vida oculta en Nazaret se hace la contemplación
anticipada de todos los pasos de la Pasión. Cuántas veces le dijo a su madre:
El Hijo del Hombre tiene que ser traicionado, flagelado,
coronado con espinas condenado a la Cruz y morirá en la Cruz, pero al tercer
día resucitará.
Cuántas veces descansaría con Ella en el hecho histórico de
la Pasión meditada, orada, llorada y devorada con Ella. María es la Pasión
antes de la Pasión, es la Pasión en la Pasión y la Pasión después de la Pasión.
Y a lo largo de los siglos el hecho histórico de María
Dolorosa, todo lo invade. El Stabat Mater
no es sino un detalle. El O quot undis
lacryma rum no es sino un detalle.
DÉCIMO
CUARTO HECHO HISTÓRICO: María en Jean Paúl Sartre,
en la Trapa y
en León Bloy.
Un ateo moderno, Jean Paúl Sartre, comenta el nacimiento del
Niño Dios en la gruta de Belén así:
“La Virgen está pálida, contempla al Niño. Podría leerse en
su rostro una ansiedad aparecida sólo una vez en la faz humana: Cristo es su
hijo, carne de su carne y fruto de sus entrañas; lo ha llevado dentro de sí
nueve meses y va a amamantarlo, y por momentos la tentación es tan fuerte que
olvida que es Dios. Lo estrecha en sus brazos y le dice: pequeño mío”.
Pero en otros momentos queda cohibida y dice: “Dios está aquí”. Y presa de un horror
religioso por este Dios mudo, por este Dios que aterroriza.
Todas las madres se ven así plasmadas en ciertos momentos
ante ese fragmento rebelde de su carne que es el Hijo y se sienten extrañas
ante esa vida nueva que se ha hecho con su propia vida y en la que habitan
pensamientos foráneos.
Pero pienso también que hay otros momentos rápidos y
huidizos en que Ella experimenta a la vez el pensamiento que Cristo es su Hijo,
su pequeñín y que es Dios.
Lo mira y piensa: “Este
Dios es mi hijo. Está hecho de mi carne. Esta carne divina es mi carne. Está
hecho de mí, tiene mis ojos y la forma de su boca es la forma de la mía. Se me
parece: Es Dios y se parece a mí. Ninguna mujer ha tenido de esta manera a su
Dios para Ella, un Dios pequeñito que se pueda tomar en brazos y cubrir de
besos, un Dios cálido que sonríe y que respira”.
“En uno
de esos momentos me gustaría pintar a María si yo fuera pintor” (Tomado
de René Laurentin, Un año de Gracia,
p. 5).
Esta contemplación de María por Sartre es sublime. Pensar
que Sartre es el filósofo ateo existencialista que dice:
“Dios me mira, me hace
sentir que soy una náusea. Es mi desgracia tortura y mi desgracia para mí sería
mejor que no me mirara".
En su contemplación se le escapan ciertas explosiones
propias de existencialismo ateo.
“María
es presa de un horror religioso por este Dios mudo, por este Dios que
aterroriza”.
A la luz del hecho religioso, tiene más razón la mujer
anónima que dice:
“Dichoso
el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron”. Pero
después de esta salida Sartre reacciona y dice con una ternura y exactitud
vencedora de todo desvío y de toda falsa apreciación.
“Ninguna
mujer ha tenido de esta manera a su Dios para Ella sola, como María: un Dios
niñito que se puede tomar en brazos y cubrir de besos. Un Dios cálido que
sonríe y respira”.
María, triunfo del existencialismo ateo ¿Le serviría a Jean Paúl
Sartre esta página para su salvación? Así lo creo.
Basilio de Seleucia en el año 459 d.C. decía:
Cuando Ella contemplaba a este Niño Divino, me imagino, que
por el amor y el temor, se hablan así entre los dos: ¿qué nombre darte que te sea adecuado,
Oh hijo
mío? ¿Hombre? Pero tu concepción es divina. ¿Dios? Pero has asumido a humana
Encarnación. ¿Qué haré por ti? ¿Te alimentaré con mi leche? ¿Te honraré como un Dios?
Y en nuestros días, Juan Alberto de los Cármenes compuso LA
CANCIÓN DEL ASOMBRO DE MARÍA:
Ya no
sé si tocarte... no... Yo no sé si cruzar las manos para acunar Yo no sé si
besarte, no.
Y San Efrén, nacido en 306 dice:
“Nacido ya la Virgen lo calentaba amorosamente y lo
arrullaba, le daba besos, y Él la miraba con sonrisitas de tierno niño,
reclinado en el pesebre y envuelto en pañales".
Y un autor contemporáneo pone en labios del Niño estas
palabras:
“Tus manos son mejores que ricos copones. Tus ojos, Madre
son lámpara hermosa... y tu seno maternal... ¡qué sabroso!... ¡qué acogedor!...
¡qué suave!... Y así solitos será mejor”.
Ese es el hecho mariano que vence los lugares y los
espacios; que es admirado en 1940 por un ateo, como fue admirado por los
pastores y cantado por los ángeles en el año I, como fue admirado en 306 por
San Efrén y en 459 por Basilio de Seleucia, que fue cantado en 1950 por Juan
Alberto de los Cármenes. Es María la del año I de Cristo y la del 306 y la del
459 y la de 1940 y la de 1950.
Es el misterio del nacimiento que pervive a través de los
tiempos; es la Virgen que arranca lágrimas al ateo de París, y dulcísimos diálogos
a Efrén y a Basilio de Seleucia y canciones de cuna a Juan Alberto de los
Cármenes y requiebros del Niño a María al autor contemporáneo.
Es la presencia histórica, ubicua, secular de María. Si no
la sentimos en el siglo I, está en el siglo II o en el III o en cualquiera de
los siguientes. Es lo que se llama el hecho histórico, salvífico, universal,
fundante, focal del misterio de la salvación por Cristo y por María.
Durtal y la Salve Regina:
Y súbitamente se pusieron en pie, todos y un inmenso grito:
la Salve Regina estremeció las
bóvedas. Durtal escuchaba absorto este cántico admirable que nada tenía en
común con aquel grito que se oye en las Iglesias de París.
Este era a la vez triste y ardiente acentuado por las
suplicantes adoraciones que parecía concentrar en sí solo la esperanza
inmemorial de; la humanidad y su eterno lamento.
Cantada sin acompañamiento, por las solas voces indiferentes
a sí mismas y fundidas en una sola varonil y profunda, subía en una tranquila
audacia y se elevaba en un esfuerzo irresistible hacia la Virgen, y después
como retornando a sí misma, como disminuyendo insegura, luego avanzaba más
temblorosa pero tan deferente y humilde que se sentía perdonada y se atrevía
entonces en llamadas evanescentes, a reclamar las delicias inmerecidas de un
cielo.
Era el triunfo comprobado de los neumas, de esas
repeticiones de notas sobre una misma sílaba, sobre una misma palabra que la
Iglesia inventó para expresar el exceso de la alegría interior o de la angustia
interna que las palabras no pueden expresar y eran una especie de lanzamiento
del alma que se escapan de las voces apasionadas de los cuerpos erguidos y
vibrantes de los mojes.
Durtal seguía en su devocionario esta obra de texto tan
corto y de canto tan largo. Cuando la escuchaba, cuando la leía con reverencia,
le parecía que se descomponía en su conjunto para representar tres estados
diferentes del alma, para representar las tres edades del hombre: en su niñez,
en su edad madura y en su ocaso. Era en esencia el resumen de la oración de las
tres edades.
Primero era el canto de la exaltación, el saludo gozoso del
pequeñito que balbucea palabras respetuosas para mimar y con carantoñas de niño
para adular a su madre.
Era la Salve Regina,
Mater Misericordiae; vita, dulcedo et spes nostra, Salve.
Después esta alma, tan cándida, tan sencillamente feliz, ha
conocido ya las faltas voluntarias de pensamientos, las recaídas repetidas.
Entonces unía las manos, sollozando pedía ayuda; ya no
adoraba sonriendo sino llorando.
Era el
AD TE CLAMAMUS, EXULES FILll EVAE, AD TE SUSPIRAMUS: GEMENTES ET FLENTES IN
HAEC LACRYMARUM VALLE.
En fin, ha llegado la ancianidad. El alma yace atormentada
por el recuerdo de los avisos despreciados, por la tristeza de las gracias
perdidas; y vuelta más triste, más débil, temerosa de la destrucción de la
prisión corporal que siente próxima, entonces piensa en la eterna inanición de
los que el Juez condena y él implora de rodillas a la bogada de la tierra y
consejera del cielo con estas palabras:
Eia ergo advocata nostra illos tuos misericordes
oculos ad nos converte et Jesum benedictum fructum ventris tui (a) nobis post
hoc exsilium ostende.
Y a esa preciosa oración que preparó San Pedro Mesonzo en
986, o Herman Contracto o San Bernardo le añadieron estos colosos del culto de
María:
Esto es inaudito, se dijo Durtal, cuando los trapenses
cantaron aquel dulce e insistente clamor, los neumas se alargaban sobre las Oes
que pasaban por todas las tonalidades del alma... Y bruscamente a la palabra
MARÍA, al grito glorioso de este nombre, el canto cesó, los cirios se apagaron,
los monjes cayeron de rodillas, un silencio de muerte se apoderó de la capilla,
lentamente las campanas dieron la hora y el Ángelus
deshojó uno por uno los pétalos espaciados de sus blancos sonidos...
Ante este hecho ocurre preguntar: ¿La Virgen, a quien se
invoca en esta Salve, es una realidad? SÍ.
En el siglo I y en los siguientes es una realidad. La
realidad centro de todos los siglos. María “negotium omnium saeculorum”. Sí, es
una realidad en el siglo I y en los siguientes: una realidad que hace llorar,
que arrebata en amor.
¿Esta belleza de Salve es una realidad? Sí, más que los
discursos de Cicerón o las odas de Horacio o las proclamas de Bolívar. ¿Y los
que compusieron esta belleza de Salve: Pedro de Mesonzo o Herman Contracto o
Bernardo de Claraval son una realidad? Sí, basta consultar la hagiografía y la
patrística.
¿Y los Trapenses que la cantan son una realidad? Sí, lo
comprobó Durtal.
¿Y el canto, las notas, es una realidad? Sí, es el canto
gregoriano que hace pensar en el cielo, en la eternidad, en las edades del
hombre.
¿El paso histórico de la Virgen es un hacinamiento de
escombros de una civilización destruida? No, sino el avance vital, armonioso en
cada espiral más alto, en cada espiral más ancho: es el vuelo de las almas para
honrar el misterio salvífico de Cristo y de María.
Y para que haya un dato local de nuestra Arquidiócesis y
dato contemporáneo, de nuestro siglo, citemos la paráfrasis de Mons. Pedro
María Rodríguez Andrade, obispo de Ibagué, a la Salve. Tiene fecha del 8 de
diciembre de 1955:
Salve
Regina, o splendida Regina, Veraciter divina, nostras humiles preces exaudi Tu
benigna Tuos pios respice greges eos benedic, illumína Salve Regina.
Salve Regina misericordiae Mater velox ad audiendum at
que alacer Divini sanguinis fundens generosum merum aromatum sacrum alabaster
Miesericordiae sine fine Mater Salve, Salve.
Spes
nostra, Salve
Salve
Maria!
Nihil
lucidius, nihil salibrius
Quid
quid tu velis omnino fiet
Maris stellam
te laeti sequimur
Quid
nempe purius
quid
est securius?
Post te
currentes
eanente
sibimus
et in
aeternum jam non peribumus
Spes
nostra, Salve!
Primae
Hevae matris
tristes
filioli
exulses
ploramus
sitientes
peragrantes
Ad Te,
Maria, clamamus.
Te Matrem
invocamus
viatores,
fatigati et anhelantes.
O Heva
inmaculada
exulum
filiorum misererae
Salve,
Salve!
Tomado de la Revista
Regina Mundi
nro 60
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