jueves, 12 de septiembre de 2024

El ángel te llamó llena de gracia

 

Foto Julio Ricardo Castaño Rueda

  

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

“Salve nombre lleno de perfume”, san Teodoto de Ancira

 

El saludo del arcángel san Gabriel a la Santísima Virgen modificó la costumbre de llamarla por su nombre de pila.

La salutación angélica agregó, con el vocablo Kejaritoméne, una dimensión novedosa y perenne a la disciplina de la onomástica.  El nombrarla conectó la realidad de un registro civil judaico con una semántica profunda. Esta se injertó en el alma delicada de la Purísima.  La joven doncella se preguntó qué significaría aquel saludo (Lc 1, 29) y el mensajero celeste le respondió: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios”. (Lc 1,30).

El sagrado nombre de María recibió la explicación reveladora de su misión dentro de la voluntad absoluta de El Omnipotente. Su naturaleza femenina fue iluminada por el trascendental significado de un título que le enseñó su condición inmaculada.

La conciencia de la elegida fue elevada por la anunciación. Ese acto maravilloso la preparó para establecer un diálogo definitivo con el Eterno y su retorno al interior de la historia humana. Ella dejó de ser simplemente María para convertirse en el tabernáculo del Altísimo a través de su humilde obediencia de esclava del Señor.

 Así el plan de salvación, obra de su hijo El Redentor, quedó adherido a su nombre con una cualidad indivisible y extraordinaria. El vociferante saludo de Isabel le ratificó su merced de Bienaventurada: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”. (Lc 1, 42).


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