Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
La
devoción y la geografía se unieron en
Colombia el 22 de junio de 1902. Ese día
monseñor Bernardo Herrera Restrepo consagró el país al Sagrado Corazón de Jesús
para pedir el fin de la Guerra
de los Mil Días.
La
contienda acabó y por 30 años hubo paz entre los surcos de dolores de un siglo
de matanzas fratricidas. La generación patriarcal que ofreció sus votos pasó a sus
hijos la valiosa tradición de sus mayores.
De
la liturgia se pasó al rito que sostenían las buenas matronas con sus
camándulas de nácar… La fidelidad se convirtió en un ritual folclórico en los
pueblos amantes de sus valores vernáculos. El amor superior se erosionaba en el
alma nacional.
El
tiempo del olvido llegó y el pecho abierto de Jesús se convirtió en un gran
retrato a color. La figura vivía entre un sólido marco dorado que colgaba en la
sala principal de las señoriales casonas de las venerables abuelas.
Los
nietos de una generación valiente dejaron erosionar sus más caros valores
dentro de la masificación de las modas extranjeras donde hoy todo parece ridículo…
“BUM”.
Infortunadamente este artículo debió quedar
inconcluso, a manera de protesta, porque un petardo explosivo, colocado en el
CAI del parque de la Iglesia
de Lourdes en Chapinero, explotó a las 4:46 pm del 20 de junio de 2014 y estas
páginas fueron interrumpidas por los ecos del horror de una paz sin Cristo.
Las ondas expansivas rompieron los
ventanales de la Oficina Arquidiocesana
Pro-culto al Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la calle 63A nro 10-21… ¿Bogotá,
Bogotá, por qué me has abandonado?
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