Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
La Dama del Saladillo bajará de su trono para escribir un episodio de evangelización
mundial. Los zulianos lo traducirán con su amor, propio de ángeles, a la
dimensión de la cultura.
Maracaibo levantará, a ritmo de gaitas, un monumento a la devoción por
Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, La Chinita.
La fiesta, que se preparó durante un año, ilumina su trasegar con el
descendimiento de la Patrona el próximo 26 de octubre. En esa fecha empezará un
desbordamiento de actividades único en su género. Es, sin la molestia de la
duda, la fiesta mariana más bella, extensa y predicada de todo el orbe
católico.
De octubre a diciembre, la Virgen de Chiquinquirá ocupará el corazón del
Zulia. Sus latidos se extenderán por varias ciudades de Europa, Estados Unidos
y América Latina. La sinfonía de las etnias hermanas y hermanadas por los
venezolanos vivirá el encanto de un milagro hecho música. El 18 de noviembre se
convertirá en un festejo internacional sin fronteras porque los maracuchos
expresan su felicidad con acordes de cielo.
La Madre Castísima cumple con aglutinar al bravo pueblo sobre la austeridad
o la bonanza. La Chinata se paseará sobre los hombros de sus servidores sin
fronteras ni treguas. Es el gran misterio de un linaje unido a la Madre de Dios
por un cariño que se volvió arte.
La mariología contemporánea deberá redactar un extenso libro para estudiar
esa predilección de la Santísima Virgen María por la porteña urbe
chiquinquireña de Maracaibo y sus queridas gentes.
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