Por Julio Ricardo Castaño Rueda
La Sociedad Mariológica Colombiana cumple hoy 61 años de silentes tareas
investigativas. La academia fue fundada por el reverendo padre Richard Struve
Haker, un alemán protestante, que encontró el camino al Padre en el
catolicismo.
El presbítero, perseguido por la Gestapo a causa de su fe, abandonó su tierra
y llegó a Colombia, el Jardín Mariano, 1935. La nueva patria tenía un altar a
la Madre de Dios en cada pueblo remoto. La devoción por la Santísima Virgen
María era un legado que pasaba de madres a hijos por el cordón umbilical de una
devoción cristiana: el rosario.
Eso le llamó la atención. ¿Cómo en
un país tan piadoso no existía un centro de estudios dedicado a la Mariología?
La respuesta a la incógnita fue su trabajo como capellán y luego párroco del
Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Peña. Allí en los cerros bogotanos reconstruyó
la ermita de la Peña Vieja (1946) y junto a los pies de la Patrona de Bogotá,
fundó la revista Regina Mundi (1957)
y el 22 de septiembre de 1959 la Sociedad Mariológica de Colombia.
El buen cura restauró el templo colonial, fundó el boletín Ecos del Santuario, levantó el Centro Mariano
Nacional de Colombia, creó la Biblioteca Mariana de la Peña, estableció el
museo parroquial publicó el libro El
Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Peña y cambió las costumbres de la loma con sus
carnestolendas marianas.
El foráneo presbítero lanzó su cruzada por recuperar la memoria de la
cultura religiosa de la capital. Su extensa obra se guarda en el cofre del
silencio, herencia mariana. Su legado se mantiene vigente en el corazón de la
academia.
Padre Struve de grata memoria, nos dejó un legado que espera ser descubierto y aprovecho por los amantes de nuestra Madre y Reina de Colombia.
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