jueves, 26 de diciembre de 2024

La Chinca, renovación sin tregua

Foto: Julio Ricardo Castaño Rueda

 

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

​​“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz”. (Is 9,2)

La Villa de los Milagros recibió a los promeseros que celebraron los 438 años de la prodigiosa renovación de una pintura de la Virgen del Rosario. El misterio y las pervivencias permanecieron vigentes en el corazón de una patria mártir.

Los viajeros, aferrados a la fatiga y a la camándula, llegaron al santuario para suplicar una gracia especial contra la heterodoxia reinante en un país donde el error es un derecho inalienable.

Líbranos Señora, Madre de Dios, de la imposición de la opinión como criterio equivocado de la ignorancia absurda porque ella negocia el Evangelio en los escenarios sociales del ecumenismo, sin verdad ni misericordia.

Contra esa moda imperativa de la autoridad dictatorial, eclesial o civil, un pueblo creyente se levantó de madrugada a recorrer las trochas de la fe.

Allí frente a María Santísima, el Tabernáculo del Altísimo, las muchedumbres nacionales y foráneas se inclinaron reverentes para rendir un homenaje de vasallaje ante la Patrona.

Las almas angustiadas por el pecado disfrazado de virtuosismo modernista encontraron en la sala de la reconciliación la absolución, sacramento de la penitencia.  En Chiquinquirá, la Capital Religiosa de Colombia, cesan los conflictos ideológicos, colonia del sofisma, estigma que confunde el bien obrar. En la patria chica de María de Chiquinquirá el Espíritu Santo escribe con fuego la palabra Renovación.

 

 

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