jueves, 13 de marzo de 2025

El tejido de la anarquía

Foto Julio Ricardo Castaño Rueda

 Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana


“En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que a sus ojos le parecía bien”. (Jue 17, 6).


Los católicos cibernautas, en su gran mayoría, se enredaron entre las sombras de las redes sociales.  Sus pronósticos, diatribas y sesgadas especulaciones son una cruzada de calumnias contra la santa Iglesia católica.

La expedición a la mentira se transformó en la moda nefasta de la desinformación. La campaña del sofisma está patrocinada por la nauseabunda secta de la egolatría, los hijos de la viuda.

Así, el embrollo de las noticias falsas es la editorial de la duda. La incertidumbre del titubeo moral entra plena en las conciencias relapsas de los defensores del error, capricho del libertinaje.

Ese desenfreno es el vicio bendecido por la costumbre de legalizar la infamia. Hoy esa depravación es la regla informática de una sociedad cuyo comunismo impuso el pecado como logro superior de su abominación. Y, ante esa aberración de la decadencia global, el remedio surge del magisterio de la Iglesia. El papa León XIII en su carta encíclica Supremi apostolatus, de septiembre de 1883, pontificó:

“El apostolado supremo que Nos está confiado y las circunstancias difíciles por las que atravesamos, Nos advierten a cada momento e imperiosamente Nos empujan a velar con tanto más cuidado por la integridad de la Iglesia cuanto mayores son las calamidades que la afligen.

Por esta razón, a la vez que Nos esforzamos cuanto sea posible en defender por todos los medios los derechos de la Iglesia y en prevenir y rechazar los peligros que la amenazan y asedian, empleamos la mayor diligencia en implorar la asistencia de los divinos socorros, con cuya única ayuda pueden tener buen resultado Nuestros afanes y cuidados.

Y creemos que nada puede conducir más eficazmente a este fin, que, con la práctica de la Religión y la piedad hacernos propicia a la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, que es la que puede alcanzarnos la paz y dispensarnos la gracia colocada como está por su Divino Hijo en la cúspide de la gloria y del poder, para ayudar con el socorro de su protección a los hombres que en medio de fatigas y peligros se encuentran en la Ciudad Eterna. colocada como está por su Divino Hijo en la cúspide de la gloria y del poder, para ayudar con el socorro de su protección a los hombres que en medio de fatigas y peligros se encuentran en la Ciudad Eterna…”

María Santísima de Chiquinquirá intercede por la salud del pueblo de Dios.

 

 

 

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