En
1836 el párroco de Chipazaque, hoy Junín, el presbítero doctor Eugenio Lombana;
gozaba de un espíritu evangelizador, inmenso amor por la Santísima Virgen
y preocupación por un mejor nivel de vida; hecho que lo llevó a atar el corazón
de los nativos y de todas las personas del pueblo.
Según
la costumbre y los quehaceres domésticos, el padre Lombana, envió a Martín
Guativa, nativo y peón de la casa cural a conseguir leña. Este en su travesía
por el monte encontró un frondoso cedro y derribándolo comenzó a sacar
astillas; con el tiempo se sorprende, al ver como entre los golpes del hacha,
el tronco va tomando la figura de una hermosa mujer. Lleno de alegría revela el
hecho al padre Lombana, que animado ayuda a labrar el madero. Y en medio del
esfuerzo y el sacrificio tratan de plasmar la imagen de la Virgen María ; pero la
tristeza los embarga al no lograr configurar en forma adecuada su rostro y sus
manos.
Pasado
un tiempo deciden pintar la imagen y es cuando llega de España una encomienda.
Es el rostro y las manos de la Virgen.
Gracias a la Divina Providencia se culmina esta obra,
expresando de esta manera especial el amor de Dios y la fe del pueblo, que
venera de manera especial a la
Virgen María. Así es como se manifiesta el milagro de la
aparición de Nuestra Señora del Rosario en Junín.
Los
habitantes de Pauso, caserío a orillas del río Chiras (Rucio) impulsados por el
entusiasmo y amor a la Virgen ,
la llevan en medio de grandes procesiones para venerarla allí en su capilla;
pero no es posible que la imagen permanezca por mucho tiempo y pronto la
regresan a su sitio de origen, Chipazaque hoy Junín, convirtiéndose desde
entonces hasta hoy, en centro de peregrinación y veneración. Además; por
testimonio de peregrinos y de quienes la veneramos se le atribuyen un sin
número de milagros.
Actualmente
cuenta con un hermoso santuario, el cual fue construido en el siglo pasado, a
partir de 1942 por el ilustre sacerdote Luis Alejandro Jiménez Mallarino que
gracias a su sapiencia y acierto, orienta y plasma nuevamente con la ayuda y
generosidad de la gente, el amor y la fe del pueblo.
El
7 de octubre de 1950, se inaugura y se bendice el Santuario en una gran
celebración que manifiesta la alegría de la comunidad. Desde entonces cada año
se celebra la fiesta de Nuestra Señora
del Rosario en este paraje escogido como trono de su misericordia, tomando como
manto la majestuosidad de sus paisajes y por corona la sencillez de su gente.
El Santuario es un don milagroso del Creador en medio de los azotados campos
colombianos.
Tomada de la Novena Nuestra
Señora del Rosario de Junín
Cortesía padre Saúl
Pinzón León, párroco de Junín.
Lo lindo es saber que es nuestra madre nuestra patrona
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