jueves, 27 de agosto de 2015

Chiquinquirá, cantos de romería



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

La poesía popular forma parte de la peregrinación pedestre a Chiquinquirá. La acomodación de los versos, para formar una estrofa, guarda la historia de una cultura autóctona en sus tradiciones. Si bien el bagaje del romero conserva el encanto de la expresión picaresca española no es menos válida la costumbre prehispánica de ir a ofrendar el oro en las lagunas sagradas de la geografía trazada por la cosmogonía muisca.

Las dos formas de expresión se acoplaron para gestar un episodio del sentimiento cristiano: La visita al santuario de la Virgen de Chiquinquirá. El recorrido es la redacción de una biblioteca de labriegos que canta prodigios, improvisa estrofas, recita penas, compone tonadas, declara amores, corteja a las muchachas, ora por sus mayores y trasiega las cordilleras en un rumbo de trashumantes.

Entre el remolino polvoriento de los veranos, que desmorona las  arcillas resecas de las trochas, emana la alegría de una esperanza. El pueblo del alpargate teje la nacionalidad al arrullo de su oralidad ancestral. Es el asueto colectivo.

La patria se despierta feliz para vestirse con su ajuar de promesera. En sus alforjas trasporta la axiología de la  intimidad. Entre la mochila de fique viajan las viandas para el almuerzo, las tonadillas para el romance y las mandas para la Patrona.

La combinación de los pasos andariegos saca chispas. Las bellezas implacables de las féminas, ingenuas y terribles, se junta con los cantos varoniles. Vértigo de la expresión  folclórica.

El color de los vestidos, las jumas cantoras y los bullicios de los  chalanes desembocan en la Villa de los Milagros con su tropel de recuas e inmigrantes.  El requinto y el fiel tiple “trozado”, hecho por don Rafael Norato, le dan la bienvenida a las sonatas que los tríos engalanan con la promesa de un beso a la salida de la basílica.

Así, al ritmo de una travesía por el tiempo, surgió el coplerío chiquinquireño que se nutrió del impulso de la mística mariana. Es la rama florida del tronco de la literatura oral porque sus expresiones narran, guardan y agradecen los ratos de la pureza mestiza vertidos en las prosas y en los versos. Nació noble.

Ella, la copla, acompaña al romancero viejo del campamento. Junto a la hoguera aprende a encender los requiebros. Tiembla con el brindis de la chicha mientras aguarda el exorcismo de la soledad bajo la absolución de una novia enamorada.

Cronista consumada escribe en la bitácora de los recorridos el poema del retorno. El relato del amor campesino le pertenece a la copla, señora de la memoria.

El rastro del juglar vernáculo trascribe algunas voces que tienen el aliento del bambuco.


Amo, mí señor de mi alma,
Llévame a Chiquinquirá,
A pagar una promesa
Pasando por Saboyá.

Vamos contentos tocando
Los tiples, hasta el santuario
Y ninguno se tan bruto
Que vaya a beber guarapo.

Nosotros los promeseros
lloramos tanta desdicha: 
porque no nos queda plata
pa' otra bebida de chicha.

El pensamiento se acaba
Y se muere el corazón
Mas lo que nunca se acaba
Oh Virgen santa, tu amor.

Lo guardo entre mi cartera
Que compre en Chiquinquirá
Tu escapulario que al cuello
Vivo y muerto me podrán.

Esto me dijo mi chata
En la plaza de Guateque
O vas a Chiquinquirá
O no te miro más, y vete.

Señores, atiendan bien
A todos los aguardamos,
A que vengan con nosotros
En julio a ver el santuario.

Vamos a velar la Virgen,
Vamos a Chiquinquirá
A pedirle el acueducto
Que reclama la ciudad.

En mi camándula hay
Cincuenta y nueve pepitas
Y en la Reina de Colombia
Hay canciones muy bonitas.

Nosotros los promeseros
lloraremos nuestra pena:
que la fortuna nos trujo
a rodar en tierr' ajena…

Amo mío, señor del cielo,
Me voy pa Chiquinquirá,
Pa ver al Niño Jesús
En su gran Jestividá. (Suaita, Santander).


Con un grandioso ejplendor
En Antioquia se fetejan
Navidá y la Concición
La Chinca, Jesú el patrono
Y la semana mayor. (Santa Fe de Ant).

La semana santa en Tunja
El corpus en Bogotá,
Y el veinticinco e diciembre
Pasalo en Chiquinquirá. (Saboyá, Boyacá).

Yo al Niño Jesús le traje
Capota, medias y ajuar,
Tejidos cerca de Suaita,
Bordados en Chiquinquirá. (Saboyá, Boyacá).

¡Ay! Virgencita querida,
Madre de Chiquinquirá.
Del rosario, que es mi vida,
No me aleje yo jamás.

Soy promesero que viaja
Desde el mar y más allá
Por ver a mi señorita
La que está en Chiquinquirá.

Virgen de la Candelaria,
Virgen de Chiquinquirá:
Mi negra murió de rabia,
¿Y a mí qué me pasará?

Las campanas de mi tierra
Son bronces que tienen alma,
Y cuando tocan a muerto
Con sus gemidos espantan.

Campanas Chiquinquireñas
Quien las pudiera escuchar
De noche y por la mañana
Pa con sus sones gozar!

Las campanas de mi tierra
Cuando tocan a oración,
A Maríasantisimita
Le dedican su canción.

¡Campanas chiquinquireñas!
Yo una vez pude escuchar
Los repiques domingueros,
Y no los puedo olvidar
Cuando el campanero toca
Por alguien que se murió
Con sus repiques tan tristes
Cual si el muerto fuera yo.

De las campanas el eco
En la iglesia solitaria,
Entra a todos los altares
Y por las puertas se escapa.

La pena que a  mi mata
Es negra como la peña,
Pero me la ha de quitar
La Virgen Chiquinquireña.

¿Qué hacemos, vidita mía,
 Pa’ irnos pa’ Chiquinquirá?
¿Y que haremos pa’ pasar
Las vegas de Cajicá?

Para ir a Chiquinquirá
Se pasan altos y bajos:
Sólo por ver a la Virgen
Se podrá pasar trabajos.

En Chiquinquirá, la gloria;
Y en Bogotá, medio cielo;
En Quetame el purgatorio
Y en los Llanos el infierno…

Me jui pa’ Chiquinquirá
A caballo en un carraco,
Y me jue a` clarar el día
Al pie del olla ‘el ajiaco.

Me jui pa’ Chiquinquirá
A caballo en una guara,
Y me jue a` clarar el día
Al la casa ‘e mana Clara.

En Chiquinquirá una rosa
Y al pie de una azucena;
Y en la planta de mi mano
Una tan querida prenda.

En el boquerón de Tausa
Yo lágrimas derramé
Por unos ojitos negros
Qu’ en Chiquinquirá dejé


En el boquerón de Tausa
Mis lágrimas derramé
Por una mujer bonita
Que en Chiquinquirá dejé.

Vengo de Chiquinquirá
De pagar una promesa
Y agora que vengo santo
Dame un besito, Teresa.

Qué güenas  carnestolendas,
Que tuve en Chiquinquirá,
Y güenas promesas l’ hice
Al indio de allá  pa’ca


Pa’ Chiquinquirá nos vamos
A ver a la Virgen pía
El dolatre a Dios paidre
Vida de la vida mía.

Anímense los chocatos
Y apriétese la gorrita;
Vamos a Chiquinquirá
A ver a Nuestra Señorita
Ay sí, la guabina,
Vamos vidita mía…

La verdadera guabina
Se canta en Chiquinquirá
A María Santísima
A María Santísima.

Me puse a mirar parriba
Conté veinte mil estrellas;
Mas jaltaba la mejor
La Virgen chiquinquireña.

Te lo digo vida mía
Aquí pa nosotros dos
Es la Virgen del santuario
La mejor después de Dios.




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