Por Mons. José H. Gómez.
Arzobispo de los Ángeles.
Nos estamos preparando para celebrar la
nueva fiesta mariana instituida por el Papa Francisco.
Se trata de la memoria de la Santísima
Virgen María Madre de la Iglesia que celebraremos el lunes después de
Pentecostés, este año el 21 de mayo, marcará un importante, inclusive hasta
diría un profético redescubrimiento de una antigua devoción.
Los primeros cristianos tenían una
conciencia profunda de que la Iglesia era su “madre” espiritual, que los daba a
luz en el bautismo, constituyéndolos en hijos de Dios a través de los
sacramentos y en miembros de la única familia universal de Dios.
Jesús habló de reunir a los hijos de
Jerusalén como una gallina reúne a sus polluelos, y San Pablo habló acerca de
“la Jerusalén celestial, que es nuestra madre”.
La idea era que la Iglesia es la nueva
Jerusalén, la nueva madre de la familia de Dios.
San Pablo describió el ministerio de la
Iglesia haciendo alusión a la relación de una familia. “Los tratamos con
delicadeza, como una madre cuida de sus hijos”, escribió a los Tesalonicenses.
En el mismo pasaje, habla acerca de tratar a cada persona “como un padre trata
a sus hijos”.
En el Nuevo Testamento, los apóstoles a
menudo se referían a los fieles como a sus hijos espirituales, reflejando así
nuevamente su comprensión de que la Iglesia es nuestra madre y nuestra familia.
Y en esto, los primeros cristianos
entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la
Iglesia.
Es un hermoso misterio sobre el que
podemos reflexionar: cómo el plan de Dios para la redención del mundo da inicio
en el seno de una madre. La obra de amor de María, su “sí” al llamado de Dios,
es el que trae al Dios vivo al mundo en la persona de Jesús.
San Agustín dijo: “Nuestra Madre, la
Iglesia, es la Madre santa y gloriosa, que es como María, que es virgen y madre
a la vez, y que da a luz a Cristo y a ustedes, que son miembros de Él”.
La gran doctora de la Iglesia, Santa
Hildegarda de Bingen, llamó a María “la madre del pueblo de Dios”.
Es importante que redescubramos estas
ideas en este tiempo en el que la idea de la persona humana se está perdiendo,
en este momento en el que el significado de la familia y los roles de las
madres y de los padres se han venido abajo debido a las fuerzas “despersonalizantes”
de nuestra sociedad.
La imagen de María como madre de la
Iglesia nos ayuda a ver que la familia es esencial para favorecer el plan de
Dios para la creación. Nos ayuda también a ver nuestra propia importancia, la
importancia de cada uno de nosotros, ante los ojos amorosos de Dios.
Jesús nació como Hijo del hombre del
seno de María, y por medio de ella y a través de la Iglesia, Dios quiere que
cada uno de nosotros sea formado como ese ser único —hijo o hija— que él
pretendió que fuéramos al crearnos.
Esta idea de que cada uno de nosotros es
amado por Dios y querido por Dios, de que Él nos creó porque quiere que vivamos
con él como sus hijos, es algo revolucionario.
Si creyéramos esta verdad y la
viviéramos realmente, podríamos cambiar el mundo. Y eso es lo que Dios espera
de cada uno de nosotros: que lo ayudemos a reunir a todas las personas en su
familia y a cambiar este mundo para que llegue a ser su reino.
Por eso es que considero que esta nueva
memoria litúrgica es algo profético. Saber que María es la madre de la Iglesia
es empezar a comprender las profundidades del amor de Dios hacia nosotros.
En la cruz, Jesús nos dio a María para
que fuera nuestra madre. De hecho, sus últimas palabras fueron: “He ahí a tu
madre”. Le dijo esas palabras a San Juan. Y el Evangelio nos dice que “desde
ese momento, el discípulo la llevó a su propio hogar”.
Como discípulos, estamos llamados a
llevar a María a nuestro hogar, a nuestra vida y a nuestro corazón.
Por eso, cuando celebremos esta nueva
fiesta el lunes 21 de mayo, les haré un regalo especial a través de Angelus
News.
Bendeciré y ofreceré personalmente una
imagen de nuestra Santísima Madre a cada familia de la Arquidiócesis de Los
Ángeles que desee recibirla.
¡Debería haber una imagen de María en
cada hogar; en cada casa debería haber una imagen de nuestra madre! Hago
oración para que las familias y los individuos coloquen esta imagen en un lugar
prominente y, para que, cuando la miren, se acuerden de orar y de hacer un acto
de amor a nuestra madre.
Como lo han hecho los cristianos de
todas las épocas, todos debemos recurrir hoy a María para pedir su intercesión
y su ayuda materna. Tenemos que aprender a amarla como a una madre y pedirle
que nos enseñe a vivir como ella lo hizo, con la misma hermosa libertad y
alegría de seguir a Jesús y de estar al servicio del plan de Dios para nuestras
vidas.
Visite AngelusNews.com para obtener la información sobre cómo recibir este
regalo para sus familias.
Oren por mí esta semana y yo estaré
orando por ustedes. Y ahora que conmemoraremos el Día de la Madre durante este
fin de semana, pidámosle a la Santísima Virgen María que ella sea nuestra madre
y que nos incite a todos a desarrollar un nuevo amor hacia ella, hacia Jesús y
hacia nuestra madre, la Iglesia.
*La columna de opinión de Mons. José Gómez
está disponible para ser utilizada gratuitamente en versión electrónica,
impresa o verbal. Sólo es necesario citar la autoría (Mons. José Gómez) y el
distribuidor (ACI Prensa).
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