Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad
Mariológica Colombiana
Los bogotanos al
consultar el calendario para 1830 supieron que estaban en el año 7029 de la
creación del mundo y en el 4787 después del diluvio universal. Esas épocas
cobijaban la manera de arrancar hojas a los almanaques para regular la vida
cristiana de acuerdo con las fiestas señaladas por la Santa Madre Iglesia.
Los festejos religiosos,
asignados a la sociedad por la tradición eclesial, tenían uno especial: las
carnestolendas. Estas comenzaban en el
famoso domingo de quincuagésima, tres días antes de la Cuaresma.
La parrada del carnaval
logró un equilibrio entre el canto pagano,
la alegría de los mestizos y la devoción del pueblo raso. El punto
geográfico de ese encuentro estuvo en los alrededores de la capilla de Nuestra
Señora de la Peña ubicada sobre el cerro más conocido de la capital, Los
Laches.
El paraje, de
misteriosos encuentros místicos, tenía las trochas hacia la ermita Vieja, el
camino de herradura para Choachí y varias hectáreas de despoblados matorrales. Allí
se presentó un choque de costumbres, las religiosas y las mundanas, contra el
folclor campestre.
La maleza oyó cantar
coplas para enamorar a las chinas volantonas, hijas de los arrieros calerunos,
en cuyas trenzas negras se enredaban las amapolas que acariciaban los acordes
del tiple. Después de la misa, en los potreros comenzaba la gran francachela y
como piquete se escribe con chicha, decían en la época, la fuerza del ensueño
desbocado pronto haría del sentimiento un ardor que escandalizaba a las buenas
matronas de los rancios linajes españoles.
De la promesa de
bendición nupcial se pasaba al arrejunte porque el calendario así lo tenía
determinado. La circunstancia del asueto aportaba el trascendental motivo de la
orgía. Mancha terrible que condenó al ostracismo cultural al rincón colonial
más bello de la ciudad, el milagro de la santa fe.
La algarabía de
aquellas fiestas tuvo su esplendor durante el singular y belicoso siglo XIX. La
opulenta magnificencia de los sujetos anónimos acorralada por su desenfreno
quedó tatuada en los arrabales de su montaña. El almanaque así lo confirma.
La Biblioteca Nacional
de Colombia conserva algunos ejemplares donde la romería a la casa de Nuestra
Señora de la Peña era una ocasión de obligatorio cumplimiento. Sin embargo, no
todos los autores y editores tuvieron la gentileza de incluirla en las notas de
sus calendarios. Quizás estaban escandalizados por las trifulcas entre
labriegos, las habladurías de las sirvientas y las grescas entre granujas. Además,
de los desmanes de los peregrinos enamorados del jolgorio desenmascarado.
Los ecos de las
carnestolendas de la Peña hicieron sonrojar a más de un alguacil y a sus
agentes. Entonces, los encargados de señalar aquellas fechas decidieron
omitirlas de sus calendarios.
Por ejemplo, don
Francisco José de Caldas y Tenorio guardó un riguroso silencio sobre aquel tema
de vieja data. En el almanaque para el
año de 1811 calculado para el Nuevo Reyno de Granada el dato fue pasado
por alto.
En el Almanaque de las Provincias-Unidas del N.R.
de Granada para el año bisiesto de 1812 tercero de nuestra libertad, Caldas ratificó su sentencia de
silencio sobre el tradicional festejo de pura cepa bogotana. ¿Sería por eso que
lo apodaron El Sabio?
La guachafita, en
bogotano antiguo, se abrió paso en la memoria y los calendarios la registraron.
Los ejemplares que sobrevivieron al olvido y a la hoguera ilustran esta fiesta
folclórica que formó parte de los deliciosos momentos de la construcción de los
valores de la identidad bogotana. La lista de algunos relata la importancia del
acontecimiento.
1.
1830. Bogotá, Calendario
para la República de Colombia, calculado para el año de 1830 por el señor José
Ramón Esteves. Impreso por J. A. Cualla.
“21 de febrero. Domingo de quincuagésima, san Félix obispo y
C.F. Carnestolendas. Bendición papal
para los cofrades de Ntra. Sra. de la Peña en su ermita”.
“2 de mayo. 7 años y 7 cuarentenas de perdón para los cofrades de
la Peña”.
2.
1838. Nuevo almanaque
político y mercantil de la Nueva Granada para el año de 1838.
Nota. Pág.
26. “(B.N.P.S. P.) Bendicien (sic) papal
para los hermanos de N. Sra. de la Peña visitando su capilla”.
(Y. P. N. S. P.)
Indulgencia plenaria para los cófrades de Nuestra Señora de la Peña”.
3.
1838. El primero de enero. Almanaque
nacional, o, Guía de forasteros en la Nueva Granada para el año de
MDCCCXXXVIII. Impreso por J. A. Cualla.
25 de febrero.
Domingo de quincuagésima. San Modesto Obispo. Carnestolendas,
“Bendición papal para los cofrades de Ntra., Señora
de la Peña”.
4.
1847. Almanaque calculado para el año de 1847. Por el
doctor Benedicto Domínguez.
“(I.P.N.S.P.). Indulgencia plenaria para los
cofrades de Ntra., Señora de la Peña”. (Pág. 3).
5. 1848. El 5 de marzo.
Calendario o almanaque calculado por el
meridiano de la Nueva Granada para el año visiesto [sic] de 1848.
“Dom. de quincuagésima.
San Eusebio y compañeros mártires.
Carnestolendas. Bendición papal para los cofrades de Ntra. Sra de la P.”
6.
1849. El 18 de febrero. Bogotá. Almanaque para 1849. Imprenta de Ancízar.
“Domingo de
quincuagésima. Santos Eladio, Simón obispo mártir. (B.P.N.P.). Carnestolendas”.
7.
1851. El 2 de marzo. Bogotá. Calendario de cartera para el año de 1851: con una profecía del
porvenir de la Nueva Granada. Imprenta de El Día, por J. Ayarza.
“D. de Quincuagésima.
San Simplicio obp. Carnestolendas. (B. P.) En la Peña”.
29 de
septiembre. “S. Miguel Arcángel...7 años y 7 cuarentenas de perdón para los
cofrades de Ntra. Sra de la Peña en su Iglesia”.
8.
1854. El 26 de febrero. Bogotá. Almanaque para el año de
1854 arreglado al meridiano de Bogotá comprende la preparación científica del
almanaque de 1812, escrita por nuestro ilustre y malogrado compatriota
Francisco José de Caldas. Las
principales épocas de la historia sagrada, eclesiástica, profana y de las
ciencias con las más notables de Colombia y Nueva Granada: y por último
compendio de la historia eclesiástica del arzobispado. Imprenta Imparcial.
“Domingo de quincuagésima. San
Baldomero confesor. Bendición papal para los cofrades de N. S. de la Peña en su
iglesia. Carnestolendas”.
9.
1857. El 22 de febrero. Bogotá. Almanaque para 1857.
“Carnestolendas.
Bendición papal en la Peña. Indulgencia plenaria en las tres órdenes de San
Francisco”.
10.
1858. El 14 de febrero. Bogotá, Almanaque para 1858. Con el
lenguaje de las flores. Variante de título: Almanaque para 1858, calculado para
la Nueva Granada: Único lejitimo[sic]. Imprenta de la Nación.
“Carnestolendas.
Indulgencia plenaria en la iglesia de la Peña”.
29 de
septiembre. “San Miguel Arcángel...7 años y 7 cuarentenas de perdón para los
cofrades de Nuestra Señora de la Peña en su Iglesia”.
11.
1862. El 2 de marzo. Bogotá, Almanaque para el año de 1862. Imprenta de Nicolás Gómez.
“Carnestolendas.
Indulgencia plenaria y bendición papal en la ermita de la Peña”.
12.
1866. Bogotá. Almanaque
de Bogotá y guía de forasteros para 1887. Por José María Vergara. Imprenta
de Gaitán.
“Capillas y ermitas. La
Peña consagrada en 1717”. (Pág. 355).
El templo de Nuestra Señora de la Peña sobrevivió a la
dictadura de las tropelías porque el Niño que carga la Patrona en sus brazos
predica un evangelio de perdón. Indulgencia que la ciudad no perdonó. Su
distancia indiferente permitió que la devoción por esta advocación, tan famosa
por sus favores de intercesora, cayera en un olvido caprichoso repleto de
miedos y mitos que no pudieron cercenar de la historia su encanto señorial y
celeste.
Y como la palabra almanaque es un término heredado de
la lengua árabe al-manakh que traduce “ciclo anual”, su semántica no terminó
ni se quedó atrás pues su impulso temporal continúa. El calendario de
santuarios marianos correspondiente al año 2017, diseñado por los Caballeros de
la Virgen, ilustró el mes de marzo con la imagen de la querida capilla de
Nuestra Señora de la Peña donde el alma se cura del repertorio del olvido.
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