Dios te salve, María, llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra”.
(Lucas 1, 38).
Modo de rezar
En el nombre del padre… Acto de contricción. Oración para todos los
días. El día correspondiente, meditación, petición, canción, (Preferiblemente
temas del repertorio musical chiquinquireño). Oración final. (Salve, Madre del
Salvador).
Acto de contrición
Jesús,
mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido
hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan
bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita
misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a
la vida eterna. Amén.
Oración a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (para todos
los días).
¡Oh
incomparable Señora del Rosario de Chiquinquirá!
Madre
de Dios, Reina de los ángeles,
abogada
de los pecadores,
refugio
y consuelo de los afligidos y atribulados.
Virgen
Santísima, llena de poder y de bondad,
lanzad
sobre nosotros una mirada favorable
para
que seamos socorridos por Vos
en
todas las necesidades en que nos encontramos.
Acordaos,
¡Oh Clementísima Señora del Rosario!,
que
nunca se oyó decir que alguien que haya recurrido a Vos,
invocado
vuestro Santísimo nombre,
e
implorado vuestra singular protección,
fuese
por Vos abandonado.
Animados
con esta confianza, a Vos recurrimos.
Os
tomamos desde hoy y para siempre por Madre nuestra,
nuestra
protectora, consuelo y guía,
esperanza
y luz en la hora de la muerte.
Libradnos
de todo aquello que pueda ofenderos
y
a vuestro Santísimo Hijo, Jesús.
Preservadnos
de todos los peligros del alma y del cuerpo;
dirigidnos
en todos los negocios espirituales y temporales;
libradnos
de la tentación del demonio,
para
que andando por el camino de la virtud,
podamos
un día veros y amaros en la eterna gloria,
por
todos los siglos de los siglos. Amén.
Reflexión para el
primer día: Dios te salve, María,
El Verbo preparó un diálogo de perpetuidad.
El saludo del ángel a María contiene la reserva exclusiva
de la misericordia de Dios para sus criaturas. El Padre Eterno envió un
mensajero para comunicar la gracia de la salvación a la joven de Nazaret.
La historia humana se encontró con la humildad de Creador
en el trascurrir de su esperanza. El Omnipotente asumió la bondadosa razón del respeto
para entablar una conversación de redención con la mujer escogida. Ella, su
obra inmaculada, portará la luz del Evangelio, camino, verdad y vida.
“Canta, oh hija
de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón,
hija de Jerusalén”. (Sof. 3, 14).
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos que
nos regales el don maravilloso de tu humildad.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: Reina de Colombia.
Oración final.
Reflexión para el
segundo día: llena eres de gracia
La Sierva del Señor recibió la plenitud del don.
El Cielo la llama kecharitomene
porque es la virtud diseñada para servir a la santidad. El tabernáculo del
Altísimo está listo y perfumado con aromas de una sagrada devoción.
Ella, la Virgen, rebosa de la gloria de Dios. Su alegría
de mediadora alumbra el sentimiento de los profetas. Ella se prepara para
recibir una semilla de fuego. El cristianismo arde en su esperanza.
“Te saludo, oh
llena de gracia: esta es la gracia que ha dado la gloria a los cielos, Dios a
la tierra, la fe a los gentiles, el fin a los vicios, orden a la vida,
disciplina a las costumbres”. (Pedro Crisólogo).
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos que nos regales el don apostólico de amar a
Jesucristo.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: Vengo a visitarte.
Oración final.
Reflexión para el
tercer día: El señor es contigo
La virtud del Espíritu Santo y la sombra del Altísimo se
dan cita en el alma de María para que el Verbo se haga carne y su amor, pan de
vida.
La naturaleza eterna de la divinidad late bajo el
delicado pulso humano.
La redención de los pecadores vive para ser entregada,
sin fin y sin tregua, por tu Hijo, Esposa de Dios.
“El Señor es
contigo, oh toda santa, gloriosa y buena. El Señor es contigo, oh venerada, oh
incomparable, oh súper gloriosa, todo esplendor, digna de Dios, digna de toda
beatitud. Yo admiro tu humildad, oh eminentísima”. (Teodoro de Ancira).
Petición: Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, te
rogamos que nos regales el don salvífico de amar al prójimo.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: Guabina Chiquinquireña.
Oración final.
Reflexión para el
cuarto día: Bendita tú eres
La bendición de Dios, trino y uno, santifica a la intercesora
de toda súplica. Ella será el templo cuyo sagrario acoge la ternura de la
gloria celestial.
María Santísima enciende el fuego evangelizador en Juan,
el Precursor, porque solo el Padre y Ella engendraron al Hijo. El primero en el
principio y la Virgen en la anunciación.
“Verdaderamente bendita
eres tú entre las mujeres pues has cambiado la maldición de Eva en bendición
pues has hecho que Adán, que yacía herido por su pecado, por medio de ti sea
bendecido”. (San Sofronio).
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos que nos regales el don de místico de la fe.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: Ave María
de Chiquinquirá.
Oración final.
Reflexión para el
quinto día: entre todas las mujeres
La Santísima Trinidad diseñó un modelo de beatitud para
la Bienaventurada. La dinámica servicial de la criatura perfecta borrará la
terrible herencia de Eva.
La mujer caída por la seducción de la desobediencia es
restaurada por la perpetua obediencia de Santa María.
Nuestra Señora, Virgen y Madre del Dios humanado, limpia
la imagen primera oculta por la suciedad del polvo, pecado de Adán.
“María representa
verdaderamente todas las mujeres: por ello el nuevo anuncio cancela los dolores
de parto de la mujer y proclama la gloria”. (Hesiquio de Jerusalén).
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos que
nos regales el don de la esperanza en Cristo.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: Guabina Chiquinquireña. Oración final.
Reflexión para el
sexto día: y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
“La Virgen está encinta”, la profecía del Isaías encontró
el cumplimiento de su plenitud en el amor del Padre y del Hijo cuya caridad
permitió la encarnación de la Palabra.
El Emmanuel, el Dios con nosotros, es Jesús Eucaristía.
“Es bendito el
fruto de tu vientre, siendo él sobre todas las cosas Dios bendito por los
siglos”. (San Bernardo de Claraval).
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos que nos regales el don inmaculado de la
castidad.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: Ave María
Oración final.
Reflexión para el
séptimo día: Santa María, Madre de Dios,
El dogma de la maternidad divina, así lo han definido los
padres conciliares en Éfeso (431), florece como morada de la Sabiduría
increada.
El Niño Dios vuelve sus ojos enternecidos por aquel
cálido regazo que lo abriga en la rústica pesebrera donde reposa su fragilidad
indefensa. El Mesías, aguardado por santos y profetas, contempló extasiado el
gesto inocente de una plegaria maternal que con sus ecos angelicales le arrulló.
El Eterno ha puesto su cuna en el corazón de María. Entrega total, dependencia
infinita.
“Yo lo sé, tú
tienes, en calidad de Madre del Altísimo, un poder igual a tu querer. Por eso
mi confianza en ti no tiene límites”. (San Germán de Constantinopla)”.
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos que nos regales el don de una pobreza
evangélica.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: La Salve.
Oración final.
Reflexión para el
día octavo: ruega por nosotros, pecadores,
La súplica conserva la condición de la debilidad.
El constante ruego es el oficio de la Auxiliadora. María
es el motivo generador de la invitación para renovar a las almas atrapadas entre
las ligaduras del mundo.
María Purísima es la ruta segura hacia el sacramento del
perdón. La reconciliación, la alegría del cielo.
“Arrodíllate para
obtener mi reconciliación, Tú que eres la Madre de Dios”. (San Gregorio de
Narek).
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos que nos regales el don de la santa
obediencia.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: El
magnificat.
Oración final.
Reflexión para el
día noveno: ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
La perseverancia final, el anhelo de Dios.
La serena alegría de la Iglesia triunfante es la
bendición escrita por Simeón con un espada de dolor. María, la Dolorosa, sintió
su ser traspasado por la cruz vociferante.
Ella es la merced del último suspiro del Nazareno. “Hijo,
he aquí a tu Madre”, dádiva del Redentor.
“Yo soy la resurrección
y la vida. El que vive en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree
en mí, no morirá jamás”. (Juan 11,25).
Petición: Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá, te rogamos nos regales el don misericordioso de acompañarte
en la eternidad.
Tres avemarías, padrenuestro y gloria.
Canción: El
Cuchipe
Oración final.
Salve, Madre del
Salvador
Salve, Santísima Madre del Salvador,
nuestro Dios,
por cuyo medio vino a vivir con nosotros
y nosotros con Él;
Él, que te hizo digna de ser celebrada y venerada
como verdadera y natural Madre de Dios,
en la tierra por cuantos te rinden honor,
y sobre todo en el cielo con los santos ángeles,
como augustísima Madre de Dios.
Salve, venerable e inmaculada madre de Dios.
Aquel que de lo alto de los cielos,
sin dejar el cielo
se encarnó en tu seno como en su patria terrena.
Él mismo. Cristo Dios,
te hizo digna de ir de esta patria terrena
a la patria celeste, que concedió,
por tu medio, a los santos que le esperaban.
Salve, María, espiritual paraíso espléndido,
que has cultivado por obra del Espíritu Santo
el fruto de la vida y de la inmortalidad:
el que fue engendrado por el Padre,
Cristo nuestro Dios.
Nosotros, partícipes de su vida por la verdadera fe,
hemos sido vivificados en Él.
En fundó por ti en el paraíso un tabernáculo
donde vives con tu cuerpo glorificado;
por tu mediación, también,
se nos ha abierto a nosotros la puerta.
Salve, o refugio esplendente y adornadísimo.
Tú has sido hecha madre de Dios.
El género humano,
náufrago en el mar de esta vida,
se ha salvado en ti;
por tu medio ha obtenido los dones de la vida
del que te adornó en el tiempo presente
y te glorificó por los siglos de los siglos.
(San Modesto de Jerusalén).
El Espíritu Santo
descenderá sobre ti inmaculada para hacerte más pura y ofrecerte un poder
fecundo”. (San Sofronio).
Trabajo realizado por petición del señor Marco Suárez
Parroquia Nuestra Señora del Rosario, La Renovación.
Chiquinquirá, Boyacá
Zipaquirá, 22 de septiembre de 2020.