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Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“No les he
escrito porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna
mentira procede de la verdad”. (1Jn 2,21).
El 25 de marzo de 1945,
Ida Peederman inoculó en la comunidad holandesa el veneno de una mentira instrumental.
Ella trapaceó que había visto a la
Santísima Virgen María que se le presentó como “la Señora de todos los Pueblos”.
La respuesta
eclesial demoró lo suficiente como para obtener una sana corrección y la
invitación a una pronta conversión, situación que no ocurrió.
La Iglesia, madre
y maestra, con paciencia pedagógica echó por tierra la cizaña de la falacia y
en 1956 expresó, por medio del señor obispo de Haarlem-Ámsterdam, Johannes
Petrus Huibers, que declaró con respecto a las falsas apariciones marianas que: non constat de supernaturalitate.
El arraigo de la
mala yerba en las conciencias relapsas siguió bebiendo de las fuentes del error
hasta embrutecer la razón de la santa obediencia. La respuesta del pastor, y
podador, volvió para pontificar de forma explícita. La sesión ordinaria de la
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Santa Inquisición) en
la asamblea celebrada el 27 de marzo de 1974 señaló el falso ideológico con
propiedad: Las resoluciones contra la tramoya montada por Peederman fueron de
una claridad meridiana para cualquier bautizado.
1. En cuanto a la resolución
doctrinal: OMNES: constat de non supernaturalitate.
2. En cuanto a investigar
ulteriormente el fenómeno: OMNES:
negative.
Esas decisiones fueron
aprobadas por el santo padre Pablo VI durante la audiencia concedida al prefecto
de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal F. Šeper, el 5
de abril de 1974 y se enfatizó: “Todo ello se comunica para que el santo pueblo
de Dios y sus pastores saquen las debidas consecuencias”.
Las modas, enemigas
de la virtud de la certeza, trajeron al final del siglo XX, una nueva decadencia
conceptual con relativismos autoritarios.
En 1996, monseñor, Henny Bomers, en consulta con la Santa Sede, aprobó
el culto a la “Señora de todos los Pueblos”, pero el prelado no reconoció las
supuestas apariciones.
Error craso y
evidente: Si no hay apariciones, no hay título.
La Mariología,
ciencia teológica, está sustentada en tres pilares benditos: la Biblia, la
tradición y el magisterio. Si ese edificio trinitario no fue edificado en
armonía, nada es válido. Nada está perfecto. Nada es verdad.
La prueba del desastre
arquitectónico de la fingida mariofonía quedó registrada en los anales del
asombro. En el año 2002, el obispo Jos Punt reconoció la autenticidad de la
falsa aparición sin consultar a la Santa Sede. El bulo quedó encriptado en las informaciones
mediáticas, antagonistas del catecismo. El fraude edificó su trono en las redes
sociales donde vive para motivar delirante la velocidad del exabrupto. Ante la
arremetida del error envalentonado hubo más desbarajuste dentro del caldero de
los desaciertos. En 2005, la Congregación para la Doctrina de la Fe suprimió
algunos textos de la inventada oración que Ida Peerdeman le adjudicó a la
Santísima Virgen María para justificar su embuste. La supuesta plegaria fue
editada porque “no se ajustaban a la doctrina católica”. Es decir que la moneda
falsa se legalizó con la circulación.
El equívoco uso de
la forma heterodoxa del término corredención aplicado a María Santísima se
convirtió en herejía. El vocablo, fuera de su contexto dogmático de las
Sagradas Escrituras, terminó por generar una intervención del papa Francisco.
Su Santidad, en la
homilía de la misa matutina del 3 de abril de 2020, afirmó: “La Virgen no quiso
quitarle ningún título a Jesús… No pidió para sí ser cuasi-redentora o
corredentora: no. El Redentor es uno y este título no se duplica”.
De acuerdo con el pontífice.
La palabra “corredentora” no puede surgir de un montaje teatral apoyado en las tecnologías
del disparate para imponer criterios falsos en la pastoral del catolicismo.
Además, la lista
bibliográfica de autores santos y doctos que defienden la sana doctrina de
María Corredentora es extensa en los siglos de evangelización con Jesucristo, El
Redentor.
Para cerrar el
diagnóstico del mal, que enceguece a una sociedad adicta al enredo, el 30 de
diciembre de 2020, el obispo de Haarlem, Johannes Hendriks, “tras haber
consultado a la Congregación para la Doctrina de la Fe y de acuerdo con ella”,
afirmó que: “el uso del título Señora de todos los Pueblos para María es en sí
mismo teológicamente lícito”.
Y otra vez, el cambio
de rumbo. El 11 de julio de 2024,
el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ratificó el juicio negativo
aprobado por Pablo VI en 1974. La entidad declaró no sobrenaturales las
supuestas apariciones de “Nuestra Señora de todos los Pueblos” en Ámsterdam.
Quizás esta crisis
confusa sirva para retomar los estudios como lo pidió Pío XII en su
radio mensaje Inter Complures. Allí fijó unas normas para las tesis
mariológicas. El papa deseaba una investigación más profunda sobre la dignidad,
oficios y privilegios de María.
En conclusión, el redactor
piensa que cada gracia de María, incluida la corredención, es un don de Dios
para su esclava.
Nota:
Material elaborado con información de www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2024-07/doctrina-de-la-fe-nuestra-senorade-todos-los-pueblos-amsterdam.html