miércoles, 22 de octubre de 2025

El Rosario, contemplación del rostro de Cristo

Foto archivo particular

 Juan Pablo II, Ciudad del Vaticano 27 octubre 2002. 

Publicamos un recuerdo y un homenaje al santo pontifice


 * * * ¡Queridos hermanos y hermanas! 1. Estamos llegando al final del mes de octubre, el mes del santo Rosario. Como sabéis, los próximos meses, hasta octubre de 2003, constituyen un «Año del Rosario» especial. De este modo, he deseado poner mi vigesimoquinto año de pontificado bajo el signo de esta oración. El motivo más importante para volver a proponer la práctica de Rosario es el hecho de que constituye un medio válido para favorecer entre los fieles ese compromiso de contemplación del rostro de Cristo, al que he invitado al concluir el gran Jubileo del año 2000. 2. Modelo insuperable de contemplación cristiana es la Virgen María (Cf. carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae», 10). Desde la concepción hasta la resurrección y ascensión al Cielo de Jesús, la Madre ha mantenido la mirada de su corazón inmaculado fija en el Hijo divino: mirada sorprendida, mirada penetrante, mirada dolorida, mirada radiante (cf. ibídem). Cada uno de los cristianos y la comunidad eclesial hace precisamente propia esta mirada mariana llena de fe y de amor al recitar el Rosario. Para «potenciar el significado cristológico del Rosario» (ibídem, 19), la carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae», integra los tradicionales tres ciclos de misterios –el de la alegría, el del dolor, el de la gloria– con un nuevo ciclo: los misterios de la luz que afectan a la vida pública de Cristo. 3. Como toda oración auténtica, el Rosario no aleja de la realidad, sino que ayuda a vivir en ella unidos interiormente a Cristo dando testimonio del amor de Dios. Este documento mencionado exhorta, por ello, a descubrir la belleza del rezo del Rosario en familia. «La familia que reza unida, permanece unida» (ibídem, 41). El Rosario, además, es una «oración orientada por su propia naturaleza a la paz». En este Año del Rosario, los cristianos están llamados a dirigir su mirada a Cristo, Príncipe de la paz, para que en los corazones y entre los pueblos prevalezcan pensamientos y gestos de justicia y de paz. Invoquemos hoy, en particular, la intercesión de la Virgen, tan amada por el pueblo ruso, que en estos últimos días tanto ha sufrido. Mientras rezamos por las víctimas de la reciente y dolorosa vicisitud, pidamos a la Virgen Santa que no se repitan hechos semejantes. «María, que pones en nuestras manos el Santo Rosario, enséñanos a rezarlo convirtiéndonos, siguiendo tu escuela, en auténticos contemplativos y testigos de Cristo. 

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]



miércoles, 15 de octubre de 2025

JUBILEO DE LA ESPIRITUALIDAD MARIANA

Foto Vatican News

 

 


HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

 

Plaza de San Pedro

XXVIII domingo del Tiempo Ordinario, 12 de octubre de 2025

 

 

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Queridos hermanos y hermanas:

 

El apóstol Pablo se dirige hoy a cada uno de nosotros, como a Timoteo: «Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David» (2 Tm 2,8). La espiritualidad mariana, que alimenta nuestra fe, tiene a Jesús como centro. Como el domingo, que abre cada nueva semana en el horizonte de su resurrección de entre los muertos. «Acuérdate de Jesucristo»: esto es lo único que cuenta, esto es lo que marca la diferencia entre las espiritualidades humanas y el camino de Dios. «Encadenado como un malhechor» (v. 9), Pablo nos recomienda no perder el centro, no vaciar el nombre de Jesús de su historia, de su cruz. Lo que nosotros consideramos excesivo y lo crucificamos, Dios lo resucita porque «no puede renegar de sí mismo» (v. 13). Jesús es la fidelidad de Dios, la fidelidad de Dios a sí mismo. Por lo tanto, es necesario que el domingo nos haga cristianos, es decir, que llene de la memoria incandescente de Jesús nuestro sentir y nuestro pensar, modificando nuestra convivencia, nuestra forma de habitar la tierra. Toda espiritualidad cristiana se desarrolla a partir de este fuego y contribuye a hacerlo más vivo.

 

La lectura del Segundo Libro de los Reyes (5,14-17) nos ha recordado la curación de Naamán, el sirio. El mismo Jesús comenta este pasaje en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,27), y el efecto de su interpretación sobre la gente de su pueblo fue desconcertante. Decir que Dios había salvado a ese extranjero enfermo de lepra en lugar de aquellos que estaban en Israel desencadenó una reacción general: «Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo» (Lc 4,28-29). El evangelista no menciona la presencia de María, que podría haber estado allí y haber experimentado lo que le había anunciado el anciano Simeón cuando llevó al niño Jesús al Templo: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos» (Lc 2,34-35).

 

Sí, queridos hermanos, «la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» ( Hb 4,12). Así, el  Papa Francisco vio a su vez, en la historia de Naamán el sirio, una palabra penetrante y actual para la vida de la Iglesia. Dirigiéndose a la Curia Romana, dijo: «este hombre estaba obligado a convivir con un drama terrible: era leproso. Su armadura, la misma que le proporcionaba prestigio, en realidad cubría una humanidad frágil, herida, enferma. Esta contradicción a menudo la encontramos en nuestras vidas: a veces los grandes dones son la armadura para cubrir grandes fragilidades. […] Si Naamán sólo hubiera seguido acumulando medallas para poner en su armadura, al final habría sido devorado por la lepra; aparentemente vivo, sí, pero cerrado y aislado en su enfermedad». [1] De este peligro nos libera Jesús, Él que no lleva armaduras, sino que nace y muere desnudo; Él que ofrece su don sin obligar a los leprosos sanados a reconocerlo: sólo un samaritano, en el Evangelio, parece darse cuenta de que ha sido salvado (cf. Lc 17,11-19). Quizás, cuantos menos títulos se puedan ostentar, más claro está que el amor es gratuito. Dios es puro don, sola gracia, pero ¡cuántas voces y convicciones pueden separarnos también hoy de esta verdad desnuda y disruptiva!

 

Hermanos y hermanas, la espiritualidad mariana está al servicio del Evangelio: revela su sencillez. El afecto por María de Nazaret nos hace, junto con ella, discípulos de Jesús, nos educa a volver a Él, a meditar y a relacionar los acontecimientos de la vida en los que el Resucitado continúa a visitarnos y llamarnos. La espiritualidad mariana nos sumerge en la historia sobre la que se abrió el cielo, nos ayuda a ver a los soberbios dispersos en los pensamientos de su corazón, a los poderosos derribados de sus tronos, a los ricos despedidos con las manos vacías. Nos compromete a colmar de bienes a los hambrientos, a enaltecer a los humildes, a recordar la misericordia de Dios y a confiar en el poder de su brazo (cf. Lc 1,51-54). Su Reino, en efecto, viene y nos involucra, precisamente como a María, a quien pidió el “sí”, pronunciado una vez, y luego renovado día tras día.

 

Los leprosos que en el Evangelio no vuelven a dar las gracias nos recuerdan, de hecho, que la gracia de Dios también puede alcanzarnos y no encontrar respuesta, puede curarnos y seguir sin comprometernos. Cuidémonos, pues, de ese subir al templo que no nos lleva a seguir a Jesús. Existen formas de culto que no nos unen a los demás y nos anestesian el corazón. Entonces no vivimos verdaderos encuentros con aquellos que Dios pone en nuestro camino; no participamos, como lo hizo María, en el cambio del mundo y en la alegría del Magnificat. Cuidémonos de toda instrumentalización de la fe, que corre el riesgo de transformar a los diferentes —a menudo los pobres— en enemigos, en “leprosos” a los que hay que evitar y rechazar.

 

El camino de María va tras el de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano, especialmente hacia los pobres, los heridos, los pecadores. Por eso, la auténtica espiritualidad mariana hace actual en la Iglesia la ternura de Dios, su maternidad. «Porque —como leemos en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium— cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia» (n. 288).

 

       Queridos hermanos, en este mundo que busca la justicia y la paz, mantengamos viva la espiritualidad cristiana, la devoción popular por aquellos hechos y lugares que, bendecidos por Dios, han cambiado para siempre la faz de la tierra. Hagamos de ella un motor de renovación y transformación, como pide el Jubileo, tiempo de conversión y restitución, de replanteamiento y liberación. Que María Santísima, nuestra esperanza, interceda por nosotros y nos oriente siempre hacia Jesús, el Señor crucificado. En él está la salvación para todos.

 

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[1] Discurso a los miembros del Colegio Cardenalicio y de la Curia Romana con motivo de las felicitaciones navideñas, 23 diciembre 2021.

 

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martes, 7 de octubre de 2025

Real Cédula en que Felipe II comunica al arzobispo del Nuevo Reino de Granada la victoria de Lepanto.

 

Foto: Palacio de los Dogos, Venecia. AKG / Álbum.



Rdo In Cpro. padre Arzobispo del Nuevo Reyno de Granada de las nras Indias del Mar ocº del nro Consejo esta os mando scrivir para que sepais la vitoria que nro señor ha sido servido darnos en siete de octubre pasado contra toda el harmada del Turco yendo por gral de la nra el Illmo. don Juan de Austria mi hermano q. a sido cossa de grande importancia, para la quietud y sosiego de toda la Xpiandad porque se le deben dar y doy muchas gracias á su Mg. eterna de cuya Divina mano y voluntad todo procede. Y ansí os encargo deys orden como en essa sancta yglessia y en las otras de vra dios. en las oraciones y sacrificios q. se hazen se le den por la mrd. que en esta y en todo continuamente nos hazc supplicando á su Divina Mg." llebe adelante estos buenos successos para su sancto servy.º _comservación y aumento de nra sancta fee catholica y ansimismo ordenareis se hagan oraciones por las animas de los que huvyeren muerto en ello en que nos hareys placer y servicio.

De St. Lorenzo a seis de dize de MDLXX-I años.

Yo EL REY

Por mandado de Su Mg.'

ANTONIO DE ERASSO”.

(Cf. Bogotá. Revista Iglesia, junio 15 de 1910).

Este documento lo recibió el arzobispo fray Luis Zapata de Cárdenas. El original se quemó en el Bogotazo,1948.


miércoles, 1 de octubre de 2025

El santo rosario, el regreso al Evangelio

Foto Julio Ricardo Castaño Rueda

 


Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

 “…reúne por decenas sus pequeños granos de una invisible sustancia sobrenatural”. Pío XII.

El salterio de María tiene la virtud para que el alma se mueva en una acción misionera llamada santidad.

Su trasegar, de herramienta del apostolado, despierta el verdadero recogimiento de las enseñanzas predicadas por Jesús de Nazaret.  Dicta la catedra del magisterio del amor. Enseñanza escrita dentro de un corazón traspasado. Lanza que regó con sangre el misterio de la resurrección del Salvador. Vida perpetua, gracia irrevocable.

El celestial eco de sus preces se engendró en María Santísima, plegaria bendita de su obediencia a la divina voluntad. En manos serviciales y voces orantes se transforma en el custodio del orden superior, civilización cristiana. Los sembradores de la corona cosechan el fruto de una esperanza convertida en certeza. Esta oración heroica vive bajo el amparo tutelar de Nuestra Señora, Madre y Centinela del Verbo de Dios.

Y al nacer octubre, inicio de la cruzada, vale la pena volver a la intrépida predicación contra los acontecimientos del hecho espurio, engendro del engaño. Conducta patrocinada por los asesinos del orden moral. Ideología de colectivos sofísticos, traficantes del pecado.

La encomienda de tomar la camándula abre a raudales la bendición del Padre sobre los peregrinos del cielo. El santo rosario fue diseñado para derrotar al infierno con el implacable poder redentor del Evangelio.