A la muerte
del papa Pío IV, fue elegido Papa, el cardenal Miguel Ghislieri, O. P., que
tomó el nombre de Pío V. Fue el Papa del Rosario
Con
encíclicas encomendó el rezo de la mística camándula que nos une a Dios;
enriqueció de indulgencias a sus devotos y derrotó con esta oración los
enemigos de la Iglesia.
Tenía
también una singular devoción a la Inmaculada e hizo introducir en el breviario, en
el misal y en el calendario romano su fiesta.
Obligó a
los clérigos beneficiados al rezo del Oficio de la Santísima Virgen.
Pero el
hecho más célebre de su devoción a María fue la grande victoria de Lepanto
sobre el islamismo.
En aquel
siglo el Islam amenazaba la cristiandad y el Papa escribió a los príncipes
cristianos para derrotarlos. Pero solamente los españoles y los vénetos
escucharon su llamada.
El Papa
predijo la victoria y para lograrla mortificaba su débil cuerpo y
constantemente desgranaba su Rosario.
El 7 de
octubre de 1571 se encontraron las dos flotas y en una dura y sangrienta
batalla, la cruz triunfó sobre la media luna.
En el mismo
día mientras presidía una reunión de cardenales, de repente se levanta, abre la
ventana y después de estar inmóvil como en contemplación, la cierra, diciendo:
“Dejemos nuestros asuntos y vamos a agradecer a Dios: nuestro ejército luchó
con los turcos y ganó”. Para agradecer a la Virgen la victoria, instituyó la fiesta de
Nuestra Señora de las Victorias, que bajo el pontificado de Gregorio XIII se
llamó fiesta del Santo Rosario, e introdujo en las letanías de la Virgen la nueva invocación:
“Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros”.
En el año siguiente, el primero de mayo de 1572, en el
primer día del mes mariano, María recibió en los cielos a su santo siervo y
ahora su cuerpo descansa bajo la sombra de la Virgen en Santa María la Mayor.
Tomado de la Revista Regina Mundi.
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