miércoles, 18 de noviembre de 2015

La Bogotá de María



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

La Santísima Virgen María mostró una predilección por la santa fe del recién fundado Bogotá (1538). Según Rodríguez Freile, en su libro El Carnero, el licenciado Jiménez de Quesada: “… señaló sitio y solar para la santa iglesia, que fue la primera que se fundó en este Nuevo Reino de Granada, dedicada a Nuestra Señora la siempre Virgen María Santísima, con título de la limpísima y purísima Concepción de la Santísima Virgen…”

La preferencia quedó injertada en la Arquidiócesis que tiene 75 templos, entre parroquias y capillas, que llevan el nombre de Nuestra Señora bajo distintos títulos. La mayoría de sus advocaciones son foráneas por razones del impulso evangelizador que trajo los tesoros de la Iglesia al Nuevo Reino de Granada. En sus calles castellanas se escuchan nombres tan tradicionales, forasteros y santafereños como Nuestra Señora del Rosario, de Egipto, de las Nieves, del Carmen, de Belén, de Monserrat, de la Candelaria.

Esa riqueza de la onomástica mariana permite formular una pregunta: ¿existe una mariología bogotana raizal? La contestación bien podría ser un silencio incomodo por la ausencia de la axiología propia del terruño. Conducta que puede ser remplazado por la especulación y la adivinanza. Para evitar ese rubor acusador se intentará resolver el acertijo bajo ciertas pautas que le den claridad conceptual al asunto.

Primero. La mariofanía ocurrió dentro de los límites del antiguo centro urbano, sin municipios anexos ni Distrito Capital, para evitar confusiones con los pueblos cercanos confiscados por el arrollador urbanismo sabanero de la Metrópoli.

Segundo. El fenómeno consta en la historia civil y eclesial que puede ser verificada por múltiples fuentes, incluida la tradición oral.

Tercero. Tiene aprobación de la Iglesia con su respectivo recinto sacro donde recibe honra.

Cuarto. No se incluyen las advocaciones colombianas que han sido adoptadas por su legado ancestral como por ejemplo: Nuestra Señora de Chiquinquirá, del Topo, de las Lajas. Ni las que aún están por estudiar como la Virgen de Los Laches. (Figura aparecida en una piedra, cuyo altar es la ventana de una casa).

Este cronista, hasta la fecha, solo ha logrado encontrar cuatro imágenes que cumplen con los requisitos exigidos para la prueba. La primera, bajo el misterio de la Inmaculada Concepción. La segunda fue gestada por el amor al santo rosario. La tercera y, principal, resultó precedida por la Sagrada Familia y la última presentó un prodigio de renovación que involucró a los huérfanos.

Hecha la salvedad, este artículo solo mostrará el sustento para una tesis autóctona. La investigación queda a cargo del lector que podrá profundizar a su gusto en esos campos de Dios.

Rolas de pura cepa

El milagro pionero surgió por causa de un error. En 1610, don Juan de Cabrera abandonó una piedra donde alcanzó a tallar una parte de una estatua de la Inmaculada para la Catedral Primada. El escultor se equivocó en la dureza del material.

El bloque a medio trabajar fue utilizado como puente sobre un riachuelo montañero que pasaba cerca del convento franciscano de la Recoleta de San Diego, a las afueras de Santafé.

La pisoteada pieza, talla y pontón, presentó un prodigio que la insertó en la Historia… Aquí termina el oficio del redactor y comienza la tarea del lector. Los datos son:

Nombre: Nuestra Señora del Campo

Lugar: Templo parroquial de San Diego (carrera 7A nro 26 47).

Bibliografía: Juan Flórez de Ocáriz. Genealogías del Nuevo Reino de Granada. Prensas de la Biblioteca Nacional. Bogotá, 1943.

Novena a María Santísima Madre de Dios y Nuestra Señora del Campo. Santafé de Bogotá, 1787.

En el libro de monseñor, Álvaro Fandiño Franky, titulado: El padre Almanza, un signo de santidad en la historia de Colombia. Editorial El Mensajero del Corazón de Jesús (Bogotá, 1995) se publicó un documento muy valioso sobre el tema.

Fiestas: El 2 de julio para conmemorar su llegada al templo de San Diego (1627) y  la otra el primero de mayo como recuerdo de su intervención contra la peste del polvillo en el siglo XVIII.

2. Don Juan Cotrina, un comerciante viudo que se ordenó sacerdote, invitó al famoso artista bogotano, Antonio Acero de la Cruz, a pintar a la Virgen del Rosario bajo una advocación inventada por él. El cuadro resultó del agrado de las autoridades y del vecindario.

El 3 de febrero de 1644, el presbítero Cotrina obtuvo la licencia del señor arzobispo fray Cristóbal de Torres, O.P., para fundar la ermita de Nuestra Señora de las Aguas.

El toponímico surgió de su cercanía con el río Vicachá, que los expertos en semántica del grupo linguístico chibcha traducen como: “El resplandor de la noche”. La corriente, canalizada y castellanizada, hoy pasa por el frente del templo con el nombre de San Francisco.

En una de las moradas parroquiales se generó el suceso del “Espeluco de las Aguas”. Esta es una historia que aún pervive en la memoria de los ciudadanos. La narración  tiene una enseñanza sobre el exceso de vanidad dentro de un soberbio irrespeto a la Virgen María.

Nombre: Nuestra Señora de las Aguas.

Lugar: Templo parroquial Nuestra Señora de las Aguas. (Carrera 2A nro 18A-88).

Bibliografía: José Ignacio Perdomo Escobar.  Breve guía turística e historia de la parroquia de Nuestra Señora de las Aguas de Bogotá. Editorial Prensa Católica. Bogotá, 1980. 

Pedro María Ibáñez. Crónicas de Bogotá. Tercer Mundo Editores. Tomo I. Bogotá, 1989.

3. En 1685, don Bernardino de León encontró en los cerros orientales un bloque de roca con las figuras de la Sagrada Familia de Nazaret acompañadas de dos ángeles. Las estatuas fueron arrancadas por un cantero. Luego cruzaron de forma misteriosa por un pasadizo por donde no cabían. Y más adelante, bajaron a hombro por el filo de un despeñadero hasta su capilla de Los Laches. El arzobispo, don Antonio Sanz Lozano, dio licencia para la veneración de las imágenes, el día de carnestolendas de 1686. El resto de la descripción es muy apasionante. Tanto que el padre Ricardo Struve le dedicó más de una década a estudiar ese conjunto escultórico porque es único en el mundo.  

Nombre: Nuestra Señora de la Peña, Patrona de Bogotá.

Lugar: Templo Santuario Nuestra Señora de la Peña. Monumento Nacional. (Carrera 7A Bis Este 7A-50).

Bibliografía: P. Juan Agustín Matallana. Historia metódica y compendiosa del origen, aparición y obras milagrosas de las imágenes de Jesús, María y José de la Peña que se veneran en su ermita extramuros de la ciudad de Santafé de Bogotá, Provincia de Cundinamarca en la Nueva Granada. Imprenta de Zalamea Hermanos. Bogotá, 1895.

Ricardo Struve Haker. Cuadernos históricos de la Peña. Bogotá, 1952.

Ricardo Struve Haker  El Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Peña. Imprenta Nacional de Colombia. Bogotá, 1955.

Fiestas: 10 de agosto. Antiguamente, también se celebraba el domingo de quincuagésima. Fiesta de las carnestolendas.  

4.  El ex presidente Marco Fidel Suárez, en su relato El sueño de Chiquinquirá, dejo constancia de un fenómeno particular. “…aquí mismo en Santafé, en el asilo del hospicio, cuidado por las hermanas de la caridad, tuvimos hace poco la sorpresa de ver en uno de los lados del piso alto del patio principal un cuadro que es una verdadera maravilla.

En una tabla de cortas dimensiones, de dibujo muy regular, de expresión pasmosa, que representa a la Virgen con un niño en el regazo, no en figura del Niño Jesús, sino de un muchachito que puede representar a uno de los del asilo, por su expresión y facciones. La tabla estuvo también mucho tiempo desconocida y sirviendo para poner las planchas calientes en una de las oficinas, la cual hubo de destruir la pintura y sus rastros. Al fin, reparando mucho en el cuadro, observaron tenuísimas huellas, que movieron a ponerlo en lugar adecuado, donde ha reaparecido admirablemente, de manera que hoy es una pintura muy notable y clara, expuesta al culto en el lugar que dijimos, entre focos de luz y enredaderas de flores. Las angélicas hermanas, que son madres de esas quinientas criaturas, llaman a la imagen con el nombre de Nuestra Señora de los Huérfanos…”

Nombre y lugar: Capilla Nuestra Señora de los Huérfanos. (Carrera 19 nro 11-43. Parque España).

Y aún queda por conocer a Santa María de Vitelma. Capilla ubicada en el camino viejo a San Cristóbal nro 8-56/58.


Ante estas pinceladas contra la amnesia, ¿querrán los capitalinos volver el esplendor autóctono de sus más caras tradiciones? ¿O dejarán que la academia de estudios marianos se dedique solitaria a la exploración profunda de los archivos íntimos de la nacionalidad?

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