Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
Colombia es un país de asombrosas afonías. Esta vez su conducta
marcó un registro mundial porque su frialdad opacó un hecho que le pertenece a
la entraña raizal de su identidad, la fiesta centenaria del patronazgo de María
Santísima.
El pasado 23 de junio,
los frailes dominicos de la Provincia San Luis Bertrán realizaron una rueda de
prensa en la Villa de los Milagros. El evento anunció el lanzamiento de la
programación del centenario de la coronación de Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá como Reina y Patrona.
El evento, de
trascendencia íntima para una nación que se precia de ser el Jardín Mariano,
fue recibido por los grandes medios de comunicación con el riguroso mutismo de
la censura. Basta con utilizar un buscador de noticias de Internet y encontrar
que el suceso máximo de la romería no tuvo eco ni conciencia.
El contraste con el
siglo que pasó es contundente. Los periódicos cubrieron con su corresponsales,
día a día, la travesía de los hombres y mujeres de 1919 que cargaron sobre sus
recios hombros los 300 kilos que pesaban las andas en que se trasportó a la
Virgen de Chiquinquirá desde su santuario hasta Bogotá. Regresaron por la vía
de Tunja porque el corazón les latía a ritmo de cielo y promesero.
Hoy la omisión
mediática ofende. Su negación de los valores de la colombianidad es parte de su
sintonía con la banalidad.
¿Cómo pretender vivir
en una tierra civilizada por el Evangelio si se le da la espalda a la escuela
de María, cuna de Cristo y su evangelio? ¿Acaso quieren crear la memoria del
olvido al negarle a la historia su derecho a mantener la tradición?... Triste
patria de silencios mudos.
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