jueves, 22 de noviembre de 2018

La Patrona del Zulia



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

Los migrantes venezolanos, víctimas de un desarraigo atroz, trajeron en sus mochilas el amor por Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Los refugiados le celebraron su fiesta el 18 de noviembre en los templos parroquiales de la Virgen Morena de Bogotá y Barranquilla.

La Dama del Saladillo regresó a tierras muiscas entre la multitud de gentes desplazadas por la perversa violencia comunista, política de criminales. Entre el trauma del exilio germinó un gesto de humilde devoción mariana, que no puede ser pasado por alto. El ejemplo de los hijos de José Antonio Páez es una escuela de mística cristiana que Colombia debería renovar con urgencia de pundonor.

La Venezuela desintegrada en su esencia de pueblo libertador llevó a la Chinca al campamento de los refugiados sin importar la túnica de ignominia que cumbre a las familias sin pasaporte.

Contra esa conducta social y superior se estrelló irreverente el concepto de colombianidad resumido en la “Misión Fátima Colombia”. La manifestación del tumulto se desarrolló en pleno año jubilar por el centenario de coronación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.

En contraste, la Venezuela heroica trajo a nuestra Virgen Nacional en el alma gloriosa de la gaita zuliana. El bravo pueblo, con su república de andariegos, insistió en recordar que la historia es una cátedra sagrada aún para la amnesia del hombre colombiano que solo memoriza lo extranjero.

Gracias, Maracaibo, porque la Virgen de Chiquinquirá, un patrimonio cultural de Venezuela, volvió para bendecir a su Colombia, un país postrado de hinojos ante el patriotismo foráneo.



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