Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
El ritmo evangelizador del centenario de la
coronación de la Virgen de Chiquinquirá es una voz potente de la Orden de
Predicadores.
La Patrona recorre el país, sobre los hombros de
los dominicos y de los laicos, para aglutinarlo bajo el amparo feliz del
Evangelio de Jesucristo.
¿Escuchará la Nación su eterno mandamiento?: “Hagan
lo que Él les diga” (Juan 2, 5). El mandato es la oportunidad de volver a bordar
el corazón nacional con los hilos de la camándula, opción vital para edificar
la patria de la virtud.
Ya salió María Santísima de Chiquinquirá a caminar
de la mano de su pueblo consentido. Va por los delicados senderos del jardín mariano
para recoger almas que perfumen la cruz de la reconstrucción de una bandera
heroica, resurrección de la paz.
Su aroma maternal es la principal materia del
arraigo ancestral. La tradición de su familia boyacense se funde en las
romerías que sostienen la historia y su identidad sobre el pasar de los siglos.
El reto está planteado: “A Jesús por María”. Rumbo
de aurora para que el ciudadano adormecido, por sus logros de egolatría mundana,
restablezca su dignidad cristiana.
María de Chiquinquirá aguarda el Fiat de sus hijos.
Colombia tiene la palabra.
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