Por: Monseñor Olavio López Duque,
vicario de religioso de la Arquidiócesis
de Bogotá. (Q. E. P. D).
Introducción.
El tema de la Hija de Sión es uno de esos
conceptos que atraviesan la Biblia desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo,
dándole unidad a los dos y a la vez enriqueciendo su interpretación con nuevos
sentidos. El interés que ha despertado en los especialistas tanto de la
Teología como de la Sagrada Escritura no ha llegado al conocimiento de los
fieles en general, como tantos otros tópicos de la investigación teológica que
se quedan en las obras de investigación, redactadas en tono muy científico que
desborda la capacidad del publico. El particular no ha tenido acceso a esos
temas por falta de una buena divulgación.
No podemos hablar de falta de interés del
público católico en general, sino más bien de falta de información. Y de parte
de los entendidos no podemos decir que esa indiferencia hacia ese público, sino
más bien es escasez de escritores que divulguen lo que hay en la alta
investigación tanto bíblica, como teológica.
Es allí, en este empeño de la divulgación
de la doctrina de la Iglesia y de la investigación que esclarece y hace
accesible esa doctrina, donde está la razón de ser de nuestra Sociedad
Mariológica Colombiana.
En general en todos los temas de teología
y de Biblia se está pidiendo con insistencia la exposición que haga asequible
al pueblo cristiano los logros de la investigación seria de esta época. Es por
ello que se requiere un mayor esfuerzo de los entendidos en estos temas para
presentar de manera provechosa la enseñanza tan rica que se ha conseguido con
el esfuerzo de tantas personas dedicadas al estudio de la Palabra.
IMPORTANCIA DEL TEMA
El tema de la
Hija de Sión va adquiriendo en la Iglesia la importancia excepcional que tiene
todo aquello que contribuye a fortalecer las relaciones de la Iglesia con el
judaísmo. Por tratarse de un tema eminentemente arraigado en los libros del
canon hebreo siempre será de interés para los judíos y un puente para que el
intercambio de posiciones al hacerse más claro, contribuya a fomentar las
relaciones entre las religiones y estimule el interés de las partes por llegar
a la comprensión de los elementos que nos unen, sin excluir de la necesaria
atención aquellos que nos separan. En realidad debemos hacer mayor énfasis en
los primeros y darles la debida importancia para que mostremos el interés de
acercamiento mutuo.
DEFINICIÓN DE LOS TÉRMINOS
La expresión "Hija de Sión" es
muy familiar a los profetas que la fueron elaborando lentamente, cuando el
término fue pasando de uno a otro y se fue enriqueciendo con nuevas y más
variadas connotaciones. El Nuevo Testamento retoma la idea y la centra en María
la Madre de Cristo, dando a ella un realce de grandeza y de maternidad
universal, a la vez que lanza un rayo de luz sobre los textos anteriores.
Hija de Sión en los profetas viene a
significar sencillamente la ciudad de Jerusalén, personificada en la figura de
una mujer que la representa. En este sentido no es tanto una persona que es
hija de Sión, sino más bien Sión como figura femenina que resalta el valor
espiritual de la Sión-ciudad. Estamos ante una expresión que quiere decir no
tanto lo que pertenece a Sión, cuanto lo que identifica a los dos términos.
Podríamos decir que la expresión dice sencillamente: Sión es una mujer representativa
de la ciudad. Con esta personificación la ciudad capital de los judíos adquiere
una connotación, de personaje importante, que puede comunicarse con Dios y más
aún es la destinataria de los saludos y promesas de Dios a los hombres, que se
suponen hijos de ella, viven en la ciudad, de alguna manera son habitantes del
reino y mantienen una relación de pertenencia a ella.
EL TEMA MARIANO.
Qué relación pueda tener la Hija de Sión
con María de Nazareth es algo que se afirma cada vez más en la teología mariana
de estos tiempos. Aparentemente no tendría consistencia una relación de los dos
términos que estamos tratando de unir. Por ello fue sorprendente que el
Concilio Vaticano II en la presentación exhaustiva de Nuestra Señora en el
capítulo VIII de la Lumen Gentium, dedicado a ella como el mayor reconocimiento
y alabanza a sus prerrogativas, afirmara con solemnidad que ella es "la
excelsa Hija de Sión" (LG. 55).
Es clara la
intención del concilio de introducir en la devoción y en la piedad del pueblo
católico un título mariano que ya se había vuelto familiar entre los entendidos
en los estudios teológicos: La figura de Nuestra Señora representa en el Nuevo Testamento
lo que la Hija de Sión representaba en el Antiguo Testamento. Los atributos,
los privilegios y la actuación pasan naturalmente de una a la otra.
CONSECUENCIAS PARA LA MARIOLOGÍA.
Al hacer el enlace entre la Hija de Sión
de los profetas y la Virgen María adquiere ésta unas raíces bíblicas
insospechadas, que han de enriquecer la ciencia mariana y la espiritualidad
bíblica. Se hace al mismo tiempo un esfuerzo de iluminación del Antiguo
Testamento partiendo desde el Nuevo, haciendo claridad en muchos pasajes que de
otra manera hubieran quedado sin un sentido definido y aparecerían como cabos
sueltos sin continuidad para la revelación ulterior. Se fortalece
considerablemente la unidad de los dos testamentos y se ilumina mucho la
espiritualidad mariana, a la vez que se ponen en práctica los principios de
interpretación bíblica que recomienda la Iglesia para aprovechar la Biblia en
la vida espiritual de la Iglesia.
No sería desde luego este el único tema
del Antiguo Testamento que mira directamente a la figura de María, como está
presentada por los escritos del Nuevo Testamento. Éste sin embargo se presenta
como una línea clara que partiendo de los profetas pasa a los evangelistas San
Lucas y San Juan con una continuidad tan natural como tantas otras ideas
mesiánicas que hacen la unidad del plan salvador de Dios, ligando los dos
Testamentos en una sola palabra: Cristo.
Por todo ello debemos partir del
principio de que el tema que nos ocupa es principalmente mesiánico y
cristológico en el sentido de que la Hija de Sión es la interlocutora a quien
Dios hace las promesas mesiánicas destinadas al pueblo redimido. Todo esto ya
está diciendo indirectamente que se trata del pueblo de Dios del Antiguo
Testamento que desemboca directamente en el tema Iglesia de Cristo en el Nuevo.
De allí sale otro valor de este capítulo
de la Teología Bíblica como es la relación tan íntima de María con la Iglesia,
el pueblo de Dios de la nueva alianza. María representando a la Iglesia, María
como miembro privilegiado de la Iglesia y como lo veremos en el salmo 87, María
madre de esa Iglesia. Esta connotación que relaciona a María con la Iglesia y
sobre su oficio en el plan de Dios, le convenía mucho al Concilio que habiendo
tomado como uno de sus principales fines profundizar en el misterio de la
Iglesia, quería tratar el tema mariano en conexión con ella.
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
Hay una serie de textos, principalmente
de los profetas, que partiendo de la expresión Hija de Sión, la hicieron un
tema reiterativo que se puede encontrar en muchas partes del Antiguo Testamento.
Los textos que diríamos primordiales son:
Miqueas, 4,10-13
que es el primero cronológicamente.
Zacarías, 2, 14-15 y 9, 9-10
Sofonías, 3, 14- 17 Joel, 2, 21-27.
De todos ellos sacamos estas síntesis:
Sión parece haber sido el barrio de los pobres en el ensanche de la ciudad de Jerusalén.
Primero aquella y posterior las dos se empezaron a llamar hija para significar
su carácter de persona interlocutora a la que se le dirige la palabra de Dios
como saludo de alegría, invitación a no temer y promesa de que el señor
habitará en medio de ella. Ella además es madre que en un supremo dolor
engendra a sus hijos que son pueblos numerosos.
Como todos los temas mesiánicos, este
también queda abierto al futuro, en un plano de misterio que lentamente se va
desvelando y definiendo y que da la impresión de que está pidiendo una
clarificación posterior.
En el tiempo posterior al destierro de
Babilonia el termino Hija de Sión, se vuelve sinónimo de Sión y de Jerusalén y
pierde por el uso el primer inciso “Hija de, en lo que pudo ser abreviación del
término o mejor el convencimiento de que los nombres Sión y Jerusalén ya habían
adquirido la connotación de persona importante, e interlocutora ante Dios y de
transmisora de las bendiciones del Señor.
LA HIJA DE SIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO.
San Pablo en la Epístola a los Gálatas 4,
21-30 habla de dos ciudades de Jerusalén: la de arriba, la espiritual y la de
aquí abajo la física ciudad de Jerusalén con los judíos de ese momento. La
primera viene de Sara, es de arriba porque por que su hijo Isaac nació según
las promesas hechas por el Señor tanto a ella como a Abraham. La otra ciudad o
pueblo viene de Agar, que fue siempre una esclava, cuyo hijo nació por vía
natural y humana y representa a los que no se acercan a Cristo, sino más bien
se alejan de él.
Estamos en el siguiente paso, en este
caminar de la historia de la salvación. Del Antiguo Testamento hemos pasado
claramente al cumplimiento de la nueva alianza. Ya se distinguen netamente dos
versiones de Jerusalén. La de arriba y la de abajo. El acento pasa de la ciudad
de Jerusalén (Sión) a esa creación de Dios que conservando el nombre de
Jerusalén, se describe como la madre nuestra y a la vez está representando el
destino final de su único pueblo, hecho de todas las naciones del mundo que
creen en Cristo.
Siguiendo el
desarrollo de la revelación, el evangelio de San Mateo (Mt. 21, 1-10) nos
presenta a Cristo entrando solemnemente en Jerusalén, pero de una manera
modesta, montado en la burra, que como rey humilde y pacífico, que quiso
referirse al pasaje del profeta Zacarías 9,9: "Decid a la hija de Sión: He
aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en una asna y un pollino, hijo de
animal de yugo". Se trata de dar un recado a la Hija de Sión de parte de
Cristo, anunciándole que llega de una manera sencilla y humilde a inaugurar su
reino. No se trata de una comunicación a la Jerusalén, como ciudad, porque en
el contexto Jerusalén aparece ya como la ciudad alejada del Señor que no ha
oído su llamada, (Mt. 23, 37-39), sino más bien a la Jerusalén espiritual, el
nuevo reino. Ciertamente en estos textos del Nuevo Testamento no podemos hablar
todavía de una referencia mariana explícita, si no de una maternidad espiritual
que pertenece al pueblo redimido.
LA REFERENCIA MARIANA EN LOS EVANGELIOS.
En el Evangelio de San Lucas y en el de
San Juan no encontramos la expresión hija de Sión, pero el tema de María la madre de Jesús tiene
tal referencia a aquellos pasajes del antiguo testamento, que no queda mayor
duda de que estos Evangelistas están haciendo cita implícita a todo el contenido
anunciado en aquel título.
Los argumentos son eminentemente de
crítica literaria y quedan un poco fuera del alcance y del interés de los no
especialistas. Bástenos saber que una cosa es clara para el que lee el
evangelio y en general el Nuevo Testamento: este ha sido escrito haciendo
referencia continua al Antiguo Testamento, generalmente sin hacer una cita
literal de él. Ello no merma en ningún momento la gran originalidad de la
historia y de la doctrina de los evangelios. Una claridad meridiana tuvieron
los autores inspirados del Nuevo Testamento sobre dos puntos: Primero: la
venida de Cristo fue algo tan novedoso que no se encuentra en ningún libro o
tradición pagana o del judaísmo contemporáneo, incluida la Biblia judía.
Segundo: todo lo que ellos escriben está presentado con el lenguaje y con las
figuras del Antiguo Testamento para hacer continuidad con esa historia de modo
que no hubiera duda de que no hay un rompimiento con el designio divino de
salvación que presenta aquel.
Queda siempre patente la intención de
mostrar que la novedad de Cristo estaba en cierta manera contenida y englobada
en el texto del Antiguo Testamento. Nunca se pretende sacar toda la doctrina de
este, sino que partiendo de la riqueza de la revelación de Cristo, se hace ver
que esta novedad no rompe la armonía o el hilo de la revelación antigua, sino
que por el contrario es lógica y se compagina con la doctrina contenida en
aquella. Para ello los autores sagrados del Nuevo Testamento van haciendo una
especie de enlace de las realidades nuevas con las que se contenían en la
revelación antigua. Se descubren los tipos del Antiguo Testamento que
corresponden a las realidades reveladas por Cristo en el Nuevo. Y al lado de
ellos, van mostrando otras realidades, algo más que tipos o sombras de lo
futuro, instituciones, personas, oficios que continúan en la revelación
cristiana. De estas dos categorías de ilustraciones está llena la revelación
cristiana. En algunos casos se menciona explícitamente el nexo que las une; en
otros no se menciona por su nombre, pero se insinúa por las citas implícitas
tomadas del antiguo. Estos los podemos identificar por el lenguaje utilizado
que es copia sea del texto hebreo, sea del texto de la versión griega de los
setenta.
El caso de la
Hija de Sión es uno de estos últimos. San Lucas ha llenado los dos primeros
capítulos de su evangelio de alusiones a los párrafos de los profetas que
tratan de aquel tema. Podemos ver algunos.
El saludo del ángel a María de parte de
Dios es el mesiánico de los profetas: alégrate, y no es el saludo ordinario de
los judíos: Paz, o la paz contigo. La razón de este cambio es la alegría por la
bondad de Dios hacia ella. Invitación a no temer porque viene la salvación.
Luego la promesa de que el Señor vendrá a morar en medio de ella. Es claro que
en este relato se está presentando a María como el pueblo nuevo de las
bendiciones del Señor. María es el comienzo del nuevo pueblo de Dios, y el
comienzo de la realización de las promesas hechas a aquel pueblo.
Es muy interesante la comparación entre Sofonías
3, 14-18 y Lucas 1, 29-32.
La visita de María a Isabel es otro tema
del evangelio de San Lucas que es presentado en función de la representatividad
de María como bendición y presencia de Dios, como lo era la Hija de Sión.
Estamos en lo más característico de esta figura. María que lleva a Cristo a los
demás, con su saludo ha producido el estremecimiento de alegría de Juan el
Bautista y ha sido la ocasión para que Isabel reciba un mensaje del significado
espiritual de la visita de su prima: un acontecimiento significativo de la
historia de la salvación, no una visita común, que no hubiera tenido cabida en
el evangelio. Isabel por su parte reconoce que María es la Madre del Señor, es
decir, que el Señor ha venido a ella, como lo esperaban los profetas. La
proclama bienaventurada porque se han de cumplir en ella todo lo que se ha
dicho de parte de Dios, en una clara alusión a las promesas del Antiguo
Testamento entre las que se destacan las promesas a Sión-Jerusalén.
María en su canto del magníficat, está
representando a la Iglesia, al decir que el Señor ha hecho obras grandes por
medio de ella y por esto las generaciones la llamarán bienaventurada. Son
alabanzas que se aplican tanto a la Iglesia como a María. Esta unión íntima que
tiende a identificar los roles de las dos personalidades y hacer un solo
personaje en el plan de salvación es constante en toda la revelación bíblica y
se confirma con la presentación que hace el libro del Apocalipsis en el c. 12,
en el que se entretejen los temas de la Iglesia y de María.
No podemos afirmar que estas sean
conclusiones admitidas por todos los investigadores de la sagrada escritura y
de la Teología, no obstante es una opinión que se va haciendo común: San Lucas
sin mencionar el título de Hija de Sión, introduce la figura de María en la
línea de las afirmaciones veterotestamentarias relativas a este tema.
APLICACIÓN DE TEMA AL SALMO 87.
El tenor del salmo nos introduce de lleno
en el contexto de la Hija de Sión. No obstante pertenece a ese grupo de textos
donde se ha simplificado el nombre en la sola palabra, Sión. El salmo es la
personificación de la ciudad de Jerusalén, que se presenta como mujer
privilegiada, madre de todos los pueblos, amada de Dios. Estas características
con mayor detalle:
1- Personificación de la ciudad, como
alguien a quien se puede hablar o dirigir la palabra, porque se supone que
escucha y entiende el contenido de la comunicación. En los versos 3 y 7 se hace
referencia a Sión en segunda persona: "Maravillas se dicen de ti".
"Todos ponen su morada en ti".
2. La predilección de Dios sobre ella.
"Prefiere Dios sus puertas a todas las moradas de Israel". "Es
la ciudad de Dios" v. 3, expresión que ha de tener una resonancia
importante en toda la literatura cristiana. Ha sido objeto de comentarios
favorables por las maravillas que posee, ciertamente como don de Dios. v. 3a.
También habría que añadir como don y privilegio de Dios el hecho de que esté
enclavada en el centro de montes santos v. 1a.
3-. El tema general del salmo es la
salvación de los hombres, a través de esta intervención de Dios, eminentemente
futurista y considerada desde el punto de vista del Nuevo Testamento es una
profecía mesiánica. La voluntad salvadora de Dios tan claramente enunciada aquí
es un tema explícito en toda la escritura y directamente expresado a lo largo
de todos los libros sagrados. En nuestro caso la salvación y específicamente la
salvación universal es algo obvio en todo el salmo y comprendido en el amor
preferencial de Dios hacia Sión v. 2; y en el hecho de que el Señor considere a
Egipto (Rahab) y a Babilonia entre los que conocen a Dios. Estos dos pueblos
fueron en la historia de Israel sus grandes enemigos. Conocer a Dios, no es
sólo conocer su existencia, es entrar en su amistad, más aún es compenetrarse
con Él. Pero sobre todo el movimiento de unidad y centralidad en Sión es una manera
de expresar el amor universal de Dios a todos los hombres, seguido de su
voluntad de llevarlos a todos a su gloria a través de un solo plan de salvación.
4- El tema de Sión, madre de los pueblos,
es precisamente el que le da la característica a toda la composición. La Hija
de Sión como madre de la humanidad ya está contenida en Is. 60, 4. Aquí se
mencionan poéticamente algunos pueblos: Egipto, Babilonia, filisteos, tirios y
etíopes, en el versículo 4, pero es claro que se quieren significar todos. Y
luego se afirma que todos los pueblos han nacido allí y de cada uno de ellos
que se escribirá en el registro correspondiente que ha nacido en Sión. Los
príncipes, lo mismo que los hijos de todos aquellos pueblos han puesto su
morada allí.
El tenor del salmo es una gran esperanza
de unificar todos los pueblos en una misma nación, cuya capital sea Sión, la
futura, la nueva, la de arriba.
El sentido mariológico del salmo deberá
ser tomado más el Nuevo Testamento y aplicado a él que de su contexto en el
antiguo. No nos fijamos tanto en lo que pueda significar aislada del contexto
general de la Biblia, cuanto la nueva iluminación que recibe de la revelación
del evangelio y posteriormente de la tradición.
Las ideas de María Madre de la Iglesia,
madre de todos los hombres, mediadora de todas las gracias deben ser las
resonancias que reciben el texto en mención. Ya habíamos insinuado que todos
los textos de su género son eminentemente obscuros como toda profecía, es
decir, abiertos a la clarificación futura de la realidad cristiana.
APLICACIÓN A LA LITURGIA.
La aplicación
más práctica de esta idea nueva será a la Liturgia que últimamente ha empezado
a tomar aquellos párrafos de los profetas y este salmo y algún más en sentido
mariano y los ha puesto como primeras lecturas de las misas de Nuestra Señora
que recientemente se han editado para el uso litúrgico. Para una sana
interpretación de esas lecturas en una homilía que parta de ellas será
imprescindible tener en cuenta toda la interpretación mariológica que propone
el Concilio Vaticano II y que se ha ido consolidando y generalizando entre los
comentaristas de la Biblia.
Tomado de la
revista Regina Mundi, nro 45.
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