domingo, 22 de septiembre de 2019

Sexagésimo aniversario de la Academia de Estudios Marianos




Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum”.

Nuestra Señora de la Peña de Bogotá fue testigo del nacimiento de un aula bajo la bendición eucarística de su Hijo. El 22 de septiembre de 1959, el sacerdote alemán Richard Struve Haker fundó la Sociedad Mariológica Colombiana.

La XIX Conferencia Episcopal de Colombia entregó su aprobación con un consejo específico del señor cardenal Crisanto Luque. Su petición operaba en dos ejes temáticos. La elaboración de estudios académicos de alto rigor intelectual y una orientación de la piedad mariana hacia el culto de hiperdulía.

La conjugación de la tarea requería de almas santas dispuestas a replicar el “fiat” de María Santísima. Solo el heroísmo sencillo de la catedra se atrevió a desafiar a un siglo movido por la secularización. El segundo milenio cristiano agonizaba entre los vértices de un tiempo apresurado, súplica del cambio urgente.

La transición del silencio documental al estudio profesional tuvo su campo de pruebas en la exactitud del conocimiento. Los desafíos investigativos marcaron un derrotero de descubrimientos mariológicos para una Iglesia preconciliar.

Las bases de la naciente asociación surgieron sobre un sólido sustento dogmático, litúrgico, histórico, pastoral, pedagógico, ascético, sociológico y pontificio contenido en las páginas de los Cuadernos marianos publicados desde el Santuario de Nuestra Señora de la Peña (revista Regina Mundi) y el volante Ecos del Santuario que comenzaron a editarse y a circular entre la feligresía capitalina en 1957.

Esos voceros de la ciencia teológica diagramaron la necesidad de tener una escuela propia en el Jardín Mariano como llamó a Colombia su santidad Pío XII.

De aquellas primeras semillas quedaron cuestionamientos y rumbos que palpitaban en el horizonte del sueño del fundador. Su eco atemporal aún cosecha incógnitas y soluciones.

“…¿Hay en verdad en Colombia en el clero secular y religioso suficientes fuerzas para componerla, y seguirla con provecho y dignidad? ¿Hay en Colombia, fuera de este grupo de estudiosos, suficiente interés como para hacer posible el aparato económico que tal “Sociedad” exige para poder florecer,  publicar obras marianas, organizar cursos de estudios, asambleas anuales, etc.? Bien sabemos todos que ambas preguntas encierran de verdad grandes problemas.

Pero las dificultades para el verdadero amor nunca son obstáculos definitivos o invencibles. Hay que vencerlas, despejar el camino, sembrar la inquietud mariológica en donde sea posible, empezar con comienzos humildes; reclutar, por decirlo así, esta tropa de asalto que toma a su cargo el abrir la brecha en la indiferencia general, clamando oportuna o importunamente. Porque —lo decimos claramente— Colombia tiene un derecho y una obligación de ver organizado su interés mariológico.

Abrigamos la esperanza de que al lado del Santuario de Nuestra Señora de La Peña se pueda construir en lugar de la casa cural caída un edificio que, proyectado para tal fin, se preste cómodamente para “Centro Mariano” con sus salones para biblioteca, fototeca, discoteca y habitaciones para estudiosos que o se desean graduar en Bogotá en la Universidad Pontificia, o pasar sus vacaciones al pie de tan bondadosa Madre celestial. También creemos que, preparado el terreno por algún tiempo, surja un día la “Sociedad Mariológica” entre los elementos competentes en tal materia, ojalá que con el decidido apoyo de la Jerarquía y con su bendición.

¿Cuántos años se va a demorar la organización de los esfuerzos mariológicos de Colombia? Lo que no se puede dudar por un momento es que aquel día, cercano o lejano, la Santísima Virgen estará de plácemes y que desde aquel día en adelante haya dónde orientarse altos y humildes hacia una devoción que ya no admita crítica alguna, sino que sea precisamente lo que Dios pensaba que fuese “devoción mariana” en la Iglesia de su Hijo”. (Cf. Nos hemos quedado atrás. Revista Regina Mundi. nro 4. Bogotá, 1958).

La respuesta al cuestionario llegaría con la puntualidad del servicio. Los mariólogos se hicieron presentes. La organización quedó lista para entregar el testimonio de sus letras en una oración de tinta.

Las ponencias cosecharon la admiración de las academias europeas. La primera escuela en la América Latina estaba llamada a deslumbrar por su riqueza conceptual. Los santuarios de la tierra de María engendraron el milagro del Evangelio.

Los pioneros acudieron al llamado del Trono de la Sabiduría movidos por la profecía de san Luis de Montfort: “María ha de brillar más que nunca en misericordia, en fuerza y en gracia en estos últimos tiempos, en misericordia, para atraer y recibir amorosamente a los pobres pecadores…”

Mesa directiva

Presidente:  Monseñor José Eusebio Ricaurte, Bogotá

Secretario: P. Ricardo Struve Haker, Bogotá

Tesorero. P. Jaime Riera Rius, Zipaquirá, Cundinamarca

Primer Vocal. P. Francisco Arango, M.X.Y. Yarumal, Antioquia

Segundo Vocal. P. Marcos Lombo Bonilla, Ibagué. Tolima


Socios fundadores y tema de su tesis de admisión

P. Francisco Arango. “Mente de Santo Tomás sobre la Inmaculada Concepción”. (Misionero de Yarumal).

P. Francisco González: “El magnificat, compendio y fuente de los grandes privilegios del Santísima Virgen”. (Salesiano).

P. Fernando Hernández: “Excelencia de la Virgen”. (Monfortiano).

P. Pedro Lodo. “La Virgen María en la poesía italiana de los siglos XIII y XIV”. (Misionero de la Consolata).

P. Marcos Lombo: “Acontecimientos estelares en el culto de María”. (Clero secular).

Señor Efrén Lopera. “El corazón de María. Exposición doctrinal según san Juan Eudes”. (Laico).

P. Filadelfo Lopera. “La pertenencia de la Maternidad divina al orden de la Unión Hipostática”. (Clero secular).

P. Julián Manzano: “De la adopción divino-mariana”. (Clero secular).

Mons. José E. Ricaurte: “La Virgen y el cuerpo místico de Cristo”. (Clero secular).

P. Jaime riera: “Tratado de Mariología según los documentos del Excmo. y Rmo. señor Ismael Perdomo”. (Clero secular).

P. Ricardo Struve H. “María en el protestantismo moderno”. (Clero secular).

P. Fray Gustavo Vallejo: María y el sacerdocio de Cristo”. (Carmelita).

P. Félix M. Wilches. “El papiro Bodmer V. y la Mariología”. (Franciscano).

Socios admitidos el día de la fundación

P. José V. Agreda: “La Madre mística de los hombres”. (Clero secular).

P. Gilberto Gallo. “La Maternidad espiritual de María”. (Misionero de Yarumal).

Pasaron seis décadas y la misión cumple con la dinámica apostólica de la mariología eterna: Per Mariam ad Jesum.

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