Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum”.
Nuestra Señora de la Peña de Bogotá fue testigo del
nacimiento de un aula bajo la bendición eucarística de su Hijo. El 22 de
septiembre de 1959, el sacerdote alemán Richard Struve Haker fundó la Sociedad
Mariológica Colombiana.
La XIX Conferencia Episcopal de Colombia entregó su
aprobación con un consejo específico del señor cardenal Crisanto Luque. Su
petición operaba en dos ejes temáticos. La elaboración de estudios académicos
de alto rigor intelectual y una orientación de la piedad mariana hacia el culto
de hiperdulía.
La conjugación de la tarea requería de almas santas
dispuestas a replicar el “fiat” de María Santísima. Solo el heroísmo sencillo
de la catedra se atrevió a desafiar a un siglo movido por la secularización. El
segundo milenio cristiano agonizaba entre los vértices de un tiempo apresurado,
súplica del cambio urgente.
La transición del silencio documental al estudio
profesional tuvo su campo de pruebas en la exactitud del conocimiento. Los
desafíos investigativos marcaron un derrotero de descubrimientos mariológicos
para una Iglesia preconciliar.
Las bases de la naciente asociación surgieron sobre un
sólido sustento dogmático, litúrgico, histórico, pastoral, pedagógico, ascético,
sociológico y pontificio contenido en las páginas de los Cuadernos marianos publicados desde el Santuario de Nuestra Señora de
la Peña (revista Regina Mundi) y
el volante Ecos del Santuario que comenzaron a editarse y a circular
entre la feligresía capitalina en 1957.
Esos voceros de la ciencia teológica diagramaron la
necesidad de tener una escuela propia en el Jardín Mariano como llamó a
Colombia su santidad Pío XII.
De aquellas primeras semillas quedaron cuestionamientos y
rumbos que palpitaban en el horizonte del sueño del fundador. Su eco atemporal
aún cosecha incógnitas y soluciones.
“…¿Hay en verdad en Colombia en el clero secular y
religioso suficientes fuerzas para componerla, y seguirla con provecho y
dignidad? ¿Hay en Colombia, fuera de este grupo de estudiosos, suficiente
interés como para hacer posible el aparato económico que tal “Sociedad” exige
para poder florecer, publicar obras
marianas, organizar cursos de estudios, asambleas anuales, etc.? Bien sabemos
todos que ambas preguntas encierran de verdad grandes problemas.
Pero las
dificultades para el verdadero amor nunca son obstáculos definitivos o
invencibles. Hay que vencerlas, despejar el camino, sembrar la inquietud
mariológica en donde sea posible, empezar con comienzos humildes; reclutar, por
decirlo así, esta tropa de asalto que toma a su cargo el abrir la brecha en la
indiferencia general, clamando oportuna o importunamente. Porque —lo decimos
claramente— Colombia tiene un derecho y una obligación de ver organizado su
interés mariológico.
Abrigamos la
esperanza de que al lado del Santuario de Nuestra Señora de La Peña se pueda
construir en lugar de la casa cural caída un edificio que, proyectado para tal
fin, se preste cómodamente para “Centro Mariano” con sus salones para
biblioteca, fototeca, discoteca y habitaciones para estudiosos que o se desean
graduar en Bogotá en la Universidad Pontificia, o pasar sus vacaciones al pie
de tan bondadosa Madre celestial. También creemos que, preparado el terreno por
algún tiempo, surja un día la “Sociedad Mariológica” entre los elementos
competentes en tal materia, ojalá que con el decidido apoyo de la Jerarquía y
con su bendición.
¿Cuántos años se
va a demorar la organización de los esfuerzos mariológicos de Colombia? Lo que
no se puede dudar por un momento es que aquel día, cercano o lejano, la
Santísima Virgen estará de plácemes y que desde aquel día en adelante haya
dónde orientarse altos y humildes hacia una devoción que ya no admita crítica
alguna, sino que sea precisamente lo que Dios pensaba que fuese “devoción
mariana” en la Iglesia de su Hijo”. (Cf. Nos hemos quedado atrás. Revista
Regina Mundi. nro 4. Bogotá, 1958).
La respuesta al
cuestionario llegaría con la puntualidad del servicio. Los mariólogos se
hicieron presentes. La organización quedó lista para entregar el testimonio de
sus letras en una oración de tinta.
Las ponencias
cosecharon la admiración de las academias europeas. La primera escuela en la América
Latina estaba llamada a deslumbrar por su riqueza conceptual. Los santuarios de
la tierra de María engendraron el milagro del Evangelio.
Los pioneros acudieron
al llamado del Trono de la Sabiduría movidos por la profecía de san Luis de
Montfort: “María ha de brillar más que nunca en misericordia, en fuerza y en
gracia en estos últimos tiempos, en misericordia, para atraer y recibir
amorosamente a los pobres pecadores…”
Mesa directiva
Presidente: Monseñor José Eusebio Ricaurte, Bogotá
Secretario: P. Ricardo Struve Haker, Bogotá
Tesorero. P. Jaime Riera
Rius, Zipaquirá, Cundinamarca
Primer Vocal. P. Francisco
Arango, M.X.Y. Yarumal, Antioquia
Segundo Vocal. P. Marcos Lombo
Bonilla, Ibagué. Tolima
Socios fundadores y tema de su tesis de
admisión
P. Francisco
Arango. “Mente de Santo Tomás sobre la Inmaculada Concepción”. (Misionero de
Yarumal).
P. Francisco González:
“El magnificat, compendio y fuente de los grandes privilegios del Santísima
Virgen”. (Salesiano).
P. Fernando
Hernández: “Excelencia de la Virgen”. (Monfortiano).
P. Pedro Lodo. “La
Virgen María en la poesía italiana de los siglos XIII y XIV”. (Misionero de la
Consolata).
P. Marcos Lombo:
“Acontecimientos estelares en el culto de María”. (Clero secular).
Señor Efrén
Lopera. “El corazón de María. Exposición doctrinal según san Juan Eudes”.
(Laico).
P. Filadelfo
Lopera. “La pertenencia de la Maternidad divina al orden de la Unión
Hipostática”. (Clero secular).
P. Julián Manzano:
“De la adopción divino-mariana”. (Clero secular).
Mons. José E.
Ricaurte: “La Virgen y el cuerpo místico de Cristo”. (Clero secular).
P. Jaime riera: “Tratado
de Mariología según los documentos del Excmo. y Rmo. señor Ismael Perdomo”. (Clero
secular).
P. Ricardo Struve
H. “María en el protestantismo moderno”. (Clero secular).
P. Fray Gustavo
Vallejo: María y el sacerdocio de Cristo”. (Carmelita).
P. Félix M. Wilches.
“El papiro Bodmer V. y la Mariología”. (Franciscano).
Socios admitidos el día de la fundación
P. José V. Agreda:
“La Madre mística de los hombres”. (Clero secular).
P. Gilberto Gallo.
“La Maternidad espiritual de María”. (Misionero de Yarumal).
Pasaron seis décadas y la misión cumple con la dinámica apostólica
de la mariología eterna: Per Mariam ad
Jesum.
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