Sociedad Mariológica Colombiana
“…el Angel del Señor se apareció en sueños
a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto…”
(Mt 2, 13).
San José, el
esposo de Nuestra Señora de la Peña, porta en sus manos el fruto del granado como
signo de su patronazgo sobre el territorio del Nuevo Reino de Granada cuya
capital era la ciudad de la santa fe.
Los santafereños
lo tuvieron presente en sus preces, carnavales y romerías a la Capellanía de la
Peña, sitio dependiente de la Parroquia de Nuestra Señora de Egipto. Las
colinas orientales, rumbo predilecto de los paseos sociales, fueron el punto
para contemplar la sabana y sus campanarios. Desde allí, las novenas al
carpintero tenían la huella del sendero del promesero. Los artesanos, las
criadas y los patrones subían a la loma para pedirle sus favores. Él era el
protector de varios oficios coloniales.
Y así, entre
súplicas y herencias devocionales, san José entró a formar parte de la historia
familiar de una etnia castellana y mestiza que perdió su inocencia con la
independencia de la libertad.
El cronista de aquellos tiempos
idealizados por la revuelta, José María Caballero, consignó algunas líneas
sobre el patrocinio de su tocayo, tan vigente ayer, en los siglos de los
abuelos, como hoy.
Las citas se tomaron de José María Caballero, Diario. Biblioteca de Bogotá. Edición Villegas Editores. Bogotá, 1990.
“El día 3 de julio de 1679 concedió el papa Inocencio XI al rey de España, por patrón y titular de todos sus dominios, al patriarca señor San José, con indulgencia y remisión de todos sus pecados el día del santo”.
“El año de 1779 coronaron al patriarca señor San José, por la Santidad de
Pío VI, en 19 de noviembre”.
Los documentos sobre la coronación de San José se encuentran en las páginas
89 y siguientes del libro La Capilla del
Sagrario, de Bogotá, publicado por don Eladio Vergara en 1886.
“1783. Este año fue la peste grande de viruelas, donde murieron sobre 5.000
personas. A 18 de mayo puso la primera piedra del templo del Señor San José de
capuchinos el arzobispo y virrey don Antonio Caballero y Góngora, y se echó en
el tesoro bastante dinero y joyas que ofrecieron algunas señoras”.
“1813. Noviembre 19, jueves. Se leyó la oración del patriarca señor San
José, que comienza: ‘Santísimo José’, quitándole aquello que pide por España y
los reyes”.
“1817. Febrero. 10 nos fuimos para Nimaima. Don Nicomedes Lora y mi comadre
Mónica, esposa del dicho Lora, y don Luciano Serrano. Nos estuvimos hasta el
día 22 y viniendo en el camino, cerca de la puerta que llaman de Zipaquirá, un
peón me dio la funesta noticia que había muerto mi hermanita Manuela el día 17.
Fue sepultada en la catedral, al pie del altar del patriarca San José”.
El querido relator no fue el único en honrar con sus líneas al padre
putativo de Jesús. Francisco José de Caldas, tan amante de registrar las
alturas andinas con su hipsómetro, tuvo la gentileza de reseñar la fiesta del
santo, 19 de marzo, en una de sus obras: Almanaque de las Provincias-Unidas del N.R. de
Granada para el año bisiesto de 1812 tercero de nuestra libertad / calculado
por Don Francisco Josef de Caldas y Tenorio.
Esa rara pieza salió de la Imprenta Patriótica de
D. Nicolás Calvo, en 1811, pero a Caldas se le olvidó nombrar las fiestas de la
Virgen de la Peña, castísima esposa de su homónimo.
Interesante relato que nos demuestra el cariño y devoción que los colombianos tenemos al Santo Patrono de la Iglesia universal.
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