San Efrén (c. 306-373)
Diácono en Siria, doctor de la
Iglesia
Homilía sobre la Madre de Dios,
2, 93-145
Contemplad a María, amados míos,
y ved cómo Gabriel entró donde estaba ella y la objeción que le puso: «¿Cómo
será eso?». El servidor del Espíritu Santo le dio esta respuesta: «Eso es fácil
para Dios; para él todo es sencillo.» Considerad como ella creyó en la palabra
que había escuchado y dijo: «Aquí está la esclava del Señor.» En aquel momento
el Señor descendió de una manera sólo conocida por él; se puso en movimiento y
vino como le plugo; entró en ella sin que ella lo sintiera, y ella lo acogió
sin experimentar ningún sufrimiento. Llevaba en ella, como niño, el que llena
el mundo. Descendió para ser el modelo que renovaría la antigua imagen de Adán.
Por eso, cuando se te anuncia el
nacimiento de Dios, guarda silencio. Que tengas presente en tu espíritu la
palabra de Gabriel, porque no hay nada imposible a esta gloriosa Majestad que
se abajó por nosotros y nació de nuestra humanidad.
Por eso cuando recibas el anuncio
del nacimiento de Dios, guarda silencio. Que tengas la palabra de Gabriel
presente en tu espíritu, puesto que no hay nada imposible a esta gloriosa
Majestad que por nosotros se abajó y nació de nuestra humanidad. En este día
María se convierte para nosotros en el cielo que lleva a Dios, porque la
Divinidad sublime ha descendido y ha establecido en ella su morada. Dios se
hace pequeño en ella –aunque conservando su naturaleza- para hacernos grandes a
nosotros. En ella nos ha tejido un vestido con el cual nos salvaría. En ella se
han dado cumplimiento todas las palabras de los profetas y de los justos. Desde
ella se levantó la luz que ha disipado las tinieblas del paganismo.
Son numerosos los títulos de
María...: es el palacio en el que habita el poderoso Rey de reyes, pero que no
ha dejado igual que cuando vino a él, porque es de ella de quien ha tomado
carne y ha nacido. Ella es el cielo nuevo en el que habita el Rey de reyes; de
ella salió Cristo y de ella subió al cielo para iluminar la creación, formada y
modelada a su imagen. Ella es la cepa de la vid que lleva el racimo; ella ha
dado un fruto superior a la naturaleza; y él, aunque difiere de ella en
naturaleza, se ha revestido de su color naciendo de ella. Ella es la fuente de
la que han manado las aguas vivas para los sedientos, y para los que en ella
apagan su sed dando frutos al cien por uno.
Gracias Madre, porque a través de tu SI, descendió el cielo a la tierra.
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