
Academia de estudios marianos, fundada el 22 de septiembre de 1959 por el sacerdote alemán Richard Struve Haker, en el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Bogotá, con el permiso de la XIX Conferencia Episcopal Colombiana. La Revista Regina Mundi es su órgano de difusión. www.sociedadmariologicacolombiana.com
jueves, 24 de julio de 2025
La Virgen de la Chiquinquirá: su lienzo, su rosario
jueves, 17 de julio de 2025
El rezo de los raizales
![]() |
Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
El rosario del promesero es el canto de la humildad colombiana. Sus
plegarias suenan a camándula bendecida por la artesanía de la fidelidad. Sus preces
traen el rumor de las ventiscas en los páramos y los oleajes marítimos de dos
mares. Sus ruegos convidan a un continente a la procesión. El salterio nacional
besa a la romería interminable. En sus
labios vibra una jaculatoria a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.
Ella, la Rosa del Cielo, vive en el altar de la oración hogareña. Terruño
vital de las aldeas levantadas sobre las circunstancias de la agreste
geográfica. Ella cobija el abandono de las latitudes en su recitación trajinada
al compás de una esperanza que la fe convirtió en certeza.
Su rosario en familia es el guardián del concepto de Pío XII, invisible
sustancia sobrenatural. Jaculatoria del Evangelio para engendrar el cielo en el
alma. El ruego de sus misterios es una meditación celeste. El viajero pasa, sin
prisas ni silencios, una cadencia sosegada. Es el tiquete del peregrino al
emprender la marcha para ir a postrarse ante el Dios misericordioso sostenido
por Mamá Linda Renovada.
El rosario es su antídoto contra la malicia política. Engendro de los motivos
del trágico sofisma que crucificó a Colombia… Y vuelve el mes de julio a releer
memorias de una independencia fraudulenta mientras la realidad se santifica al
amparo de sus fiestas marianas.
El heroico pueblo abandonó sus labrantíos para ir a visitar el santuario de
La Chinca. Es un llamado ancestral. Las multitudes andariegas, con los acordes
de la guabina chiquinquireña, migran guiadas por el aliento místico de la
corona de rosas.
miércoles, 9 de julio de 2025
Acta notarial de la Coronación de Nuestra Señora de Chiquinquirá
![]() |
Foto archivo particular |
En la ciudad de Bogotá, a nueve de julio de mil novecientos diez y nueve, en el dosel levantado en el atrio de la Catedral Basílica Menor, en virtud del decreto pontificio de 9 de enero de 1910, se llevó acabo la ceremonia de la coronación de la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá con el Niño Jesús, en el orden siguiente: El ilustrísimo señor don Eduardo Maldonado Calvo, en su carácter de Protonotario Apostólico para esta ceremonia, bendijo solemnemente las dos coronas y el iris de oro, oferta de los Religiosos de la Orden de Santo Domingo, celebró de pontifical y terminada la santa misa, por ante mí el infrascrito Notario Eclesiástico de este Arzobispado y por ante el Excmo. Señor Nuncio Apostólico, El ilustrísimo señor Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, el Excmo. Señor presidente de la República, ilustrísimos señores arzobispos de Medellín y Popayán, ilustrísimos señores Obispos de Garzón, Ibagué, Manizales, Cali Antioquia, y Jericó, Socorro, Pamplona, Santa Rosa de Osos y Pasto, ilustrísimo Señor Obispo de Camaco, Auxiliar y Vicario General, ilustrísimo señor Vicario Apostólico de la Goajira, ilustrísimos Señores Prefectos Apostólicos de Arauca, Caquetá, y Chocó, ilustrísimo Señor Vicario Apostólico de Casanare, el M.I. Señor Provisor y Vicario General de este Arzobispado, el Venerable Capítulo Metropolitano, altas autoridades de la República, muchos sacerdotes y religiosos, y finalmente ante una inmensa multitud exigió el ilustrísimo señor Obispo de Tunja a los diputados los M. RR. Padres Fray Tomás María Posada, Prior de los Religiosos de la Orden de Santo Domingo, y fray Luis María Lopera, Cura Párroco de Chiquinquirá, el juramento canónico de mantener y conservar, y de ordenar a sus respectivos sucesores o encargados, que hagan mantener y conservar sobre la cabeza de la veneranda Imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá y del Niño Jesús las dos coronas junto con la aureola también de oro y adornadas con riquísimas piedras, y acto continuo, entre el general entusiasmo y religioso respeto de todos los circunstantes colocó las respectivas coronas y la aureola de oro, que antes llamé iris por su resplandor, sobre la cabeza de Nuestra Señora de Chiquinquirá y del Niño Jesús. Todo lo cual presencié como Notario Eclesiástico del Arzobispado de Bogotá, de ello doy fe y firmó y refrendo con el sello del Arzobispado por ante los dignísimos testigos ya mencionados, quienes firman conmigo, Fidel León Triana. Pbro. Notario Ecco, (L.S.) – Marco Fidel Suárez, Presidente de la República – Enrique Gasparri, Arzobispo de Sebaste, Nuncio Apostólico. – Eduardus, Epus. Tunquen. – Bernardo, Arzobispo de Bogotá. - Manuel José Arzobispo de Medellín. - Esteban, Obispo de Garzón. – Manuel Antonio, Arzobispo de Popayán. – G. Nacianceno, Obispo de Manizales. - Ismael, Obispo de Ibagué. – Antonio Ma, Obispo de Pasto.- Maximiliano, Obispo de Santa Rosa de Osos. Fr. Atanasio Vicente Soler y Royo, Obispo de Citarizo y Vic. Ap. – Francisco Cristóbal, Obispo de Antioquia y Jericó. – Antonio Vicente, Obispo del Socorro. – Leonidas, Obispo Titul. de Camaco, Auxiliar y Vicario General. – Eladio, Obispo de Cali. – Rafael Obispo de Pamplona. – Fr. Santos Ballesteros, Vicario Apostólico del Casanare. - Emilio Larquere, Pref. Ap. de Arauca. – Salustiano Gómez Riaño. – Francisco, Prefecto del Chocó. - Acepto, Fr. Tomás María Posada A., Prior O.P. – Acepto, Fr. Luis María Lopera, O.P., Cura Párroco de Chiquinquirá. Fr. José Ángel Lombana S., Provincial O. Prae. - Testigo, José Joaquín Casas, hijo de Chiquinquirá. – Testigo, José María Neira, Gral. del Ejército, hijo de Chiquinquirá. Faltan aún las firmas del Venerable Capítulo y de altas autoridades que asistieron a la augusta ceremonia. Es fiel y primera copia del original, expedida por el infrascrito Notario Eclesiástico, en Bogotá, a once de julio de mil novecientos diez y nueve. Doy fe, Fidel León Triana, Pbro. Notario Eclesiástico, (L.S.). E
jueves, 3 de julio de 2025
El candil de María Ramos
![]() |
Fotos Julio Ricardo Castaño Rueda |
viernes, 27 de junio de 2025
Oración al Sagrado Corazón de Jesús
![]() |
Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
jueves, 19 de junio de 2025
Los corazones traspasados de Jesús y María
![]() |
Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
Madre Adela Galindo,
Fundadora SCTJM
(Artículo escrito para la
edición del Domingo de Ramos del periódico de la Arquidiócesis de Miami, La Voz Católica)
El Corazón traspasado de
Jesús
En el Evangelio de San
Juan capítulo 13,1, leemos: “(Jesús) habiendo amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el extremo”. Este amar hasta el extremo significa que
su Corazón no ha escatimado en nada para manifestar su amor a los hombres.
Jesús nos amó hasta el extremo de entregar su Cuerpo, su Sangre y su Corazón en la Cruz. “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha escatimado en nada por salvarles y demostrarles mi amor”, dijo Jesús a Santa Margarita María de Alacoque mientras le mostraba físicamente Su Corazón. ¡Cuánto desea Jesús que comprendamos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad (Ef 3,17) del amor de su Corazón! ¡Cuánto desea que nos dispongamos a contemplar, como San Juan, los misterios de amor de su Corazón traspasado!
En la narración de la
crucifixión, San Juan nos dice: “Al llegar a Jesús, como lo vieron muerto...
uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió
sangre y agua”. (S. Jn 19,37) Qué momento para San Juan, quien recostó su
cabeza en el pecho de Cristo en la última cena y escuchó sus latidos de amor
oblativo por la humanidad. Al contemplar el Corazón traspasado se adentraba en
los grandes misterios del amor de Jesús. Esta es la razón porque el evangelista
exclamaría en su primera carta: “Dios es Amor”. ¿Cómo no exclamar esta verdad,
cuando ante sus ojos se manifestó el amor que no escatimó en nada por abrir las
puertas del Reino a la humanidad y que dejó la llaga de su costado como el
eterno acceso del hombre al Corazón de Dios?
Contemplar la llaga de su
Corazón traspasado es adentrarnos en la escuela del amor. Esa llaga, que es
causada por la lanza del rechazo de los hombres, es la que Jesús convierte en
el acceso directo a su Corazón y al reino de los Cielos. ¿No es conmovedor Su
amor? ¿No es esta llaga el signo más claro de la oblación generosa de su
Corazón? ¿No es acaso el sello de su amor y de su sacrificio? ¿No es su Corazón
traspasado el triunfo del amor? Porque el amor triunfa cuando vence al mal,
cuando da vida después de la muerte; cuando responde a la dureza del corazón
humano ofreciendo su vida, su Corazón. Esta es la gran victoria del Corazón
traspasado, que el Amor no siendo amado, como nos dice S. Francisco de Asís,
responde amando hasta el extremo.
El amor del Corazón de
Cristo convierte la llaga causada por el desprecio de los hombres en la fuente
de vida, de donde manan gracias de salvación: “El Sagrado Corazón de Jesús fue
traspasado por la lanza en la cruz para que fluyesen de él tesoros de gracia
para todos los hombres. Es como una fuente perenne de vida que da esperanza a
cada hombre. Del Corazón de Cristo crucificado nace la nueva humanidad,
redimida del pecado”. (SS. Juan Pablo II, 1997).
De su Corazón traspasado nace la Iglesia. El dolor abrazado por amor tiene la capacidad de redimir, de salvar y de dar vida. San Maximiliano Kolbe repetía constantemente a sus frailes: “El amor es fecundo, solo el amor crea y da vida”. Cristo da vida a la Iglesia después de muerto. Cuando su Corazón es golpeado por la lanza, se abre una llaga. De esta fuente abierta, nacen la Iglesia y los Sacramentos. ¡Qué poder fluye del Corazón traspasado! ¡Qué triunfo del amor sobre la muerte!... “El amor es más fuerte que la muerte” (Ct 8,6). El amor es más fuerte que la muerte porque la vence, y la vence porque no deja de dar vida aun después de la muerte.
El Corazón traspasado de
María
A esta poderosa fecundidad del Corazón traspasado de Jesús, está plenamente unido el Corazón de María, traspasado místicamente junto al Corazón de su Hijo. En Lucas 2,35, se nos narra como Simeón profetiza el destino doloroso de Jesús, del cual participaría su Madre. “Éste está puesto para caída y elevación de muchos y para ser señal de contradicción- y a ti misma una espada te traspasará el corazón”. Estas palabras le indican la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo llevaría a cabo su misión mesiánica, es decir, en la incomprensión, rechazo y dolor. A este camino doloroso, pero fecundo, estaría unida de manera única y singular la Madre. El Corazón de María, unido indisolublemente al de su Hijo, recorrería el mismo destino. “Al pie de la Cruz, una espada traspasa el Corazón de María, cumpliendo así las palabras de Simeón... unido totalmente al sacrificio redentor de su Hijo, está el sacrificio maternal de su Corazón”. (JPII, 1988) .
El Santo Padre habla de esta participación singular de la Virgen en el sufrimiento redentor, como una “crucifixión espiritual”, como “un traspaso espiritual”, cuyo propósito es dar vida a través de la apertura del corazón. La maternidad espiritual de María sobre los hombres alcanza su plena realización en el Calvario cuando de manera explícita Jesús dice desde la cruz: “Mujer he aquí a tu hijo; hijo he aquí a tu Madre”. (Jn 19).
Juan Pablo II, en su visita al Santuario de Fátima en 1982, nos explicó que estas palabras de Jesús abrieron el Corazón de María para su maternidad espiritual sobre la Iglesia: “Cuando Jesús dijo: Mujer he aquí a tu hijo, abrió de una manera nueva el Corazón de la Madre. Un poco más tarde el soldado traspasa el Corazón de Jesús. Con estas palabras, el Corazón de María es abierto para recibir a los que el Corazón traspasado de Jesús iba a alcanzar con su poder redentor”.
Igual que el Corazón de
Jesús en el momento del traspaso dio a luz a la Iglesia y quedó eternamente
abierto para derramar gracias de salvación sobre la humanidad, el Corazón de
María unido espiritualmente al traspaso de su Hijo, quedó abierto para siempre
para acoger con amor materno a los que aceptan la redención de su Hijo y para
ejercer su mediación materna sobre todos los hombres y en todo momento
histórico.
Sólo el amor triunfa
¡Contemplen al que
traspasaron! (Jn 19,37). Cuán necesaria es esta contemplación para adentrarnos
en la escuela del amor. El amor del Corazón de Jesús fue capaz de transformar
la muerte en vida; el dolor en redención; la llaga de su costado en puerta
abierta y fuente de salvación. El amor del Corazón de María fue capaz por su
comunión perfecta e incondicional a la obra redentora, de recorrer el mismo
destino de su Hijo, hasta llegar al pie de la Cruz. Del Corazón traspasado de
Cristo hemos recibido salvación, liberación, redención. ¡Cuántas gracias fluyen
a través de la llaga de su Corazón! Del Corazón traspasado de María nace su
maternidad espiritual, que la ejerce siempre con generosa solicitud, con su
poderosa intercesión y con su mediación materna sobre la Iglesia y el mundo.
Que nuestra contemplación del amor de los Corazones traspasados de Jesús y María mueva profundamente nuestros corazones, para que nos convirtamos en testigos vivientes del amor que contemplamos. “El hombre del Tercer Milenio necesita el Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; lo necesita para construir la civilización del amor”. (Juan Pablo II, 1999).
jueves, 12 de junio de 2025
El Corazón de Jesús, el Espíritu Santo y María
![]() |
Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
San Juan Pablo II, homilía en Innsbruck – 27 de junio de 1988
Queridos hermanos en Cristo, junto con María lo miramos a Aquel, «a quien han traspasado» (Jn 19, 37). ¿Por qué con María juntos? Porque ella, como ningún otro ser humano, ha unido su vida con el camino y la obra de salvación de Jesús… Con toda la fuerza del corazón de madre, participó en los sufrimientos del Hijo en su batalla contra la muerte, y aceptó su entrega al Padre, para que el mundo encontrara la salvación en Él. «Stabat mater dolorosa» – «La madre se mantenía firme bajo dolor» bajo la cruz. Esta experiencia impactante que penetró en las raíces de su vida abre la mirada de María al mensaje de salvación que viene de la cruz de Jesucristo. Observado de cerca, Jesús apareció golpeado por el «furor de la ira» de Dios (cf. Oseas 11: 9) cuando tomó sobre sí mismo todos los «pecados del mundo». Sin embargo, María miró aún más profundo: no, no fue el «furor de la ira» lo que amenazó con aniquilar a su Hijo; fue más bien el calor del amor de Dios lo que devoró al cordero del sacrificio y así confirmó la aceptación del sacrificio de la vida. Esta total disponibilidad de dedicación para nosotros ciertamente no provino de la estrechez y debilidad del corazón de un hombre sencillo, es más bien «el santo», «el Hijo de Dios», de quien María, según las palabras del Ángel, se convirtió en Madre. Es Él quien ofrece su vida terrenal en la cruz para borrar los pecados de sus hermanos y hermanas de todos los tiempos.
María reconoce en su
Corazón, atravesado por la «espada», el Corazón moribundo del Hijo y el ardor
de su amor divino; ahora sabe lo que Juan nos anunciará en su Evangelio con las
siguientes palabras: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su único hijo para
que quien crea en Él no muera sino que tenga vida eterna «(Jn 3, 16s).
Queridos hermanos y
hermanas. El Evangelio de la fiesta de hoy ha dirigido nuestra mirada con María
hacia el corazón abierto del Salvador. Verdaderamente: «De su Seno manarán ríos
de agua viva. Dijo esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que
creyeron en Él «(Jn 7, 38).
Cuando el Espíritu de
Dios descendió sobre la Iglesia reunida en Jerusalén el día de Pentecostés,
María, la madre de Jesús, también estaba en medio de ellos. Hasta hoy ella es
la modelo de la fe cristiana. En ella, la fe ha encontrado su mayor esplendor,
su íntimo canto. Junto con ella también
nuestra vida debe convertirse en un constante agradecimiento a Dios:
«Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador» (Lc 1,
46 ).
jueves, 5 de junio de 2025
El latido del amor
![]() |
Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
Por Pierre de Bérulle, cardenal
Escritos
«María, por su parte, guardaba todas estos recuerdos y los meditaba en su corazón.» (Lc 2,19)
Jesús crece en María y es parte de ella y el corazón de Jesús está íntimamente unido al corazón de María. También María vive en Jesús que es su todo y el corazón de María está íntimamente unido al corazón de Jesús que le insufla la vida. Así que Jesús y María son uno, viviendo en la tierra. El corazón del uno no vive ni respira más que por el del otro.
Estos dos corazones, tan cercanos y tan divinos, viviendo una única vida tan alta ¿qué no harán el uno para el otro, el uno en el otro? Únicamente el amor lo puede imaginar y sólo el amor divino y celestial. Únicamente el amor de Jesús lo puede comprender... ¡Oh corazón de Jesús viviendo en María y por María, oh corazón de María viviendo en Jesús y para Jesús, oh unión deliciosa de estos dos corazones!
El corazón de la Virgen es el primer altar sobre el que Jesús ha ofrecido su corazón, su cuerpo, su espíritu en hostia agradable de alabanza perpetua, y donde Jesús ofrece el primer sacrificio y la primera y eterna oblación de si mismo.
jueves, 29 de mayo de 2025
«No tengas reparo en llevarte a María, tu mujer»
![]() |
Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
San Juan Pablo II, papa
Redemptoris custos, 18-19
Dirigiéndose a José a través de las palabras del
ángel, Dios le habla como esposo de la Virgen de Nazaret. Lo que se ha
realizado en ella por obra del Espíritu Santo, expresa al mismo tiempo una
confirmación del vínculo esponsal que ya existía entre José y María. El
mensajero dice claramente a José: «No tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer». Así, lo que había tenido lugar antes –su desposorio con María- era
voluntad de Dios y, por tanto, se debía mantener. En su maternidad divina,
María debe seguir viviendo como «una virgen, esposa de un marido» (cf Lc 1,27)
En las palabras que se le dicen a José en la
«anunciación nocturna» éste comprende la verdad divina sobre la vocación
inefable de su esposa, y al mismo tiempo comprende también la verdad sobre su propia
vocación. Este hombre «justo», que dentro del espíritu de las más nobles
tradiciones del pueblo elegido, amaba a la Virgen de Nazaret y estaba unido a
ella por un amor esponsal, es nuevamente llamado por Dios para vivir este amor.
«José hizo lo que le había mandado el ángel, y se
llevó a casa su mujer»; «la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo»:
ante estas expresiones ¿no debemos concluir que su amor como hombre fue también
regenerado por el Espíritu Santo? ¿No es preciso también pensar que el amor de
Dios que ha sido derramado en el corazón del hombre por el Espíritu Santo (Rm
5,5) construye de la manera más perfecta todo amor humano? Moldea también –y de
manera totalmente singular- el amor esponsal de los esposos, y en él hace más
profundo todo lo que es humanamente digno y bello, lo que lleva los signos del
olvido exclusivo de sí, la alianza de las personas y la comunión auténtica del
Misterio trinitario.
jueves, 22 de mayo de 2025
¿La compasión de María fue corredentora?
Fuente: FSSPX
La teología nos ha demostrado que la compasión de María participó a nuestra salvación como meritoria, como satisfactoria, como sacrificial, a imagen de la Pasión de Cristo. La última característica es: redentora, o más precisamente, en el caso de la Virgen María, corredentora.
El estudio teológico del papel de la
Pasión en la Redención comenzó en la Edad Media. Lo mismo ocurre con el estudio
de la compasión y la corredención. El concepto de corredención se encuentra en
la tradición solo implícitamente en las expresiones: nueva Eva, socia, adjutrix (asociada,
ayudante).
La
enseñanza de los Papas
León XIII, en su encíclica Adjutricem
populi: llama a María la "Reparadora del mundo entero".
Benedicto XV, en su carta
apostólica, Inter Sodalicia: “Con su hijo que sufre y agoniza,
María soportó el sufrimiento casi como si hubiera muerto ella misma. Para
procurar la salvación de la humanidad y apaciguar la divina justicia, renunció
a sus derechos como madre de su Hijo. En la medida en que pudo hacerlo, inmoló
a su Hijo. Por lo tanto, se puede decir que, junto con Cristo,
ella redimió al género humano”.
Pío XI, en su alocución del 30 de
noviembre de 1933: “Por la naturaleza de su obra, el Redentor debió asociar a
su Madre a su obra. Por esta razón la invocamos con el título de
Corredentora".
Razones
teológicas
Era conveniente que una mujer participara en la
Redención puesto que una mujer participó en la caída: la caída es obra de toda
la humanidad, y Dios hizo que la recuperación fuera obra de toda la humanidad.
1) La Redención designa
metafóricamente la obra de salvación de los hombres a través de una doble
relación:
– Desde el punto de vista de los
efectos: se comparan con una liberación de la esclavitud del demonio, del
pecado y de la pena incurrida por el pecado.
– Desde el punto de vista de la acción
realizada para obtener estos efectos: se compara con una compra, donde el
comprador aporta su propio bien para obtener el bien que desea. Solo es
comprador si:
* Él mismo lleva a cabo el intercambio.
* Si la parte que aporta le pertenece
propiamente.
Este es el caso de Jesucristo que paga
Él mismo el precio, y este precio es su Sangre. Por estas razones, le
corresponde por derecho propio a Cristo ser Redentor.
2) Hablar de Corredención,
es designar una participación en esta obra. En lo que se refiere a la Madre de
Dios, podemos comprender su manera de participar en la Redención comparando su
papel con el de Cristo:
– Respecto a los efectos: Nuestra
Señora obtiene en conveniencia lo que Jesús obtiene en
justicia. Se producen los mismos efectos, pero con una eficacia
subordinada, aunque universal.
– Respecto a la acción que produce
estos efectos, comparada con una compra:
* Únicamente Cristo ofrece el
sacrificio de su Sangre como sacerdote, pero Nuestra Señora se une a esta
intención, después de haber proporcionado a la víctima.
* El precio ofrecido pertenece
propiamente a Cristo, pero también es algo de María, por 3 razones:
- El precio principal, la Preciosa
Sangre, se produjo a partir de la sustancia de María.
- Su aceptación (el Fiat)
es la condición sine qua non de este rescate.
- Algunos de los dolores de la Pasión
solo existen porque el Salvador tiene una asociada.
“La presencia y el sufrimiento de María
dan a la Pasión de Cristo una cualidad de la que habría carecido. A una
Redención que deseaba ser la ofrenda a Dios de todo el sufrimiento humano le
habría faltado el sufrimiento de María. Jesús podía sufrirlo todo, excepto esta
compasión por sus propios sufrimientos. Todo aquello que desgarra a dos seres
que se aman, y el dolor de uno que resuena en el otro, esto es lo que la
presencia de María cerca de Jesús, en su sacrificio redentor, le permitió vivir
en nuestro nombre. Nicolás, Theotokos.
3) El lugar especial de la nueva Eva en
la Redención puede comprenderse más claramente si lo comparamos con la
participación de los demás justos en la Redención:
– En cuanto a los efectos:
* Los méritos de los justos tienen una
eficacia particular, mientras que los de Nuestra Señora tienen una eficacia
universal.
* Además, los justos obtienen solo la
aplicación de los méritos de la Pasión, mientras que la Virgen participa en su
adquisición.
– En cuanto al acto Redentor:
* Al igual que María, los fieles se
limitan a unirse a esta intención, pero con una caridad menor.
* Aunque Jesús es de naturaleza humana,
los fieles no pueden reclamar como suyo el precio ofrecido, o al menos no en la
medida en que puede hacerlo la Madre de Jesús. Los fieles se limitan a ofrecer
sus propios esfuerzos en unión con la Cruz. Nuestra Señora también lo hace, con
más perfección.
Conclusión
La Redención se realiza así en tres etapas, en las
que interviene el Hijo de Dios, como agente principal, y su Madre, de modo
secundario:
– La Encarnación, que
instituye al Mediador, Dios y hombre. Nuestra Señora interviene según la gracia
de su maternidad divina.
– La Pasión, en la que
Cristo lleva a cabo su mediación. Nuestra Señora participa a través de su compasión.
– La aplicación de las gracias,
ejercicio de la gracia capital de Cristo. La Madre de Dios
participa en esto según su papel de mediadora universal de las gracias
L
jueves, 15 de mayo de 2025
SAN AGUSTÍN, Sermón 215, 4.
Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
Después de haberle prometido al chico, me pregunté cómo
podría suceder esto, porque no sabía que valiera la pena. En realidad, sólo
conocía un modo de concebir y dar luz; Aunque no lo hubiera vivido
personalmente, había aprendido de otras mujeres –la naturalidad es repetitiva–
que el hombre nace del hombre y de la mujer. El ángel te dará la respuesta: El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Todopoderoso te cubrirá con su
sombra; Por tanto, el que nazca será santo para vosotros, y será llamado Hijo de
Dios . Entre estas palabras del ángel, ella, llena de fe y habiendo concebido a
Cristo antes en su mente que en su pecho, dijo: Aquí está el clamor del Señor;
Hágase en mí según tu palabra . Cúmplase, digo, que una virgen conciba sin
semilla de varón; nacido del Espíritu Santo y de una mujer virgen que hará
renacer la Iglesia del Espíritu Santo, virgen también. Ocultad de Dios a aquel
santo que nació de madre humana, pero sin padre humano, pues convenía que fuese
hijo del hombre que nació en forma admirable de Dios, como Padre, sin madre
alguna; de esta forma, nacido en aquella carne, cuando era pequeño, resucitó de
un pecho cerrado, y en la misma carne, cuando era grande, resucitó, entró por
puertas cerradas. Estas cosas son maravillosas, porque son divinas; son
inefables, porque también son inescrutables; la boca del hombre no basta para
explicarlo, porque pequeño es el corazón para investigarlo. Nosotros creamos a
María, y en ella cumplimos lo que creamos. Creemos también el nuestro para que
podamos demostrar que también lo cumplimos. Aunque este nacimiento es
maravilloso, pienso, sin embargo, ¡oh hombre!, que vino a ti Dios, que es el
Creador de la criatura: Dios que permanece en Dios, el Eterno que vive con el
Eterno, el Señor igual al Padre, no olvidándose de tomar la forma de siervo
para beneficio de los siervos, criminales y pecadores. Y esto no es por mérito
humano, podemos merecer mejor el castigo por nuestros pecados; Sin embargo, si
escondemos nuestros ojos en nuestros malos espíritus, ¿por qué se resisten los
hubies? Así, por los siervos impíos y pecadores, el Señor fue digno de nacer,
como siervo y hombre, del Espíritu Santo y de la Virgen María. "
Oración
jueves, 1 de mayo de 2025
La servidora de los promeseros
![]() |
Foto: archivo particular |
Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“Y guardáis las tradiciones con
firmeza, tal como yo os las entregué…” (1Cor 11, 2).
La historia y la tradición oral de Chiquinquirá tienen una voz femenina con
acento a caridad apostólica. La encargada de esa tarea restauradora es Jenny
Madeleine Alfonso Peña, una enamorada de la cultura religiosa de su terruño.
Su oficio de guía, por las sendas de la nacionalidad, empezó en octubre de
2002 cuando venía del desierto de la fe. Era una joven que ignoraba la hagiografía
mística de la Rosa del Cielo, pero el tejido de sus circunstancias y creencias tuvieron
un choque con la realidad. Un día, cuando era estudiante del Servicio Nacional
de Aprendizaje (SENA) en prácticas de secretaria general, cumplió con sus
tareas de pasantía en la Parroquia de La Renovación y ejecutó un trabajo extra.
Fray Aldemar García, O.P., la envió al museo para acompañar a unos
peregrinos. Momento crítico porque no sabía nada de la pinacoteca. El recorrido
por los salones se limitó a leer los carteles informativos. ¿Qué otra cosa
podía a hacer?
La revisión de contenidos le llamó la atención porque en un cuadro al óleo
se reflejaba una luz sobre el vientre de María Santísima. Este signo lumínico
cuestionó a su razón. La reflexión fue unida a la afirmación de los visitantes
de haber visto algo en el pozo, cuyo vidrio estaba opaco. La acción sembró una
semilla de acercamiento al misterio divino. La incertidumbre de las dudas fue
resuelta con más preguntas. Los frailes dominicos celebraron la fiesta a la
Virgen Peregrina, lienzo apuñaleado en Rionegro (Santander), 1913. Así se enamoró
de aquella advocación martirizada y elegida para ser la Reina de Colombia.
El naciente amor tuvo esperanzas, desvelos y plegarias porque antes de
entrar en las aulas de la Mariología dogmática e histórica debía prepararse con
el catecismo, la práctica de los sacramentos y estudiar las cartillas del
Sistema Integral de Nueva Evangelización (SINE). El tiempo de formación
eclesial la mantuvo atenta al servicio de su prójimo.
Y en una de esas correrías de atención al turista se encontró con el cuadro
de la Anunciación. El anuncio le indicó un rumbo distinto. La brújula de su
catequesis le marcó la ruta de escuchar a los promeseros. Un campesino, repleto
de arrugas y acervo, regresó de un rincón de la ignota geografía del país para
adquirir el agua del pozo. El buen labriego persignó con el líquido a sus
nietos y le pagó una salve a la Virgen. Esa escena costumbrista le movió su
corazón hasta combinar el asombro con la incredulidad y la obligatoria
investigación. El resultado de la instrucción fue superior. Desde entonces se dedicó voluntariamente a cuidar
a los forasteros cargados de ofrecimientos y dolores. Jenny compartió esa
urgente necesidad de comprender un fenómeno de la gracia divina cuyo portento
se expresa a través de la Esclava del Señor.
La misión ardua era explicar la escasa biografía de los protagonistas
residentes en una encomienda del Nuevo Reino de Granada de 1562 a 1586. Las
preguntas capciosas, las dudas maliciosas, la desmemoria temporal y el tumulto
de gentes variopintas con afanes mercantilistas (pago y me voy) le complicaron
el rato de clase. Tuvo que acudir a la sapiencia académica de fray Luis Téllez,
O.P., y de sus textos auténticos sobre un milagro vigente. La devoción le invitó
a complementar la tesis con la lectura de cierta cantidad de páginas desconocidas
para el público.
El movimiento se volvió agotador y complejo. Debía informar de lo ocurrido en aquella
capilla de 1586 a un conglomerado diverso en su erudición. La mayoría de los
colombianos ignoraban la extensa crónica sobre las maravillas ocurridas en un
pantanoso sitio prehispánico. Allí los jeques muiscas cambiaron sus ritos
idolátricos por el Evangelio de Cristo.
Testigo y huella
El ritmo vertiginoso de la romería trajo, por la calzada de antaño, la
razón a tantas incógnitas. El jerarca de una familia de agricultores invitó a
sus incrédulos bisnietos a vivir un secreto ancestral. Junto a un viejo totumo,
enfundado dentro de una mochila de fique y tapa de corcho, les relató la forma
correcta de valerse de la antiquísima técnica de la siembra del agua. Jenny dejó
sus reparos y comprendió que las leyes de la física, bajo la voluntad del
Altísimo y por la intercesión de Nuestra Señora, se rompen. Siete pozos de agua
sembrada seguían funcionando en la vieja heredad del venerable anciano, desde
el siglo pasado.
Los relatos asombrosos marcaron esos renglones de su vida. Una señora se
presentó con una deuda a la Virgen. Su padre tuvo un accidente que le afectó la
movilidad de una pierna. Sin recursos médicos no le quedó más remedio que una
camándula y la súplica humilde a la Patrona.
El convaleciente le encendió velones blancos en su altar casero a la
Virgen, el 9 de julio. Se curó y le encargó a su hija ir a Chiquinquirá a pagar
la ofrenda. La demora del después se interpuso entre las buenas intenciones y
la fe. El beneficiado enfermó y murió. Esa mujer tardó 35 años en cumplirle la
promesa. Ella visitó la iglesia. Llegó movida por el recuerdo de su progenitor,
un devoto de Maria de Chiquinquirá, la Madre Dios. Son tantas las emociones
vividas a través del testimonio que bien podrían copar los capítulos de varios
libros. Suspira y su exposición trae a colación otras declaraciones.
Un viajero argentino, cuya esposa no podía tener hijos, vino a visitar a la
Virgen Morena porque quería, sí y sólo sí, que bajo aquella imagen milagrosa se
le concediera el don de la maternidad a su consorte. Al año, el matrimonio
feliz volvió desde las tierras del sur con su niño para consagrárselo a La
Chinca.
La señora Alfonso cerró su lista de conversiones con el caso de un sujeto
declarado ateo volteriano y confeso de anticlericalismo. Ese escéptico, al
escuchar la salve en el Pozo de la Virgen, cayó llorando al suelo. Y de
rodillas regresó al amor de Dios.
Baluarte de paciencia
El oficio de asistir tiene su senda de abrojos. El peregrinaje arrastra a
ciertas personas de contradicciones evidentes. Salen de comulgar en la basílica y pasan a la
parroquia a insultarla. ¿Motivo? Porque no sabe dónde está la tumba de María
Ramos. Y la querella: ¿por qué tiene lápida con el título de “Sierva de Dios”
si la santa madre Iglesia no se lo ha otorgado? (Reclamo justísimo).
Ese inconveniente, de repetidas conductas grotescas, no cesa.
El otro tema del desacierto lo componen algunas empresas promotoras del
ecoturismo. Esas instituciones olvidan en sus programas el carácter mariano que
identifica a la ciudad. Y, además, surgen los oportunistas de ocasión para diseñar
propuestas de formar jóvenes tutores sin haber hecho la primera comunión.
Al final de la conversación, es doña Jenny la que sienta un precedente
formal contra el olvido, ese amante de la amnesia nacional.
Los chiquinquireños no queremos apropiarnos de Nuestra Señora del Rosario
de Chiquinquirá renovada. Queremos relegar el legado ancestral. Y lo más grave
de esa razón telúrica es pretender rescatar los mitos del Terebinto, pero no la
historiografía del santuario. Ella se pregunta, ¿dónde está la identidad de
nuestro patrimonio religioso?