Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
Después de haberle prometido al chico, me pregunté cómo
podría suceder esto, porque no sabía que valiera la pena. En realidad, sólo
conocía un modo de concebir y dar luz; Aunque no lo hubiera vivido
personalmente, había aprendido de otras mujeres –la naturalidad es repetitiva–
que el hombre nace del hombre y de la mujer. El ángel te dará la respuesta: El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Todopoderoso te cubrirá con su
sombra; Por tanto, el que nazca será santo para vosotros, y será llamado Hijo de
Dios . Entre estas palabras del ángel, ella, llena de fe y habiendo concebido a
Cristo antes en su mente que en su pecho, dijo: Aquí está el clamor del Señor;
Hágase en mí según tu palabra . Cúmplase, digo, que una virgen conciba sin
semilla de varón; nacido del Espíritu Santo y de una mujer virgen que hará
renacer la Iglesia del Espíritu Santo, virgen también. Ocultad de Dios a aquel
santo que nació de madre humana, pero sin padre humano, pues convenía que fuese
hijo del hombre que nació en forma admirable de Dios, como Padre, sin madre
alguna; de esta forma, nacido en aquella carne, cuando era pequeño, resucitó de
un pecho cerrado, y en la misma carne, cuando era grande, resucitó, entró por
puertas cerradas. Estas cosas son maravillosas, porque son divinas; son
inefables, porque también son inescrutables; la boca del hombre no basta para
explicarlo, porque pequeño es el corazón para investigarlo. Nosotros creamos a
María, y en ella cumplimos lo que creamos. Creemos también el nuestro para que
podamos demostrar que también lo cumplimos. Aunque este nacimiento es
maravilloso, pienso, sin embargo, ¡oh hombre!, que vino a ti Dios, que es el
Creador de la criatura: Dios que permanece en Dios, el Eterno que vive con el
Eterno, el Señor igual al Padre, no olvidándose de tomar la forma de siervo
para beneficio de los siervos, criminales y pecadores. Y esto no es por mérito
humano, podemos merecer mejor el castigo por nuestros pecados; Sin embargo, si
escondemos nuestros ojos en nuestros malos espíritus, ¿por qué se resisten los
hubies? Así, por los siervos impíos y pecadores, el Señor fue digno de nacer,
como siervo y hombre, del Espíritu Santo y de la Virgen María. "
Oración
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