jueves, 15 de mayo de 2025

SAN AGUSTÍN, Sermón 215, 4.





Foto Julio Ricardo Castaño Rueda
 4. " Somos, podemos, en Jesucristo, nuestro Señor, nacido del Espíritu Santo y de la virgen María. También podemos compartir la misma buena fortuna que María compartió al creer en alguien que amó creer en nosotros.

 

Después de haberle prometido al chico, me pregunté cómo podría suceder esto, porque no sabía que valiera la pena. En realidad, sólo conocía un modo de concebir y dar luz; Aunque no lo hubiera vivido personalmente, había aprendido de otras mujeres –la naturalidad es repetitiva– que el hombre nace del hombre y de la mujer. El ángel te dará la respuesta: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Todopoderoso te cubrirá con su sombra; Por tanto, el que nazca será santo para vosotros, y será llamado Hijo de Dios . Entre estas palabras del ángel, ella, llena de fe y habiendo concebido a Cristo antes en su mente que en su pecho, dijo: Aquí está el clamor del Señor; Hágase en mí según tu palabra . Cúmplase, digo, que una virgen conciba sin semilla de varón; nacido del Espíritu Santo y de una mujer virgen que hará renacer la Iglesia del Espíritu Santo, virgen también. Ocultad de Dios a aquel santo que nació de madre humana, pero sin padre humano, pues convenía que fuese hijo del hombre que nació en forma admirable de Dios, como Padre, sin madre alguna; de esta forma, nacido en aquella carne, cuando era pequeño, resucitó de un pecho cerrado, y en la misma carne, cuando era grande, resucitó, entró por puertas cerradas. Estas cosas son maravillosas, porque son divinas; son inefables, porque también son inescrutables; la boca del hombre no basta para explicarlo, porque pequeño es el corazón para investigarlo. Nosotros creamos a María, y en ella cumplimos lo que creamos. Creemos también el nuestro para que podamos demostrar que también lo cumplimos. Aunque este nacimiento es maravilloso, pienso, sin embargo, ¡oh hombre!, que vino a ti Dios, que es el Creador de la criatura: Dios que permanece en Dios, el Eterno que vive con el Eterno, el Señor igual al Padre, no olvidándose de tomar la forma de siervo para beneficio de los siervos, criminales y pecadores. Y esto no es por mérito humano, podemos merecer mejor el castigo por nuestros pecados; Sin embargo, si escondemos nuestros ojos en nuestros malos espíritus, ¿por qué se resisten los hubies? Así, por los siervos impíos y pecadores, el Señor fue digno de nacer, como siervo y hombre, del Espíritu Santo y de la Virgen María. "

 

Oración

 Dios te salve María y Sub tuum - Madre de Dios, Virgen, salve, llena eres de gracia, el Señor es contigo ( Lc 1,28); Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre ( Lc 1,42), porque has engendrado al Salvador de nuestras almas.

 Nos refugiamos en tu misericordia, oh Madre de Dios: no desprecies nuestras súplicas en las tentaciones, sino líbranos de los peligros, oh única pura, única bendita.

  Preparado por la Pontificia Facultad Teológica «Marianum»

 Roma

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