Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Miembro de Número de la
SMC
En
una república de rancia estirpe católica el sitio de la Sociedad Mariológica
debería ser muy visitado. La suposición está lejos de la realidad.
En
las versiones de Expocatólica 2008 y 2010, el visitante sólo preguntaba. Luego
hacía gestos de incredulidad y seguía su camino en busca de las novedades, los
bailes, las retretas, los recordatorios y demás motivos de la feria.
Se
necesita una sobredosis de fe optimista o un milagro de la esperanza idealista
para pensar que el 2013 será diferente.
Bajo
el impulso de una perseverancia impermeabilizada contra la indiferencia, se
sueña con un sueño. Sería magnífico escuchar decir: “Quiero ingresar
a la SMC ,
presentaré un trabajo de mínimo 15 páginas sobre un tema mariano. Lo sustentaré
ante una asamblea de mariólogos y pagaré una módica cuota anual para
sostenimiento de la institución. Además, en un gesto de suprema heroicidad, subiré
a conocer el santuario de las puertas cerradas o de Nuestra Señora de la Peña y pasaré a visitar la
reparada Biblioteca Mariana de La
Peña en el Centro Mariano Nacional de Colombia”.
Lo
mejor será mejor templar el alma para cuando se repita lo de antaño en hogaño: “¿Mario...
lo… gía…? ¿Y eso qué es?... ¿ah, ya sé ustedes son los que interpretan las
manchas de humedad en la paredes del barrio donde la Virgen le habló a mi
abuelita sobre los secretos del Apocalipsis?
Con
honrosas excepciones, las buenas y santas gentes, nacionales seguirán pasando
de largo por el lado de la única Academia de Estudios Marianos de Latinoamérica…
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