Esta es una recopilación de
pensamientos y expresiones literarias de diversos devotos marianos en
diferentes circunstancias tiempos y lugares dirigidos a la Virgen María , Madre
de Dios, Nuestra Señora Reina y Madre; a quien le dedico con todo mi amor y devoción.
Dr. Álvaro González González.
Por ser la Madre del Salvador, la Virgen María es
reconocida como Madre de Dios y de la Iglesia , según repetimos en las letanías. Ella,
la favorecida de Dios, nos invita a todos los creyentes a escuchar y practicar
su Palabra. María, la elegida por Dios como Madre del Salvador, quien siempre
me dictaba las cosas en su corazón, nos invita para que de su mano podamos ser
discípulos de Cristo y a recorrer con confianza el camino que Él siguió, el
camino de la vida a través del sacrificio de su muerte redentora.
La fe nos ha traído hasta la Virgen , quien confió
siempre en la palabra y las promesas de Dios. La fe se hace camino de vida, y la Virgen es un ejemplo digno
que debemos imitar. Por la fe Jesús, el Hijo de la Virgen María , usando
ejemplo y palabras sencillas, imprime en nuestras mentes la necesidad de vivir
en la esperanza, atesorando los valores espirituales.
La fe firme e inquebrantable de la Santísima Virgen
María se puede contrastar con la vacilante fe nuestra. María, que guardaba todo
en su corazón, aprendió a ser Madre y discípula. Nosotros no podemos imitar su
maternidad pero deberíamos imitar su fidelidad.
Recordemos que nuestra madre
celestial camina con nosotros acompañándonos con sus palabras maternales y su
intercesión ante Jesús Nuestro Señor. Ella, como Madre de la Iglesia , camina con sus
hijos. El Papa, en la encíclica Redemptoris Mater, escribe: “La Iglesia confrontada por la
presencia de Cristo, camina en el tiempo hacia la consumación de los siglos y
va al encuentro del Señor que llega.
Pero en este camino… procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen , que avanzó en la
peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz ”. La Virgen María nos
enseña a guardar, meditar y elegir la Palabra de Dios, que nos habla a través de la Sagrada Escritura ,
por medio de otras personas y acontecimientos, y en todo lo que sucede en
nosotros y en torno a nosotros”. –Deyanira Flores González-. Distinguida
marióloga costarricense. En apartes del documento presentado en Puebla de los
Ángeles, México, a la reunión preparatoria de la V Conferencia
General del CELAM en Aparecida, Brasil.
“Corazón de María es decir, el
amor de la Virgen
a Dios y a los hombres; María nos ama. Ella nos ve bajo nuestra verdadera
dimensión, la dimensión de hijos de Dios, de redimidos por Cristo. Ella nos
contempla como integrantes del gran cuerpo de Jesucristo, su cuerpo místico,
cuya cabeza es Él y cuya alma es el Espíritu Santo”.
“Sabemos y sentimos que la Virgen nos ama; todo lo
bueno que nos sucede viene a través de Ella”. Para nuestra madre somos siempre
niños; lo mismo para María: sus brazos nos llevan, sentimos ciertos momentos el
aliento de sus labios, el brillo maternal de sus ojos… con Ella no nos hagamos
los bravos, los incrédulos ¡los burlones! Aunque no creamos ni en el rejo que
hala las campanas, creamos en María… puede ser que esto sea ilógico… ¡y
absurdo! Sí pero así hay esperanza. Si nos hemos alejado de la Iglesia , no cortemos este
puente sagrado del amor de María, porque éste es el único recurso que un día
nos puede quedar. Aunque malas lecturas o malas interpretaciones hayan
introducido la duda y el escepticismo… en lo recóndito de nuestro corazón
guardemos el amor a María… Amemos al corazón de María, acerquémonos a Ella
espiritualmente, cuando estemos en nuestro lecho ya para dormir. Digámosle en
silencio: Madre mía yo te amo… bendíceme puedo estar tranquilo porque tu amor
vela sobre mí”. –Padre Rafael García Herreros- Tomado del escrito La Virgen María.
“El corazón de María es el foco
del amor. ¡No necesitamos sino permanecer allí por la fe y la confianza y
seremos abrazados!”. Entreguémonos a María para procurarle la alegría maternal
de hacernos el bien, comunicándonos el amor y llevándonos así a su Divino Hijo
y a sus otros hijos, nuestros hermanos.
Depositemos en el corazón de
Nuestra Madre todos los cuidados, todas nuestras penas, todas las dificultades
que nos provengan del contacto con todos los demás. Ella arreglará todo a su
tiempo, en la medida de nuestra confianza y de nuestros deseos caritativos”.
–Padre Gabriel Jacquier-. Sacerdote vicentino, París 1953 (Traducción del
francés 1973). Centro Don Bosco, auspiciado por la señorita María Elisa Pardo
Bonilla. En La vida mariana.
“…vamos a contemplar a María en
su singularidad, como María en su feminidad, como mujer en su universalidad,
como creyente; María tu sabes que no podemos hablar de ti, ¡que eres demasiado
grande! Te pedimos que Tú misma nos hables a nosotros, que hables a nuestro
corazón con ese lenguaje interior que somos capaces de entender cuando tu nos
hablas.
Quiero que nuestras reflexiones
sobre la palabra iluminen el {Principio Mariano} en la Iglesia : María es por
excelencia, la mujer de la reconciliación y suscita en la Iglesia , figuras de
reconciliación, haciendo de nosotros hombres y mujeres de reconciliación”.
–Cardenal Carlos María Martini Arzobispo de Milán-. Apartes de su conferencia
en la Escuela
de la Palabra
en 1985.
“Lo importante es el espíritu de
la consagración a la Virgen ”.
–Frank Duff-. Beato. Laico irlandés (1889 – 1980), fundador de la Legión de María. En el
libro María triunfará. 1961.
“Alabemos a María en todo y para
siempre… Ella siempre consuela… Ella nos sostiene… siempre nos guía, siempre
intercede. Invoquemos a María en nuestras penas, dificultades, en nuestras
alegrías y consolaciones. ¡Oremos a María!, su amor lo exige. Ella nos ama como
a Jesús, infinitamente, incesantemente, maternalmente”. –Sierva de Dios Martha
Robin (1902 – 1981)- Fundadora de los Casa-centros de oración y retiros
espirituales, Foyers de Charite.
“De Santa María no se ha escrito
nada, nada, ¡me entiende!”. –Sierva de Dios Martha Robin-
“María mujer vestida de sol, ante
los inevitables sufrimientos y las dificultades de cada día, ayúdanos a tener
fija nuestra mirada en Cristo. Ayúdanos a no tener miedo de seguirlo hasta el
fondo, incluso cuando nos parece que la cruz pesa demasiado. Haz que
comprendamos que ésta es la única senda que lleva a la cumbre de la salvación
eterna y desde el cielo donde resplandeces como Reina y Madre de misericordia,
vela por cada uno de tus hijos. Guíanos a amar, adorar y servir a Jesús, el
fruto Bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Amén”. – Beato papa Juan Pablo II-
“Llena de gracia es el nombre más
hermoso de María, un nombre que le dio Dios mismo para indicar que desde
siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida, para acoger el don
más precioso, Jesús, “el Amor encarnado de Dios” (Gratia plena) Gracia plena en
latín, en griego (Kechrieoména), amada de Dios; titulo en voz pasiva, pero
pasividad de María, desde siempre y para siempre, es la -amada por el Señor,
que implica su libre consentimiento “. –Papa Benedicto XVI".
“Mediadora; Esta maternidad de
María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que
prestó fiel asentimiento en la
Anunciación , y lo mantuvo sin vacilación al pie de la cruz,
hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez asunta a los
cielos, no dejó su oficio salvador, si no que continúa alcanzándonos por su
múltiple intercesión los dones de la salvación eterna. Con amor maternal cuida
de los hermanos de su Hijo que peregrinan, se debaten entre peligros y
angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz.
Por eso, la
Bienaventurada Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de
Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual sin embargo, se entiende de
manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único
Mediador…”. –Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium,
capítulo VIII LA
BIENAVENTURADA VIRGEN Y LA IGLESIA. María
Esclava del Señor en la Obra
de la Redención
y la
Santificación. Número 62.
Jaculatorias.
De las Letanías lauretanas (las
oficiales de la Iglesia ):
Ruega por nosotros.
“Madre de Dios; Madre de la Divina gracia;
Madre Amable y Admirable; Madre
del buen Consejo;
Virgen digna de veneración;
Virgen digna de alabanzas;
Virgen Poderosa; Virgen Clemente;
Virgen Fiel;
Espejo de Justicia; Causa de
nuestra alegría;
Puerta del Cielo; Esperanza
Nuestra;
Consuelo de los Afligidos; Salud
de los enfermos;
Auxilio de los Cristianos;
Refugio de los pecadores;
Reina Sin Pecado; Reina de Todos
los Santos;
Reina Asunta a los Cielos; Reina
del Santísimo Rosario;
Reina de la Paz ; Reina de Todo (o del
universo o de lo creado, etc…”
En oraciones breves:
El Angelus:
(Así denominada por la palabra en
latín de su inicio).
V. El Ángel del Señor anunció a
María;
R. y Ella concibió por obra y
gracia del Espíritu Santo.
Ave María.
V. He aquí la esclava del Señor;
R. hágase en mí según tu palabra.
Ave María.
V. y el Verbo de Dios se hizo
hombre;
R. y habitó entre nosotros.
Ave María.
V. Ruega por nosotros Santa Madre
de Dios;
R. Para que seamos dignos de
alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos. Infunde Señor tu gracia
en nuestros corazones, te lo suplicamos, a fin de que conociendo por el anuncio
del ángel la Encarnación
de Jesucristo tu Hijo, por los merecimientos de su Vida, Pasión y Muerte, lleguemos
a la gloria de la
Resurrección. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
V. Gloria al Padre (Tres veces).
Antífona del Benedictus, en la Fiesta de Santa María Reina
“Dignísima Virgen Perpetua María,
tu engendraste a Cristo Señor y Salvador Nuestro”.
“Bajo tu amparo nos acogemos
Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras
necesidades; antes bien, líbranos de todo peligro, ¡Oh Virgen gloriosa y
bendita!”.
–Antigua plegaria, escrita en un
papiro encontrado en Egipto a principios del siglo III. Se encuentra en la
biblioteca Jhon Rylands en Manchester (Inglaterra) código 470.
“Acordaos, oh piadosísima Virgen
María que jamás se oyó decir que ninguno de los que han acudido a vuestro
amparo, implorado vuestra protección y reclamado vuestro socorro, haya sido
abandonado por vos. Animado con esta confianza a vos acudo, oh madre, Virgen de
las vírgenes y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante
vuestra presencia soberana oh Madre de Dios, no desprecies mis suplicas antes
bien escuchadlas y atendedlas benignamente. Así sea”. –San Bernardo de
Claraval-, Conocida por la palabra de su inicio.
La oración más antigua dedicada a
la Santísima Virgen
María:
“Dulce Madre, no te alejes
tu vista de mí no apartes,
ven conmigo a todas partes
y solo nunca me dejes,
ya que me proteges tanto
como mi Madre,
haz que me bendiga
el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
Amén”.
Breve Consagración Personal a
María Santísima:
“Oh Señora mía, oh Madre mía yo
me ofrezco del todo a vos
y en prueba de mi filial afecto,
os consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua,
mi corazón
en una palabra todo mi ser.
Y ya que soy todo vuestro, oh
madre de bondad
protegedme y defendedme como hijo
y propiedad vuestra.
Amén”.
Letras de canciones marianas:
“Venid y vamos todos con flores a
porfía con flores a María que Madre Nuestra es, de nuevo aquí nos tienes
purísima doncella, más que la luna bella postrados a tus pies a ofrecerte
venimos flores del bajo suelo con cuánto amor y anhelo Señora Tú nos ves”.
“¿Quién será la mujer que a
tantos inspiró poemas bellos de amor? Le rinden honor la música y la luz, el
mármol, la palabra y el color.
¿Quién será la mujer que el Rey y
el labrador invocan en su dolor, el sabio, el ignorante, el pobre y el señor,
el Santo al igual que el pecador? María es esa mujer, que desde siempre el
Señor se preparó para nacer como una flor en el jardín que a Dios enamoró.
¿Quién será la mujer radiante
como el sol, vestida de resplandor, la luna a sus pies, el cielo en rededor y
ángeles cantándole su amor?
¿Quién será la mujer humilde que
vivió en un pequeño taller, amando sin milagros viviendo de su fe, la esposa
siempre alegre de José?”.
Ad dendum
Algunos escritos extractados de
la antología mariana de la tesis de grado en las facultades eclesiásticas de la Universidad Javeriana
del padre Eduardo Trujillo Gutiérrez en 1941. La segunda edición en 1954,
publicada por el Ministerio de Educación Nacional en asocio de la Biblioteca de Autores
Colombianos, con motivo del año mariano.
“¡Oh musa celestial, sacra María,
A quien el alto cielo reverencia,
Favorecedme vos, Señora mía,
Con soplo del dador de toda
ciencia!
Vos del altitonante madre pía,
Musa superior del monte santo,
Esclareced la vena de la mía.
Con esforzada voz y dulce canto
Para que socorrido de tal guía
Mi pluma no se turbe con
espanto”.
-Don Juan de Castellanos-. En
Elegías de Varones Ilustres de Indias.
El Contrabando en el Cielo.
Haciendo Dios un día la visita en
el cielo acostumbrada, notó que cierta gente no tenía una faz suficientemente
pura, y que se hallaba como avergonzada de encontrarse mezclada con esas almas
de inefable albura.
- A san Pedro- le dijo ¿Qué le
pasa? Tal vez su edad no escasa el carácter le habrá debilitado preciso es
sermonearle al descuidado guardián; ¡que se le llame! Y al instante en raudo y
limpio vuelo un ángel fue y hallólo bien sentado y con el ojo alerta, muy
tranquilo en el suelo al lado de la puerta.
-“Yo vengo, san Pedro, a
reemplazar un momento siquiera, pues el buen Dios lo quiere interrogar”. Y san
Pedro corrió y con severa actitud el Señor le reprendió diciendo: “¡No, no!,
esto no puede ser tu estas dejando entrar gente manchada a esta mi pura
celestial morada”.
“Me confunde buen Dios”,
respondió Pedro, “pues yo vivo en la puerta siempre en vela, como perenne y
listo centinela, y a pesar de mi edad tan avanzada no se me pasa por descuido
nada; créeme buen Señor; no soy culpable, pues yo soy en mi puesto inexorable,
y ningún muerto ha entrado en esta corte sin traer el debido pasaporte”.
-Cálmate, dijo Dios;
probablemente se nos está engañando. Mira abajo, ¿conoces esa gente? “¡Oh mi
buen Dios, te digo francamente jamás por mi fue vista, que no están en mi
lista, que no son en verdad de nuestro bando, y que indudablemente aquí se me
está haciendo contrabando; pero yo te prometo, buen Señor, coger pronto al
traidor; y de no, con dolor del alma mía te renuncio, Señor, la portería…” San
Pedro echó después con gran cuidado mil vueltas a las varias cerraduras, y
cuando estuvo bien asegurado de que no había rendijas ni aberturas por donde
penetrar pudiera un alma y estando ya la noche un poco entrada, se sentó en
plena calma a vigilar la celestial portada.
Mas, ¡Oh gran maravilla! De
repente y sin saber por dónde, cómo y cuando vio que una intrusa gente al cielo
y de rondón se iba colando. San Pedro, entonces, inmediatamente mandó llamar a
Dios para que viera lo que estaba pasando; y cuando hubo llegado, el buen
portero le hizo señas a Dios que se escondiera allí, sin hacer ruido y que
tuviera oído agudo y ojo muy certero. ¡Y qué cuadro el que vieron, admirable!
Por fuera del recinto habían quedado muchas almas que Pedro inexorable, había
de su puerta rechazado por que no habían traído al paso el pasaporte íntegro y
cumplido y esas almas tan tristes, exhalaban tan amargos gemidos y quejas de
tan gran melancolía, que la
Virgen María , de ellas compadecida y no sufriendo que en vano
así esa gente le implorara, a los muros del cielo se subía y desde allí,
creyendo que por la noche nadie la veía uno a uno iba alzando y uno a uno iba
entrando con intensa alegría, haciendo así a San Pedro contrabando. Como san
Pedro ya se vio triunfante, probada su inocencia, al buen Señor le dijo muy
campante: -“al menos le hará usted una advertencia…”
Más el buen Dios que había
reconocido de los muros del cielo allá en la altura a su Madre, tan dulce, pura
y bella, le respondió con sin igual dulzura, -“¿Para qué? ¡Tú bien sabes cómo
es ella!”. –Eusebio Robledo-. Poeta de brillante fantasía y forma clásica.
Autor de varias bellísimas composiciones en honra de Nuestra Señora.
Saludo a la Virgen de Fátima
Panegírico del Ministro de
Educación de Colombia, Manuel Mosquera Garcés, con motivo de la visita de la
imagen de esa advocación a Colombia, (Académico de la Lengua ).
“…Singular privilegio de esta
tierra americana cuya historia toda entera, así en los momentos de triunfo como
en las horas de duelo y de quebranto, anda labrada con el oro fino de su
protección y de su nombre. La crónica de este mundo nuevo es río caudaloso de
invocaciones virginales, que nace en el instante mismo en que da comienzo el
Almirante a la proeza sin segundo del descubrimiento: fe en un monasterio, el de
Santa María de la Rábida ,
en el que encuentra Colón estímulo y conforte para sus planes de completar el
orbe; ha de ser el nombre glorioso de la Madre del Verbo el que se estampe en la proa de
la nao capitana…
Y es también el primero que
resuena para bautizar a la villa que surgía antes que otra en la tierra firme
de estas Indias afortunadas. Por manera que cuando se escribe la historia de
estos pueblos va topando al investigador, a modo de hitos que amojonan la ruta
y de fanales que esclarecen el camino, las advocaciones que fue dando la piedad
a la que ya irradiaba en las páginas del Génesis como corredentora del linaje.
…Característica del mundo moderno
y signo patente del abandono de la fe es la renuncia al dolor, el temor al
sacrificio, esa especia de terror que nos invade ante la llegada de la
tribulación. La gente cristiana parece haber olvidado en el tumulto de los
negocios temporales y en la avidez del goce que el Evangelio es, ante todo, el
testamento de la pasión y que solo en la medida en que estemos dispuestos a
sufrir, a desafiar los padecimientos en el propio vencimiento y en las
conquistas de las almas para Cristo, damos testimonio cierto de nuestra
adhesión y nuestro amor. Porque Nuestra Señora no es venerable únicamente en su
tránsito glorioso, o en el momento de su coronación como Emperatriz del mundo,
o en el prodigio triunfante de su virginidad inmaculada, sino que se nos
presenta como arquetipo del amor y de la belleza en los instantes de infortunio
más atroz. La lección que nos brinda, lo que tal vez nos enseña con acento más
profundo y con más reiterada insistencia, son sus desposorios con el dolor y la
humillación.
…De este modo, el heroísmo
cristiano, que es lo que constituye la santidad, no es sino la escuela de los
supremos renunciamientos en que el hombre se niega a sí propio, se convierte en
holocausto de expiación y por el valor de su sacrificio dignificado por el
Salvador, restablece el equilibrio moral del mundo y mantiene en balanza a la
justicia y a la misericordia. Las apostasías de nuestro tiempo proceden de una
declinación de ese espíritu, del desvío frente a los que escuchan los escogidos
por Nuestra Señora en el prodigio de las apariciones de Fátima, sean
invitaciones al sacrificio y la penitencia, llamamientos a la oración y al
sufrimiento, pregones para que sean reparados los pecados de los hombres.
…Por seis veces, en ese portento
de compasión que aquí estamos celebrando, se muestra Nuestra Señora a los
pastores portugueses para entregarles su mensaje, un mensaje que envuelve, si
bien se le mira, un triple y angustioso llamamiento: excitación a la plegaria
por medio del Rosario ratificado en esa forma como su oración predilecta;
invitación a la penitencia sin la cual el esfuerzo del hombre en el logro de su
santificación y en la conquista de la misericordia divina carece de valor y de
sentido; clamor sostenido para que el mundo sea consagrado a su corazón
maternal. Y quien penetre con cándido espíritu en el análisis de esta embajada
celestial advertirá de inmediato cómo el triple aspecto que acabo de enunciar
sintetiza de algún modo las necesidades más apremiantes de nuestra hora.
Consumida nuestra esfera por el
aliento abrazador de la codicia; empujada a la demencia por el trastorno de
todos los principios, nuestra época asiste al ocaso de aquellas normas
soberanas que podrían garantizarle el tranquilo y honesto disfrute de los
beneficios temporales. Una racha de cólera turbaba la inteligencia de los
hombres; la soberbia de la vida, mostrada ya por Juan como una de las
concupiscencias, prende en casi todos los pechos la llama de las ambiciones y
debilita los fundamentos de la convivencia universal; el materialismo más soez
ha deformado la fisonomía de la criatura racional y la sed de placeres
identifican a nuestra época con las mas turbias del antiguo paganismo, hasta el
punto de haber llegado a reafirmar no pocos pensadores cristianos que ha sonado
el momento de una nueva evangelización.
Porque si la esencia de la Buena Nueva que el
Redentor trajo al mundo queda cifrada en aquel mandamiento de la caridad,
cimiento y corona de todas las virtudes, es preciso concluir en que asistimos a
un innegable crepúsculo de aquel principio sin segundo…
…El fracaso de tantas iniciativas
humanas que pretenden granjear la reconciliación temporal y que a cada paso
caen como deleznables estructuras, no encuentra tampoco otra explicación. Y
ello debe ser así porque los problemas fundamentales del mundo no son ni de
carácter psicológico, ni de carácter político, ni de simple índole social, como
apuntara un escritor contemporáneo, sino primordialmente de orden religioso,
que afectan “las raíces más escondidas de la vida individual, del espíritu y de
la esencia ontológica de las cosas naturales y exteriores al espíritu”…
…Esa vuelta a los principios
celestiales, forma única de contrarrestar lo que han llamado los sociólogos la
“progresiva desespiritualización de nuestro siglo”, ha de vencer en primer
término, la monstruosa doctrina del hombre convertido en fin de si mismo y de
la sociedad trocada también en término de su propia actividad…
… “necesitamos insertar en cada
uno de nosotros, el problema de la realidad sustancial de Dios, el problema del
primado del espíritu como el problema de los problemas”. Necesitamos buscar en
la vida domestica la sacramentalización de la familia y la espiritualización de
la educación; en la vida profesional, la subordinación de la economía a la
moral y la cooperación intima de las clases entre sí, bajo el patrocinio del
estado; en la vida cívica el predominio de los estados naturales y la armonía
de los tres poderes básicos que hoy aparecen disociados, como son el político,
el económico y el religioso; en la vida internacional, la paz universal bajo el
amparo del príncipe de la paz, de Cristo, el Hijo de Dios, finalmente en la
vida sobrenatural (que es la propia vida natural en estado de gracia)
necesitamos buscar a Dios a través de Cristo y de su Iglesia”…
…Pero para este proceso de
ascensión espiritual, para esta elevación del hombre por medio de la oración
que hermana a todos los espíritus y que hace comprender a todos los corazones
el sentido profundo de la solidaridad, nos ha indicado Nuestra Señora la
eficacia del Rosario, la acendrada y tradicional devoción de los cristianos,
por que arropa –como afirman los comentadores- los varios aspectos que integran
la perfección del culto. Por todo ello el Rosario ha sido calificado no solo de
mariología, sino de teología suplicante, y los pontífices lo han exaltado como
derrotero luminoso de santificación y como fuente de continua bienandanza: como
salvación de la cristiandad lo consideró Clemente VII; encareció sus beneficios
Urbano IV; Urbano VIII lo decoró con diferentes jubileos; Pablo V lo llamó
tesoro de gracias; ornamento de la
Iglesia católica lo apellidó Julio III; lo encomio Gregorio
XIII como medio admirable de aplacar la justa indignación divina; Gregorio XVI
lo recitaba en público; lo propagaba como antídoto de las herejías León X, y
Adriano VI lo mostraba como azote del demonio. Fue consuelo de Pío VI en el
destierro, y el jerarca de la
Inmaculada pedía en aquella época, tan semejante a la
nuestra, cuando las saetas de la ira se clavaban en el corazón del vicario de
Cristo y la persecución más inclemente y el más satánico desvarío pretendía
debilitar su influjo en la conciencia, que los cristianos le ayudaran a apartar
los males de la Iglesia
no con la espada sino con el Rosario. Ni cómo olvidar al modelo del fervor
mariano, a aquel propagador sin segundo de esta forma de impetrar los favores
divinos por intermedio de la
Reina de los Cielos, a aquel Pío V que la iglesia ha elevado
a los altares y que lo convirtió en escudo de las ligas cristianas contra el
poder mahometano y al que se deben las victorias inolvidables de Lepanto y de
Viena. ¿y qué decir de León XIII cuyas encíclicas a este respecto constituyen
una verdadera teología a la
Virgen , y de Pío XI cuya pluma jamás sosegó en el camino de
encarecer su eficacia?
Pueril sería detenerme en la
consideración de otros aspectos históricos, que nada son si se comparan con el
mensaje reiterado de Fátima, en el que la Virgen clama por el rezo del rosario como forma
suprema de obtener la paz del mundo, clamor que prolonga su voz sollozante en
las alturas de La Salette
y de sus llamados de la gruta de Lourdes…”
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