La ofrenda es de corazón sencillo:
¿Será que los colombianos de buena voluntad
pueden ir al Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá con sus almas
de promeseros y de rodillas rezar el Santo Rosario?
Si lo hacen el Cielo escuchará el
humilde coraje de la patria mariana que clama por una Natividad campesina sin
los trineos del señor Noel.
“…José, como era de la casa y
familia de David, subió desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David
llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su esposa, que estaba
encinta.
Al llegar, no
encontraron alojamiento y se refugiaron en una gruta cercana que tenía la
entrada protegida, con paredes y algo de techo y que se usaba para cobijar
ganado. Estando allí se le cumplieron los días y dio a luz a Jesús; lo envolvió
en pañales y lo recostó en un pesebre. Unos pastores aquella noche vieron un
ángel resplandeciente que les daba la buena nueva:
-No os asustéis
porque vengo a daros una noticia muy grata. En Belén os ha nacido hoy el
Salvador, que es el Mesías, el Señor. Lo reconoceréis porque está envuelto en
pañales y recostado en un humilde pesebre.
Una muchedumbre
del ejército celestial se unió al ángel y exclamaba:
-¡Gloria a Dios
en las alturas y paz a los hombres que aman al Señor!
Los pastores
acudieron presurosos y hallaron a María, a José y al Niño recostado en el
pesebre y lo adoraron. (Lucas 2, 1-20).
Bendiciones para todos.
Julio Ricardo Castaño
Rueda
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