Por Jorge Robledo Ortiz
Dios te salve, María.
Por
que hay en la fontana
de
tu nombre de nardo, aguas de eternidad;
porque
el cielo te sigue besando tus sandalias,
y
el barro que tú pisas resucita en rosal.
Llena eres de gracia.
Porque
desde el principio
y
siendo virgen, eres toda maternidad;
porque
tu cuerpo ciñe la túnica del alba
y
cabe en tus pupilas el reino celestial.
El Señor es contigo.
Contigo
la esperanza
de
que tenga vendajes de amor la humanidad;
tus
dos manos de lirio levantan en fragancia
la
espina que traspasa el grito universal.
Bendita Tú eres.
Siempre.
Bendita por lo casta
y
por tus años crecidos en bondad.
bendita
porque tienes para orientar las lágrimas
Un
Hijo que perdona y una estrella polar.
Entre todas las mujeres.
Fuiste
Tú la más grata
al
artista Supremo que hizo la claridad.
Señora
de los Cielos, del mundo y de las almas,
tiene
tu escudo un niño, una Cruz y un pañal.
Y bendito es el Fruto de tu vientre,
De
esa ánfora
que
se inundó con sangre de la
Divinidad.
Jesús
jugó
en tu angustia los sueños de su infancia
y
al aborde de tus ojos lloró su soledad.
Santa María, Madre de Dios,
Mística
lámpara,
vaso
de Complacencia, Faro en la
Oscuridad :
permite
que en los campos vuelva a cantar el agua
y
que la espiga rece su rosario de paz.
Ruega por nosotros los pecadores.
Calma
esta
sed de justicia. Detén la iniquidad.
vuelve
a encender la lumbre de la humilde cabaña
y
haz que a cada fatiga corresponda su pan.
Ahora y en la hora de nuestra muerte,
Guarda
la
oración de las madres y la fe del hogar.
llévanos
de la mano y enséñanos la entrada
al
Reino donde se hablan palabras de cristal.
Amén.
Virgen
de Nardo, Doncella Iluminada,
Pastora
de Dolores, Rocío de Rosal:
cúbrenos
con tu manto y bendice esta patria
que
cruza a la deriva rumbos de tempestad.
Tomado de la Revista Regina Mundi núm 8.
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