La Virgen de
Chiquinquirá, la devoción por el perdón
Por Julio
Ricardo Castaño Rueda
“También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un
edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo”. (I Pedro 2,5).
La Sociedad Mariológica Colombiana lanzó una idea para sumarse a las
indicaciones pastorales de la Conferencia Episcopal de Colombia y la Orden de
Predicadores sobre la restitución de la corona a Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá.
El propósito de ese pensamiento quedó por escrito en la conciencia de los
devotos de la Patrona: “Invitamos a
todas las parroquias y templos que lleven el nombre de Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá a oficiar la santa misa el día 9 de cada mes hasta el
próximo 9 de julio como preparación al acto de desagravio”.
El concepto del razonamiento se une a la marcha del
camino sinodal para explorar la dimensión del perdón como una tarea cultural
del país. El sacrílego ataque contra el altar de la patria es una llaga abierta
en el corazón de una nación católica. Su historia y sus más caras tradiciones
apostólicas fueron rasgadas por una mano criminal.
La respuesta de los devotos, ante el hecho gravísimo, no
puede ser el olvido ni el rencor. La acción debe llevar a la reconciliación con
las convicciones ancestrales, herencia de los promeseros y pieza vital de la
memoria histórica.
La Virgen de Chiquinquirá es el signo del predilecto amor
de Dios por su amada Colombia. Mientras la diadema no ciña las cienes de la
Madre del Redentor cada iglesia chiquinquireña podría ofrecer una plegaria de
perdón y restauración.
Totalmente de acuerdo. Unidos imploremos el perdón por el agravio cometido.
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