San
Cirilo de Alejandría
Dios te salve, María, Madre de Dios, Virgen Madre, Estrella de la mañana, Vaso virginal. Dios te salve, María, Virgen, Madre y Esclava: Virgen, por gracia de Aquél que de ti nació sin menoscabo de tu virginidad; Madre, por razón de Aquél que llevaste en tus brazos y alimentaste con tu pecho; Esclava, por causa de Aquél que tomó forma de siervo. Entró el Rey en tu ciudad, o por decirlo más claramente, en tu seno; y de nuevo salió como quiso, permaneciendo cerradas tus puertas. Has concebido virginalmente, y divinamente has dado a luz.
Dios
te salve, María, Templo en el que Dios es recibido, o más aun, Templo santo,
como clama el profeta David diciendo: santo es tu templo, admirable en la
equidad (Sal 64:6).
Dios
te salve, María, la joya más preciosa de todo el orbe; Dios te salve, María,
casta paloma; Dios te salve, María, lámpara que nunca se apaga, pues de Ti ha
nacido el Sol de justicia.
Dios
te salve, María, lugar de Aquél que en ningún lugar es contenido; en tu seno
encerraste al Unigénito Verbo de Dios, y sin semilla y sin arado hiciste
germinar una espiga que no se marchita.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien claman los profetas y los pastores
cantan a Dios sus alabanzas, repitiendo con los ángeles el himno tremendo:
gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad (Lc 2:14).
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien los ángeles forman coro y los arcángeles
exultan cantando himnos altísimos.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien los magos adoran, guiados por una
brillante estrella.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien es elegido el ornato de los doce apóstoles.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien Juan, estando aún en el seno materno,
saltó de gozo y adoró a la
Luminaria de perenne luz.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien brotó aquella gracia inefable de la
que decía el Apóstol: la gracia de Dios, Salvador nuestro, ha iluminado a todos
los hombres (Tit 2:11).
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien resplandeció la luz verdadera,
Jesucristo Nuestro Señor, que en el Evangelio afirma: Yo soy la Luz del mundo (Jn 8:12).
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien brilló la luz sobre los que yacían en
la oscuridad y en la sombra de la muerte: el pueblo que se sentaba en las
tinieblas ha visto una gran luz (Is 9:2). ¿Y qué luz sino Nuestro Señor
Jesucristo, luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo? (Jn
1:29).
Dios
te salve. María, Madre de Dios, por quien en el Evangelio se predica: bendito
el que viene en el nombre del Señor (Mt 21:9); por quien la Iglesia católica ha sido
establecida en ciudades, pueblos y aldeas.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien vino el vencedor de la muerte y
exterminador del infierno.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien se ha mostrado el Creador de nuestros
primeros padres y Reparador de su caída, el Rey del reino celestial.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien floreció y resplandeció la hermosura
de la resurrección.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien las aguas del río Jordán se
convirtieron en bautismo de santidad.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien Juan y el Jordán son santificados, y
es rechazado el diablo.
Dios
te salve, María, Madre de Dios, por quien se salvan los espíritus fieles.
Dios
te salve, María, Madre de Dios: por ti las olas del mar, ya aplacadas y
sedadas, llevaron con gozo y suavidad a los que son, como nosotros, siervos y
ministros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario