Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
La Colombia de María se
prepara para celebrar el centenario de la coronación de Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá con la imagen peregrina de la Virgen de Fátima.
No, no es un tema para
el programa cuando sucede lo increíble.
Es la realidad de la desesperanza en una nación desarraigada de su memoria cultural. Por ejemplo, el pasado 28 de julio Nuestra Señora de Fátima se paseó por las empedradas calles de Villa de Leiva territorio ancestral de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Mama Linda Renovada (1836). La situación, radicalmente dolorosa, mostró un vacío de pertenencia nacional. Solo demagogia y un gentío sin rumbo ni patria.
Ante lo cual algunos
lectores expusieron iracundos su argumento de Perogrullo: “Pero si es la misma
Virgen”. Lamentablemente el alegato es tan peregrino como el de ciertas
multitudes que posan ante las cámaras de televisión en sus procesiones callejeras.
Sí,
es la misma Virgen Santísima, pero no es la misma historia, no es el mismo
mensaje, no es la misma cultura, no es el mismo patrimonio, herencia raizal de
los mayores a la cual se le debe la construcción de un país soberano.
Y para profundizar en la
banalidad de la afirmación apodíctica basta con la memoria histórica. Portugal
en 2017 se vistió de fervor para celebrar el centenario de las apariciones de
Nuestra Señora en Cova da Iria.
Pregunta: ¿alguien vio
a los frailes dominicos con nuestra Virgen Morena en romerías por las
parroquias y calles de Lisboa?
La respuesta es un no
gigante porque allá, en Portugal, crecieron educados por el respeto hacia los
valores vernáculos y esa es una diferencia vital entre la civilización del
Evangelio y la catequesis de las muchedumbres.
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