Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
Nuestra Señora de Chiquinquirá renovó el rezo del santo rosario en el Nuevo
Reino de Granada. La plegaria de los confesores, con su luz evangélica, iluminó
el destino patriótico de la historia nacional.
Allí, entre una choza desvencijada, surgió el faro inmaculado que alumbró
el derrotero del heroísmo. El pueblo de María Santísima fundó su esencia en el Evangelio
meditado sin tregua por los ángeles y los cristianos.
Ese testimonio lo retrataron los caminos coloniales con el paso de los
promeseros. Las muchedumbres latían al compás de una esperanza atada a la
camándula de tagua, sostén vital del trasegar de su existencia. La época, de
dulce oración, se injertó cual savia vivificante en las costumbres morales de
una raza enamorada de Dios.
Sí el santo rosario, modelo chiquinquireño, sigue vigente dentro del sacro
silencio de la monumental basílica, se canta con delicadas melodías en el
templo de la Renovación, se recita con serenidad junto al Pozo de la Virgen,
camina constante por las veredas campesinas, se pasea absorto por el monástico Claustro
Petrés, enciende la predicación del convento dominicano y se hace familia en los
hogares de la tierra mil veces dichosa.
El salterio de María se convirtió en la posada para el peregrino, en botiquín para el alma penitente, en catecismo urgente para el iconoclasta. Su fuerza mística arropa a los forasteros con el lienzo tricolor. El rosario, recitado en Chiquinquirá, tiene ecos de eternidad gloriosa porque la Villa de los Milagros es el altar de la Colombia misericordiosa.
Que viva el rosario de Chiquinquirá ... que nos siga acompañando por muchos años más!
ResponderEliminarEl Santo Rosario nos mantiene unidos bajo el manto de nuestra Reina de Chiquinquirá.
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