Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“Oh Señor, roca mía y
redentor mío”. (Sl 19, 14).
La corredención es una gracia otorgada a la criatura inmaculada por
misericordia del Altísimo para el cuidado del Evangelio.
Esa merced está adherida al profundo misterio del infinito saludo enviado
por Dios a la Virgen por medio de su ángel Gabriel: “Llena eres de gracia”. (Lc
1, 29).
La esclava del Señor respondió al mensajero con la acción cooperadora del
fiat: “Hágase en mí según tu voluntad” (Lc 1,38), mandamiento de la santidad
sublime. Así, el corazón del Padre Eterno se injertó en los latidos de la
historia humana porque María entregó su alma a la servidumbre de su Hijo, El Redentor,
con un amor heroico supeditado a la decisión omnipotente del Creador.
La Virgen, al recibir el Verbo Eterno en su seno, emprendió la dinámica de
su apostolado humilde. Es Mediadora, Auxiliadora e Intercesora como una función
derivada de su maternidad divina “porque el Poderoso ha hecho obras grandes por
mí”. (Lc 1, 49).
La colaboración de la sierva, obediente a la obra de la salvación, se llama
corredención. Su significado está escrito en los episodios evangélicos donde
ejerció su tarea como la madre oferente de Jesús, salvador de los hombres, en
el templo (Lc 2, 22-24) y en el calvario (Jn 19, 25-27).
En síntesis, cuando se comprenda que el culto de hiperdulía, dado a la Bienaventurada
Virgen María, es proveniente del Espíritu Santo la religión y la religiosidad
dejarán el debate por la semántica de un término teológico. Y los coros
angélicos cantarán: “Corredentora”.
Declaren o no el Dogma, MARÍA ES CORREDENTORA..
ResponderEliminarEse bello titulo forma parte del magisterio de la Iglesia y su historia de evangelización.
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