“…Y no os
acomodéis a este mundo; al contrario transformaos y renovad vuestro interior
para que sepáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo que
agrada, lo perfecto…” (Romanos 12, 2).
Por Julio Ricardo Castaño
Rueda
Sociedad Mariológica
Colombiana
Introducción
El verbo renovar tiene una delicada semántica de
tinte mariológico que es necesario
desentrañar. El misterio de la dinámica moral del significado se encuentra en
el diccionario donde aparece una plataforma de pensamiento sencillo y místico. Renovar: (Del lat. renovāre). Hacer
como de nuevo algo, o volverlo a su primer estado.
Si esa
palabra se aplica a una situación fenomenológica se entraría en un campo de la
mariología histórica donde se conjugan estos dos elementos, el verbo y el
prodigio.
Entonces es
necesario ubicar a la dupla de palabras en un entorno definido por la cátedra. En la Iglesia Católica
Apostólica y Romana las manifestaciones de la Santísima
Virgen María son llamadas mariofanías. Estos fenómenos suelen ocurrir
ante los seres humanos de forma individual o colectiva en un lugar geográfico y
en un tiempo específico.
Dentro de esas
manifestaciones se estudian tres casos especiales que son: renovación, hallazgo
y aparición. Los siguientes ejemplos tienen su propia historia para ilustrar
perfectamente los conceptos señalados. Renovación:
Lienzo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (1586) Hallazgo: Conjunto escultórico de piedra Nuestra
Señora de la Peña
de Bogotá (1685) Aparición: Nuestra
Señora de Guadalupe, México (1531).
Ahora, el lector puede
entrar en el más famoso caso conocido de renovación de una pintura de la imagen
de la Santísima Virgen
María que se deterioró y regresó a su esplendor original por gracia de Dios.
En 1586, doña María Ramos, esposa del sobrino del difunto
encomendero, Antonio de Santana, vivía en los aposentos de Chiquinquirá doña
Catalina de Irlos, viuda de Santana. En la capilla de esa estancia solariega
encontró un lienzo abandonado donde en 1562 se había pintado a la Santísima
Virgen en compañía de dos santos. La piadosa mujer lo recogió, lo arregló y lo
colocó en un bastidor frente al cual hacía sus oraciones y una jaculatoria:
“¿Hasta cuándo, rosa del cielo, habéis de estar tan escondida? La respuesta
llegó el 26 de diciembre de 1586 cuando ante testigos la imagen se renovó
milagrosamente al cambiar de color entre grandes resplandores.
El porqué María Ramos con sus preces
logró semejante portento lo podría explicar
Isaac, el Sirio (siglo VII), en
sus discursos ascéticos, serie 1ª, n° 32. cuando dijo: “…De
igual manera que toda la fuerza de la ley y los mandatos que Dios ha dado a los
hombres se cumple en la pureza del corazón, como lo dijeron los padres, así
también todos los modos y maneras por los cuales los hombres rezan a Dios se
cumplen en la oración pura. Los gemidos, las prosternaciones, las súplicas, los
lamentos, todas las formas que puede tomar la oración tienen en efecto su fin
en una oración pura... La reflexión no tiene nada más que lo que tiene: ni
oración, ni movimiento, ni lamento, ni poder, ni libertad, ni súplica, ni
deseo, ni placer de lo que espera en esta vida o en el mundo venidero; después
de la oración pura, no hay otra oración... Más allá de este límite, está la
admiración, no hay más oración; la oración cesa, y comienza la
contemplación...”
La oración de la señora Ramos cesó y contempló un
prodigio que cambió la vida del Nuevo Reino de Granada y su proceso de
evangelización.
Sin embargo, entre la oración y la contemplación se
vivió un momento único e imprescindible, la renovación.
Desarrollo
En forma más sencilla se puede explicar con el
siguiente esquema:
La renovación del lienzo de Nuestra Señora del Rosario
de Chiquinquirá trasciende la situación fenomenológica para entrar en una
dimensión teológica Cristo céntrica. El misterio del milagro se desarrolla de
forma trinitaria Oración, Renovación y Contemplación. “…así en el santuario te contemplo para ver
tu gloria y tu poder…” Salmo (63-62, 3).
-María Ramos, motivada por la fe, la esperanza y la
caridad, postrada en su oratorio en un actitud humilde suplica ver a la Virgen María. Las tres virtudes teologales le prepararon el
camino.
-La Misericordia del
Dios, Trino y Uno, respondió con la reparación del lienzo destrozado donde hay
tres figuras la Virgen
María con el Niño en sus brazos, san Antonio y san Andrés.
-En la tercera etapa se da la contemplación, el
encuentro del alma con la fuerza creadora del Altísimo.
Esa situación, ocurrida en 1586, es un llamado actual
y constante para que la humanidad vuelva a vivir el Sacramento de la Reconciliación
donde se repite el misterio de la renovación.
El penitente en su acto de contrición y acusación de
sus yerros ante el sacerdote ora para que su súplica implore la misericordia de
Dios. El Altísimo responde con la limpieza del alma, le devuelve a un estado de
pureza angelical. Así el hombre puede contemplar la virtud de la misericordia
divina.
El modelo es simple:
1-El penitente se sumerge en la oración como un acto
preparatorio para la confesión.
“Misericordia, Dios mío, por
tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado” (Salmo 50, 3-4).
2-El penitente recibe la absolución con lo cual el
alma se renueva por la gracia de Dios y vuelve a su estado angelical.
“Tus pecados te son perdonados”. Lc 7, 48.
“Como
se levanta el cielo de la tierra,
Se levanta su bondad sobre lo fieles;
Como dista el oriente del
ocaso,
Así aleja de nosotros
nuestros delitos”. Salmo 102.
3- El alma libre del pecado contempla a su Creador en la Eucaristía.
“Toda explicación teológica que intente
buscar alguna inteligencia de este misterio, debe mantener, para estar de
acuerdo con la fe católica, que en la realidad misma, independiente de nuestro
espíritu, el pan y el vino han dejado de existir después de la consagración, de
suerte que el Cuerpo y la
Sangre adorables de Cristo Jesús son los que están realmente
delante de nosotros”. Pablo VI. El credo
del Pueblo de Dios (30 junio 1968), 25: AAS 60 (1968), 442-443.
En síntesis, cuando se habla de renovación en el campo
iconográfico se abre la opción de profundizar en el sacramento del perdón como
una gran invitación de María Santísima a sus hijos para que regresen a las
moradas del amor eterno, el Corazón de Jesús. Ese llamado se replica en el Continente de la Esperanza como una súplica bíblica: “convertíos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario