Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
El
primer devoto de María Ramos, don Marco Suárez, compartió sus reflexiones sobre
el significado de los jirones en el cuadro de Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá.
El
encuentro, por la casualidad del peregrinaje, se dio justo a los pies de la Patrona en su basílica
boyacense. Apenas pasado el saludo afectuoso, Marco dictó un dato para la
libreta de este redactor.
Y
sin esperar a que buscara el bolígrafo comenzó una corta disertación sobre la
pintura que contemplaba. Sus palabras ilustraban el relato de una historia que
no está escrita, pero que era urgente rescatar de la oralidad de un raizal
enamorado de un portento.
Hay
que hablar del cuadro desde la perspectiva de María Ramos, puntualizó. “María Santísima de Chiquinquirá
conoce las lesiones del cuerpo humano porque las vivió en la pasión de su Hijo
Unigénito. Las llagas de su vestido tienen que ver con Ella. Las otras, las de
sus acompañantes, son las de sus hijos”.
La
pausa, para poder recibir las ideas y atraparlas con la complicidad del papel,
llegó a tiempo.
Lo
espiritual es complejo y simbólico, explicó. “Nuestras heridas se sanan con
avemarías, así lo hizo María Ramos”.
A
renglón seguido agregó: “El lienzo era un espejo de María Ramos, era el reflejo
de lo que ella sentía: viudez, separación marital y desarraigo. Tenía dolores
en su alma destrozada por el abandono. El desamparo acabó con la obra pictórica
de Narváez.
Y
en ese estado de orfandad, María Santísima la contagió de la renovación. Ramos
no podía renovarse y dejar el Evangelio. Ella vivió orante antes, durante y
después de la iluminación del lienzo.
Además,
Ramos esperó con fe por la transformación de su alma. Fenómeno que ocurrió por la
intercesión de la
Santísima Virgen María”.
Marco
regresó al silencio meditabundo y oró en voz alta: “Madre mía no puedo irme de
esta vida sin antes haberte conocido. Que tenga una fe como la de María Ramos
que fue capaz de levantar un trapo sucio, roto y desteñido para orar y suplicar
por su reposición”.
El
cierre lo concluyó con un recordatorio:
“A
pesar de que no vemos, tenemos la certeza de que una madre intercesora acoge
nuestras oraciones. Las preces nunca quedarán en el vacío si son presentadas
por Ella”. Hasta ahí los datos recogidos en la basílica de Chiquinquirá el 11
de septiembre de 2017.
Sin
embargo, la Mariología
Chiquinquireña reclamó un espacio propio dentro de la
academia de estudios marianos. Por esa razón, este cronista le pidió a Suárez ampliar
la temática para los lectores
interesados en el hecho prodigioso de 1586. La respuesta llegó, vía correo
electrónico, el domingo 17 de septiembre.
La
nota, de interesantes aportes para la cultura religiosa de la Villa de los Milagros, se ensambló
en estas páginas.
“Mi hermano buen día,
fuerte abrazo.
Hay que mirar desde antes
para poder comprender el origen de las llagas. Dios aportó la materia
prima para la hechura del lienzo, pero también guió con su sabiduría
a la persona que lo elaboró, en cuanto a la textura y tamaño. Dios aportó los
elementos naturales para la pintura (flores, plantas y minerales).
El lienzo contiene en
sí tres características: 1). Es una obra inspirada por Dios. 2). Fue hecha
por el hombre. 3). Es totalmente
natural.
Y si miramos como fue
hecho el primer palacio de la Reina
del Cielo (choza de Suta) descubrimos lo siguiente:
En su construcción se
utilizaron elementos naturales (madera, ladrillos, bareque, paja, etc.) y
participaron manos indígenas.
Las fístulas, como es
bien sabido, fueron elaboradas por las gotas de agua que le cayeron
(vuelve a aparecer el toque natural).
Llama la atención la
naturalidad del lienzo, incluso cuando sirvió para secar granos.
Trigo y maíz, dos alimentos fundamentales. El primero para la elaboración del
pan consagrado y el segundo para el alimento con mayor tradición en nuestra
cultura.
Mi hermano, he querido
escribir estos acontecimientos para poder comprender más el significado del
lienzo, antes de que ocurriera la bendita maravilla.
Un testigo ocular de
esos sucesos fue doña Catalina García de Irlos. Ella conoció el lienzo cuando
fue entronizado en la capilla de los Aposentos de Suta (1562). Ella fue testigo
de los daños que denunció el cura doctrinero Francisco Pérez (1576). Ella estuvo presente cuando su marido,
Antonio de Santana, recibió del cura doctrinero, Juan Alemán de Leguizamón, el
lienzo deshecho que envió con unos indios de Suta para los Aposentos de Chiquinquirá
(1578). Y finalmente, ella le contó a María Ramos quien había estado pintada en
el cuadro que encontró (1586).
Rupturas y roturas
Catalina García de Irlos
fue indiferente ante los daños de la tela hasta el punto que permitió que los
indígenas lo utilizaran para otros menesteres.
Por el contrario, María
Ramos fue la persona que rescató la pieza de arte maltrecha y la ubicó en el
lugar debido. (Su pequeño pero humilde trono, el bastidor). Y
es desde ese sitio donde la hija entró en comunión con la Madre de Dios. (El estado
de deterioro la hizo internarse en una profunda comunión con la Dolorosa ).
Los desgarraduras
sacudieron el alma de Ramos cuando se enteró de que había estado pintada la
imagen de María Santísima, pero esas mismas heridas la invitaron a que fuera la
primera contemplativa del lienzo llagado. Ahí podemos ver un auténtico
amor de entrega, la pintura se convirtió en el centro de su vida. (Me acordé
del apóstol Juan cuando contempló a Cristo lacerado en la cruz -que dolor tan
grande para él-, pero también lo pudo ver resucitado. Su alegría tuvo que ser
muy grande).
María Ramos contempló
muchas veces el lienzo y se miró a través de él como en un espejo. Las úlceras
emocionales que la acompañaban le hacían comprender mejor los destrozos. Jamás
imaginó que al regenerarse el lienzo sus propias llagas se sanarían. Tal vez
este haya sido el segundo milagro que ocurrió el día de la renovación del
lienzo”.
Los
planteamientos del corresponsal encienden una esperanza para indagar sobre el
episodio místico, que aún no termina, de una mujer piadosa Los restos de María
Ramos, que reposan en algún rincón sin nombre de la Capilla de la Renovación , saldrán a
la luz y podrá comenzar el proceso canónico para su beatificación. Tarea que en
el corazón de Suárez ya empezó.
El
lector, seguidor del blog de la Sociedad Mariológica Colombiana, tiene una publicación
más para armar la crónica de Ramos. La
misión de esta mujer española fue destacada por el papa Francisco en su discurso
en la iglesia de San Pedro Claver de Cartagena de Indias. El Apóstol de los Esclavos
fue otro curador de pústulas.
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