Por
el P. Juan Carlos Casté, EP
(Martes,
18-02-2014, Gaudium Press) El Concilio Vaticano II tuvo una importante mención
sobre el papel de la
Santísima Virgen cuando incluyó en la Constitución Dogmática
Lumen Gentium, el capítulo VIII con el título: Sobre la Bienaventurada Virgen
María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Es evidente
que un gran número de Padres Conciliares deseaba que el papel de la Santísima Virgen
María en la teología y en la piedad católica estuviese claramente declarado en
el Concilio. Y esto debido a la larga e ininterrumpida tradición en la Iglesia de veneración y
amor especialísimo por la doncella de Nazaret, por su papel fundamental en la Redención y en toda la
historia de la Salvación.
Desde
los primerísimos tiempos la
Iglesia comprendió la importancia del papel de María
Santísima. Especialmente después del Calvario, y ya en el Cenáculo, los
Apóstoles y fieles cristianos, tenían una noción viva del papel relevante de
esta bondadosísima Madre.
En
el Nuevo Testamento, de hecho, encontramos pocas referencias a Nuestra Señora,
pero si las analizamos con cuidado, las menciones a Ella, son pasajes de la
máxima importancia. Y en los primeros símbolos de la Fe se incluye siempre a María
Santísima como Madre de Jesús por obra del Espíritu Santo. Esta mención a la Virgen María es de un
alto valor teológico, vemos en ello su papel especialísimo.
"Gracias
a Ella, Él es el descendiente de David, el heredero del trono, el portador de
las promesas mesiánicas, Aquel sobre el que descansa el Espíritu de Yahvéh (Lc
1, 32-36; Is. 11, 1-3). La participación activa de la ‘mujer' en el misterio de
la Encarnación
es algo positivamente querido por Dios hasta tal punto que no se puede captar
el misterio de Cristo, sino se acepta también que la manera que entró a formar
parte del género humano fue encarnándose ‘por obra del Espíritu Santo', de
Santa María Virgen". (Bastero de Elizalde, Juan Luis, María Madre del
Redentor, EUNSA, Navarra, España, 2004, pág.18).
Pero
no sólo eso. Enseña San Luis María Grignion de Montfort, que Dios quiso
servirse de María en la
Encarnación , como el medio más perfecto para que el Verbo
operase la Redención
y viniese hasta nosotros.
Esta
vinculación de María con todo el misterio de Cristo - el misterio de su ser y
de su misión - es lo que condujo a la Iglesia a explicitar cada vez más la persuasión
de que la Virgen
tiene un papel singular, y ocupa un lugar importantísimo en la Redención de su divino
Hijo, y por ende en la vida de la
Iglesia. Y es por esta razón que Ella es única, lo que la
coloca en una posición de superioridad en cuanto a todos los santos. Por ello la Iglesia le rinde el culto
de hiperdulía, es decir por encima de todos bienaventurados. Hay un canto muy
antiguo, fruto de la piedad popular, que se canta en España y en
Hispanoamérica, cuyo estribillo dice: "Más que tú solo Dios, solo
Dios..."
Los
grandes santos marianos cuando hablaban de la Maternidad Divina
de María Santísima, dicen que Ella es la "Digna" Madre de Dios. Esta
palabra "digna" es muy importante, pues significa, que Ella a pesar
de no dejar de ser una mera criatura estaba a la altura de este papel
inimaginable, ser Madre de Dios. Si nos detenemos en este "digna Madre
Dios", vemos una tal santidad, una tal altura y grandeza de alma que solo
nos queda repetir el viejo estribillo "más que tú solo Dios, solo
Dios".
El
Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, cuando comenta el Tratado de la Verdadera Devoción
de San Luis María Grignion de Montfort, dice que él califica a María "como
el Paraíso del Nuevo Adán", lo que es algo que no es fácil de encontrar en
los manuales de Mariología. El hecho de hablar de Ella como "el Paraíso
del nuevo Adán" nos hace ver la grandeza de esta alma y todo aquello que
Dios Padre puso ahí.
Estos
son apenas algunos aspectos que nos ayudan a comprender la inmensidad del papel
de la Santísima
Virgen en la
Redención y por ende en la teología católica.
De
ahí la Mariología ,
esta ciencia que, desde los primeros Padres de la Iglesia estuvo presente en
el pensamiento de los fieles, que sin embargo fue tomando cuerpo en la teología
hasta que alrededor del siglo XVII se la comenzó a distinguir como una rama de
la teología.
Ahora,
¿Cuál es la importancia del estudio de la Mariología ? Debemos estudiarla para amar más a
esta buena Madre. Solo el estudio no basta, el estudio debe estar acompañado
del amor y debe hacer que cuanto más estudiamos, más amamos y más deseamos
servir a la Reina
de Cielo. Hay un error muy común entre los fieles católicos, que es una especie
de temor de "exagerar" en el amor y el culto a la Santísima Virgen ,
lo que podría causar un desagrado de Nuestro Señor. Nada más falso. Cuánto más
amemos y rindamos culto a María más nos aproximaremos al Corazón Sagrado de su
Divino Hijo. Este error tiene sus raíces en la vieja herejía jansenista que
hizo tanto mal a la piedad mariana y eucarística.
Por
eso no debemos temer en amar, conocer, y hacer conocer a la Santísima Virgen.
Estos
son apenas unos pequeños puntos introductorios para comenzar a ingresar por el
sagrado camino de la
Mariología.
Contenido
publicado en es.gaudiumpress.org, en el enlace
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