Guardia de honor para un milagro. Foto Julio Ricardo Castaño Rueda |
Por Uranios Andreios.
“Por
estar con tus hijos, dulce Madre,
viendo
a los que amas, viéndote los ojos
los
hijos de tu amor, con gran portento,
apareciste
sobre lienzo tosco,
renovada
por arte de pinceles
que movieron en
éxtasis los ángeles;
y sin haberlo visto
todos sienten
que allí palpita el
rostro de la Madre.
Y por mirarlo un
rato, peregrinos
por tu santuario en
grandes caravanas
desfilan todos
cuantos son tus hijos,
que lejos sienten
maternal llamada.
Es el retrato de la
propia Madre
que allí se muestra
con sus rasgos fieles;
por eso todo
colombiano bueno
ya transportado al
corazón lo siente.
Los que sintiendo el
punzador estímulo
de enfermedad que
polvo hace sus carnes,
vienen a verlas
florecer con vida
milagrosa del rostro
de la Madre.
Los que alejados de
la fe de niños,
buscan la dicha sin
hallarla grandes,
saben que en el
naufragio de sus almas
el faro son los ojos
de esta Madre.
Luz de su Rostro al
pecador convierte,
lleva a lo eterno el
pensamiento vano,
del bien las fuentes
para el justo abre,
y la verdad eterna
muestra al sabio”.
Tomado de la
revista Mariana. Julio de 1942.
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