Obscurecía…
En
la vetusta puerta
de
casa colonial a sus biznietos
la
centenaria vieja les refiere
historias
de otros tiempos…
La
inmaculada Virgen, hijos, dice,
es
patrona del pueblo.
Ante
su imagen santa se formaron
mis padres y los vuestros…
inspiración bebieron los
poetas,
raudales de heroísmo los
guerreros,
serenidad los mártires,
las viudas y los huérfanos
consuelo,
perdón los pecadores
y santidad los buenos…
El dosel de la Virgen de Colombia
es el azul turquí del
firmamento.
su frente ciñen nuestras
verdes gemas,
de los Andes soberbios,
la nieve forma su lujosa túnica,
y entre las flores de
aromados pétalos
arden ante su altar cinco
millones de
fervientes católicos.
Los ecos
del Tequendama horrísono, al
murmurio
del Meta en la llanura, los
acentos
de las fieras del bosque, y
de las aves
los dulces trinos, formaban
un concierto
que llegaba hasta la Virgen ,
quien quebranta a la sierpe
del infierno
que mordió la bandera de la
patria
y quiere en ella inocular veneno
que mancille su honor.
A mi memoria
acuden los recuerdos…
los ancianos contaban
las fiestas que se hicieron
cuando la España y sus colonias Reina
nombraron a la Virgen.
Aún conservo
con vívidos colores en la
mente
el triste cuadro del adiós
eterno
dado a mi padre cuando fue la
patíbulo
a morir por la Patria.
De su cuello
pendían la medalla y el
rosario:
¡regalo de mi madre! Voló al
cielo
musitando:¡María!
Como el arca
llevada al campamento,
la imagen de la Virgen infundía
valor a los patrióticos
ejércitos.
Ella nos dio la
independencia.
Cuando
luchaban con las huestes de
Barreiro.
los soldados invictos,
las viudas y los huérfanos
de los valientes mártires
que para darnos libertad
murieron,
levantaban sus manos
inocentes
que clamaban venganza hacia
los cielos,
y la Virgen bendita presentaba
las preces ante el trono del
Eterno,
por ella nos daba la victoria
el Dios de los ejércitos…
En los mares sangrientos de
la guerra
fue la Virgen el lucero
que iluminó la ruta
que nos condujo al puerto,
do la princesa Libertad reinaba
empuñando del orden áureo
cetro.
Al árbol secular del
República
no la herirá la tempestad ni
el tiempo
que se alimenta con robusta
savia
que mana pura de virgíneos
pechos;
levantará sobre las aves
todas
el cóndor de los Andes raudo
vuelo,
porque ha puesto su nido en
el regazo
de aquella cuyo imperio
se extiende por los mundos
siderales
y tiene como límite lo
eterno.
Es la Virgen el lirio de los
campos
de la montaña el cedro,
el verde olivo de a la paz,
la fuente
de la vida, el oasis del
desierto,
el bálsamo del alma
y el sol del firmamento.
Ella es la inteligencia
y el corazón del colombiano
pueblo,
el rey andino, cuyo pico
tiene
corona de laurel, del nuevo
reino
la granada, la fértil
cornucopia,
la libertad y el orden, los
amenos
cármenes arrullados por las
ondas,
las aves, los veneros
del metal gualdo, los azules
mares,
la íbera franja de color de
fuego
¡Escudo de la Patria !...
bandera tricolor de nuestro
suelo.
A la Virgen sin mancha amadla
siempre;
que ella es la madre del
amor eterno,
la
soberana emperatriz del cielo.
Calló
la anciana. Lágrimas surcaban
su
rostro. Los biznietos
mirábanla
en silencio respetuoso,
y
la luna de pálidos reflejos,
asomando
la faz entre las nubes,
daba
al cuadro matices de misterio.
Poema de fray Bernardo Merizalde (español, agustino recoleto) que
habla sobre la histórica devoción por Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá. Tomado de Antología Mariana,
Eduardo Trujillo Gutiérrez, Pbro. Bogotá, 1941.
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